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"volver al gobierno en propiedad; porqué los "trataba con rigidez, siguiendo el sistema con que empezó á gobernar, y esto no lo ignoraban "los reyes, pero lo disimularon, porqué ya no eran perjudiciales, estuviesen ó no, contentos, por el ningun poder, ni autoridad que les “había quedado á los nobles de mayor esfera."

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Convertidas así en gobierno absoluto, las venerables monarquías de Aragon y de Castilla, la nacion probablemente hubiera continuado sumida para siempre en la esclavitud, á no ser por la direccion que ántes de esta época había tomado el espíritu general de Europa, á pesar de las sangrientas y obstinadas guerras que la afligieron por tantos años. En lugar de la erudicion y literatura clásica, que desde el siglo xvi servía de ornato académico en la corte de los príncipes mas despóticos, empezó á florecer el estudio de doctrinas y máximas políticas, y su aplicacion á la reforma de las leyes civiles y del régimen administrativo de los estados. El espíritu de sistema no tardó en apoderarse tambien en este punto de los escritores y filósofos de la nueva éra. El siglo XVIII desplegó su carácter reformador, y arrastró, no solo á los hombres de especulaciones y teorías, sinó tambien á los que

dirigían los negocios públicos, y se ocupaban practicamente en el gobierno de las naciones.

Este espíritu penetró tambien en España, á pesar de la suspicaz y vigilante policía de algunas de sus instituciones. La nacion, como se ha indicado, veneró siempre las doctrinas favorables á su antigua libertad; muchos de sus usos y costumbres estaban fundados en el ejercicio práctico de ella; jamas dejó de comunicar con los paises mas adelantados y florecientes; los hombres de luces y penetracion en todas las clases, si es verdad que se veían obligados á vivir y espresarse con cautela, no por eso dejaban de tener solidez en su juicio, y profundidad en sus meditaciones. Al observar atentamente lo que pasaba en otros estados mas prósperos, era natural que deseasen con ardor aprovechar cualquiera coyuntura favorable que se se ofreciese convertirla en beneficio de su patria.

para

De todas las causas que habían contribuido á la decadencia de la nacion, ninguna era mayor ni mas funesta, que la influencia del clero, apoyada principalmente en la ignorancia, supersticion y fanatismo, que logró infundir en el pueblo durante dos siglos consecutivos que ejerció, casi sin oposicion, su dominio temporal.

TOM. I.

F

A no ser por sus perniciosos efectos, la nacion, en el siglo XVI, sin duda alguna se hubiera recobrado de la sorpresa y desaliento en que cayó con la catástrofe de Villalar. Vuelta en su acuerdo, como no podía dejar de suceder, le sobraban medios, no solo de recuperar lo que había perdido, sinó tambien para asegurarse contra nuevas usurpaeiones. Pero ántes que se desplegase otra vez el espíritu de las clases oprimidas, el clero se apresuró á consolidar el sistema de esterminio y terror con que se proponía ahogar, en la desventurada España, los sentimientos generosos y reparadores que la hubieran restaurado.

La espantosa persecucion que, despues de abdicar Carlos I, se estableció por la inquisicion contra todo lo que había en el reino de mas respetable y mas ilustre en saber, en capacidad, en virtudes morales y políticas, arrebató, con gran número de varones esclarecidos, el verdadero y único medio de restablecer la perdida libertad. Por tanto, á coartár la dominacion y poder del clero, era necesario dirigir los primeros pasos, si es que se había de rescatar á la nacion de la esclavitud en que yacía.

Entre los primeros rayos de luz que anunciaron la transformacion que se preparaba en el espíritu

público de los españoles, tiene sin duda lugar muy preeminente, la ruidosa desavenencia con la corte de Roma, que obligó al gobierno de Felipe V á estrañar al nuncio apostólico Zondadari, y suprimir en el reino el tribunal de la nunciatura. El gobierno, sin sospechar siquiera, que la discusion de este negocio pudiese influir en el estado de las opiniones recibidas y que se profesaban con publicidad, no se detuvo en promover directamente el exámen de cuestiones importantes, que no podían dejar, en aquella época, de llamar la atencion de la juventud estudiosa, y escitar entre los hombres ilustrados de todas clases, su celo en favor de una libre investigacion y controversia de los puntos que se disputaban.

No se agitaba en esta ocasion una thesis meramente abstracta y de escuela, sinó un caso práctico en que se revindicaba la independencia de la autoridad temporal, y la suprema inspeccion que le compete en materias de disciplina esterna, para conservar el órden y tranquilidad del estado. Las circulares espedidas por el gobierno á los ordinarios para que usasen de la misma jurisdiccion que les correspondía ántes de establecerse en el reino el tribunal de la nunciatura, eran

por

sí solas, un manantial inagotable de principios y doctrinas favorables á los cánones y antigua disciplina de la iglesia de España, obscurecido todo con las reservas y usurpaciones de la curia romana. Ejercer el gobierno aquellas facultades; esponer las razones que tenía para ello, los fundamentos en que apoyaba su resolucion; recordar á los obispos su autoridad primitiva, y al mismo tiempo esperar que estos ejemplos no influyesen en los ánimos y en las opiniones de las personas ilustradas, era una contradiccion que no tardó en reconocer; pero aunqué tal vez se arrepintió despues, ya no estuvo en su mano evitar las consecuencias.

Así fué que pocos años adelante, el fiscal * del Consejo de Castilla, representó á este tribunal, en un escrito estenso y vigoroso, contra los abusos de la inmunidad cclesiástica, dando, con él, orígen á un estrepitoso conflicto entre el gobierno y el inquisidor general. Hallabase en Paris este prelado cuando el santo oficio, concluido el proceso que había instruido contra la memoria presentada al Consejo por aquel celoso magistrado, le instigaba vivamente á que firmase

* Don Melchor de Macanaz.

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