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que se custodía en el archivo del ayuntamiento de Barcelona, "de los sucesos memorables acaecidos en dicha ciudad en dife"rentes tiempos desde 1249 hasta 1611, se leen, entre otras cosas, de fines del siglo XVI las gracias y mercedes de títulos, nobleza, hábitos militares y gentiles hombres de cámara I que concedió Felipe III á varios diputados, al cerrar las "Córtes en 11 de julio de 1599 sentado en el solio." En seguida de las listas de las personas agraciadas, prosigue el diarista (era oficio municipal entónces) escribiendo de su propio puño y letra las siguientes reflexiones, cuya version literal del idioma catalan es esta. "Hasta aquí consta de

"la fanfarria y vanidad de los catalanes, y cuan poco miraron "por su honra y por su patria, pues posponiendo el bien uni"versal y comun, por un piñon que les dieron arruinaron sus "libertades, é imposibilitaron la conservacion de las pocas que "les quedaban, dando el nervio de su mayor fuerza, como fué "dar un millon contante de libras à S. M. que era el muro " y defensa de lo que sus antepasados, derramando su sangre, "habían ganado; y esto han perdido recogiendo humo de "vanidad. Dios se apiade de todo: que solo ellos padeciesen el "daño les estaría bien, y sería justa paga de Dios, pero lo "pagarán los pobres que no tienen culpa ninguna.” Ya el Señor Capmani había aludido á esta anécdota cuando espuso los fundamentos de su proposicion tres años antes en la Isla de Leon.

CAPÍTULO III.

PROPUESTA Y DISCUSION

DE LA LIBERTAD DE IMPRENTA.

PROPOSICIONES DE LOS DIPUTADOS DE AMÉRICA, Y DECRETO DE 15 DE OCTUBRE PARA PACIFICAR LAS PROVINCIAS ALTERADAS EN AQUEL CONTINENTE. NOMBRAMIENTO DE UNA REGENCIA EN PROPIEDAD, INCIDENTE DEL MARQUES DEL PALACIO AL JURAR EN LAS CORTES COMO REGENTE INTERINO. REGLAMENTO PROVISIONAL PARA EL GOBIERNO Y ADMINISTRACION DEL

REINO. DECLARACION DE LAS CORTES CON MOTIVO DEL RUMOR DE VENIR EL REY CASADO CON UNA SOBRINA DE NAPOLEON, Y RESOLUCION TOMADA PARA PRECAVER LAS CONSECUENCIAS.

La

ENTRE las graves materias que se examinaron en estas primeras deliberaciones, merecieron atencion muy especial la libertad de la imprenta, y el estado político de las colonias. discusion de estas cuestiones tan importantes pereció en la mayor parte; por no estar aun establecido el diario de las Córtes, y por haber sido secretas las sesiones en que se trató de la América. Así, parece necesario indicar los

fundamentos de lo que se acordó en ambos

casos.

Bonaparte se había empeñado en hacer creer á la Europa, que la resistencia que hallaba en la península, procedía únicamente de masas populares puestas en movimiento por la influencia de clérigos y frailes, y que las pocas personas de las demas clases que seguían al populacho era solo arrastradas de temor á sus furores, ó por ignorancia y fanatismo. Hechos, que en los eclesiásticos llamaban mas la atencion que en los que no pertenecían á su estado, hicieron tal impresion en los paises estrangeros, que hasta el dia de hoy se mira como punto incontrovertible, que el clero fué el que principalmente promovió la insurreccion, y á quien debe atribuirse el triunfo de los españoles. Pero las Córtes no podían dejarse llevar de errores y trivialidades, que si entonces se oían tambien en España era en boca de los que no comprendían la índole de aquel estraordinario movimiento, ó de los que por diversos fines aparentaban desconocer el objeto noble y elevado que se proponía la nacion. A la verdad, sin hacer uso de otros estímulos que los que recomendaba el clero, pronto se hubiera resfriado el ardor de los

españoles, y la insurreccion, por falta de alimento, se hubiera acabado por sí misma.

Sin entrar ahora estensamente en el exámen de este punto, bastará decir, que si la Junta central, despues de la batalla de Medellin no hubiera reanimado el espíritu público, prometiendo solemnemente convocar á Córtes; si los hombres ilustrados, que nunca dejaron de desearlas y pedirlas como único remedio, no hubiesen concebido nuevas esperanzas con la alhagüeña perspectiva que les ofrecía un decreto precursor de gloria nacional, de prosperidad verdadera y estable, el pretendido influjo del clero hubiera tenido que contentarse con ver si podía salvar de las manos de Napoleon alguna parte de su inmunidad y su riqueza.

Si se dijera que el clero contribuyó á la insurreccion, que la fomentó y sostuvo por su parte, pero sin consentir, y ménos aprobar los poderosos medios que era preciso emplear contra un enemigo que de todo se valía para salir con su empresa, se diría la verdad. En el primer periodo de la insurreccion, es decir, ántes de las desgraciadas acciones sobre el Ebro en 1808, el clero desplegó su influjo, sin limitacion ni reserva, como las demas clases; porqué en

tónces estaba libre de enemigos la mayor parte de la península. Mas no por eso fué obra suya la magnánima resolucion de resistir las usurpaciones de Bayona; el acto solemne, atrevido y peligroso, el verdadero orígen de la insurreccion como declaracion nacional; la formacion de Juntas provinciales. En algunas partes individuos del clero se asociaron voluntariamente á aquellos cuerpos; en otras fueron invitados como los de otras clases á entrar en el número de sus vocales; pero en ningun punto de la monarquía tomó la iniciativa el estado eclesiástico para poderle atribuir lo que pretendían Napoleon y sus parciales, repetido despues por cuantos consideraron útil para sus fines resucitar estas y otras aserciones no ménos infundadas.

Luego que las fuerzas nacionales dispersas y casi aniquiladas se retiraron sobre el norte y mediodía el clero, en la estensa area que ocuparon los ejércitos enemigos, solo pudo emplear su influencia en favor de la buena causa de un modo indirecto y furtivo. Como en lo general no emigró á pais libre, ántes bien residió en sus iglesias, tuvo que abstenerse de alimentar la insurreccion en los pueblos de su distrito, cuando era mas necesario encenderla por todos los

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