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y por un artículo de fe que el Romano Pontífice, como sucesor del apóstol S. Pedro, es por institucion divina la cabeza y el Primado de nuestra santa iglesia. En esto convengo con los escritores ultramontanos, y convieren igualmente mis autores, los quales son (créamelo V. M.) tan cristiano-católicos como ellos. En lo que no convenimos es en señalar los derechos de esta primacía. Si pregunto a los ultramontanos quantos y quales son, y qué es lo que puede el Papa segun ellos; la respuesta es que todo. Esto no me gusta, porque algo ha de haber para los obispos. Mis autores me dicen que los tales derechos se han de rastrear o colegir del fin para que Jesucristo instituyó la primacía. Esto me parece muy bien , y á quien no ? Este fin, prosiguen, lo tiene manifestado la iglesia, y con ella S. Gerónimo por aquellas tan sabidas palabras: inter duodecim unus eligitur, ut capite constituto, schismatis tollatur occasio. Es pues el fin mantener entre los ficles la unidad de creencia en el dogma, sacramentos, sus ritos esenciales, y disciplina universal. Y de todo concluyen que todos aquellos derechos, sin cuyo exercicio no puede el Primado conservar esta unidad, son propios y privativos de esta sublime primacía: y si tiene algunos otros, como en verdad los tiene, esos se los debe á la iglesia que se los ha dado, ó al concilio general que la representa. Esto último es lo que no pueden sufrir estos ultramontano's; y porque no lo pueden sufrir, estan mis autores tan mal con ellos.

,,El Papa en opinion de los ultramontanos lo es todo, y lo puede todo: los obispos pueden lo que el Papa quiere que puedan; y nada mas. Mucha desigualdad es esta. Vámonos ya, Señor, contrayendo á nuestro asunto. Se pregunta si el Papa por derecho de su primacía es obispo universal, ú obispo de todos los obispos de nuestra iglesia. Mis autores dicen que no los ultramontanos consiguientes á su opinion que el Papa lo es todo, dicen que sí, y que es un herege el que lo niega. Mis autores y yo lo negamos, y no nos tenemos por hereges. Ve V. M. aquí la materia de todo mi discurso. Si yo, como lo espero, logro probar con evidencia que el Papa solo es obispo de su obispado de Roma, y que de los demas de la cristiandad no lo es, ni tiene ninguna jurisdiccion episcopal en ellos, quedará probado que esta jurisdiccion episcopal delegada por el Papa á los inquisidores generales y demas subalternos, es una apariencia de jurisdiccion, una jurisdiccion vana, nula, y sin ningun valor ni efecto. Y en este habrá alguno que dude ni siquiera un momento votar la abolicion de este tribunal, y que los obispos sean restablecidos en el exercicio libre y expedito de sus derechos, como lo propone este primer artículo que se delibera? Estéme V. M. atento.

caso "

,, Dicen los ultramontanos que el Papa es obispo de todos los obispados de la cristiandad, y que tiene jurisdiccion episcopal en todos ellos, y que el que se atreva á negarlo es herege. Fúndanse, Señor, en la autoridad del doctísimo Papa Benedicto xiv, el qual en su preciosa obra de Synodo diocesana, y si no me engaño en el libro 7 lo dice expresameste: nemo, dice, salva fide negare potest Summum Pontificem in tota cclesia, et episcopum in dioecesi sibi commissa esse proprium sacerdotem, qui fidelium confessiones excipere, et facultatem illas excipiendi alteri delegare valeat. Nadie, dice, puede sin faltar á la fe, negar que el Sumo Ponifice es obispo de todos los obispados de la iglesia, como lo es cada obis

de su obispado, y que puede dar licencias de confesar á quien bien parezca. No puede estar mas claro: lo confieso, y tambien confieso que ran de esta opinion los ultramontanos mucho antes que el Papa Benedicto dixera. Léase á Próspero Fagnano, que fue un siglo anterior, en uno le los capítulos sobre dispensas, y se verá que dice esto mismo, y algo mas, ue quiero que V. M. lo sepa. En el capítulo Omnis, de pænit. et remiss. ice que los Papas pueden dar tales licencias, mal que les pese á los obispos.' ¡Mal que les pese á los obispos! ¡Mal que les pese á los obispos ! Sefor, y es posible que en la iglesia de Dios se tolere una proposicion como esta? ¿Qué me dicen á esto los RR. obispos que me estan oyendo Sufririan que en su obispado oyese de confesion algun licenciado de estos? ¿Tendrian por válidas las absoluciones que dieren sin su licencia? ¡Pobres penitentes! ¡Qué engañados se levantarian de tales pies creyéndose absuelJos! Yo por mi digo que ni con trescientas licencias del Papa me atreveria á confesar, si mi obispo no quisiera mi obispo, repito, á quien quando me ordenó, ante el altar y puesto de rodillas á sus pies, hice el juramento que me pidió, de serle obediente, y á los que en su dignidad y silla le sucedieran.

sotros,

:

,,Señor, permita V. M. que me detenga un poco en esto. El primer Papa que salió con esta novedad, hasta entonces nunca oida (que digo, nunca oida? ni siquiera imaginada), de dar estas licencias, fué el Papa Gregorio Ix, creo que por los años 1227. ¡Qué herida esta para la dignidad episcopal! ¡Quanto no la sintieron, quanto no la reclamaron los obispos de aquel tiempo! Léase á Mateo de Paris, y se verá. Entre otras cosas que le alegaban, traíanle á la memoria aquellas tan dulces como paternales palabras del Papa Gregorio el Grande á Romano, defensor de Sicilia:,, Si nole decia, no conservamos á cada obispo su jurisdiccion, ¿qué otra cosa hacemos sino trastornar el órden eclesiástico, del qual somos constituidos guardas? Si sua unicuique episcopo jurisdictio non servatur, quid aliud agimus, nisi ut per nos, per quos custodiri debuit ecclesiasticus ordo, confundatur:" ¿Y de qué les sirvió esto? De nada. Por espacio de unos sesenta y mas años ni siquiera fueron oidas sus quejas: y si se oyeron, fueron despreciadas, porque ni aun respuesta merecieron, hasta que Bonifacio VIII, viendo que el grito de los obispos no cesaba: voy, dixo muy confiado, á acallar estos obispos; y expidió para ello su bula Super cathedram; pero no le salió como deseaba. Siguióse nueve ó diez años despues Benedicto x1: publica su bula Inter cunctas; pero los obispos no callan. Prueba lo mismo Clemente v, sucesor de Benedicto: saca su clementina Dudum, y ni la clementina los calma; y como los habia de calmar, si estos Papas con estas sus bulas, en vez de sanarles la herida, se la repetian ó renovaban? El concilio de Trento fué el que los acalló, y ¿como? Aboliendo ó anulando esta licencia dada por Gregorio Ix, y confirmada por sus sucesores á los frayles, sujetándolos al exâmen y aprobacion de los obispos. Y todavía nos viene diciendo este Fagnano, que es un herege el que diga que el Papa no puede dar estas licencias, mal que les pese á los obispos? Señor, dexémonos de este.... iba á decir delirio, y volvamos á Benedicto XIV.

,,Señor, yo á nadie del mundo cedo en la veneracion y respeto debido á este Papa tan benemérito. Sé quan respetable y respetado fué por su

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vasta literatura y buenas prendas. Sé quan estimado y honrado fué hasta de los mismos protestantes: quan versado en la historia eclesiástica, y quan amante de la antigua disciplina, como se echa de ver en su apreciable obra Instituciones eclesiásticas, que no son mas que una coleccion de las utilísimas cartas pastorales con que de continuo apacentaba á su amada grey siendo arzobispo de Bolonia. ¡ Oxalá se leyesen mas de lo que se leen, y se practicase lo que enseñan mas de lo que se practica! Todo esto sé, Señor; pero tambien sé que este, aunque tan esclarecido Papa, fué hombre, y que como hombre pudo engañarse, y que como hombre (permítame V. M. una palabra, que solo me la podia arrancar del corazon el amor á la verdad, y la necesidad en que me hallo de decirla) en esto se engañó, y en algunas muy pocas cosas mas. ¿Qué quiere V. M. que haga? Si no digo que se engañó, habré de decir que el Papa S. Gregorio el Grande fué un herege; y yo á tanto no me atrevo, ni me atreveré jamas. Digo esto, Señor, porque este santo Papa negó claramente lo que claramente dixo Benedicto XIV que es una heregía el negarlo. Voy á manifestarlo á V. M.

"

Eulogio, patriarca de Alexandría, le escribió una carta á este santo Papa. Dábale en ella el tratamiento de Papa universal, ú obispo de todos los obispados de la cristiandad. El santo lo extrañó, y en su respuesta le encarga que ni á él ni á nadie se lo dé jamas. El patriarca, ó sea que se le olvido, o que quiso olvidarse de ello, le vuelve á escribir, y le repite el mismo tratamiento. Oyga ahora V. M. lo que el santo le dice en su carta:,,Veo, le dice, que vuestra beatitud (este y el de santidad era el tratamiento que entonces se usaba entre obispos) veo que vuestra beatitud no ha querido tener presente el aviso que le dí, aunque tanto se lo encargué: Invenio vestram beatitudinem hoc ipsun quod memoriae vestrae intuli, retinere noluisse. Le dixe que ni á mí ni á nadie diese este tratamiento: Dixi nec mihi, nec alteri tale aliquid scribere debere. Abro la carta, y lo primero que veo, siendo así que se lo tenia prohibido, es este tratamiento soberbio de Papa universal, que ha tenido buen cuidado de estampármelo en ella: Et ecce in praefatione epistolae, quam ad me ipsum qui prohibui direxisti, superbae appellationis verbum, universalem me Papam dicens, imprimere curasti. Por el tierno amor con que le amo, le pido á vuestra Santidad que no lo haga: quod peto dulcissima mihi Sanctitas vestra non faciat." Pues, Señor, ¿ lo negó ó no lo negó? ¿Diré, pues, que fué un herege? No, dicen los ultramontanos, eso no. Y por qué? Porque, como el santo fué tan humilde, lo negaria, dicen, por humildad. ¿Por humildad? Por humildad? O el tal tratamiento era debido á la silla que ocupaba, ó no era debido. ¿No dicen los ultramontanos que es un artículo de fe? Pues qué, un artículo de fe se puede negar por humildad? Por soberbia sí que he oido decir que se niega; pero por humildad jamas lo he oido hasta ahora. Y díganine mas: aquello de tratar el santo de título soberbio al tal tratamiento, tambien seria por humildad? ¡Qué humildad tan necia fuera! ¿Y se puede esta ni siquiera imaginar en un Papa tan santo y tan ilustrado como este? Señor, muy mal estoy, lo confieso, con estas, ó salidas ó respuestas, llámense como se quiera, de los ultramontanos, que á trueque de salvar su sistema echan mano de lo primero que encuentran. Bien saben los ultramontanos que este santo Papa nunca puso en olvido

que, como sucesor de S. Pedro, era Primado de la Iglesia: bien saben que tanto como el que mas exerció los derechos de su primacía, y que corté muchos abusos, que en su tiempo se introducian, con dulce y paternal sí, pero siempre inflexible y vigorosa diligencia. Dígame si rehusó alguna vez que lo llamaran Primado: diganme si lo creyó, ó lo llamó alguna vez título ó tratamiento soberbio. ¿Era porque aquí no tenia lugar la humildad, y no temia pecar de soberbia? Pero, Señor, si el mismo santo en la carta misma al patriarca Eulogio nos saca de la duda por que lo negó, tenemos mas que oirle? Oyga V. M.

Despues de haberle pedido al Patriarca, por lo mucho que le amaba, que no le diera este tratamiento, prosigue diciéndole ó dándole esta razon: porque lo que se dá otro, siendo injusto el dárselo, eso se os quita á vosotros los obispos : Nam vobis subtrahitur quod alteri, plusquam ratio exigit, praebetur. Dos cosas, si quieren, pueden notar aquí los ultramontanos. Primera, que el santo tuvo este tratamiento por injurioso á los obispos: nam vobis subtrahitur: segunda, que lo tuvo por injusto: plus quam ratio exigit. Hay aquí nada de humildad?" Prosigue:,,yo no tengo por honra mia quando veo que mis hermanos pierden la suya en dármela: Nec honorem meum esse reputo, in quo fratres mess honorem suum perdere cognosco." Y qué honra decia el santo que perdian los obispos con darle este tratamiento de Papa universal? No es nada: la de obispos. Si enim sanctitas vestra (le decia á Eulogio ) universalem me Papam dicit, hoc esse negat, quia me fatetur universum: porque con llamarme V. S. á mí Papa universal, me dice que no lo es de Alexandría porque lo soy yo, y no solo de Alexandría, sino de todos los de la cristiandad, quia me fatetur universum. Y al llegar aquí, Señor, y considerar este hoc esse negat, ó este abatimiento de los obispos, me parece que se le encendió aquella alma grande, y sin poderse contener, exclama y dice á Eulogio: Dios no lo permita (absit hoe): afuera palabras que hinchen de vanidad y vulneran la caridad: recedant verba, quae vanitatem inflant, et charitatem vulnerant. Ahora pues, un santo que habla así, un santo que dice que no es obispo universal, y no solo que no lo es, sino que ni puede serlo: un santo que á los obispos que le dan este tratamiento les dice que se abaten y deshonran hasta el punto de no tenerse por obispos, ; se me hará creer que lo dixo por humildad?

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Señor, es tan mezquina, débil y flaca esta razon de defensa para librar de heregía á este grande Papa, que muchos aun de los ultramontanos la desprecian; y así toman otro camino. Dicen que todo es muy fácil de componer. En respondiendo que la cosa ya estaba definida quando el Papa Benedicto dixo lo que dixo, y no lo estaba quando el Papa San Gregorio lo negó, ya no hay que hacer; ni el uno se engañó en lo que dixo, ni el otro fué herege porque lo negó. Esta es ya otra respuesta: lo confieso, y lo confiesan mis autores: pero como estos son mal contentadizos, ó como solemos decir, de malas creederas, no sosiegan, ni dexan sosegar á nadie, sin apurar del todo la verdad. Preguntan á los ultramontanos que digan donde, quando y como se definió. Responden sin dudar un momento que en el concilio general que convocó el Papa Eugenio IV para el año 1438 en Ferrara, y se concluyó el de 1442 en Florencia. Está bien, tenemos ol donde Y el quando. Falta el como: venga la definicion. La dan, y dice

así:

: Defmimus à Jesuchristo domino nostro concessam fuisse beato Petro apostolo, et in persona Petri ejus successoribus, plenam faculta tem regendi et gubernandi ecclesiam universalem, quemadmodum etiam ( note V. M. esta partícula etiam) in gestis acumenicorum conciliorum, et in sacris canonibus continetur. Pedí á V. M. que notase la partícula etiam, porque sobre ella se mueve entre mis autores y los ultramontanos tal contienda, que yo no espero verlos en paz, si Dios por su gran misericordia no lo remedia. Los ultramontanos porfian por el etiam; mis autores por un et en vez del etiam. ¿Y es posible, dirá acaso V. M., que una nonada de tres letras ha de mover entre gente honrada tal polvareda? ¡Ah! Señor, que esta que parece nonada, no lo es: ya, ya lo verá V. M. luego: ahora veamos si debe leerse en la definicion el etiam ó el et.

Es de saber, que á este concilio de Florencia concurrieron algunos obispos que con su emperador Juan Paleólogo vinieron de la Grecia. Por esto, y para que estos prelados se pudiesen llevar un exemplar que les sirviese de gobierno, las actas, cánones y decretos se escribieron en griego, quedándonos nosotros para acá una version latina que se hizo desde luego. Hizo esta version un tal Flavio Mundo, secretario del Papa Eugenio iv. Ahora bien, en esta version latina se lee et y no etiam. Como mis autores les ponen á la vista esta verdad á los ultramontanos, callan, pero sin soltar jamas el etiam. Se les dice mas: Flavio Mundo, que se halló en este concilio, y fué testigo ocular y auricular de quanto en él pasó, ¿sabria lo que los padres definieron? Claro es que sí luego claro es que debe leerse et y no etiam. Eso no: etiam ha de ser. Pero un secretario del Papa Eugenio IV, tan amante de sus pretendidos, por no decir desmedidos derechos de su primacía, que quando se le dixo no serle decoroso tomar su defensa con tanto empeño, contestó que ese era el único patrimonio que habia heredado de San Pedro: un secretario, repito, como este, es de creer que por descuido, por ignorancia é por malicia transformase en et el etiam, en primer lugar, faltando á la verdad, y en segundo yendo contra los deseos de la corte de Roma, y aun de su Papa y Señor Eugenio? No es creible. Con que estamos ya por el et? Eso no, por el etiam. ¡ Válgame Dios! y qué inflexibilidad de hombres. Probemos otra vez. Todos los sabios hablaron muy bien de esta version luego que salió, y aun en el siglo siguiente ¡qué elogios no hicieron de ella los dos mas sabios teólogos controversistas Juan Equio y Alberto Pighio, el primero en su obra de Primatu Petri, y el segundo en su Gerarquía eclesiástica obras una y otra escritas de intento para bien discernir los legítimos derechos de la primacía! Los dos estan por el et. ¿Qué decis ultramontanos? Estos fueron unos enemigos declarados de la corte de Roma. Ya, ya os entiendo: qui mecum sentit, ille est mihi carthaginensis, que decia Anibal. Pero decidme, el cardenal Belarmino tambien fué de esos enemigos? No por cierto. ¿ Pucs cómo es que no está bien ni con vuestro etiam ni con esta definicion del concilio de Florencia? En el libro 11 de su obra De conciliis la desprecia, y por no culparos á vosotros, me acuerdo que se culpa á sí mismo, y dice que por obscura nunca ha podido llegar á entenderla. Ultramontanos mios: un hombre de una vista tan perspicaz confesar de sí que no la entiende; á no ser tan vuestro amigo qué no dixera ? Pero me queda una duda, que yo no alcanzo á resolver. Al Papa San Gregorio el Grande le valió para no

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