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locutorio para que los que están sujetos á la | Jerusalen. El primero de los libros que hemos cuarentena puedan comunicarse con los que citado, nos dice que los individuos atacados vienen de fuera á visitarlos, con la convenien- de enfermedades de la piel debian presentarse te separacion, en una pieza y á la distancia que permiten las dos rejas que los separan. Las cartas se trasmiten, despues de purificadas por el vinagre que se introduce en ellas á favor de unas incisiones hechas con este objeto, por medio de guardas de sanidad encargados de vigilar la incomunicacion.

LAZARETO. (Higiene pública.) Dáse el nombre de lazareto á un recinto espacioso, perfectamente aislado, que contiene muchos edificios destinados á recibir las personas y las cosas que vienen de paises infectados de contagio, o que las han tocado ó se han aproximado á ellas otras personas ó cosas que llegan de aquellos puntos, á fin de que sean observadas alli durante un cierto número de dias, antes de poder circular libremente; y las cosas para ser ventiladas y desinfectadas alli mismo, segun las reglas establecidas para el resguardo de la salud pública.

Los lazaretos se hallan ordinariamente situados cerca de los puertos de mar, y sobre todo en las costas del Mediterráneo, á causa del comercio de Levante, debiéndose á estos establecimientos y á las leyes sanitarias que en ellos rigen con mas o menos rigor, el que los paises meridionales de Europa no se hayan visto afligidos en el seno de su territorio, durante las últimas pestes, y la España entera el haber podido evitar las terribles epidemias de fiebre amarilla que se cebaron sobre parte de nuestro reino. Los lazaretos son necesarios siempre que la epidemia reinante tiene un carácter decididamente contagioso, y no depende tan solo de causas generales que obran sobre el pueblo; y seguro es que las fiebres ó tifos castrenses, que tantas victimas han hecho donde quiera que han pasado tropas y prisioneros de guerra, cesarian en los lazaretos si los hubiese en los caminos por donde transitan grandes masas militares. Muchas ciudades populosas de Inglaterra han recogido, hace tiempo, los bien merecidos frutos de la generosa filantropía de los particulares que fundaron hospitales (verdaderos lazaretos voluntarios) para las fiebres pútridas, malignas y exantemáticas, á fin de que no se propagasen; sucediendo otro tanto con los destinados á las viruelas naturales ó inoculadas, enfermedad que con razon se debe secuestrar y aislar, porque, en general, no es mas que el resultado de obstinarse en recusar los beneficios de la

vacuna.

La Biblia es el primer código en que encontramos indicios de las precauciones que han tomado los hombres contra las enfermedades contagiosas: los capítulos 43 del Levitico, 5 de los Números y 15 del libro primero de los Reyes, ordenan terminantemente la separacion de los leprosos, en un principio en el desierto, fuera del campamento, y luego fuera de

al sumo sacerdote Aaron, y sucesivamente á los demas sacerdotes, los cuales juzgaban de la naturaleza del mal por los síntomas descritos en la misma ley, y ordenaban ó la se cuestracion provisional, ó una cuarentena de siete á catorce dias, ó la secuestracion definitiva. Estas leyes, que es de suponer con Menoch que no consideraban simplemente la lepra tal cual hoy dia la conocemos, y que sin duda alguna Moisés la habia sacado de Egipto, fueron ejecutadas religiosamente durante largos siglos; y cuando los cruzados hubieron rescatado á Jerusalen del poder musulman, continuaron estableciendo fuera de la ciudad un lugar aislado, destinado para las enfermedades contagiosas, ó tenidas por tales, con el título de Hospital de San Lázaro (de donde ha venido el nombre de lazareto), y sin duda alguna los sirvientes empleados en ellos fueron el origen de los religiosos lazaristas, consagrados al servicio de los enfermos, y de los caballeros de igual denominacion, cuya utilidad actual nos es desconocida. El nombre de lazareto pasó luego á Europa junto con las diversas enfermedades que le importaron las espediciones de los cruzados, construyéndose casi á las puertas de todas las ciudades leprerías ó leproserías, que en tiempo de Luis VIII (en 4225) ascendían en Francia á veinte mil bajo la invocacion de San Lázaro, en las cuales eran encerrados todos aquellos que tenian, ó se creia que tenian la lepra, y hasta los que nada padecian, pero á quienes convenia separar de la sociedad, como hoy dia se hace con los locos y dementes. Baillou nos refiere un curioso ejemplo de estos falsos leprosos. La historia y la suerte de estas leprerías ó roñerías, enteramente ligadas con el espíritu que ha dirigido al Occidente durante tres ó cuatro siglos, y que tienen alguna relacion con lo sucedido á los templarios, son á la vez curiosas é instructivas, por lo que nos ocuparán en el articulo LEPRA.

Sucesivamente se fueron estendiendo estas precauciones de seguridad á las demas enfermedades. Cuando en 1494 apareció el virus sifilítico por vez primera en Europa, difundiéndose por ella con tal rapidez y causando tal terror, que en Barcelona (á donde habia ido Colon con su acompañamiento para hacer su relato á Fernando y á Isabel) se ayunaba, segun Rui Diaz, y se hacian públicas rogativas, como en la peste, para librarse de aquella plaga, no pudieron menos los diversos gobiernos de tomar las mismas precauciones que para la lepra; y asi se encuentra en la coleccion de edictos y ordenanzas de los reyes de Francia, que en 6 de marzo de 1496 el parlamento de Paris publicó un acuerdo, por el cual reglamentaba á los enfermos de venéreo, quienes debian, bajo pena de muerte, retirarse á sus

casas antes de las veinte y cuatro horas, sin comunicar con persona alguna; y los estrangeros, ó que no tenian casa u hogar, debian retirarse, bajo la misma pena, á Saint-Germaindes-Prés, en donde se les señalaban habitaciones, para permanecer en ellas hasta la completa curación de su enfermedad. En 1518 se tomaron tambien en Tolosa las mismas precauciones, confinando á los sospechosos de sífilis á un edificio que llevaba el nombre de Hospital des rougnoulis de la rougna de Nápoles. Y he aquí nuevos lazaretos agregados á los que en considerable número estaban destinados para la lepra.

mos.» Pero esta palabra no significa lo que hoy entendemos por lazareto, pues no era mas que un hospital de apestados, situado fuera de la ciudad, cerca del faro, en un recinto destinado ahora para los pescadores catalanes, donde aun va la gente á divertirse haciendo espediciones marítimas en góndolas, y en donde se hacinaba á los enfermos.

da (en el año 503 despues de J. C.) descrita fielmente por Amyonius, autor de aquella misma época; la tercera, de 588, y la cuarta, de 594, descritas ambas por Gregorio de Tours; la quinta, de 1347, mencionada por Pisson y por el Petrarca; las siguientes en 4476, 1484, 4505, 4506, 1507, 1527, 4530, 4547, 1556, 4580, 4586, 1587, 1628, 1630 y 1649, fueron descritas por Ruffi; la de 1630 está descrita tambien por Gassendi en la vida de Peiresc; y por fin la peste de 1720, que es aquella de que tenemos las noticias mas exactas que puedan desearse. El testimonio unánime de todos los historiadores, es que se contentaban con rogaLa peste y las demas enfermedades febriles tivas públicas, ayunos, procesiones, y huir contagiosas, tenidas por mucho tiempo como sin tomar ninguna otra precaucion. Tan solo una plaga de Dios para castigar los pecados de en la descripcion de la peste de 4589, que los hombres, como un azote semejante á aquel llevó al sepulcro mas de 30,000 personas, se con que fueron castigados los orgullosos Fa- principia a leer la palabra enfermeria en el siraones (y que efectivamente debia ser un cas-guiente período: «en mayo desplegó el mal totigo de su descuido en limpiar los canales del do su vigor, trasladándose diariamente á la enNilo), no fué combatida, merced á la creduli- | fermería muchas lanchas cargadas de enferdad é ignorancia de nuestros antepasados, con las medidas que debian tomarse contra un mal que residia en el aire, que dependia del rigor del destino, y que se creia no poderlo eludir sino mediante rogativas públicas y holocaustos. Bien habrán notado nuestros lectores que las precauciones tomadas contra las enfermedades cutáneas se siguieron tan estrictamente porque las indicaban los libros sagrados, y que no se tomaron contra la peste, porque dichos libros no la mencionaban; por donde se ve cuan peligroso puede ser muchas veces atenerse rigurosamente á la letra de las leyes positivas, sin tomar en cuenta los tiempos, los lugares, y el espíritu mismo que dictó tales leyes. Sin embargo, consultando las obras de jurisprudencia, se ve que ya en tiempo de los emperadores de Oriente, se sintió la necesidad de precaverse de las personas que venian de los lugares en que reinaba la peste, ó que habian visitado á los apestados. De consiguiente, ordenóse que serian separados por algun tiempo de los demas hombres, para observarles y ver si llevaban algun gérmen de la enfermedad, adoptando el uso el término de cuarenta dias, que es el mas largo de las enfermedades agudas, para verificar dicho exámen, de donde vino la palabra cuarentena, ignorándose si esta se hacia en un sitio particular, ó bien en la misma casa de la persona sospechosa, que es lo mas verosímil.

Léese en la historia de Provenza por Papon, y en la de Marsella por Ruffi, que esta célebre ciudad se vió afligida veinte veces por la peste, desde el año 49 antes de la era vulgar hasta 4720, época de la última peste difundida por la ciudad; y decimos difundida, porque es sabido por personas fidedignas que se ahogó desde entonces la peste muchas veces en el lazareto sin saberlo nadie. La primera (en el año 49 antes de J. C.) fué descrita por Julio César en su obra De bello civili; la segun

En vista de las repeticiones tan frecuentes de la terrible enfermedad de que se trata, en los siglos XV, XVI y XVII, fácilmente se adivinará su causa, con seguir al mismo tiempo los progresos del comercio en Levante, y los sucesivos establecimientos de los franceses en las diferentes ciudades de aquella region, que tomaron de aqui el nombre de escalas; pero si la peste se debia al comercio, tambien se debió al mismo el primer ensayo de los medios para preservarse de ella. Tiempo hacia que los venecianos, genoveses y pisanos emprendian lucrativos negocios con la Grecia, la Siria y la Morea, sin haber pensado en prevenir la plaga cuyos gérmenes con tanta frecuencia acompañaban á los fardos de mercancías que diseminaban por todo el Occidente. Solo cuando cambió la ruta del comercio y pasó á manos de los negociantes franceses, se pensó sériamente en disminuir sus terribles inconvenientes. Dichos negociantes, domiciliados en Alejandría y en el Cairo, en donde la esperanza de ganancias les habia hecho arrostrar los terrores que debia inspirar una enfermedad que sabian habia existido siempre en Egipto (véase el articulo PESTE), observaron que los monges coftos, aislados en sus conventos, lograban preservarse de ella; y desde entonces se aislaron ellos tambien en sus casas, y se resignaron, en tiempo de peste, á no comunicar con sus vecinos sino por las ventanas y por los tejados, que en Oriente coronan todos los edificios. Pronto reportaron las mayores ventajas de esta práctica, que se ha perfeccionado y conservado hasta nues

tros dias, sin que hayan querido imitarles los turcos, comunicando á Europa sus felices resultados, ya por cartas, ya por relatos luego devueltos á su patria.

de la suficiente cantidad de agua salobre, asi para la bebida como para la limpieza; lo cual, por otra parte, casi siempre se logra à orillas del mar, que es punto al cual avocan todas las aguas subterráneas.

Fácilmente se comprenderá por qué pedimos estas condiciones de salubridad, con solo tener en cuenta que son necesarias no solo para el restablecimiento de los enfermos, si los hay, sino tambien para conservar la salud de las personas sanas que hacen cuarentena; porque si el sitio elegido ocasiona enfermedades por su insalubridad agregada al fastidio que en él se esperimenta, se podria á veces tomarlas por efectos del contagio, lo cual ocasionaria gran confusion.

II. Es de rigor que este terreno se halle situado en un lugar opuesto á los puntos cardinales de donde parten los vientos que con mas frecuencia reinan en la ciudad y en los pueblos inmediatos, y de modo que los vientos que atraviesan el lazareto se dirijan al mar.

Marsella, que era entonces el emporio del comercio de todas las escalas de Levante, y que era por tanto la mas interesada en aprovechar aquellas saludables noticias, fué la primera en ensayar si esponiendo al aire las mercancías de Levante, antes de ponerlas en circulacion, y si teniendo por algun tiempo á las personas en observacion sin permitir á los enfermos que comunicasen con nadie hasta despues de completamente curados, se prevendria la propagacion de la peste. Lo que hoy dia se considera como cosa muy sencilla debió costar entonces grandes esfuerzos de ingenio, y en verdad no era poco admitir que la enfermedad se propagaba por gérmenes, y luchar contra la comun preocupacion de que era un inevitable castigo, ó un resultado de la corrupcion de la atmósfera; pues sabido es que los médicos que el gobierno francés envió á III. Cuanto mas vasto sea el lazareto, mas Marsella, en la peste de 1720, admitieron to- á propósito será para los diveros usos á que davía la impureza del aire como única causa, se le destina, porque no hay que perder de y rechazaron o negaron el contagio. ¿Cuántas vista, ya que la esperiencia es superior á toabsurdas hipótesis no se han aventurado, aun das las teorías, que si las enfermedades que en el presente siglo, acerca de las cosas mas calificamos de contagiosas deben su origen á sencillas, tan solo para singularizarse, cosas miasmas particulares, el aire malo, húmedo y que el buen sentido y los espíritus rectos de- estancado, tiene la propiedad de encerrar el berán juzgar? Cuando la peste de 4587 y 1588 contagio y de multiplicarle. Y como un espaocasionó grandes estragos, siendo ineficaces cio cercado por altas paredes, y ocupado por todos los medios hasta entonces usados, prin- diferentes especies de edificios, necesariamencipióse sériamente á sospechar el contagio y te mantiene estancada una gran porcion de á pensar en establecer enfermerías para el por- aire, sin contar su alteracion por la respiracion venir, segun dice el historiador Ruffi; pero de muchisimas personas sanas y enfermas, por hasta principios del siguiente siglo no se con- las emanaciones de las mercancías que se essumó la obra, redactando reglamentos funda- tienden y despliegan, por el humo de las chidos en la esperiencia, cuya sabiduría se ad- meneas, etc., y como hay tambien que concemira aun hoy dia, sirviendo de modelo á los der un suficiente espacio á las personas para de los lazaretos establecidos despues en Tolon, que se paseen y hagan cierto ejercicio, es claLiorna y en otras grandes ciudades de las cos-ro que un espacio de mil y quinientos pasos tas del Mediterráneo. El nuevo establecimiento levantado enfrente del antiguo, y en situacion mas favorable, conservó, sin embargo, el nombre de enfermería, sinónimo en cierto modo del de lazareto, para distinguirle del antiguo hospital de San Lázaro, inmediato á aquel, y destinado para los leprosos, y ocupado hoy por los dementes.

de circuito apenas será suficiente á veces para un lazareto de cierta importancia.

IV. Elegido ya un sitio adecuado, se le rodeará de altas tapias que no puedan saltarse y con una sola salida, y además una puerta secreta para los enfermos que vengan del mar. No estará de sobra añadir á la cerca esterior un foso y luego otra pared de circunvalacion inPlan de un lazareto.-I. Se debe escoger terior, menos alta que la primera. Tampoco es una isla ó islote de regular estension, ó cuan-indiferente la forma que debe darse al recinto, do menos una península: ambas localidades deben hallarse a corta distancia del puerto mercante. A falta de una isla, ó de una verdadera península, se elegirá siempre un terreno seco, árido, elevado, separado de las casas y de los terrenos cultivados, de difícil acceso, V. Una vez construida la tapia, se divide asi por la parte de mar como por la de tierra, el recinto en porciones aisladas unas de otras de suelo cálizo ó arenoso, que deje correr få- por paredes que impiden la entrada á las percilmente las aguas pluviales, muy distante de sonas que no deben ocuparlas, y con sus reslos pantanos y aguas estancadas, no lejos de pectivos guardas en las salidas, las cuales dan la ciudad, y que a falta de fuentes y aguas cor-à un patio comun que comunica con la puerta rientes pueda, por medio de pozos, proveerse principal esterior. Necesitan ademas:

pues debe ser lo menos irregular posible, y aun mejor fuera evitar los ángulos y esquinas, ya porque pueden servir de escondrijo á los defraudadores, ya tambien porque son los puntos donde meños movimiento tiene el aire.

4.o Un gran edificio para las personas sanas, no sospechosas de enfermedad, con un espacio suficiente poblado de árboles para paseo. 2. Otro gran edificio con las mismas condiciones para las personas sospechosas, ora esta sospecha provenga de la indisposicion que tengan, ora de haber visitado personas enfermas.

3. Un tercer edificio con iguales condiciones para los convalecientes.

4. Un edificio-hospital con salas espaciosas y bien aireadas para los enfermos, pero teniendo enteramente separados los enfermos contagiosos de los ordinarios.

5. Grandes cobertizos para las mercancias, abiertos por todos lados, con suficiente espacio para serenarlos y espurgarlos holgadamente, espuestos al viento dominante para que se lleve al mar sus emanaciones.

6. Grandes almacenes de víveres (como precaucion) de sábanas, vestidos, muebles é instrumentos propios de un lazareto, y cal viva para consumir los cuerpos contagiados, lo mismo que las literas y trages que han servido para su uso. Es necesaria tanibien una gran provision de cloruros.

7. Un cementerio situado á la parte del mar y sotavento de todos los edificios antes enumerados; y, por fin, es tambien necesario que todos estos cuerpos de edificio se hallen construidos sobre un plano inclinado de la tierra al mar, como vertedero de las aguas saladas y de todas las inmundicias.

VI. Fuera de la tapia y en la puerta de entrada, ha de haber un edificio para que comuniquen los de dentro con los de afuera, sin esponerse á infringir las leyes de la cuarentena. Dicho edificio contendrá:

4. Un largo locutorio dividido por dos barreras, entre las cuales haya un espacio de cuatro metros, sirviendo la barrera interior para las personas sanas en cuarentena, y á la cual llegan por una puerta que da al patio, y la esterior para los individuos que van á visitar á sus parientes y amigos.

2. Una capilla para el culto divino.

2. Una consigna ú oficina de sanidad, ventajosamente situada en la entrada del puerto, para que en ella hagan las lanchas de los buques sus declaraciones á cierta distancia sin comunicar. Por fin, necesitanse directores, celadores, médicos, empleados, guardas y mozos, con leyes y reglamentos que les alcancen á todos, con obligacion de obedecerlas todos los individuos sujetos á la jurisdiccion de la administracion sanitaria.

Número de lazaretos. En Francia se cuentan diez lazaretos: cuatro en el Mediterráneo (Ayaccio, Tolon, Marsella y Celte), y seis en el Océano (Bayona, Burdeos, Lorient, Brest, Tatihon, en la rada del Hougne, y Hoc, cerca del Havre.) En Italia tiene gran fama el de la Spezia (Cerdeña), y los inteligentes mencionan tambien con elogio el de Malta.

En España no tenemos mas que dos verdaderos lazaretos, es decir, lazaretos sucios: el de Mahon y el de Vigo. En cuanto á lazaretos de observacion, su número es inmenso, pues á cualquier fondeadero mas ó menos apartado del puerto mercante se le convierte en puerto de cuarentena y se le bautiza con el nombre de lazareto.

El lazareto de Mahon es obra sólida y magnifica, constituyendo un verdadero lugar de secuestracion. Empezóse á construir por real órden de Cárlos IV, yá espensas del real erario á fines del año 1793, bajo la direccion del mayor de ingenieros don Manuel Pueyo, empleándose al efecto mucho material del demolido castillo de San Felipe; se paró la obra en 4798, y volvió á continuarse el 40 de mayo de 1803, quedando concluidos los tres departamentos de patente sospechosa, sucia y apestada, el dia 26 de setiembre de 1807, dirigiendo la obra el ingeniero don Juan Antonio Casanova. Una tapia de 4440 varas circuye este edificio: tiene 8 puertas esteriores, una capilla circular en el centro del lazareto, con 30 tribunas con locutorios para oir misa los cuarentenarios, sin tener roce con el celebrante; 5 torres para vigilantes, 444 habitaciones, 7 almacenes, 120 poyos, 2 enfermerías ordi

3. Salas para las reuniones de la adminis-narias, 3 para apestados, 5 zabumerios é igual tracion.

4. Pabellones para los escribientes, conserge y criados que no hacen cuarentena.

5. Salas para dar los últimos zahumerios de precaucion á las personas y á las cosas que salen del lazareto.

VII. A todos estos objetos principales que constituyen el material de un lazareto, podemos añadir como accesorios indispensables: 4. Islotes desiertos, donde los buques que llevasen realmente el contagio, deberian hacer cuarentena para estender y purgar en ellas las mercancías infectadas; porque si aqueIlas personas y cosas fuesen inmediatamente conducidas al lazareto, quedaria éste muy pronto infectado, comunicando la enfermedad y la muerte á todos sus empleados.

4676 BIBLIOTECA POPULAR.

número de lavatorios, 49 cocinas, 6 algibes, 2 norias que abastecen de agua todos los departamentos por medio de conductos, 9 pozos, en una palabra, todo cuanto se requiere para la mayor comodidad de los cuarentenarios y de los empleados en el edificio, cuyo coste ascendió á 5.632,746 reales vellon: pero no quedó del todo arreglado hasta 4847, y seinstaló por real decreto del mismo año. Está bajo la inspeccion de un alcaide y un teniente, y hay en él un médico, un cirujano, un capellan párroco, 2 porteros y 3 guardas.

A unas 230 varas del lazareto se presenta la isleta de la Cuarentena, de unas 500 de circunferencia; en ella permanecen incomunicados los buques de patente limpia y de simple observacion: contiene diez almacenes á la XXV. 49

T.

parte superior, y ocho de gran capacidad sobre el muelle inferior, con comunicacion à la parte del Norte y del Sur; tres edificios para pasageros, y los necesarios para los empleados de este establecimiento, que se habilitó en 1785. El lazareto de Vigo fue mandado construir en las islas de San Simon de la ria de Vigo. Ademas del notabilisimo defecto de carecer de agua potable, tiene el no menor de no estar concluido: abrióse, sin embargo, el 4.o de junio de 1842, y en él purgan, bien que mal, su cuarentena las procedencias de las Antillas.

paradas las personas y las cosas que correspondan á cuarentenas de diferentes fechas.

»Art. 74. Habrá vastos y cómodos locutorios para las personas que quieran visitar á los cuarentenarios, sin perjuicio de las precauciones necesarias para resguardo de la salud pública.

»Se suprimirán las rejas, como igualmente todo lo que pueda causar funestas impresiones en la moral de los cuarentenarios.

>>Art. 75. Se construirán edificios ó cuerpos de edificio anejos á los lazaretos para el El que desee pormenores sobre la adminis- servicio de los enfermos, disponiéndolos de tracion de los lazaretos, los encontrará en el modo que permitan la separacion de los enferReglamento interino de sanidad para el go-mos, y presenten al mismo tiempo las mejores bierno y direccion del lazareto de Mahon, fe- condiciones higiénicas, especialmente de venchado en Madrid el 3 de junio de 4847. Está tilacion. impreso en Mahon: consta de 440 articulos y un arancel de derechos. Véanse tambien las aclaraciones hechas en 1825, y el reglamento del lazareto de Vigo, muy análogo ó parecido al de Mahon, aprobado en 15 de agosto de 1842, é inserto en la Gaceta de Madrid de 6 de se tiembre del propio año.

La cuestion de lazaretos ocupó detenidamente al Congreso sanitario internacional, celebrado en París en 1854 y 1852, reunion compuesta de doce médicos y otros tantos cónsules ó diplomáticos delegados ó representantes de las doce principales potencias de Europa. Los delegados del gobierno español fueron el doctor don Pedro Felipe Monlau y el señor don Antonio María Segovia, quienes desempeñaron muy dignamente su cometido. En el Convenio sanitario que se formuló á consecuencia de las deliberaciones de aquella asamblea médico-diplomática se establece (artículo 6.o) que se crearan los lazaretos necesarios para el resguardo de la salud pública, para la comodidad de los viageros, y para satisfacer las exigencias del comercio, cuyos intereses se hacen cada dia mayores y mas trascendentales. El gobierno español no se ha adherido diplomática ú oficialmente al Convenio de París, pero se ha conformado con casi todas sus bases, y segun parece trata de adoptar gran parte del reglamento general anejo al Convenio. Eu su consecuencia tenemos entendido que se crearán dos lazaretos mas, uno en Santander y otro en Cádiz. Es de esperar que al decretar el establecimiento de estos nuevos lazaretos y la reforma de los de Mahon y Vigo, se modificará tambien la vetusta legislación lazaretaria.

Régimen de los lazaretos. En vista de lo hasta aqui manifestado, es de suponer que el futuro régimen de nuestros lazaretos se acomodará á las disposiciones acordadas por el Congreso sanitario de Paris. He aqui cuales son estas disposiciones generales, tales como se leen formuladas en el reglamento anejo al Convenio:

«Art. 73. La distribucion interior de los lazaretos será tal que puedan ser fácilmente se

>>Art. 76. Queda prohibido ponerse en comunicacion directa é indirecta con las personas y las cosas sospechosas, ó reputadas tales, que hagan cuarentena. Ademas de las penas que imponen las leyes y los reglamentos, todo individuo que haya estado en contacto con estas personas ó estas cosas, será declarado en cuarentena, y considerado como que forma parte de la misma procedencia, salvo las escepciones que la autoridad sanitaria creyese poder admitir, y de las cuales será ella misma juez.

»Art. 77. En todo lazareto debe haber suficiente cantidad de agua saludable para todas las necesidades del servicio.

>>Art. 78. Habrá en cada lazareto, ó en sus dependencias, un sitio á propósito destinado para las inhumaciones.

»Art. 79. Los puertos y los sitios reservados afectos á la cuarentena de los buques, los lazaretos destinados para la de los pasageros y de las mercancías, y los establecimientos cuarentenarios, en general, estarán bajo la inmediata autoridad de las administraciones sanitarias.

>>Art, 80. En cada lazareto habrá un director ó agente responsable, suficiente número de empleados para asegurar la disciplina sanitaria, y guardas de sanidad encargados de ejecutar o de hacer ejecutar las medidas prescritas.

>>Art. 84. Debe haber en cada lazareto un médico que visite y cuide à los cuarentenarios, y que contribuya con sus consejos á la exacta ejecucion de las medidas sanitarias.

»Art. 82. Los enfermos recibirán en los lazaretos, en cuanto à las partes religiosa y médica, todos los socorros y asistencia que se dan á los enfermos ordinarios en los establecimientos hospitalarios mejor organizados, si bien quedarán constituidos en cuarentena los médicos y las personas comprometidas.

»Art. 83. Cada enfermo es dueño de bacerse visitar por un médico de su eleccion, que no sea el del lazareto; pero en este caso là visita del médico preferido se verificará en presencia y bajo la vigilancia del director del lazareto.

»Dicho médico deberá presentar cada vez

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