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"Dios y la Patria" dice un lema consagrado por las generaciones. La religión contiene los vínculos y deberes del hombre para con Dios; la Historia, los del ciudadano para con la Patria. Sin duda la vuelta de la Humanidad hacia Dios facilitará la convivencia de las naciones, rota hoy por una onda de locura colectiva que afecta al mundo; y la vuelta a la Historia, libraría a los pueblos de las defecciones masivas de grandes grupos de ellos, que recientemente han presenciado algunos Estados europeos, al plegarse sus hijos a los enemigos de la Patria, bien fuera a Estados competidores, o bien a las doctrinas internacionalistas destructoras de la institución de las nacionalidades.

Sólo quienes no conocen la Historia pueden soñar con los delirios de la patria única y del único gobierno, cuando están contemplando cómo fracasan hasta los rudimentos de organizaciones políticas universales, combatidas por las pasiones y los intereses de los pueblos.

Y en lo que al Perú respecta, es la diosa Clío quien nos enseña en el cuadro del pasado, el panorama del futuro, porque el pretérito y el futuro se concatenan como los términos de un silogismo; y los riesgos de ayer son los de mañana. Por eso José Pardo, que se preparó en la primera vez a la presidencia de la República como catedrático de Derecho Diplomático de nuestra Universidad Mayor, y en la segunda, como Rector de la misma, que estuvo en contacto con la juventud estudiosa y contribuyó a su formación desde los claustros de San Marcos, creó el Instituto Histórico, y le señaló entre otras funciones la de: "Fomentar el cultivo de la Historia, para lo cual abrirá certámenes cada dos años y torgará premios a los autores de los mejores escritos que se le presente, conforme a los programas y temas designados previamente" y dispuso que: "El Instituto tiene la obligación de recti1 ficar en su Revista los errores y falsificaciones que se publiquen sobre la Historia del Perú".

Todo esto debemos al estadista patriota y culto, virtuoso y perseverante.

José Pardo: Sereno y confiado vive tu vida de ultratumba. Fuiste generoso con el Perú y con la Historia, y el Perú no te olvidará y la Historia será magnánima contigo.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS

LOS CRONISTAS Y LAS CRONICAS

LA TERCERA PARTE DE CIEZA

LA TERCERA PARTE DE LA CRONICA DE PEDRO CIEZA DE LEON.-Publicada por el doctor Rafael Loredo.-Lima, Agosto,

1946.

Como un fausto suceso historiográfico debe considerarse la publicación hecha por el docto investigador peruano don Rafael Loredo, en la revista Mercurio Peruano (Tomo XXVII, No. 233-Agosto 1946Págs. 409 a 440) de los primeros capítulos de la Tercera Parte de la Crónica del Perú del célebre cronista Pedro Cieza de León, que se consideraba por muchos como perdida.

El doctor Loredo, cuyos hallazgos documentales en España y en el Perú sobre la revolución de Gonzalo Pizarro han sido expuestos en esta Revista, en un nutrido informe al Instituto Histórico, en su jugoso libro "Alardes y Derramas", así como en diversas pubileaciones, ha prestado con este aporte un nuevo y eminente servicio a la cultura pe

ruana.

Conocida es la mala suerte póstuma de los escritos de Cieza, "el príncipe de los cronistas", quien sólo alcanzó a publicar la Primera Parte de la crónica o descripción del Perú, en Sevilla dejando inéditas y acaso truncas las partes segunda, tercera y cuarta de su trascendental obra, relativas al Imperio Incaico, al descubrimiento y conquista y a las guerras civiles. Herrera las explotó y copió en sus Décadas con alevosía de experto plagiario. Prescott confundió y citó el Señorío de los Incas, como de ajena mano atribuyéndolo a Sarmiento, hasta que le rescataron del inédito González de la Rosa con su edición

frustrada del editor londinense Trubner de 1873 y Jiménez de la Espa da con su edición española de 1880 que redimió definitivamente del olvido el manuscrito del Escorial y con él uno de los más sustantivos aportes para la historia de los Incas. Markham la tradujo al inglés con deliberadas supresiones y adulteraciones, reveladas por The Hispanic American Historical Review, haciendo servir deslealmente la obra del ecuánime cronista español en desmedro de su propia patria y espíritu. De los cinco libros de las guerras civiles, anunciados por el propio Cieza, vieron la luz en la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España del Marqués de Fuensanta, Zabalburu y Sancho Rayon, los libros Primero y Segundo, relativos a la guerra de las Salinas y de Chupas y Jiménez de la Espada publicó en 1877 los LIII primeros capítulos del Tercero referente a la guerra de Quito, que completó Serrano y Sanz en 1909 con los restantes hasta el capítulo CCXXXIX. Permanecían en el inédito: la Tercera Parte, importantísima por referirse al descubrimiento y conquista del Perú, aunque explotada ya por Herrera; los libros Cuarto y Quinto de las guerras civiles, referentes a las guerras de Huarina y Xaquixaguana y los dos Comentarios ofrecidos por el cronista sobre las cosas que pasaban en el Perú después de fundada la Audiencia hasta la salida de la Gasca.

De la existencia de la Tercera Parte de la Crónica de Cieza se tenía vagas noticias tradicionales. Jiménez de la Espada tuvo información precisa en 1877 de la ubicación del manuscrito de la Tercera Parte y de los entonces inéditos volúmenes de las guerras de las Salinas y de Chupas. En el Prólogo al Señorío de los Incas, escribió por esto: "y la tercera parte que se ocupa en la conquista de la Nueva Castilla y los libros primero y segundo de la cuarta, guerras de Salinas y Chupas, aunque no los he visto, me consta con certeza que existen y donde". Y en una nota agregaba: "motivos de delicadeza me impiden ser er este punto más explícito pero el inteligente y activo bibliófilo que dispone de tan preciosos documentos, tiene medios de publicarlos como corresponde y es de esperar que pronto se disfruten por los amantes de la historia patria”. El poseedor del manuscrito resultó ser don José Sancho Rayón, como lo declaró más tarde el propio Jiménez de la Espada en sus Relaciones Geográficas de Indias, (tomo IV, pág. II). En el tomo IV de éstas reprodujo, en efecto, los capítulos 83, 86, 87 Y 91 de la Tercera Parte, relativos a la conquista de Chachapoyas por Alonso de Alvarado. Más tarde el propio ilustre americanista, se refirió al 2.0 libro de la parte 3. de Cieza, Cap. XXXVII, referente a los Chupachos en un artículo publicado en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid (Tomo XXXVII.—Madrid, 1895) relativo "La Jornada del Capitán Alonso Mercadillo". En 1877 se publicaron también por Zabalburu y Sancho Rayón, los libros referentes a las guerras

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de las Salinas y de Chupas en el tomo LXVIII, en el que se dice por los editores "cuando adquirimos el códice que poseemos" y en otra referencia se agregaba: "conforme al manuscrito coetáneo propiedad de los señores marqueses de la Fuensanta del Valle y D. José Sancho Rayón". Jiménez de la Espada dispuso, pues, ampliamente, según apare. ce, del manuscrito de la Tercera Parte de Cieza.

Mendiburu, citaba en 1874, como existente en manos del librero y bibliografo Obadiah Rich el manuscrito del "tercer libro de guerras dei Perú" que se asegura ser de Pedro Cieza de León". Por esta referencia, se puede deducir que el manuscrito emigrado, fuese el de la guerra de Quito, pero otros datos permiten suponer que fuera más bien la Tercera Parte. El propio Rich asevera que encontró en Madrid "la 2. y 3.a parte de Cieza".

La opinión más común fué la de que la Tercera Parte se había perdido definitivamente. Tal fué la versión de Means, generalmente bien informado, pues afirmó en su Biblioteca Andina que la Tercera Parte de Cieza se había extraviado. Pero en los círculos históricos madrileños se afirmaba que el manuscrito existía en Madrid, en la biblioteca del Conde de Heredia Espínola, sucesor o pariente de D. José Sancho Rayón. Esto lo oí afirmar a D. Antonio Ballesteros Beretta, catedrático de Historia de América durante mi estancia en Madrid (1935. 1941) y aún obtuve carta de presentación para el afortunado poseedor del manuscrito, quien no me permitió verlo y cortó mis entusiasmos investigadores, con la misma cortés reserva con que refiere Gregorio Marañon que le vedó la consulta de un manuscrito sobre el Conde Duque de Olivares.

Loredo, ha obtenido el éxito, largamente ambicionado por los investigadores de la historia peruana y americana, al dar con la Tercera Parte de Cieza, probablemente en otro venero documental insospe chado y que yo creo sea el de la copia, completa o parcial, que poseyó Jiménez de la Espada. El hallazgo merece la más alta y plausible resonancia.

Loredo aclara que actualmente existen en su opinión, tres copias de la crónica: una en poder de los señores Rosenbach y Cía, de Nueva York en la Quinta Avenida, otra en poder de un duque español cuyo nombre reserva y que fué la copia que sirvió a Antonio de Herrera y otra que se halla en poder de un centro de estudios americanistas de España (acaso el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo). Loredo no explica en qué fuente ha encontrado los primeros quince capítulos de la crónica perdida, pero esto no resta mérito a su hallazgo.

El valor de lo publicado por Loredo, así se quedare en ello, es fundamental. Es el relato del primero y segundo viaje de Pizarro, etapa sobre la que las crónicas y testimonios son escasísimos. Cieza parece

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haberse informado principalmente en los datos de testigos presenciales, principalmente en los de Nicolás de Ribera, a quien trató en Lima, y en la crónica de Oviedo, cuya elegancia alaba. Están ahí las escenas originales en la región de los Manglares, los sufrimientos de Puerto del Hambre, las enfermedades y plagas del trópico, las estampas de los indios embijados de rojo y amarillo del río San Juan, las sorpresas de lagartos, caimanes e indios flecheros caníbales, la diaria ración de maiz y palmitos, y el hallazgo promisor de la región de las Barbacoas y de la balsa de tumbecinos. En todo ello hay noticia de incidentes olvidados, de la abnegación de Pizarro por sus soldados, muertes, naufragios, emboscadas, deslealtades, ríos, y ciénagas con mosquitos y aquella audacia inquebrantable que hacía que el cronista dijera que le temblaba la mano al llegar a este pasaje y que "sólo españoles pudieron pasar lo que estos pasaron'.

Sería interesante que el doctor Loredo diese a la publicidad el resto de la obra de Cieza, que se halla en su poder, así como la inédita obra del cronista Calvete de la Estrella, "De Rebus Indis", cuyo hallazgo nos comunicara en Madrid en 1939 y cuya publicación anunció entonces al Instituto Histórico del Perú,

R. P. B.

NUEVA EDICION DE MORUA

FRAY MARTIN DE MURUA-O. de M.-Historia del origen y genealogía de los Reyes Incas del Perú—Introducción, notas y edición por Constantino Bayle. S. J.-Madrid MCMXLVI.

El padre Constantino Bayle, docto en cosas de América, como lo atestiguan sus numerosos y eficientes estudios sobre la conquista y evangelización en las Indias, particularmente sus obras Santa María en Indias, España en Indias y El Dorado fantasma, ha publicado en Madrid, auspiciado por el Instituto Santo Toribio de Mogrovejo, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, una nueva versión de la crónica de Fray Martín de Murúa o Morúa, titulada Historia del origen y genealogía real de los Reyes Incas del Perú. La nueva versión de la sabrosa crónica del mercedario vá precedida de un nutrido y enjundioso prólogo del eminente jesuita, quien sabe discernir sobre erónicas de Indias y problemas de historiografía americanas con la solvencia y el brío que antes tuviera en España el sabio Jiménez de la Espada.

La crónica de Morúa, cuyo original manuscrito se conserva en el Archivo de la Compañía de Jesús de Loyola, fué ya publicada en la

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