Estudios históricos, políticos y literarios sobre los judíos de España

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Díaz, 1848 - 655 páginas

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Página 508 - Y a tus muros derrocados Por la justicia divina, Que no vea en tus pecados La causa de tu ruina? ¿Quién te podrá contemplar, Viendo tu gloria perdida, Que no desee que un mar De llanto sea su vida, Para poderte llorar? ¿Cuál pecado pudo tanto Que no te conoHco agora ? Mas, no advertiendo, me espanto, Que tu fuiste pecadora Y quien te ha juzgado santo.
Página 156 - Lo que sobre todo extra»ñaban era que los hijos pagasen por los delitos de los padres: (»que no se supiese ni manifestase el que acusaba, ni le con» t'routasen con el reo, ni hobiese publicación de testigos; todo » contrario á lo que de antiguo se acostumbraba en los otros »tribunales.
Página 156 - Demás desto les parecía cosa nueva que seme»jantes pecados se castigasen con pena de muerte, y lo más »grave, que por aquellas pesquisas secretas les quitaban la »libertad de oir y hablar entre sí, por tener en las ciudades, » pueblos y aldeas personas á propósito para dar aviso de lo » que pasaba : cosa que algunos tenían en figura de una ser»vidumbre gravísima y á par de muerte.
Página 586 - No gime entre las selvas y cristales la tórtola su amada compañera, 105 como yo mis fortunas y mis males. Ave mi patria fue, mas ¿quién dijera que el nido de mi alma le faltara y que las alas de mi amor perdiera? Si pérdida tan grande se alcanzara 1 10 con suspiros, con lágrimas y penas, con mi sangre otra vez la conquistara. Mas ¡ay dolor! que sin piedad condenas los lazos que te ha dado la crianza, adonde nunca tu pasión refrenas.
Página 584 - Corte ufano el soberbio político, muriendo, y en solio soberano vivan con él los que le están vendiendo, que yo sin esta muerte contento vivo con mi humilde suerte. Beba en taza dorada el Príncipe mayor, tenga su mesa de siervos rodeada...
Página 24 - ... sus odios y rencores, si bien nunca llegaron á extinguirse. Los hebreos comprendieron por otra parte la situación en que se hallaban; y no tuvieron mas medios de vida que el de someterse á la suerte fatal que los cobijaba. Los servicios que hacían, eran pagados con el desprecio y vistos con desconfianza: su industria servia, cuando mas, para satisfacer los caprichos de algunos jóvenes magnates; sus ciencias eran continuo pábulo de terribles sospechas. Y sin embargo, los judíos extendían...
Página 583 - De mi santa cabana , cuyo fuego, Aun de lejos mirado, , Me sirve de consuelo y de sagrado. En estas soledades Vivo contento, alegre y descansado, No, como en las ciudades, Al bullicio sujeto del estado, Pues no hay mayor desdicha Que á cosía de la vida amar la dicha.
Página 157 - Fernando: otros, cuyo parecer era mejor y mas acertado, juzgaban que no eran dignos de la vida los que se atrevían á violar la religión , y mudar las ceremonias santísimas de los padres...
Página 509 - Que anímales sin razón, Sin dueño, balando veo, Que, no articulando el son, Certifican lo que creo. Aunque se encienda mi pecho Llamando siempre, callaron Tus hijos, en su despecho : Como sus dioses le han hecho, Que por su engaño llamaron.
Página 123 - Avila levantaron un cadalso de madera en que pusieron la estatua del rey Don Enrique, con su vestidura real y las demás insignias de rey: trono, cetro, corona.

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