lar exclaustrado, se componia á principios del año 1860, de 38.563 individuos. Las ocho órdenes religiosas de varones, dedicados á las misiones de Filipinas ó de Cuba, á la enseñanza ó á beneficencia, contaban en la misma época 41 casas y 719 individuos profesos. Existian tambien 866 conventos de monjas con 12.990 religiosas en clausura, pudiendo llegar su número, en virtud del arreglo de comunidades, á 21.862. Las religiosas exclaustradas eran 412. DIVISION MILITAR. Para lo militar se halla dividida la España en 14 capitanías generales, que son las que á continuacion se espresan: Capitania general de Castilla la Nueva.-Comprende las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Segovia y Toledo. Capitania general de Cataluña.-Comprende las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona. Capitania general de Andalucia.-Comprende las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla. Capitania general de Valencia.-Comprende las provincias de Albacete, Alicante, Castellon, Murcia y Valencia. Capitania general de Galicia.-Comprende las provincias de la Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra. Capitanía general de Aragon.-Comprende las provincias de Huesca, Teruel y Zaragoza. Capitanía general de Granada.-Comprende las provincias de Almeria, Granada, Jaen y Málaga. Capitanía general de Castilla la Vieja.-Comprende las provincias de Avila, Leon, Oviedo, Palencia, Salamanca, Valladolid y Zamora. Capitanía general de Estremadura.- Comprende las provincias de Badajoz y Cáceres. Capitanía general de Navarra.-Solo comprende la provincia del mismo nombre. Capitania general de Burgos.-Comprende las provincias de Burgos, Logroño, Santander y Soria. Capitanía general de las provincias Vascongadas.-Comprende las provincias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya. Capitania general de las islas Baleares.-Solo comprende dichas islas, que son Mallorca, Menorca é Ibiza. Capitania general de las islas Canarias.-Comprende las islas de este nombre, que son: la Gran Canaria, Tenerife, Gomera, FuerteVentura, Lanzarote, Palma y la isla de Hierro, únicas habitadas de las 20 islas que componen este archipiélago. EJÉRCITO EN 1862. Segun el proyecto de ley presentado por el gobierno en diciem bre de 1861, y aprobado por las Córtes en enero de 1862, las fuerzas del ejército permanente para dicho año se fijaron en 100.000 hombres. MARINA EN 1862. Las fuerzas navales para el servicio del Estado en las aguas de la península, estaciones que no dependan de los apostaderos de Ultramar y guarda costas, que fueron aprobadas por las Cortes en enero de 1862, son las siguientes: '6 fragatas con 276 cañones y fuerza de 3950 caballos. Buques de ruedas. 11 vapores con 54 cañones y fuerza de 2737 caballos. El personal activo se fijó en 9375 soldados de infanteria de marina, 500 guardias de los arsenales, y 9362 marineros. La religion es la Católica, Apostólica, Romana, única permitida en España. El gobierno es monárquico constitucional y hereditario aun para las hembras. El Rey tiene el titulo de Católico, y el Principe heredero se denomina Príncipe de Asturias. Para la instruccion pública hay un Consejo y diez universidades, institutos, escuelas normales, colegios privados, etc. Dejando aparte las innumerables fábulas que oscurecen completamente los primitivos tiempos de nuestra historia, como la de otros muchos pueblos, nos limitaremos á dar idea de los primeros pobladores, asi como de los individuos de otros paises que establecieron colonias en la Península Ibérica. Segun la opinion mas admitida, Tubal, hijo de Jafet y nieto de Noé, fué el primero que vino á España con su familia, comenzando desde entonces la poblacion del pais (1). Las comarcas mas importantes que sucesivamente se formaron fueron la Celtiberia, palabra con que tambien se denominó en general toda la España, porque los celtas, habiendo pasado los Pirineos desde las Galias, se unieron á los habitantes primitivos, ocupando principalmente las dos orillas del Guadiana; los de Bética (hoy Andalucía), dividida antiguamente entre los turdetanos, túrdulos y bástulos; los tarraconenses, entre los cuales se contaban los indigetas, vectones, vermes, etc., y los de Lusitania, entre ellos los túrdulos. No falta quien asegura que los primitivos españoles constituian una confederacion, asegurando otros por el contrario, que hubo una larga série de Reyes dominadores de toda ó gran parte de la Península y citando entre ellos á Gerion, perteneciente mas bien á la mitología que á la historia, y Hispalo, que se presume dió nombre á Hispalis (hoy Sevilla). Nos limitaremos á indicar tales versiones sin darlas entero crédito, pues ninguna de ellas se funda en datos positivos é irrecusables. En esta época remota, las costumbres de los primitivos españoles eran sumamente sencillas, descollando sobre muchos pueblos antiguos por su valor y generosidad, que como es bien sabido, les hizo franquear sin premeditacion las puertas de la patria á los estranjeros. Su religion era la idolatria, aunque no parece que fuera estravagante como la de los egipcios, ni bárbara como la de los galos y los escitas. Para trazar con algun método la historia politica de nuestra patria desde los tiempos que son mas conocidos, la dividiremos en cuatro períodos, subdivididos los tres primeros en diversas épocas, á saber: Primer periodo.-Historia antigua, que comprende desde la in (1) Entre los nombres antiguos de España unida con el Portugal, podemos recordar el de Iberia, segun algunos del rie Ebro, ó Iberus: Hesperia, nombre que tambien se dió á la Italia, y que significa una estrella de la mañana; pero ha prevalecido hasta nuestros dias el de España, cuya etimología es harto dudosa, habiéndole dado interpretaciones muy raras algunos historiadores, entre ellos el P. Duchesne: baste decir que unos suponen que se deriva de Hispan, antiguo caudillo español del cual casi nada se sabe, y otros la suponen dimanada de una antigua palabra del vascuence que significa labio, para espresar que entonces los españoles todos hablaban una misma lengua, lo cual niega terminantemente Strabon. Pasaremos por alto la cuestion enteramente filológica que se refiere á indagar cuál fué la primera lengua que hablaron los naturales de nuestra patria, y que tanto ocupa la atencion de nuestros historiadores, pues como no parece que haya influido á la sazon esta circunstancia en los destinos del pais, es de todo punto inútil que tratemos de ella, teniendo mas importancia posteriormente en la época de la reconquista y en toda la Edad media. vasion de los fenicios hasta la de los bárbaros del Norte (409 años antes de J. C.) Este período se subdivide en dos épocas, á saber: 1. España bajo la dominacion fenicia, griega y cartaginense. 2.a España romana (210 antes de J. C.) Segundo período.-Historia de la edad media, que comprende desde la invasion de los bárbaros del Norte hasta la toma de Granada por los Reyes Católicos (1492). Este periodo se subdivide en tres épocas, á saber: 1. España goda (409 hasta 714). 2.a España árabe. Desde la batalla de Guadalete hasta la muerte de Fernando III el Santo, Rey de Castilla y de Leon (1252). 3. Desde 1252 hasta la toma de Granada. Tercer periodo.-Historia moderna, que comprende desde la toma de Granada hasta la revolucion francesa (1789). Este periodo se subdivide en dos épocas, á saber: 1. Desde la toma de Granada (1492) hasta la estincion de la casa de Austria en España (1700). 2. Desde el advenimiento de la casa de Borbon hasta la revolucion francesa (1789). Cuarto periodo.-Historia contemporánea, que comprende desde la revolucion francesa hasta nuestros dias. Historia antigua.-Epoca primera.-España bajo la dominacion griega y cartaginense. En el siglo XV, y segun otros en el XVI antes de Jesucristo, vinieron á España los fenicios, primeras gentes civilizadas que llegaron á nuestra Península y fundaron en ella poblaciones, movidos por su inclinacion estraordinaria á la industria, comercio y navegacion, que habia convertido á sus ciudades Sidon y Tiro en reinas del Asia. Huyendo de los israelitas al mando de Josué, segun los datos suministrados por el historiador Procopio, aproximáronse á las costas africanas y à las del S. de la Península española, que acaso conocian ya, y estableciéndose primero en la isla Eritya ó Eritrea, que se cree sea la de Santi Petri, hoy en gran parte cubierta por las olas, trasladáronse luego y fundaron á Cádiz con el nombre de Gades ó Gadir, antigua palabra fenicia que significa lugar ceñido ỏ cercado, comenzando por erigir un templo á Hércules, su divinidad favorita, y asentando en la nueva ciudad la principal base de su comercio. Estendiéronse en lo sucesivo por el litoral de la Bética, y aun por lo interior de la Península, adquiriendo tantas riquezas, que desde entonces llegó Tiro al apogeo de su esplendor. La politica fenicia consistió sobre todo en dominar antes por la astucia y seduccion que por la fuerza de las armas, aprovechándose de la sencillez de los indigenas para inducirlos á trocar los tesoros de sus ricas minas y otras producciones de su fértil suelo por objetos fútiles y de poco valor, que por la novedad les seducian. Lo cierto es, que los naturales del pais no opusieron resistencia, dejándoles aprovecharse de las ventajas que les ofrecia su notoria superioridad, y recibiendo en cambio una civilizacion, aunque muy imperfecta todavía. Los fenicios habian introducido la cultura en Grecia, enseñando á sus habitantes el arte de navegar y el conocimiento de las letras, fundando en diversas provincias muchas ciudades (1). Entre los griegos insulares distinguíanse los de Rhodas por sus largas espediciones marítimas; y mientras la Grecia europea colonizaba la Calabria y la Sicilia, los griegos asiáticos vinieron á España como competidores de sus antiguos maestros los fenicios (2). Los primeros que llegaron á nuestro pais fueron los rhodios (900 años antes de Je. sucristo), y fundaron en la costa de Cataluña la ciudad de Rodas (hoy Rosas) entre Gerona y los Pirineos. Indica Strabon que los rodios poblaron tambien las islas Gimnesias ó Baleares, y asi parece inferirse del nombre de Ophiusa dado á la isla de Ibiza, pues que asi fué llamada en un principio la de Rodas. Poco tiempo despues, los focenses, navegando por los mismos mares, llegaron a las costas del país de los edetanos (en el reino de Valencia), y los samios, impelidos por los vientos, desembarcaron en el mismo punto, siendo muy bien recibidos por sus moradores (siglo VIII antes de J. C.), con lo cual otros griegos asiáticos se decidieron á probar fortuna en España. Teniendo los focenses su principal y mas rica colonia en Marsella, sobre la costa de la Galia meridional, determináronse á establecer algunos depósitos hácia los Pirineos, y fundaron á Ampurias bajo el espresivo nombre de Emporium ó mercado. Mas no se crea que sus progresos en la Peninsula fueron tan rápidos y fáciles como los que hicieron los fenicios, sea porque careciesen de la habilidad política de estos últimos, sea porque los edetanos fueran menos propensos á la seduccion, y no tan dóciles como los turdetanos de la Bética. Lo cierto es que solo á fuerza de armas, y despues de contínuas guerras pudieron los focenses dominar como señores en virtud de un tratado que les era sumamente ventajoso, pues los naturales cedian á los estranjeros una parte de sus tierras, aunque con la espresa condicion de que una fuerte muralla habia de tener separada la porcion correspondiente á cada uno. Asi se gobernaron desde entonces ambos pueblos, cumpliendo con toda fidelidad su pacto, y gobernándose cada uno con independencia, segun refiere Strabon y Tito Livio. Cuando el aumento de poblacion dió lugar á que los focenses no cupieran en tan reducido espacio, decidiéronse a emprender la guerra contra sus mismos compatriotas; pues atacando á los rhodios, griegos como ellos, les quitaron la ciudad de Rhodas, fundada tres siglos antes. Continuaron sus escursiones por el reino de Valencia, y aqui con menos oposicion por parte de los naturales que entre los indigetes que poblaban á Cataluña, establecieron varias colonias, y erigieron el famoso templo de Diana donde hoy está situada la ciudad de De (1) Cristian dijo de ellos en el primer libro de Atheneo: Phænicium inventum littera nempe loquax. (2) LAFUENTE. Historia general de España, desde los tiempos mas remotos hasta nuestros dias. Tomo Ï, págs. 316 y 317. Edicion de 1850. |