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tud de un tratado, y este tratado ha sido violado por el Sr. Santa-Anna. Este tratado era el compromiso de la nacion mexicana, y personalmente de su presidente entónces el Sr. Victoria. Es obligatorio al Sr. Santa-Anna como gefe de aquella República que es la comprometida.

"Las naciones tratan con las naciones por medio de sus gefes; cuando estos no tratan autorizados por ellas, sus compromisos no son obligatorios á las naciones. Por eso no lo fué el del Sr. Santa-Anna, cuando prisionero en Tejas ofreció no hacer la guerra á los tejanos; pero nuestro contrato con México tiene diversos caractéres: es un contrato de nacion á nacion que debe cumplir por el honor de esa misma nacion, tanto el gobierno de hecho como el más constitucional y legítimo: el gabinete del Sr. Santa-Anna ha comprometido altamente en este negocio de Soconusco, el buen nombre y crédito de la nacion mexicana, y, no lo dudamos, cuando ella tenga un gobierno constitucional, cuando salga de una dictadura, la misma nacion pedirá cuenta al Sr. Santa-Anna y á sus ministros de esta violacion escandalosa, de este abuso de la buena fe y de las circunstancias de una nacion vecina, de quien no ha recibido mal alguno."

La nacion mexicana no ha llamado á juicio á D. Antonio López de Santa-Anna, porque es una nacion altamente generosa, y ha perdonado al Dictador muchos de sus pecados y desaciertos, en cambio de las glorias que en otro tiempo le diera el soldado de la Independencia. Hoy mismo le da abrigo en el seno de la patria, para evitarle el pesar de morir en suelo extraño.

Repetimos que en nuestro modo de sentir debe distinguirse entre la conducta de un pueblo y la de su gobierno. Desgraciadamente son pocas las veces que ambos caminan de acuerdo. No hay duda que México lo estuvo con el benemérito de América, con ese símbolo sagrado de sus más crueles infortunios y de sus glorias más brillantes,

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con ese hombre portento que en los dias de las más amargas pruebas que haya sufrido jamás la autonomía de una nacion, personificaba la República y las leyes donde quiera que ponia su planta; pero por desgracia para CentroAmérica, la vida de JUAREZ fué una vida de perpétuas luchas y combates, é inoportuno y hasta mezquino habria sido exigirle su atencion hácia un pedazo de terreno, que se disputan dos hermanos, cuando él estaba llamado á resolver en suelo mexicano, pero en representacion de todo el Continente, la cuestion más importante que acaso se ha agitado bajo el cielo americano, despues que el nuevo mundo quedó políticamente separado del antiguo.

Hoy tambien la nacion y el Gobernante, prestándose mútua ayuda, marchan en el mismo sendero de ilustracion y de progreso que les marcara el restablecimiento de la República en 1867: nunca más perfecto el acuerdo entre un pueblo y su gobierno, puesto que uno y otro tienden á curar las heridas de la patria y á desarrollar á la benéfica sombra de la paz, los poderosos elementos con que cuenta para ser tan grande en las ciencias y las artes, y en la agricultura y el comercio, como grande ha sido en sus reveses y victorias sobre los campos de batalla y en sus constantes luchas en el mundo intelectual de la política. Toca, pues, á DON SEBASTIAN LERDO DE TEJADA, reducir á la práctica los principios conquistados á costa de tantos sacrificios. Su obra será sin duda más meritoria, toda vez que es más difícil conservar la libertad que conquistarla.

Acordes, pues, el pueblo y su Gobierno, libre ya México de las graves atenciones que anteriormente le impidieran consagrarse á asuntos relativamente secundarios, debe esperarse que la cuestion de límites con Guatemala se resuelva, cualesquiera que hayan sido las modificacio

nes introducidas por el tiempo, de conformidad con los principios inmutables de justicia, que son la base del derecho, y el más firme apoyo del órden y de las relaciones internacionales.

De cuanto dejamos expuesto relativamente á Soconusco, podriamos deducir muchas y muy fundadas conclusiones; pero, como hemos manifestado en otra parte, nuestro propósito es mas bien de poner en claro los hechos que de fatigar la atencion del lector con comentarios. Tampoco queremos prolongarnos el suplicio que nos hemos impuesto en este y el precedente capítulo, teniendo que hacer algunos cargos personales á un personaje á quien por más de un título hace acreedor á nuestro respeto su desgracia. Nos ha sido necesario, porque la verdad histórica lo exigia, y porque no hubiéramos podido, sin cometer una injusticia, envolver el nombre de México en acusaciones, que solamente es responsable el que se hizo proclamar gefe soberano de un país, para gobernarle sin sujecion á ningun otro poder.

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Hecha esta salvedad, deducirémos la sola consecuencia que por ahora conduce á nuestro asunto: la arbitraria ocupacion de Soconusco, por tropas mexicanas, con violacion expresa de un convenio internacional, y aun sin esta circunstancia agravante, jamás, en ningun tiempo, pudo, ni puede fundar título alguno de dominio para México.

CAPITULO XI.

El libro del Sr. Larrainzar.-La Memoria del Señor Romero y las negociaciones de 1854.

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OR desgracia para los centro-americanos, muy jos de mejorarse la situacion de la República, que como hemos visto en el capítulo noveno no podia ? ser mas lamentable, siguió empeorándose hasta dar por resultado la total disolucion del vínculo federativo; en cuya consecuencia brotaron cinco nacionalidades de aquella pequeña nacionalidad, que á haber continuado unida desarrollando de concierto sus poderosos elementos de prosperidad y de riqueza, seria hoy, á no dudarlo, una de las más felices de la tierra.

Nosotros no podemos ménos de apartar la vista con dolor de ese cuadro triste, que representa el desconcierto de las provincias de la América del Centro; tantos y tan irremediables son los males que á manera de una maldicion han caido sobre nuestras cabezas, y que, ¡no lo quiera el cielo! continuarán cayendo en adelante, como su indispensable corolario.

En 1815, el que iba á ser mas tarde el redentor de la América latina, empleaba sus ocios en su destierro de la isla de Jamaica, prediciendo los futuros destinos del rico continente que habia ya empezado á disputar al invencible Leon ibérico.

"Los Estados del Istmo de Panamá hasta Guatemala, decia, formarán una asociacion. Esta magnífica posicion entre los dos grandes mares, podrá ser con el tiempo el emporio del Universo. Sus canales acortarán las distancias del mundo: estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia, y traerán á tan feliz region los tributos de las cuatro partes del globo. ¡Acaso solo allí podrá fijarse algun dia la capital de la tierra, como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio!"

Cada vez que recorrémos estas líneas nuestros ojos se llenan de lágrimas. . . . y sentimos palpitar fuertemente el corazon. Hasta ahora nada hemos hecho de nuestra parte para que se cumpla esa brillante profecía; pero tenemos fe en el porvenir! Sí, sombra venerable de Bolívar! Centro-América será lo que está llamada á ser. . . .

Perdónenos el lector este arranque de puro patriotismo: no hemos podido excusarle. Teniamos en nuestras manos el libro del Sr. Larrainzar, relativo á Soconusco; y al examinar una por una las injurias que contra Centro-América vertió con mano pródiga en cada una de sus páginas, pensamos en el primer impulso contestarlas. Para eso habiamos principiado este capítulo, confesando con ingenuidad nuestros desaciertos. Reflexionándolo mejor nos hemos persuadido de que, bajo ningun punto de vista, debemos entrar en este asunto. ¿Usariamos para con el Sr. Larrainzar, lo que seria más doloroso para nosotros, usariamos para con México el mismo lenguaje de que ha hecho uso el au

y

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