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de España desde su primitiva poblacion hasta la muerte de S. Fernando, que es en la actualidad el mas precioso documento para el conocimiento de nuestra lengua y aun de nuestras costumbres en el siglo XIII. Desde este al XVI, abunda la historia de España en cronistas y compendístas, siendo los mas célebres entre los primeros Villazain, Ayala, García de Santa María, Palencia y el correcto y clásico Hernando del Pulgar, y entre los segundos Pedro de Cartajena, Rodrigo Sanchez de Arévalo y Diego Valera.

Pero luego que el valor y el arrojo español creyó estrecho el campo que le ofrecia la Península despues de la conquista de Granada (1492), y marchó en pós del honor, de las aventuras y riquezas á las guerras de Italia y á la conquista de la América, encendióse vehemente deseo de saber los hechos pasados y la historia fué un objeto predilecto de los Reyes y del Reino. El cargo de cronista fue un oficio público altamente respetado por nuestros Reyes, hasta Felipe V; y la edicion de crónicas motivó peticiones de Cór

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tes (1) En el siglo XVI Florian de Ocampo dió á luz la crónica de Alfonso el Sabio, y trabajó en otra general, que continuó el sábio anticuario y humanista Ambrosio de Morales. Publicáronse en este siglo, el compendio bistorial de Garíbai, los anales de Aragon de Zurita, y la historia de Mariana. Bajo el punto de vista que nosotros ecsaminamos en el dia la historia, daremos preferencia á los anales de Zurita sobre la historia de Mariana. Però considerada à la manera que los antiguos, como un cuadro y un monumento oratorio, es indudable el derecho del último á ser contado entre los primeros escritores de historia. Su mérito está en los colores y en el estilo; y es lo que ha dádo reputacion á Túcidides, á Tito Livio, á Tácito, á Muller, y en nuestros dias al cónde de Toreno, cuyo sábio y profundo escritor ha sabido dar al lenguaje castellano el tóno fuerte, enérgico y acadenciado que tan fe

(1) Górtes de 1526, 1528, 1532, 1537, 1548, 1555, 1560 1563. Sempere, Derecho real de España, tomo 2.o, pág. 295.

lizmente supo usar en el siglo XVI el jesuita Mariana.

En el XVII el amor á la antigüedad fué una verdadera pasion entre los españoles. Frai Pru dencio de Sandoval dió á luz los cronicones de Idacio, Isidoro Pacense, Sebastian de Salamanca, Sampiro y Pelayo de Oviedo, y publicó ademas de la Historia de Cárlos V la de Alonso VII. Nuñez de Castro escribió desaliñadamente la de Sancho el Deseado, Alonso VIH y Enrique I. Ganaron tambien reputacion en esta carrera Don Pedro Salazar y Don José Pellicer; pero hicieron sobre todo servicios importantes á la literatura y á la historia el cardenal Aguirre, D. Juan Lucas Cortés, Don Nicolás Antonio y el marqués de Mon déjar. Obra fué del primero la coleccion general de los Concilios de España y del nuevo mundo, que considero uno de los libros mas importantes para conocer nuestra civilizacion, en que tanta influencia ha tenido el principio teocrático ó religioso. Immensos fueron los trabajos del segundo por reunir códices, manuscritos y libros antiguos para escribir una historia del

origen, progreso y variaciones de nuestra legislacion y jurisprudencia; pero su muerte en 1701

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la venta en pública subasta de su preciosa biblioteca, comprada en gran parte por estrangeros causaron una pérdida irreparable à nuestra literatura, al paso que dieron lugar á que el Dinamarqués Gerardo Ernesto de Franckenau publicase como própia la obra Sacra Themidis Hispano arcana, que pertenecia al infatigable erudito español. El nombre de Don Nicolás Antonio debe ser el primero entre los Anticuarios, que han dado á conocer nuestras riquezas literarias. Su biblioteca antigüa y nueva es un monumento de gloria para el génio español, al paso que acusa nuestra posterior negligencia, pues nos falta todavía una historia de nuestra fecunda y original literatura para la cual se hallan escelentes indicaciones en el libro de aquel. Las memorias históricas de Alfonso VIII, las de Alfonso el Sábio, las obras cronológicas y el juicio crítico de los historiadores de España del marqués de Mondéjar son obras apreciables que demuestran los profundos conocimien

tos de éste en la historia de nuestro país.

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Mas no solo amó nuestra nacion saber los hechos de sus antepasados, si que mostró siempre singular simpatía á todo lo romancesco y maravilloso y el mismo espíritu que tan señalada parte tuvo en nuestros libros de caballerías novelas, romances y comedias, ejerció no pequeña influencia sobre los escritores de Historia. Ya la crónica jeneral y el arzobispo Don Rodrigo habian contado las espediciones y poblaciones hechas por Hércules en España; Lucas de Tui elogiado las hazañas de Bernardo del Carpio y escritose la crónica y el poema del Cid, cuando posteriormente Fr. Anio de Viterbo y el jesuita Roman de la Higuera publicaron respectivamente el falso Beroso, los cronicones de Dextro, Máximo, Luitprando y Julian, en que se tejió una larga série de reyes desde Tubal, y de Santos y Escritores Eclesiásticos de que jamás se habia tenido noticia. Increible es el aplauso que siguió á la impresion de los cronicones del Jesuita en 1619, y las fábulas de Vitérbo se habían admitido en la crónica de Ocampo, en el compendio historial de Garibai y en la His

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