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chado sin écsito ni inteligencia. Sentíase en la Francia del siglo XVIII, lo que en filosofía ha bian sentido antes Bacon y Descártes; un movimiento instintivo y absoluto contra lo pasado. Las conclusiones, pues, dogmáticas de Bosuet se repelian por el ateismo frívolo de la época; Montesquieu no fue comprendido de su siglo; y Helvecio decía de él, que habia cuídado mas de justificar ideas recibidas, que de establecer nuevas y mas útiles, y que su cualidad de nóble y de magistrado habia sido la causa de muchos errores. Vico fue pobre, desgraciado, calumniado y tachado por sus contemporáneos de espíritu obscuro, metafisico, y paradojal. La Historia escrita justa, imparcial y concienzudamente, no tenía eco y á ella se sustituyó con aplauso la reaccionaria de Voltaire en el ensayo sobre el espíritu y costumbres de las naciones. Abandónase en este libro la

descripcion de guerras y batallas, y hace alarde su autor de referir las instituciones, las leyes y hechos que pueden presentar el estado político y moral de Europa, desde la caida del imperio Romano en el Occidente. Mas aunque apasionado ad

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mirador de todos los actos de heroísmo y de virtud, su deismo y su amor á la tolerancia relijiosa' le conducen á la ecsajeracion y á la injusticia, al hablar de la Iglesia y del poder Pontificio. Sin fé ni creencia alguna en la historia, se complace en atribuir los acontecimientos á la fatalidad, ó en considerarlos bajo el mal lado de las pasiones de los hombres; y su apreciacion de la feudalidad, de la caballería y del estádo político de la Europa,' durante la edad media, es casi siempre superficial y muchas veces incsácta y fálsa. Y si por filosofía de la historia comprendemos no solo el ecsámen crítico de los hechos, si que la demostracion de sus causas, y el descubrimiento de los principios ó leyes morales de la humanidad, nada hai menos filosófico que el libro de Voltaire. Sin embargo esta tendencia reaccionaria de la historia se observa en casi todas las obras del siglo pasado; y Gybbon, Robertson, Hume, pueden ser considerados discípulos de Voltaire; si bien realzan el mérito de la escuela histórica Inglesa, y en especial la historia de Inglaterra del último, un espíritu eminentemente indagador, una inteli

jencia mas acertada de la política, y una profundidad admirable en los juicios.

Pero no está lejos el dia, en que la historia debe recibir una dirección nueva de la imajinacion creadora de un solo hombre. La mofa, el desdén y aun la persecucion mas sangrienta se habían dirigido en la Francia contra la relijion y sus ministros, cuando F. A. de Cheautebriand medita una epopeya magnífica, y toma el baculo de peregrino para visitar y para inspirarse en los lugares santos ganados por el esfuerzo de Godofredo de Bouillon; y el que en el poema de los mártires mostró la superioridad de las bellezas literarias que contenía la Religion de Jesu-Cristo, sobre la mitolójica del paganismo, dió en sus estudios históricos una direccion nueva á la filosofía de la história, presentando el cristianismo como el principio civilizador, que rejeneró moralmente la humanidad y la salvó del envilecimiento y corrupcion Romana. El nuevo impulso dado à la literatura y á la filosofía de la historia por las obras de Cheautebriand, es uno de los hechos morales mas importantes de este siglo: y mientras las bellas

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imájeues y las sublimes inspiraciones del jénio del cristianismo, y de las meditaciones poéticas de Alfonso de Lamartine despertaban con jeneral aplauso el sentimiento relijioso, y ponian en descrédito las ésteriles y descarnadas teorías del materiálismo; una revolucion intelectual se verificaba á la sazon en la Europa: Fráncia no era ya la señora del movimiento filosófico; y este pertenecia á la patria de Schiller y de Goethe, á la Alemania apreciada dignamente y dada á conocer por el admirable jénio de Madama de Staël. Esta superioridad intelectual de la Alemania distinguida desde Kant por su amor á la metafísica y al idealismo, demostraba tambien, que la filosofía analítica y material de Condillac, de Helvecio y de Diderot había perdido su antigüa dictadura. Circunstancias eran estas favorables á que los estudios históricos siguiesen la marcha trazada por Víco; y así sucedió. La ciencia nueva se tradujo en Alemania en 1822, y Hegel en la filosofía del derecho y Gans en la historia del derecho de sucesion llevaron á mas elevado punto y encumbrada rejion las teorías abstractas y jeneralizadoras del

filósofo de Nápoles. Desde esta época, la Alema→ nia desdeñada en literatura por el gran Federico en el siglo XVIII, y que rica de vida intelectual en el XIX, cultivaba, por medio de Sabigny, de Nieburh, y de Hegel, los estudios históricos, en lo que ellos tienen de mas íntimo é individual y de mas abstracto y jeneral, fue estudiada por la patria de Voltaire, y sé reconoce esta influencia en las obras de Victor Cousin, de Róssi y de Lerminier. Pero el idealismo aleman recibe en la Fráncia una nueva forma, una aplicacion práctica que repelería la independencia filosófica y el amor á lo que hai de mas vago y metafisico en el pensamiento humano, que distingue á aquel. Las teorías abstractas y jeneralizadoras de Víco y de Hejel sufren en Fráncia una transformacion social. Guizot hace de la filosofía de la historia una ciencia política; y su curso de la civilizacion Europea es una obra clásica que debe mostrarnos la utilidad y la importancia de esta nueva ciencia. No son los hechos materiales, los que cuenta Guizot, son los morales; los ocultos á la superficie de la historia, pero que la esplican, esplicando

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