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Yo he probado, Señor, y si no me engaño he probado hasta la evidencia, que la Inquisicion no entró en el plan de Jesucristo, ni de los apóstoles, ni de los concilios, ni de los padres que es un tribunal intrus en la iglesia de Dios que debe su orígen y establecimiento á la edad media, es decir, á los siglos bárbaros, quando las costumbres y la disciplina se hallaban en la mayor decadencia: que la Inquisicion es enteramente inútil en la iglesia: que es diametralmente opuesta á la sábia y religiosa constitucion que V. M. ha sancionado y que han jurado los pueblos; y por último que es no solamente perjudicial á la prosperidad del estado, sino contraria al espíritu del evangelio que intenta defender. Respondan, si quieren, á estas verdades; pero sea con el lenguage de la urbanidad, de la política y de la religion de que tanto se jactan. Qualquiera otra arma es prohibida. Yo he tratado á los que sienten lo contrario como á conciudadanos, como á hermanos, no como á extrangeros, no como á enemigos. Desnudo de toda parcialidad, y convencido íntimamente de que hago un servicio á mi patria, ataco al tribunal por los cimientos; pero respeto y amo á sus individuos. El hacer venir reclamaciones de luengas tierras y recoger firmas de varios cuerpos particulares para hacer creer que el pueblo español pide de consuno el Santo Oficio; es una estratagema vergonzosa, que prueba por sí misma la falta de razones en los que se valen de ella. Sin embargo, la junta de Galicia entre otras varias corporaciones, tomando la voz de todo el pueblo gallego, acaso el mas tenaz en conservar la religion de sus mayores, ha solicitado el restablecimiento de la Inquisicion, como si dos ó tres individuos de una provincia de millon y medio de habitantes pudieran llevar la voz del pueblo en una materia religiosa. En pos de estos folletos vino tambien un escrito impreso en la Coruña desmintiendo el contenido de los primeros. ¿Dónde estamos? ¿Son estos los medios á propósito para sostener un tribunal que siglos há no debia subsistir

entre nosotros?

,, Señor, este coloso, semejante á la estatua que vió Nabuco, descrita y explicada por Daniel, tiene la cabeza de oro brillante, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de cobre, las piernas de hierro; pero la mitad de sus pies es de barro, y por tanto es muy fácil dar con él en tierra. Me explicaré con mas propiedad. Este es aquel árbol de quien dice Jesucristo por San Mateo, que no siendo plantado por su Padre celestial, debe cortarse de raiz : Omnis plantatio, quam non plantavit Pater meus cœlestis, eradicabitur. El daño que ha hecho la Inquisicion á la iglesia y al estado es incalculable. Ella no ha corregido las costumbres, no ha procurado la instruccion de los pueblos en la sólida y verdadera religion, se ha opuesto, ya por conveniencia, ya por política, á la ilustracion de un pueblo digno de mejor suerte. Ha derramado las tinieblas, ha patrocinado la supersticion, mira con odio la libertad de imprenta; y aunque acosada y moribunda quiere como la hidra levantar sus siete cabezas para destruir despues sordamente quanto V. M. ha establecido en beneficio de la nacion. La justicia, el derecho nacional, la razon y la sana filosofia, proscritas hasta aquí por el furor del poder arbitrario, se acogen hoy de mancomun al amparo de V. M. implorando su soberana proteccion ante el trono de las leyes. Por otra parte la sangre de tantos inocentes que, han sido víctimas de la calumnia, de la perfidia, ó de un falso zelo, cla

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man hoy por la venganza, como clamaba en otro tiempo la sangre de Abel. Del fordo de sus sepulcros sale una voz magestuosa y eloquente á pedir justicia á V. M. contra las violencias y atentados de un tribunal incompatible con los derechos del hombre; y siendo la Inquisicion por principios un establecimiento sanguinario, me atrevo á decir que pide tambien su total extincion la santa madre iglesia. Porque si á David, aquel hombre formado segun el corazon de Dios, no se le permitió la construccion del templo de Jerusalen por haber defendido con su espada al pueblo del Señor, ¿como ha de subsistir en la iglesia la Inquisicion que condena los hombres á las llamas?

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,,¿Y quedará la nacion sin tribunal de Fe? Nada menos que eso. La España, como nacion que profesa la religion católica, apostólica, romadebe tener un tribunal en cada obispado. Los obispos, que son los jueces natos de la fe, establecidos por Jesucristo, ó los gobernadores en sede vacante, deberán entender exclusivamente en todos los asuntos pertenecientes á la religion, formar las causas á los que se declaren ó impíos, é hereges, apóstatas, permitiéndoles su defensa, y separar á los contumaces de la comunion de la iglesia. Hasta aquí llegan sus facultades, y nada es mas fácil que su execucion siempre que se obre con reflexîon y madurez conforme al espíritu de los antiguos cánones. Que se destierren para siempre los secretos y gestiones misteriosas que obscurecen y paralizan la verdad. La verdad, Señor, no se aviene con las tinieblas: los que hayan pecado en público, deben ser públicamente corregidos y castigados, pero segun las leyes de la iglesia que señalaron los santos concilios, pero por los legítimos jueces autorizados por Jesucristo. Qualquiera otra medida es ilegal, injusta, arbitraria, violenta. Si el refractario se humilla, reconoce su error y lo detesta, soy de dictámen que se le debe corregir y perdonar, como lo exîge la caridad cristiana, de que San Pablo nos dió exemplo con el incestuoso de Corinto de que hablé antes. Pero si es rebelde ó contumaz, entonces queda al prelado la obligacion de enviar el expediente al tribunal secular, para que le aplique rigurosamente las leyes como infractor del artículo 12 de la constitucion que V. M. ha sancionado. La potestad civil ha de consumar lo que comenzó la eclesiástica: ambas deben auxiliarse mutuamente, y cada una guardar sus límites. Esto se vió en España hasta el malhadado siglo x111 en que apareció la Inquisicion á confundirlo todo esto vieron nuestros padres, y esto mismo previenen las leyes de Partida que hablan del asunto. Me bastará citar la ley 11, título xxvi de la partida vII, que se explica así:,, Los hereges pueden ser acusados de cada uno del pueblo delante los obispos ó de los vicarios que tienen sus lugares: et ellos los deben exâminar et exprobar en los artículos et en los sacramentos de la fe et si fallaren que yerran en ellos, ó en alguna de las otras cosas que la iglesia de Roma manda guardar et creer, estonce deben puñar de convertirlos et de sacarlos de aquel yerro por buenas razones et mansas palabras. Et si quisieren tornar á la fe et creerla despues que fueren reconciliados, débenlos perdonar. Et si por aventura non se quisieren quitar de su porfia, débenlos judgar por hereges, et darlos despues á los jueces seglares." Aquí ve V. M. la doctrina que reynó en la nacion por muchos siglos, y con la que á mi ver estan obligados á conformarse todos los partidos sin que se vuelva á hablar mas de Inquisicion, pues

hasta su nombre debe sepultarse en un olvido eterno.

,,Señor, toda la España, toda la Europa, el mundo entero está en expectacion de lo que decida V. M. para calcular despues el grado de ilustracion en que va á quedar la monarquía quando se disuelvan estas Córtes generales y extraordinarias. V. M. se halla en la precisa alternativa de dar leyes á una nacion de hombres religiosos, pero libres, ó á una nacion de esclavos sujetos eternamente á la férula de la Inquisicion. La beneficencià no se ha hecho jamas impunemente: siempre ha encontrado obstáculos y contradicciones. No olvide V. M. que Madrid, capital de este vasto im perio, y acaso el pueblo mas heroico y mas ilustrado del mundo, detesta, como debe, hasta el nombre de un tribunal que ha cestado á la nacion, por espacio de mas de cinco siglos, arroyos de sangre, rios de lágrimas y pesares eternos. Nada debe detener á V. M. para dar su resolucion, habiendo manifestado hasta aquí tanta prudencia, magnanimidad y sabiduría en sus decretos. La posteridad, juez seguro é imparcial, es la que mas aplaudirá la abolicion del Santo Oficio, como el rasgo mas digno de transmitirse á las generaciones futuras. Si V. M. se desentiende de este asunto tan necesario como urgente, se podrá decir que nada ha hecho en beneficio de la libertad nacional, como decia Lucano de Julio César: Nil actum reputans, si quid superesset agendum."

Concluida la lectura de este escrito, dixo su autor lo siguiente:

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,,Señor, pesar de haber sido algo molesto en el dictámen que acaba de leerse sobre el tribunal de la Inquisicion, me creo obligado á reproducir la palabra para exponer de boca mi sentir, y al mismo tiempo contestar á varias especies que se han pronunciado en el Congreso pertenecientes á teología dogmática y derecho canónico ordinario. He oido quejarse á algunos señores diputados de que la comision de Constitucion atacaba indirectamente y como por rodeos el bizarro establecimiento de la Inquisicion. Yo no puedo decir otro tanto; pues no he tenido ni tanta circunspeccion, ni tanta prudencia como los señores de la comision. Penetrado profundamente de la importancia del asunto, asesto mis tiros directamente al tribunal, lo ataco frente á frente y cara á cara, hasta exîgir su total abolicion con toda la franqueza de mi carácter, y con la libertad que debe tener un diputado, porque así lo he creido necesario para desengaño de los pueblos. Aseguro á V. M. que no me ha sido posible formar mi discurso ni con mas detenimiento, ni con mayor moderacion. Acabo de presentar á la nacion entera el tribunal llamado Santo Oficio, no tal qual es, hablando rigurosamente, sino rebaxando gran parte de su política y de sus hechos. He formado, por decirlo así, un claro-obscuro para hacer ver á los españoles quanto es capaz de sufrir su paciencia, su resignacion y piedad, quando han sobrellevado por tantos siglos el yugo insoportable de un tribunal, que ha reunido á un tiempo la inviolabilidad, el secreto, el despotismo, la ferocidad, la tiranía, acompañadas de la mas crasa ignorancia y aun estupidez. Repito que he sido muy moderado; pues si hubiera pintado á este tribunal tal qual ha subsistido en España con toda la pompa y esplendor de su poder, como lo conocieron nuestros padres, y con todos los colores de que es susceptible, habria formado un quadro tan horrible y espantoso, que estremeceria la humanidad, y 'me expondria á no ser creido de las generaciones futuras. Estoy persuadido que, con lo poco que apuato en mi discurso, y con lo que dirán otros señores

dotados de mas doctrina y eloqiiencia que yo, se convencerá V. M. de la imperiosa necesidad de derribar de una vez este formidable coloso, centro de la impunidad, de la insensatez, del fanatismo y del poder mas arbitrario que han visto los hombres, y de que no hay exemplo en la historia de los siglos. Es incomprehensible como hay escritores, por otra parte muy respetables, que le han tributado los mas altos y pomposos elogios, llamándolo baluarte y columna de la fe. ¿Será porque no le conocian? O mas bien seria por el miedo y terror que inspiraba su tremende poder? Tambien es incomprehensible como vienen reclamaciones exigiendo la conservacion de este santo y piadoso tribunal ( pues así lo denominan aun en el siglo x1x). Todavía es para mí mas incomprehensible que tenga defensores tan acérrimos en el mismo seno del Congreso, aquí, aquí en el santuario de la legislacion, un tribunal que no ha guardado mas leyes que las del capricho, y cuyo método de enjuiciar no ha sido mas que un completo sistema de ilegalidad: un tribunal que so pretexto de conservar pura é ilesa la religion de nuestros padres, es el mas contrario al espíritu de la misma religion que pretende conservar, y el mayor obstáculo á la propagacion del evangelio, como acabo de demostrar. Las defensas, Señor, que he oido hasta aquí de la Inquisicion me confirman mas y mas en la absoluta necesidad de destruirla por sus cimien tos, y de borrar, si es posible, de los fastos de nuestra nacion hasta su nombre odioso y detestable.

,,¿Se dirá que me acaloro demasiado, ó que me excedo? ¿Se me argüirá que falto al respeto debido á un tribunal establecido por las dos supremas potestades de la tierra, consagrado por tantos siglos y conocido con el renombre de Santa Inquisicion? Señor, en su orígen manifestó lo que debia ser en adelante, esto es, que seria el terror de los pueblos, el apoyo mas firme de los déspotas, y el azote del género humano; y sin embargo no fué en su orígen ni la sombra de lo que llegó á ser en el curso de los siglos. Sus mismos fundadores no pudieron prever la marcha tortuosa de esta serpiente: no conocieron los estragos sangrientos, los arroyos de lágrimas y torrentes de sangre que costaria á la nacion su conducta feroz y sanguinaria. Yo debo hacer esta justicia á su memoria. Es verdad que ha sido consagrado por muchos siglos, es decir: que por muchos siglos ha estado la España condenada á las cadenas, sin libertad, sin ilustracion, sin artes, sin comercio, y aun sin manos para defenderse ni boca para quejarse. ¡O magnánima pero desgraciada nacion! tu te acordarás de la llamada Inquisicion del mismo modo que te acuerdas de los terremotos, de los aluviones y de las inundaciones mas terribles: ó mas bien deberias sepultar en un olvido eterno hasta el nombre de Inquisicion.

,,Pero le han dado por antonomasia el renombre de Santa.... ¡ó capricho bizarro de los hombres! ¿Si se lo habrán dado por ironía: Dónde estan las virtudes políticas y morales de esta Santa? ¿Quantos milagros ha hecho? Que me señalen las conversiones que ha obrado, los frutos saludables que ha producido á la religion y al estado. Los que la defienden y canonizan por Santa, que nos exhiban los testimonios de virtud y santidad que la adornan. ¡Terrible porfia de los hombres, empeñarse en querer buscar el resplandor de la luz en medio de la obscuridad y las tinieblas, la libertad en los calabozbs, y la verdad en el error y fanatismo! No ignoro que se me culpará de haber sido el primero que tuvo la osadía en presencia de V, M. de presentar

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á toda la nacion el misterioso sistema de gobierno de la Inquisicion, esto esy la vida y milagros de esta Santa: el primero que rasgó el velo tenebroso que cubria á este ídolo diciendo:,,Españoles, aquí teneis á la Santa: esta, esta es la que entorpecia con capa de religion vuestros progresos en las ciencias y en las artes; esta es la que os hizo creer que habia Aquelarres (cuyo nombre no se ha explicado aun bastantemente), la que abusando de vuestra piedad os metió en la cabeza la ridícula farsa de la aparicion de demonios súcubos é íncubos, con otras ficciones detestables que podeis leer en el gracioso y extravagante auto de fe de Logroño, mandado imprimir por órden de la mis-" ma Santa para ilustrar los pueblos; pero me engaño, para mantenerlos en la supersticion y en la mas crasa ignorancia y estupidez. Pero, Señor, ¿á qué soy venido aquí? ¿A qué se ha congregado V. M. sino para dar leyes justas y sábias á una nacion magnánima y generosa, como lo ha hecho con la sólida y religiosa constitucion que ha sancionado? Si por desgracia dexara V. M. subsistir la Inquisicion, ella sabria dentro de poco tiempo darse maña para destruir con sus acostumbrados misterios todo lo bueno que ha edificado el Congreso en medio de tantas fatigas y trabajos. Pronto vendria á tierra este suntuoso y magnífico edificio, y la nacion volveria quanto ántes á arrastrar las cadenas, y quedar sepultada por muchos siglos en el mismo envilecimiento y degradacion que hasta aquí. La Santa sabria obrar facilmente este milagro y otros muchos."

,,Ya he oido exâgerar la absoluta necesidad de la Inquisicion para conservar la pureza de nuestra fe. Señor, la pureza de la fe es la obra de la gracia. El divino autor del evangelio no confió á la Inquisicion este depósito sagrado, sino que lo entregó á los apóstoles y á los obispos sus legítimos sucesores. No estará mas seguro y mejor custodiado que en manos de los inquisidores? ¿Será tal la petulancia y soberbia de los patronos de la Inquisicion que quieran enmendar la plana al mismo Jesucristo, que todo lo ha dispuesto y ordenado con infinita sabiduría? Respóndanme categóricamente á esta pregunta de eterna verdad los defensores del Santo Oficio, y no vengan á calumniarnos de francmasones, jansenistas.... y con otros dicterios con que pretenden engañar al piadoso é inocente pueblo español. Por otra parte la comision presenta á V. M. un proyecto de decreto para establecer tribunales protectores de la religion católica, apostólica, romara, que es la única verdadera, y la única que se protege como religion del estado con una legislacion sábia y justa. ¿ Pues qué significan estos temores? ¿A qué se dirigen tantas repetidas reclamaciones por un tribunal tan original, cuya es un delegado, que para subsistir necesita cada vez que se instala de una bula, que si nuestros reyes no la impetraban quedaba destruido ente

ramente ?

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,, Señor, confieso á V. M. que se necesita gran dósis de paciencia para oir ponderar la dulzura, suavidad, piedad y clemencia de un tribunal que se ha mirado como el terror de los hombres, cuyo carácter ha sido siempre la misteriosa gravedad, la dureza, la inflexibilidad, el despotismo, la coaccion, la violencia, la tiranía. Contra la persuasion de tantos siglos, contra el método de enjuiciar que nos enseñan sus mismos autores, contra la evidencia, ¿qué puede responderse que no sea ilusorio y falaz? La defensa del tribunal es una quimera. El orador mas diestro, mas eloquente y mas agudo, se verá forzado ó á echar mano de paralogismos tan obscuros y ri

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