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el macho y no está tan bien armada. Los jaba- | y la detonacion de las armas de fuego sobre les pequeños, llamados jabatos, tienen listas blancas y pardas en su primera edad, y entonces son muy buscados para la mesa.

El jabali habita las selvas mas estensas y solitarias de Europa y Asia. No se le ha encontrado en América, aunque tiene alli sus representantes en el taguicati y el taytetu; pero el cerdo ha sido llevado allá despues de la conquista, y se ha multiplicado de tal modo, que en muchos paises de ambas Américas hay selvas pobladas de cerdos cimarrones que se aproximan bastante á su tipo por su forma, y aun mas por sus costumbres. La Inglaterra no tiene jabalies, probablemente porque se les habrá destruido en tiempos remotos. Tampoco se han hallado en la Nueva Holanda; pero esto no debe estrañarse en un pais en que la naturaleza parece haberse empeñado en no crear sino tipos nuevos y sin analogía con lo demas que existe en nuestro globo. Encuéntranse estos animales lo mismo en las regiones cálidas que en las templadas, pero mas allá de cierta latitud hácia el Norte ya no se hallan en el estado salvage, é indudablemente por esta razon no han podido pasar del antiguo al nuevo continente como el lobo, la zorra, el oso, etc. Esta especie ocupa, pues, la Europa, el Asia, el Africa y una parte de sus islas.

A pesar de lo que se ha dicho, el jabalí no es tan estúpido como se cree, y si se considera en los animales salvages la inteligencia como la facultad de satisfacer del mejor modo posible, en las circunstancias en que se encuentran, todas las exigencias de sus necesidades y de sus pasiones, este animal no tiene ni mas ni menos inteligencia que la mayor parte de los demas; aun es susceptible, cuando se le coge pequeño, de recibir cierta educacion, aficionarse á su dueño, seguirle y solicitar sus halagos. Fr. Cuvier, dice haber tenido algunos á los que habia enseñado á hacer gesticulaciones grotescas para obtener ciertas golosinas. Con todo, este animal tiene los sentidos obtusos y está convencido de su fuerza, de que resulta que sus gustos son groseros y sus pasiones brutales. Aunque dotado de un valor intrépido, nunca lo despliega sino para defender su vida, ó disputar su hembra á algun rival; en cualquiera otra circunstancia es absolutamente inofensivo: tambien es muy difícil en la actualidad el esplicar la exageracion de una multitud de cuentos que nos han dejado los antignos sobre la ferocidad de ciertos jabalíes célebres que desolaban provincias enteras.

Sin embargo, la caza de los jabalies no deja de ofrecer algun peligro á los imprudentes. El macho viejo sobre todo no se asusta sino muy poco de la persecucion de los perros y sus ladridos; huye sin precipitacion volviéndose á menudo cuando se ve perseguido muy de cerca y estropeando á los perros que tienen el atrevimiento de aproximársele. El sonido de las cornetas y bocinas, los gritos de los cazadores,

todo le espantan mucho mas, y entonces huye con una rapidez y ligereza que nadie se atreveria á sospechar viendo sus formas toscas y pesadas. En este caso corre directamente, y es muy raro que aun cuando encuentre á un hombre tuerza su camino; le derriba, le hiere, y pasando sobre su cuerpo continúa su carrera. Si el cazador tiene la prudencia de evitar su encuentro, cediéndole prontamente el paso, puede estar seguro de que el animal no ha de volverse para atacarle; pero cuando se ve muy apretado y se enfurece ya no es lo mismo. Si se siente herido de un tiro, por distante que se encuentre su enemigo, se va á él derecho, y atravesando la jauria que le hostiga, cae sobre él para vengarse. Cuando fatigado por el cansancio ó por la pérdida de sangre no tiene fuerzas para huir, se arrima á un árbol ó á un zarzal y se dispone á vender cara su vida; desdi- ́ chados entonces los perros cuya inesperiencia les hace ponerse al alcance del colmillo del jabalí, al momento son despanzurrados; sin embargo, en una buena jauria se encuentra siempre algun perro inteligente que tiene el admirable instinto de adivinar la parte débil del feroz animal; da vueltas alrededor de él y fuera de su alcance, aturdiéndole con sus ladridos y espiando el momento favorable, y cuando cree este llegado, de un salto se lanza sobre él y agarrándole por la oreja ya no le vuelve a soltar. El terrible monstruo contra quien la fuerza de treinta enemigos era impotente, el que derribaba y hacia pedazos todo cuanto se le oponia al paso, este animal tan temible ha perdido de repente su poder y ha sido vencido tal vez por el mas pequeño de los perros de la jauria. Desde entonces se abandona á su mal aventurado destino, y se deja degollar por los cazadores, haciendo apenas algunos esfuerzos para retardar el momento de su muerte y prolongar un poco su agonia.

Los jabalies viejos viven solitariamente; pero las jabalinas permanecen reunidas con sus jabatos dos años cuando menos, y no es raro ver algunas hembras acompañadas de sus hijos de tres años, los cuales viven amistosamente con los cachorros del mismo año. Los cazadores designan á estos jabalíes con el nombre de reses de acompañamiento. En los paises poco poblados suele acontecer que muchas hembras se reunan formando tropas mas o menos considerables que viven muy bien avenidas y se defienden mútuamente. Cuando las amenaza algun peligro, las mas viejas forman un círculo en cuyo centro colocan á los jabatos, y presentan al enemigo su hocico amenazador. Todos, aun individualmente, se protegen y sostienen unos á otros, y esta costumbre no se ha perdido en el cerdo doméstico. En el Charolais, asi que las beilotas están maduras y empiezan á caerse de los árboles se envian los cochinos al monte para engordarlos. Una piara de cincuenta ó

sesenta se encuentra por lo comun al cuidado | cie. La duracion de su vida parece ser de vein-
de un solo porquero que los deja desparramar- te á veinte y cinco años, y aun puede llegar á
se por el monte aisladamente y á su placer. treinta, segun la asercion de Aristóteles. Su
¿Quiere reunirlos? nada mas fácil: coge un alimento ordinario consiste en raices, semillas
marranillo y le tira de la oreja hasta hacerle y frutos; pero tambien devoran reptiles, hue-
chillar; al momento acuden los demas aunque vos de aves y todos los animales pequeños que
se hallen á un cuarto de legua, y en un ins- pueden sorprender. Con su hocico hozan la
tante está completa la piara. En 1786 una loba tierra para buscar gusanos y larvas de abejor-
hambrienta esparció la desolacion en aquellaa ros, á que son muy aficionados, desentierran
montañas embistiendo á los niños, á las muge-á los hurones, á los topos y hasta á los gazapos
res, y algunas veces hasta á los hombres. En cuando sus madrigueras no son muy profun-
vano se mandaron hacer batidas por las au- das. Esta costumbre de hozar la tierra hace que
toridades locales; y en vano el infortunado ellos no se encuentren bien sino en las selvas
Luis XVI envió á aquellos lugares sus cazado- frescas y sobre las tierras húmedas y sueltas,
res y sus jaurias; no se consiguió el matarla. que por lo mismo les ofrecen poca resistencia.
Pero un dia esta loba se descarrió en un mon- No salen de sus guaridas sino de noche, y lle-
te en que se estaba engordando una piara de van la devastacion à las plantaciones de maiz,
cochinos; estos animales al momento la cer- de patatas y otras semillas. Si se coge jóven
caron: uno de ellos la agarró por una pierna, puede domesticarse el jabalí, como ya hemos
sujetándola obstinadamente á pesar de las dicho, pero seria demasiada imprudencia el
mordeduras y esfuerzos de la bestia feroz, y fiarse mucho de él, cuando al envejecer se va
la llevó á mas de un cuarto de legua de alli á | desarrollando toda la brutalidad de su ca-
su establo, en la aldea de Laguichi. Cerraron rácter.
la puerta detrás de ellos y se mataron á tiros á
los dos animales por un agujero que se prac-
ticó en el techo de la pocilga.

Gusta mucho á los jabalíes el revolcarse en el fango, sin duda para desembarazarse de los acáridos que se adhieren á su piel, pero no se quedan por mucho tiempo cubiertos de lodo, sino que tienen cuidado de lavarse en cualquier laguna ó riachuelo antes de volver á entrar en las selvas en que tienen sus guaridas. Les agrada el agua y nadan con facilidad; asi es que cuando viajan no los detiene en su camino ninguu rio por ancho que sea, y aun atraviesan pequeños brazos de mar. Por poco que se les inquiete en una comarca, la dejan y van á establecerse algunas veces á veinte ó treinta leguas mas allá.

JABALÍ DE AFRICA 6 FACÓQUERO. (Historia natural.) Fr. Cuvier (Bull. de la soc. phil., 4848 y Mem. du mus., VIII, 4822) creó bajo este último nombre un género de mamiferos del órden de los paquidermos, á espensas de los cochinos, á quienes se parece por sus formas generales, pero de los que se distingue de un modo muy notable por su sistema dentario.

Los facóqueros son mas pesados y gruesos que los cochinos; su cráneo es bastante ancho y su hocico ofrece un gran aplastamiento; sus ojos, situados muy cerca de las orejas, están tan proximos el uno al otro que apenas pueden ver estos animales sino de frente; nótase á cada lado de la megilla un grueso tubérculo ó verruga, que es lo que ha valido á dichos paquidermos el nombre de cochinos verrugosos (phacocharus.) El sistema dentario es característico y creemos deber referir aqui lo que dice Fr. Čuvier en su obra intitulada: Des dents des mamifères considérées comme caractéres zoologiques (1825.) El número total de dientes es de veinte y cuatro ó diez y seis; diez ú ocho en la mandíbula superior, entre los que ó no hay ningun incisivo ó solamente dos, dos caninos y seis molares; catorce ú ocho en la mandíbula inferior, de los cuales seis ó ninguno son incisivos, dos caninos y seis molares. En la mandíbula superior el incisivo es ganchoso, muy separado por la raiz de su congènere y próximo por la corona. El canino es una poderosa defensa, cuyo alveolo está abierto á los lados del maxilar; se desarrolla levantándose y ma-encorvándose hácia atrás y termina en punta muy aguda. El primero y el segundo molar son muy pequeños, y mucho mas si se comparan con el tercero; compónense de cuatro tubérculos, que gastándose con el uso presentan cuatro figuras pequeñitas, circulares ó elípticas rodeadas de esmalte; el segundo molar es mayor que el primero, y el último, que es el de mas

La jabalina entra en calor en enero y febrero, entonces se separa de las demas y se retira con un macho, á quien sigue de grado ó por fuerza á lo mas sombrío y espeso de los bosques. Si algun otro macho descubre su retiro, se empeña al momento un combate terrible en el que uno de los dos rivales por lo comun pierde la vida. El vencedor se queda con la hembra por espacio de un mes, al cabo del cual la abandona para siempre. La prenez dura cuatro meses y pare de cuatro á diez lechoncillos que oculta eutre las matas mas espesas y espinosas. Toma esta precaucion para libertarlos no solamente de la voracidad de los lobos, sino tambien de la de los machos de su especie, que no dejarian de comérselos si los encontrasen durante los primeros dias de su existencia. Ella les da de mar tres ó cuatro meses únicamente; no los deja sino cuando ellos la abandonan, y no cesa de instruirlos para que busquen su alimento, y de protegerlos y defenderlos con una valentía que raya ya en furor. El crecimiento de estos animales dura cinco ó seis años, aunque desde el segundo ya son capaces de reproducir su espe

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Se conoce muy poco la anatomía de estos animales; con todo, Fr. Cuvier ha publicado algunos pormenores sobre sus órganos genitales, cuya disposicion es bastante parecida á la dé los cochinos. Mr. de Blainville debe haber publicado ya algunos trabajos sobre la osteología de estos animales.

En el estado natural los facóqueros son animales feroces é indomables; en domesticidad durante sus primeros años son alegres y lo manifiestan con la viveza de sus movimientos, y se amansan hasta cierto punto; pero bien pronto todas estas señales de dulzura desaparecen, y cuando son todo lo que pueden ser y que se termina su desarrollo, ya no se ven indicios de confianza, pareciendo que solo esperimentan la necesidad de la soledad y la de apartar de sí todo lo que pudiera turbarla. Fr. Cuvier cuenta que el facóquero macho que vió vivo en Holanda, despanzurró á dos marranas que habian sido puestas cerca de él, y mató al hombre que le cuidaba de una colmillada que le abrió todo el muslo. Pocas casas de fieras, que sepamos, poseeu especies de este género.

tamaño, ocupa doble espacio que el que le pre- | olfativo, cuyos orificios esternos ó ventanillas cede, y se compone de tres filas de tubérculos están abiertas en medio de la parte anterior dispuestos longitudinalmente; los de los bordes del hocico muy móvil y muy ancha. La lengua están colocados unos enfrente de otros, y los de es suave, y su pelage parece no componerse sienmedio son alternos con los primeros. Cuan- no de sedas duras y raras, producidas por una do estos tubérculos empiezan á gastarse pre- piel gruesa y rugosa, lo cual hace su tacto tansentan otros tantos discos de esmalte y forman to mas obtuso cuanto que una espesa capa de como tres cadenas de anillos; y si los efectos lardo se desarrolla debajo de dicha piel. de la masticacion pasan mas adelante, dichos discos ó anillos se agrandan y se desfigurau mas o menos; los de un lado se juntan con los del otro, mientras que los de en medio subsisten algunas veces, de que resultan figuras variadas en las que, sin embargo, se hallan ordinariamente indicaciones de las primeras, y siempre es por su parte anterior por donde estos dientes se gastan primero, porque por dicha parte es por donde empiezan a salir del alveolo empujando hácia adelante á los primeros molares, que por lo comun se encuentran destruidos en gran parte en los individuos viejos, y algunas veces llegan hasta á desaparecer totalmente. Estos dientes tardau mucho en tener raiz, y solamente cuando dejan de crecer, lo cual sucede muy tarde, es cuando empiezan á terminarse por conos mas o menos prolongados que envuelven en su base á la cápsula deutaria, y dividiéndola hacen que ya no forme un solo órgano. En la mandíbula inferior los dos primeros incisivos son casi del mismo tamaño y muy inclinados hácia adelante; el tercero es muy corto y se apoya en los primeros; el canino es una fuerte defensa triangular que se separa mucho del eje de las mandibulas. Los molares no difieren esencialmente de los de la mandíbula superior, solo que el primero se diferencia mucho mas del segundo por su tamaño. En su posicion recíproca los dos primeros incisivos inferiores están en relacion con el superior, el tercero se opone á la encia; el canino por su cara postero-interna está unido á la cara-antero esterno del superior, y estos dientes se aguzan por su frotamiento; los molares se oponen por sus coronas. Por lo que acabamos de decir se ve que los facóqueros tienen un sistema dentario mucho mas herbivoro que los cochinos comunes, y el estudio de sus cos-cho que algunos autores cambiaran estas denotumbres confirmará este hecho.

Los miembros de los facóqueros son cortos y gruesos y se terminan por cuatro dedos, dos anteriores provistos de cascos y dos posteriores rudimentarios en forma de espolon y que no llegan al suelo; la cola es corta y no toma otra parte en los movimientos que la de levantarse cuando corre el animal; en las demas situaciones siempre está colgando; su modo de andar es al paso y al galope.

Los facóqueros se alimentan esencialmente de sustancias vegetales y hozan para descubrir los bulbos y raices, cuya presencia parecen conocer por el olfato.

Este género no comprende sino dos especies bien distintas, confundidas por la mayor parte de los naturalistas antiguos y aun por G. Cuvier en su Regne animal, aunque los autores sistemáticos las habian distinguido con los nombres de sus africanus y æthiopicus, nombres muy impropios, puestos que el Africa es la patria comun de estas dos especies, y que el sus aethiopicus se encuentra particularmente en el cabo de Buena Esperanza, lo que ha he

minaciones en las de sus incisivus y sus adentatus, denominaciones mucho mejores porque se aplican á una particularidad característica de cada especie, puesto que la primera presen ta siempre incisivos, y la segunda carece de ellos. En estos últimos años se han colocado otras dos especies en este grupo, pero no están bastante conocidas para que pueda creerse que permanecerán en él. Una es el phacocharus noiropótamus de que no hay mas indicaciones De todos los sentidos de estos animales los que una figura publicada por Desmoulins en el ojos son los que menos les sirven, pues su pe-atlas del Diccionario clásico de Historia naqueñez y las partes salientes que los rodean limitan mucho el campo que pueden abrazar. La reja es grande y ovalada y el oido parece muy ensible; lo mismo sucede con el olfato, como o anuncia la longitud del hocico ó del órgano

tural, y la otra el phacochorus æliani de Ruppell, referido dudosamente al tetracherus de Elien y que debe reunirse al phacocharus æthiopicus.

El facóquero del Cabo ó de Etiopia (phaco

charus atiópicus de Fr. Cuviery A. G. Desm.; | caninos son triangulares, poco pronunciados, sus athiopicus de Gm., Vosmaer y Pallas; puerco de gela ancha, de Allamand; jabalí de Africa de Buffon; phacochorus edentatus de Is. Geoffr,) tiene cerca de 4, 35 de largo desde la punta del hocico hasta el nacimiento de la cola, y su altura entre los hombros es de 90 centimetros, la cola tiene de 15 á 46 centime- | tros de largo. El cuerpo es de un gris rojizo, y la cabeza negruzca; sobre los hombros, el cuello y la parte posterior de la cabeza, se ven unas largas crines compuestas de sedas grises y parduscas; lo de mas del cuerpo está cnbierto de pelos poco abundantes. Debajo de los ojos se advierten uno girones carnosos de piel; pero el mejor carácter de esta especie es la falta de incisivos, no solo en los individuos viejos, sino tambien eu los jóvenes; sin embargo, debe decirse que se hallan con frecuencia en las encías algunos rudimentos de incisivos como G. Cuvier ha demostrado.

dirigidos con poca diferencia como los de los jabalies de Europa, pero sin que les salgan fuera de la boca; son huecos en su base y crecen durante toda la vida del animal, como sucede con todos los dientes que carecen verdaderamente de raices. Los molares son tuberculosos y en número de seis á cada lado, tanto en la mandíbula superior como en la inferior. La cabeza es larga y puntiaguda, y el hocico terminado por una gela sostenida por un hueso del botador; la frente es recta. El cuerpo grueso, corto y cubierto de sedas rígidas y fuertes. Sobre la region lumbar hay una abertura glandulosa, de la que continuamente fluye un humor fetido. Esta glándula que se compara con un segundo ombligo, ha valido á los pécaris el nombre de dicotyles. Los pies delanteros tienen cuatro dedos distintos, de los que los dos intermediarios son los mayores, como sucede en los cochinos; los de detrás no El phacocharus ætiópicus, no se encuentra tienen generalmente sino tres. La cola es rudien Etiopía como pudiera hacer creer su nom- mentaria, y aun pudiera decirse que falta, puesbre, sino que donde se encuentra mas habi- to que buscándola con cuidado es como únitualmente es en los alrededores del cabo de camente pueden advertirse algunos vestigios. Buena Esperanza. G. Cuvier ha dado en su Regne animal alEl facoquero de Africa, (phacochorus afri-gunos pormenores sobre la organizacion intecanus de Fr. Cuvier y A. G. Desm.; sus afri-rior de estos animales. Los huesos del metacanus de Gm., y Pennant; jabali de Cabo carpo y del metatarso de sus dos dedos mayoVerde de la Hist. nat. of. guadr.; phacocha- res están soldados en una especie de cañon, rus incisivus de Is. Geoffr.) es del tamaño del como en los rumiantes, con los que su estómaanterior; y se distingue principalmente por go, dividido en muchas bolsas, les da tambien estar provisto de dos incisivos en la mandibula una relacion bastante directa. Su aorta tiene superior, y seis en la inferior, los incisivos su- frecuentemente una gran espansion, que como periores divergen por sus raices y se aproximan no tiene posicion fija en estos animales puede por sus coronas, tambien son ganchosos; de los consideranse que están sujetos á una especie seis incisivos superiores los dos últimos son de aneurisma. Su ciego está bastante pronunmuy cortos y están echados sobre los otros ciado. El hígado se divide en tres lóbulos. En cuatro, que son casi de la misma longitud é in- las hembras la vulva es grande y muy ancha; clinados hácia adelante; no tiene girones car-la matriz pequeña con sus cuernos muy desnosos por debajo de los ojos, La cola, termi- arrollados; los ovarios pequeños, etc. Mr de nada por un borlon de pelos baja hasta el jar- Blainville da importantes y numerosos pormerete. El cuerpo está cubierto de sedas negruz-nores sobre el esqueleto de los pécaris en el cas, largas y finas, sobre todo en los hombros, articuio Sus de su Osteografía. el vientre y los mulsos.

Dicha especie se ha encontrado en las islas de Cabo Verde.

Los pécaris no se han encontrado sino en los bosques de la América Meridional en donde viven en piaras numerosas. No se les ha someJABALI DE AMERICA 6 PECARI. (Historia tido á la domesticidad como á los cochinos; natural.) A Fr. Cuvier se debe la creacion del pero es fácil el amansarlos, y como se reprogénero dicotyle eu el órden de los paquider- ducen en el estado de cautiverio, no seria difimos, género que no comprende sino dos es- cil el someter completamente su raza si fuera pecies confundidas antiguamente en una sola necesario. Cuando se los coge pequeños, dicen que se colocaba con los cochinos. Bastante pa- que tienen huena carne y que aun la tendrian recidos á estos, son en efecto, los pécaris; sin mejor si los castraran; no tienen tanto lardo embargo, los últimos se diferencian por algu- como los cerdos, lo que no es estraño, puesto nos caractéres de los primeros, puesto que los que no se les ceba, y que en el estado salvage caninos no salen fuera de la boca como en los están siempre cubiertos de una infinidad de ticochinos ordinarios; ademas sobre la region ñas que abundan en aquellos bosques. No dede los lomos tienen un órgano particular, quejan de ser comunes en las casas de fieras de no se encuentra en ningun otro mamifero conocido, y últimamente, les falta casi completamente la cola.

Los pécaris tienen cuatro incisivos en la mandíbula superior y seis en la inferior; los

Europa, en las que se reproducen muy bien.

Lineo comprendia en su Sistema naturæ á los pécaris bajo el nombre específico de sus tajassu, y Buffon los confunde tambien bajo la denominacion de pécaris, pero Azara en su

Ensayo sobre la historia natural de los cua-sos. La hembra, que era endeble, vivió poco y drúpedos del Paraguay ha demostrado que nunca entró en calor, así es que no pudieron existian dos especies distintas, que han admi-escitarse los deseos del macho. Algunos otros tido despues todos los zoólogos, y que Fr. Cu-individuos han venido despues al Museo, que vier ha iudicado con los nombres de dicotyles aun posee algunos en la actualidad. torquatus y labiatus, de que vamos á hablar antes de terminar este artículo.

4.

La materia producida por la glándula de este animal tiene, segun Azara, olor de almizcle; pero segun Fr. Cuvier, es su olor fétido y parecido al del ajo; sale en mayor abundancia cuando el animal está colérico, porque entonces contrae los músculos de la piel para erizar las largas sedas de que su espalda está cubierta.

El pécari de collar, dicotyles torquatus de Fr. Cuvier; pécari de Buffon; sus tajassu de Lineo; cure patira, etc. Es del tamaño de un perro regular, y con todas las apariencias esteriores de un jabato. Sus pelos son espesos y rígidos; son verdaderas sedas, y sus anchos anillos alternativamente negros y blanquizcos 2. El tajasú (dicotyles labiatus de Fr. Cudan al animal un pelage jaspeado uniforme-vier, tajassou taquicati de Azara; tajassú de mente de estos dos colores; solamente se ad- Buffon; sus tajassu de Lineo), se han confundivierte una faja blanca y angosta, que rodean-dido por mucho tiempo con el anterior, hasta do el cuello se dirige oblicuamente desde lo que se distinguieron por Azara. Es mayor que alto de los hombros á la parte anterior de las el pécari de collar; su color es generalmente piernas, y la linea dorsal que es mas negra negro: solamente en los costados, bajo el vienque el resto del pelage. Los pelos de las patastre, y entre las orejas y los ojos, se advierten y del hocico son cortos. Parécense en todo la hembra y el macho, y los lechoncillos nacen con un color rojizo uniforme.

sedas que tienen en el medio un anillo blanquizco, lo que comunica á dichas partes una tinta gris; la mandíbula inferior es del todo Los pécaris de collar no se encuentran en blanca. Las sedas son en su base cenicientas, los bosques en piaras tan numerosas como los lo demas es negro, y las de la espalda son mas pécari tajassus; nunca viajan, manteniéndo- largas y aplastadas que las otras. El macho se en pequeñas bandas en los mismos distri-y la hembra son parecidos. Los hijos nacen hátos en que nacieron. Los huecos de los árboles cia el mes de abril, y su color en las partes y las cuevas formadas por otros animales les superiores es de un gris rojizo, siendo negros sirven de guaridas; se retiran á ellas cuando los pelos en la mayor parte de su longitud y se les persigue, y en ellas depositan sus hi-acanelados en la estremidad; la mandíbula injuelos. «Estos mamíferos, dice La Borde, en-ferior es blanca por lo comun, asi como la partran en sus cuevas reculando hasta que no te inferior del cuerpo; solo al cabo de un año pueden mas, y por poco que se les escite sa- es cuando toma los colores del animal adulto. len en seguida; para cogerlos á su salida se empieza por hacer una cerca de ramage; despues uno de los cazadores se coloca sobre el agujero con una horquilla en la mano para cogerlos por el cuello, á medida que otro cazador los hace salir y los mata con un sable. Si no hay mas que uno en la cueva y el cazador no tiene tiempo de cogerle, tapa la salida y puede estar seguro de encontrar su caza á la mañana siguiente.» La carne de este animal es tierna y de buen guto, y es, segun se dice, la mejor caza de la América del Sur.

Fr. Cuvier ha podido estudiar dos individuos macho y hembra, que se conservaron mucho tiempo en el corral del museo de París. Vivian en paz con los perros y con todos los animales de corral; entraban solos en su pocilga; acudian á la voz y parecia gustarles las caricias; sin embargo, querian estar libres, tratando de escaparse cuando se les hacia entrar por fuerza y aun intentando morder algunas veces; en cierta ocasion hirieron á un jabato que estaba con ellos. Buscaban el calor: el frio les hacia sufrir y enflaquecer. Se alimentaban con pan y frutas; pero podian comer de todo como los cerdos domésticos. Cuando se les asustaba prorumpian en un grito agudo, manifestando su descontento por un ligero gruñido. Habitualmente eran silencio4632 BIBLIOTECA POPULAR.

Los tajasus recorren los dilatados bosques de la América Meridional en piaras á veces de mil individuos ó mas de todas edades, y algunos muy pequeños que siguen á sus madres, y segun parece estan dirigidos por un gefe. Se alimentan de frutas silvestres y de raices que buscan hozando la tierra como los cochinos. Desde muy lejos se oye el gruñido de estos animales; pero lo que, segun Azara, sirve mejor para descubrirlos es el olor penetrante del líquido que fluye de su dorso y que apesta los lugares habitados por ellos; aunque si hemos de creer á Fr. Cuvier, el licor segregado por las glándulas dorsales es completamente inodoro. Se defienden bastante bien de las bestias feroces y atacan con furia á los que tratan de dañarles. Los habitantes de la América Meridional los cazan frecuentemente y buscan mucho su carne, que les sirve de alimento.

Los tajasús son raros en las colecciones mammalógicas de Europa; son mansos y bastante parecidos en sus costumbres á los cochinos. Un individuo de esta especie vivió en el corral del Museo de Paris.

En el estado fósil indica G. Cuvier á un animal bastante próximo á los anaploterios y paleoterios, y que se han referido algunas veces al género pécari.

Hace poco Mr. Mund ha indicado tambien
XXV. 5

T.

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