Imágenes de páginas
PDF
EPUB

parecia haberse descargado cerca de la puerta de entrada del pasadizo. Miró hácia donde habia sonado el tiro, y observó bullicio, y como una dozena de personas que se habian reunido. Casi en el mismo instante una de ellas rompiendo por entre las otras, salió al frente; y el testigo oyó gritos de: cerrad las puertas: que nadie sulga. La persona que habia salido al frente miró á un lado y otro, como buscando auxílio: dió dos ó tres pasos hácia el testigo, y empezó á bambolear, cayendo casi al momento, y dando con la cara en el suelo. Antes de que cayese, el testigo le oyó pronunciar muy debilmente la voz "asesinato." El testigo creyó que haria algun esfuerzo para levantarse; pero viendo que nó, se baxó para levantarlo, pidiendo á otra persona que estaba cerca que le ayudase. Al momento que le descubrieron la cara, conoció el testigo que era Mr. Perceval. Fue llevado al despacho del Secretario del Speaker, y el testigo, y la persona que le habia ayudado se sentaron sobre una mesa, sosteniendolo entre ambos. La cara del herido estaba pálida en extremo, y le corria alguna sangre por los lados de la boca. Aunque no habia mas que dos ó tres minutos de haber recibido la herida, Mr. Perceval no daba señales de vivo. Tenia los ojos abiertos; pero ni reconocia á nadie, ni parecia percibír nada de quanto le rodeaba, ni articuló palabras alguna. Los únicos restos de vida, que duraron dos ó tres minutos, fueron algunos sollozos convulsivos, y un pulso casi imperceptible. Siguen algunas circunstancias menudas sobre el lugar de la herida, &c. El tiro fue dado entre las cinco y cinco y quarto, hora en que Mr. Perceval venia, casi invariablemente, á la Cámara.

Otro testigo añadió á várias circunstancias ya dichas, las siguientes. Que oyó una voz que dixo: ese es; y mirando hácia el banco que está junto á la chimenea vio al Preso, sentado, y en grande agitacion. Fue á él y tomó de su mano, ó de entre el banco y su mano una pistola, caliente, y con señales de haber acabado de dar fuego. Preguntó al Preso que le habia movido á hacer aquella atrocidad, y le respondio que, el no encontrar justicia en el Gobierno; ó palabras semejantes. Que dixo que tenia otra pistola consigo, cargada; la qual fue tomada por uno de los presentes. Presentó el testigo la pistola, que pasó de mano en mano á los Jueces. Añadió algunas pequeñas circunstancias. Otro testigo depuso que el Preso, aunque estuvo al principio en mucha agitacion se calmó muy prontamente.

Exâminose en seguida á Mr. James Taylor, el sastre que habia hecho el bolsillo á la casaca, donde ocultó el Preso la

pistola. El 5 de Marzo entró el Preso en su tienda y le dixo que fuese á su casa. Hizolo asi y le entregó una casaca oscura, á que le mandó añadir un bolsillo del lado adentro de la solopa izquierda, dandole las exâctas medidas. Varios otros testigos fueron exâminados, y todos probaron unanimemente la identidad de la persona del Preso, y que lo habian visto varias veces en la galeria de la Cámara de los Comunes.

El Preso, al estarse concluyendo el examen de los testigos, pidió, por medio del carcelero, que le concediesen sentarse, por hallarse mui fatigado. El tribunal le mandó dar una silla.

Concluido el exâmen, el Juez primero preguntó al acusado si tenia que alegar en su defensa, ó algunos testigos en su favor. Pidió este, entonces, que hablase su abogado, y habiendolo respondido que el abogado no podia mas que exâminar á los testigos, dixo que queria sus papeles; dieronselos, y vuelto hácia el Yuri empezó de esta manera.

SEÑORES DEL Yuri,

"Muy agradecido me hállo al Procurador General por haber desecho la defensa que intentó mi abogado, á título de hallarme yo demente, porque es de mucha mas satisfaccion para mí que tal defensa sea infundada, que la proteccion que pudiera hallar á la sombra de ella. Mas no por esto déxo de estar tambien agradecido á mi abogado por la intencion con que tomó este recurso. En mi conciencia, muy ageno estoy de hallarme demente, ni de haberlo estado nunca, á excepcion de una sola vez en Rusia, donde mi locura fue notoria. (Aqui el Preso apareció muy agitado, y despues de una Corta pausa, siguió.) Señores, perdonad si os detengo; porque no me he visto jamas en situacion semejante, y ésta es la primera vez que hablo en público. Pido, pues, que perdoneis mis faltas, y atendais mas á mis razones que al modo en que las explíco. Estamos en la averignacion de las circunstancias de este hecho extraordinario, por las quales he sido conducido á esta barra voluntario forzado, si puedo usar de esta expresion. Pensais que hay hombre que pudiera ir sin provocacion ni motivo á arrancar de un pistoletazo la vida á Mr. Perceval? No, Señores: por extraña que aparezca mi conducta, motivos muy poderosos he tenido para ella: motivos que, estoy convencido, hallareis suficientes á justificarme. A no haberlos tenido, á no haber sido imperiosamente impelido por ellos, si yo le hubiese asesinado á sangre fria; me creyera el monstruo mas abominable; monstruo no solo indigno de

esta vida, sino merecedor de mas tormentos en la otra que quantos en ella estan preparados á los réprobos."

"Mas no hay accion alguna que no pueda justificarse por las circunstancias; y yo voy á presentaros tal escena de opresion é iniquidad, que á no estar comprobada por documentos que se han presentado al Marques de Wellesley, como él mismo puede atestiguarlo, pareceria absolutamente increible. El sabio Procurador General os confesado ingenuamente que no exîste ni una sombra en contra mia, hasta la fatal catástrofe, digna seguramente de dolor; de dolor, Señores, que yo mismo siento mas que nadie, mas, me atrevo á decir, que la misma familia de Mr. Perceval. Espero manifestar la verdad de lo que digo, poniendo en claro todos los hechos. Ocho años ha que soy perseguido baxo pretextos inventados para mi ruina. Me han llevado á la desesperacion; me han dado letra abierta para que me hiciese justicia á mí mismo del modo que pudiese. Ya lo he hecho. Llamanme ahora á juicio, despues que por ocho años lo he pedido en vano al Gobierno. Aqui estoy, pues; aunque, poco preparado con documentos, ni testigos por la cortedad del tiempo."

"Será preciso, Señores, empezar tan de atras como el año de 1804, época y principio de mi infelicidad. Os leeré, para que todo resulte en claro, un memorial que dirigi al Principe en 1807. No habiendo tenido respuesta me resolví, con parecer de abogado, á dirigirme á su secretario, quien parece que habia recibido el memorial, pero que no sabia de su paradero. Mandé, pues otro, de que tengo copia en mi mano. Permitidme que lo lea para que os impongais del principio de este asunto en Rusia, que tan desgraciadamente para mí, para Mr. Perceval, y para la nacion toda, ha venido ha acabar."

(Aqui leyó el memorial. Los lectores hallarán toda la sustancia de su contenido en los antecedentes que van expuestos, y en lo que seguirá.)

"Debo advertir que se llama Petroninck en Rusia á una especie de pasaporte, que se da á los que van á salir de un pueblo, despues que se ha hecho averiguacion de que no dexa acreedores. Yo obtuve éste documento, y él es una prueba evidente de que no se me podia detener, en justicia. Mi arresto fue hecho en conseqüencia de la pérdida del navio Sojus, que el año anterior naufragó en el Mar Blanco. El caso fue muy semejante al que llevó al suplicio, algun tiempo ha, al capitan Codling. Llegó al Café de Lloyd, donde el Sojus estaba asegurado, la noticia de que el buque habia sido perdido maliciosamente, y los aseguradores se negaron á pagar, en virtud

de avisos que habian recibido de Archangel. El Mayor de aquella plaza estaba interesado en la carga, y sospechó de mí que yo era, especialmente, el que habia mandado avisos á Inglaterra. Ya estaba yo para salir del pueblo, quando fui arrestado, y puesto en un encierro. Mas pronto abandonaron el pretexto primero, y se empeñaron en hacerme pagar siete ú ocho mil rublos, por la pérdida del Sojus. Una carta de Lloyd descubrió que mis opresores se habian engañado segunda vez; porque se vio por ella que yo no habia dado la noticia; aunque ciertamente hubiera sido una accion meritoria, porque, segun todas las circunstancias, la pérdida del buque era un conjunto de iniquidades. Hallándome preso, escribí á Sir Stephen Shairpe, Consul General, y á Lord G. L. Gower, embaxador de la Gran Bretaña. El resultado fué que el primero escribió al Gobernador Militar de la Provincia, pidiendo una explicacion del hecho de mi prision, y exigiendo que me soltase si no me hallaba legalmente preso. Permaneci así largo tiempo, quando al cabo, respondió el Gobernador una falsedad: que yo estaba preso legalmente, y que me habia portado indecorosamente. Al mismo tiempo se sabia que yo no me habia mezclado en el asunto del Sojus; y no obstante Sir Stephen Shairpe tuvo la audacia, ó la debilidad de autorizar este proceder, que solo se dirigia á impedir que se me hiciese justicia."

"Lord Levison Gower, tambien, contra lo que yo esperaba, me escribió diciendo que mediante la carta del Gobernador, no podia mezclarse en el asunto; pero que si yo podia comprobar la verdad de mi relacion, escribiria al dicho Gobernador. Bien! Diome esto algunas esperanzas de libertad, y de verme restituido á mi familia; mas estaba condenado á ver morir estas esperanzas, de nuevo. Mandé mis documentos comprobantes al Procurador para que hiciese ver mi innocencia; y siendo la calumnia tan grosera no podia menos que aparecer pero desde aquel momento no volví á saber de Lord Gower, ni de Sir S. Shairpe. Juzgad ahora, Señores, si es que podeis figuraros una situacion de tanta amargura, qual os hubierais hallado en mi lugar; juzgad, repito, por vuestro corazon el mio. Habiame casado con una joven de veinte años, que se hallaba á este tiempo con un infante al pecho, y cercana á dar otro á luz; y yo encerrado en un calabozo, sin esperanza de salir de él en muchos meses! (Aqui rompió en llanto el Preso: recobrose y siguió.) Señores; a este tiempo fué nombrado por Gobernador civil el Baron Asch. Expusele mis crueles circunstancias, y me contextó con can

TOMO V.

F

dor que yo seguramente era inocente ó culpado; si lo uno, no debian tenerme en prisiones; si lo otro, no debian dilatarme el castigo. Tomó, pues, la causa á su cargo, porque vió que no tenia amigos, y presentandola á un tribunal, logré que se declarase en mi favor, contra todos mis contrarios, incluso el Gobernador Militar. Probé la falsedad de la acusacion, y manifesté que el objeto de la liga infernal que se habia formado contra mí, no era otro que sacarme una porcion de dinero."

caso.

"Llegué á Petersburgo, y no pude dexar de hacer lo que vosotros, ú otro qualquier hombre hubiera hecho en semejante Mis intereses habian sido injuriados, y lo que es mas que todo, mi reputacion. No era preciso que fuera al Ministro de Justicia para vindicar mi honor?? No era un deber el preseguir en justicia al Gobernador Militar por cuyas manos habia yo recibido tal injuria? Sí lo era; y lo cumplí. Dirigime al Conde Kotzbue, que entonces era Ministro del Interior, y le presenté dos acusaciones contra mi perseguidor: 1. Por haber escrito una carta cuyo contenido era falso y maligno, con el objeto de pervertir la justicia. 2. Por haberme detenido en prision con objeto de sacarme dinero. El Conde Kotzbue hizo várias averiguaciones en Archângel, y hallando que mi relacion era exâcta, me dió un documento que me autorizaba para llevar la causa ante el Senado donde se hiciese completa averiguacion sobre ella. Habia antes de esto pasado á manos del Principe Chatterinky Ministro de Negocios Extrangeros, quien la habia presentado al Emperador, para que de allí baxase al Senado. A este tiempo llegó Lord Gower, y yo puse los papeles en su poder para que se presentasen al Senado. Presentaronse en efecto; mas antes que éste decidiese me hallé otra vez preso baxo dos acusaciones, la una civil y la otra criminal. Fui otra vez arrancado de mi muger y familia, que habiau llegado antes á Petersburgo, y arrastrado á una prision, donde me tuvieron nada menos que dos años. Estas eran pruebas que rendirian el corazon más fuerte. Considerad, Señores, lo que sufií ¿y porqué? Por nada: ni sombra de pruebas habia contra mí. Me acusaban de haber salido de Archangel clandestinamente. Todo era falso desde el principio hasta el finy á esto llamaban hacer justicia! Oh! no; gracias a Dios, no se administra de semejante modo en esta tierra. Señores; me hállo tan fatigado que necesito que me concedais descansar un instante." (Aqui paró como el espacio de un minuto.) “Así, Señores, me vi otra vez en un calabozo, desesperado, sin un

« AnteriorContinuar »