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todoxos no ha suspendido la Inquisicion, sin encontrar en ellos la menor tacha; en prueba de lo qual, ó los devolvió á sus autores, ó les dió curso despues de su muerte! Que hablen las obras de Fernan Perez de Oliva, las del insigne Ambrosio Morales, padre de nuestra historia, las de Gaspar Juenin ..... No acabaria si hubiera de enumerarlas todas, ya sean de filosofía , ya de teología, ora de política, ora de moral. Pero donde se apuré mas nuestra paciencia fué al ver que nos prohibió por muchos siglos la lectura de la sagrada Escritura en castellano, como si nuestra hermosa lengua no fuera tan digna de la pureza y magestad de la religion, á manera que lo fueron la hebrea, la griega, la caldea y la latina: como si la sagrada Escritura no fuera una carta en que el Supremo Criador habla á sus criaturas, segun se explica el P. S. Gregorio: como si los españoles fueran indignos de poseer en su lengua nativa la palabra de Dios como si la España no abundara en todos tiempos de hombres piadosos y sapientísimos que la hubieran vertido escrupulosamente al castellano. Nadie ignora que el pecado del sabio Fr. Luis de Leon fué el haber vertido á nues tro idioma el divino libro de los Cánticos, sin preceder licencia del Santo Tribunal. Horroriza su conducta atroz y despótica.

"Yo seria demasiado molesto si hubiera de presentar al Congreso el inmenso catálogo de sabios y eruditos que el tribunal ha sacrificado á su furor: empero permítame V. M. que no omita la horrible catástrofe de un prelado español, digno de eterna memoria, quiero decir, del Ilmo. y Rmo. D. Fr. Bartolomé de Carranza, del órden de Predicadores, arzobispo de Toledo. Este sabio compuso un erudito catecismo para la instruccion de su diócesi, que sujetó á la correccion de la Iglesia, como se explica en su prólogo. Hallábase en Torrelaguna visitando su obispado, quando he aquí que le echa mano la formidable Inquisicion. En vano reclamó el prelado su carácter, y los augustos privilegios de su sagrada persona. Entonces se vió á los mastines furiosos arrojarse con impudencia sobre su propio pastor y devorarlo. La Europa entera quedó atónita y escandalizada al ver á un arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, varon doctísimo y muy recomendable por su alta dignidad, su ciencia y sus virtudes, arrastrado diez y seis años por los calabozos de la Inquisicion. ¡Qué horror! ¡Qué desenfreno y osadía de tribunal! Es verdad que este terrible acontecimiento, uno de los mayores de nuestra historia política y eclesiástica, se obró á la sombra de un rey el mas á propósito para autorizar estos golpes de arbitrariedad y despotismo. Ya se sabe que hablo de Felipe II.

"¿Y qual fué el resultado de esta tragedia sacrílega? Que el reverendo arzobispo murió pocos dias despues de su libertad: que su catecismo fué aprobado en una de las congregaciones del concilio de Trento para eterna confusion del tribunal, á pesar de sus manejos é intrigas para quedar siempre en buena reputacion. ¿Y es posible que se haya sufrido hasta ahora tan monstruoso establecimiento con pretexto de religion? ¿Y es posible que haya todavía quien suspire por tributar adoraciones y perfumes al becerro de oro? Filósofos, teólogos, historiadores, estadistas, políticos, oradores, poetas, artífices, artesanos, comerciantes.... hasta los mismos sencillos labradores, que son el apoyo principal de la nacion, no escaparon de su vara de hierro. En una palabra, hombres y mugeres, pobres y ricos, sabios é ignorantes, inocentes y culpados, justos y pecadores.... á todas

las clases del estado ha espantado este tribunal con el terror de su poder. ¿Y qué cuerpo político, qué sociedad, por buenas leyes que tenga, podrá prosperar mientras subsista en su seno este tribunal farisayco? Todo lo atisba, todo lo persigue, todo lo destruye con pretexto de religion y de sos→ tener el evangelio. Veamos ahora si su conducta se conforma con las sagradas máximas de este código divino, porque yo senté que la Inquisicion es contraria al espíritu del evangelio que intenta defender, lo que es el punto mas importante de esta disertacion.

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Nadie ignora, Señor, la gran diferencia que media entre la Ley antigua y la nueva Ley. Acostumbrados los hijos de Israel á la esclavitud del Egipto baxo el yugo de los Faraones, conservaron siempre aquel carácter de ferocidad y dureza, de que dieron repetidas pruebas, así en el desierta como despues de establecidos en la tierra de Canaan. Aun pueblo de tan dura cerviz le convenia una ley dura, que reprimiese su altiva condicion; empero al advenimiento del Mesías todo mudó de aspecto; y una ley de mansedumbre, de paz y de caridad, vino á consolar á los afligidos mortales, iluminando á los que yacian sentados en las tinieblas y en las sombras de la muerte. Esta es la ley evangélica, es decir, aquella ley de gracia prometida á los patriarcas, vaticinada por los profetas, esperada por los justos, traida por Jesucristo, que es el mismo autor de la mansedumbre, de la paz y de la caridad, predicada por S. Pablo, el doctor de las nacio nes, defendida por Agustino, el mas grande de los padres: ley que dictó el mismo Verbo Eterno, que ilumina á todo hombre que viene á este mundo: ley que enseñó con su predicacion, que afirmó con sus milagros, y que selló con su sangre sobre la cruz. Todas las páginas del nuevo Testa mento no respiran sino dulzura y mansedumbre, paz y caridad, piedad y misericordia, que son los caractéres propios y primordiales de nuestra religion de esta religion santa, augusta, sublime, divina, que no pudo revelarnos la carne ni la sangre, sino el Padre celestial. Todos los documentos que nos dió el divino Fundador se encaminan á exercitar en los cristianos los principios de eterna caridad, sin haber uno solo que propenda ni á la dureza ni á la coaccion, ni á la violencia, ni menos á la crueldad, lo que seria muy ageno del celestial Pastor que vino á salvar las ovejas perdidas de la casa de Israel. El poder de su gracia le atraso discípulos; el exemplo de su continua caridad se los conservó, Esta religion reprueba por principios la violencia y persecucion; detesta la coaccion é inhumanidad. Santiago y San Juan fueron despreciados en una ciudad que iban á convertir á la fe: llevan las quejas á su Maestro, y le piden licencia para hacer baxar fuego del cielo sobre la ingrata Samaria. ¿Y qué les respon dió Jesucristo? No sabeis de qué espíritu sois. El-hijo del hombre no vino á perder las almas, sino á salvarlas. De esta divina respuesta entendieron los hijos del Zebedeo que la esencia de esta religion consiste en la mansedumbre y caridad. En ella, y recostado sobre el pecho del Señor, aprendió San Juan aquel tierno amor con les próximos, que tanto recomienda en sus epístolas. Quando San Pedro sacó la espada para defender á su Maestro en el huerto de las Olivas, le mandó el Señor que la envaynara como una arma que seria prohibida en su iglesia. ¿Y qué necesidad tenia Jesucristo de atraer á los hombres por via de la coaccion, quando podia formar de las mismas piedras hijos de Abraham} › ..

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,,Toda su vida fue un continuo prodigio de estas excelsas virtudes, que son el patrimonio de la iglesia católica, y con las que admitió en su seno sin distincion al griego y al romano, al judío y al gentil. Los apóstoles, promulgadores del evangelio, recogieron esta doctrina, y siguieron Jas propias máximas. El que no imite estos modelos, ni será buen ministro, ni será buen cristiano. Pero es menester confesarlo. Toda sociedad bien organizada, ademas de sus leyes y estatutos, debe establecer sus premios y castigos. » Predicad el evangelio á todas las criaturas, dice el Señor, instruyéndolas en su obligacion. El que creyere y recibiere el bautismo, se salvará, y el que no, se condenará." Pero si hay rebeldes? ¿Pero si hay hereges? Pero si hay apóstatas? Ya el mismo Legislador asignó individualmente el castigo que merecian. Si pecare tu hermano, dice Jesucristo, corrígelo á solas: si.no hiciere caso, reprehéndolo delante de dos ó tres testigos: si se resiste, denúncialo á la iglesia; y si no escuchare á la iglesia, repútalo por un gentil y publicano: " lo que se entiende por la excomunion ó separacion de los fieles. Este es todo el castigo que les impone el mismo Legislador y Fundador. Los que sientan lo contrario, que me señalen otro si se atreven. Aquí tenemos ya el orígen de aquellas penas canónicas de que usó la iglesia en sus primeros y felices siglos estas son puntualmente las que emplearon los apóstoles, que no pudieron engañarse, pues estaban bien instruidos en la divina tradicion. Con ella castigo San Pablo al incestuoso de Corinto por un crímen tan feo, qual no se habia visto entre los mismos gentiles: Qualis nec inter gentes. El incestuoso se corrigió, y fué de nuevo admitido al seno de la iglesia. Caen en errores contra la fe Himeneo y Alexandro?, El apóstol los separa de la comunion de los fieles para que no se atrevan otra vez á blasfemar los abandona al poder de satanás, y da cuenta de esta providencia al obispo de Efeso: providencia digna del grande apostol, que la aprendió del mismo Jesucristo. Igual instruccion dió al obispo de Creta quando le dixo: Huye de tratar con el herege despues de haberlo corregido una y dos veces. No encuentro, Señor, en el nuevo Testamento otro castigo para los hereges y apóstatas que la excomunion. Esta es la única arma de que usaron los apóstoles, los antiguos concilios, los primeros pontífices Y padres de la iglesia. Aquellos ilustres obispos y clarísimos mártires supieron derramar su sangre por la fe, y al mismo tiempo intercedian por los mismos que les daban la muerte.

,,Ya oygo ponderar la carta de San Agustin al donatista Vincencio, en que le dice, que es lícito recurrir á la potestad civil para castigar los hereges. Y qué significa esto? Aun quando uno ú otro padre de la iglesia, atendida la calamidad de los tiempos se inclinase á esta opinion, no pucde hacer fuerza, porque ningun padre es infalible. Este don solo pertenece á la iglesia. Y sobre todo, ¿qué es lo que dice San Agustin? ¿Dice por ventura, que atormenten á los hereges con garruchas y sogas, con potros y fugo lento? ¿Dice que los condenen á las llamas? Nada menos que eso. Es necesario conocer los monstruos que produxo la heregía de Donato. Los discípulos de este heresiarca llenaron todo el Oriente con el terror de su crueldad, protegidos por la potestad civil. Rebautizaban por fuerza á los católi.. cos, saqueaban y demolian los templos, asesinaban los sacerdotes y obispos á los pies de los altares, les quemaban los ojos con cal viva, y come

tian otros horrores que estremecen la humanidad: en virtud de lo qual arguye el santo Padre á Vincencio, que era lícito á los fieles implorar la proteccion y castigo de los magistrados para contener aquellas furias. Eso nosotros lo confesamos; s; y todo cuerpo político, toda sociedad bien ordenada debe proteger la seguridad del ciudadano con leyes justas, como ha hecho V. M. con la sábia constitucion que nos ha dado. El castigo que se os aplica á vosotros, dice San Agustin á los donatistas, se procura mas bien que os sirva de advertencia para salir de vuestro error que de verdadero castigo: Quo potius admoneremini ab errore discedere, quam pro scelere puniremini." Bien sé que me replicarán que el Santo Padre dice tambien que conviene usar con los apóstatas de alguna coaccion para que vuelvan al seno de la iglesia; y yo no debo disimular nada hablando á V. M. Pero es necesario saber que muchos donatistas persistian en la secta, no por capricho, no por voluntad, sino por el temor de los suyos que los perseguian de muerte, y solicitaban reconciliarse con la iglesia al abrigo de las leyes. El mismo San Agustin exhorta al procónsul de Africa que tenga piedad hasta con los mas ingratos é impíos, y que no les quite la vida. Los donatistas dan muerte á un sacerdote católico, mutilan á otro; y sin embargo el santo doctor intercede con el conde Marcelino para que no condene á muerte á los asesinos. Léanse sus cartas. Y se podrá decir despues que el P. San Agustin apoya los monstruosos excesos de la Inquisicion?

,,¿Y qué diré de aquellas lumbreras clarísimas de la iglesia, los Hilatios, Gerónimos, Crisóstomos, Ireneos...., que no podian oir ni el solo nombre de coaccion quando se trataba de religion ó de fe?. Mientras mas nos acercamos á los principios de la iglesia, se ve mas pura y mas respetada la tradicion: semejante á los arroyos, cuyas aguas son mas cristalinas quanto mas se acercan á su nacimiento. Allí, allí es donde se debe averiguar la conducta de la iglesia, que no empleaba con los hereges, sino ya la persuasion, ya la suavidad, ora la predicacion, ora el exemplo, y siempre la caridad y mansedumbre. Vamos á ver ahora la conducta progresiva del Santo Oficio desde su fundacion. Apenas apareció, llenó de terror y espanto todos los pueblos de Europa que tuvieron la desgracia de admitirlo. Mas yo me coarto á nuestra España. Mariana y Zurita, célebres, historiadores, llaman espanto la íntima sensacion que causó en los aragoneses y castellanos el horrible espectáculo de los sangrientos castigos con que se estrenó la. Inquisicion con los desgraciados pueblos. No acostumbrados hasta entonces sino á ser corregidos por sus propios pastores, extrañaron justamente una novedad tan contraria al espíritu de la iglesia. ¿Y quien es capaz, Señor, de desenvolver el plan complicado y tortuoso de un tribunal caviloso en sus juicios, misterioso en sus manejos, obscuro en sus procedimientos; absolu→ to en su poder, independiente en su autoridad, invulnerable en sus privile gios, despótico en sus sentencias, y sangriento en su execucion? Yo me meto en un caos de tinieblas, cuyas sombras no dieron jamas entrada ab resplandor de la luz. ¿Y qué mayor prueba de su injusto proceder? El que obra mal, aborrece la luz, dice el evangelio. No se me crea, pero léanse las instrucciones que forman su terrible código, y se verán las mas absurdas questiones que trastornan la gerarquía de la iglesia, de que solo apuntaré una ú otra. Ya dixe antes que desde el momento que el Santo Oficio se esableció en España comenzó á decaer la jurisdiccion episcopal, tan recomen

dada en las sagradas escrituras. ¡Qué competencias tan ruidosas no hubo entre ambas jurisdicciones! ¡Qué recursos! ¡Qué escándalos! Algunos obispos trataban de sostener sus divinos privilegios, y la Inquisicion de quitárselos. Al fin sostenido el error por el brazo del despotismo, triunfó de la verdad.

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,, Los obispos quedaron privados de calificar la doctrina de la fe, cuyo depósito les fué encomendado, y pasó esta facultad á los nuevos jueces con asombro de toda la Europa. Yo no admiro tanto la osadía y arrogancia del tribunal, quanto la serenidad de algunos obispos españoles. ¿Qué mucho, pues, que en las obras del inquisidor Páramo, del inquisidor Eymerich, y de otros autores inquisitoriales que componen el código del Santo Oficio, se hagan seriamente las siguientes preguntas que va á oir V. M.? Un inquisidor es mas que un obispo ? Y responden: Sí. ¡Qué impía y detestable doctrina! Preguntan asimismo: ; Los obispos pueden leer los libros prohibidos? Y responden: que no; pero sí los inquisidores.... la indignacion no me permite proseguir. Si esto es contrario ó no al espíritu del evangelio, juzguelo qualquiera. Estos autores abominables corren impunemente á la sombra poderosa del tribunal, á quien ensalzan con vilipendio é ignominia del altísimo carácter episcopal. Es incomprehensible como hay obispos que reclamen el restablecimiento de un tribunal que no les ha dexado mas que una vana sombra de autoridad. Los de Mallorca nos dicen en la citada representacion: Que han quedado salvos sus derechos episcopales.... que ponderamos los su puestos daños que se siguen á la jurisdiccion ordinaria eclesiástica.... Grandemente. Si es así, ¿cómo no califican por sí mismos los escritos que pertenecen á la fe y buenas costumbres? ¿Cómo no prohiben los libros que atacan la religion? ¿Cómo no conocen en la pura y recta administracion de sacramentos á que pertenece el feo crímen de solicitacion? ¿Cómo se dexaron atar las manos para absolver de la heregía mixta de interna y externa, y eso aunque no sea por opinion sino por accidente? Pues de todo esto y mu cho mas se han dexado despojar los obispos abrogándoselo la Inquisicion. Los obispos, Señor, á quienes Jesucristo entregó principalmente las llaves del reyno de los cielos para atar y desatar, no pueden en España conocer de algunos pecados, y absolverlos? ¡Qué escándalo en la iglesia de Dios! Hubieran sufrido este atentado los Dionisios y Ciprianos, los Ambrosios y Agustinos....? La iglesia de España, tan recomendable en todo el orbe cristiano por su santidad, por la pureza de su doctrina, por el rigor de su disciplina, establecida y conservada en tantos concilios nacionales, fué vulnerada en sus legítimos derechos, y vino á quedar como sujeta á un tribunal desconocido hasta el malhadado siglo XIII. No perdió su fe, ni manchó su doctrina, ya por la divina proteccion que el Señor ha dispensado en todos tiempos á esta porcion nobilísima de la iglesia católica, ya por la firme adhesion de los españoles á la fe de sus padres; pero se han hollado sus cánones, se atropelló su disciplina, se obscureció su fama, desapareció su brillantez, y se desfiguró la hermosura y belleza de esta hija de Sion. Oprimida de amargura y de dolor reclama imperiosamente por su antiguo decoro y dignidad, y alza sus manos puras hacia el cielo para lamentarse de la degradacion y envilecimiento á que la reduxo este horrible tribunal. Vide, Domine, et considera, quoniam facta sum vilis. ¿Qué mas? La Inquisicion se ha entrometido hasta en designar los sitios de los confesonarios,

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