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biertas de hojas de palma, que no se permite á los particulares, quier sean nobles, quier plebeyos, levantar edificios mas sumptuosos. En este estado se hallaban las cosas de Calicut, tales eran sus costumbres, cuando Vasco de Gama aportó á aquellas partes; acudieron luego muchas barcas por ver gente tan extraña. Gama echó en tierra uno de los desterrados que llevaba. Fué grande el concurso de la gente que le cercó por todas partes. Habia entre los demás dos mercaderes moros de Túnez; estos por el traje como entendiesen que era español, el uno, por nombre Monzaida, en lengua española le preguntó de qué parte de España fuese; respondió de Portugal. Llevóle á su casa, y informado de todo, se fué á ver con el Capitan. Allí le declaró cómo en el tiempo que el rey don Juan de Portugal enviaba á Túnez para proveerse de armas, él le sirvió con mucha lealtad. Juntamente le dijo lo que quiso saber de aquella tierra, y le ofreció serviria de buena gana en lo que se le ofreciese. El dia siguiente envió Gama con Monzaida dos embajadores para avisar al Rey de su venida, que sin su licencia no queria desembarcar; si se la daba, le llevaria las letras que le traia de su Rey y cosas de importancia que comunicalle. Estaba el Rey á la sazon en Pandarane, un pueblo á dos millas de la ciudad. Allí recibió muy bien á los embajadores; respondió que oiria de buena gana á su Capitan; que entre tanto por cuanto el lugar do surgió era en aquella sazon poco seguro, llegase las naves al abrigo de Pandarane. Hízose así, y pasados algunos dias, le envió el Gobernador de la ciudad, que es como alcalde y le laman catual, para que le hiciese compañía hasta su palacio. Dejó Gama en su lugar á su hermano, al cual y á Nicolás Coello avisó que pues no podia excusar de verse con aquel Rey, dado que el riesgo era grande, si sucediese algun desman á su persona, pospuesto todo lo demás, alzadas las velas se volviesen á Portugal para dar aviso al Rey de su viaje; y sin embargo, para todo lo que pudiese suceder, le tuviesen siempre á la marina los esquifes aprestados. Llevó consigo doce compañeros lo mas en órden que pudo. No usaban en aquella sazon en la India de caballos ni jumentos; lleváronle desde la ribera en hombros gente señalada para esto hasta la casa real. Luego que llegó, le recibieron algunos de los caimales para honralle mas, y con ellos el principal de los bracmanes, vestido de lienzo blanco. Este tomó á Gama por la mano, y le metió por gran número de salas; la puerta cada una dellas tenia diez guardas. Llegaron á un aposento muy grande, que tenia el suelo cubierto de alhombras de seda verde, y en las paredes colgaduras de seda y oro labradas; al rededor tenia ciertas gradas á manera de teatro, que era el asiento de los grandes. El Rey en un estrado, vestido de una ropa de algodon blanca, sembrada de rosas de oro, en la cabeza un bonete de tela de oro á manera de mitra, los brazos y piernas desnudos á la costumbre de la tierra, pero con ajorcas de oro. En los dedos de piés y manos muchos anillos, y en todo sembradas y engastadas piedras y perlas de gran valor. El color del Rey era bazo, el cuerpo grande, y el semblante que representaba majestad. Gama, luego que saludó al Rey y le mandó asentar á él y á sus compañeros, le habló en esta manerra: «El rey de Portugal don Manuel,

príncipe muy excelente y de pensamientos muy altos, con el deseo que tiene de saber muclias y grandes cosas y trabar amistad con los príncipes que en valor y grandeza se aventajan, movido por la fama que de la grandeza deste reino, y en particular de vuestra majestad, vuela por todas partes, desde lo último de las tierras do el sol se pone me ha enviado para saludaros de su parte y asentar entre los dos amistad. No hay cosa mas eficaz para unir las voluntades que la semejanza en el valor, mayormente en los reyes cuya dignidad mucho se allega á la grandeza de Dios, y cuanto ellos son mayores, tanto deben extender sus voluntades á mas partes. Séanos de provecho haber sido los primeros á pretender esta alianza, pues es cosa muy natural y mas de los nobles corazones no dejarse vencer en amor y cortesía, y responder á la voluntad de los que se adelantaron en mostralla. Lo cual yo no dudo sino que será de mucho provecho para todos, por la comunicacion de dos naciones tan distantes. Por lo menos será cosa muy honrosa cuando en todo el mundo se sepa que de tierras tan extrañas venimos á pretender con la vuestra tener tan comunicacion y trato.» Esto dicho, presentó las cartas que traia escritas en las lenguas arábiga y portuguesa, junto con los presentes que llevaba. Holgó mucho aquel Rey con esta embajada. Dijo que le placia tener trato y alianza con su hermano el rey don Manuel. Preguntó muchas cosas de la navegacion que habian traido y de las cosas de Portugal. Con esto mandó aposentar muy bien al Capitan y á todos sus compañeros. Los mercaderes moros, sabido lo que pasaba, se juntaron, y con el temor grande no les quitasen los portugueses sus ganancias, además del odio que tiene aquella gente á todos los cristianos, acudieron al Rey y á sus cortesanos para con mentiras y invenciones ponellos mal con los portugueses; decian que eran cosarios, enemigos del género humano; que si aquella gente tuviese entrada en Calicut, á ellos seria forzoso ir á buscar otras partes donde vivir y contratar. Que mirasen si les estaba á cuenta por unos pocos ladrones perder amigos tan antiguos como ellos eran, y que les traian con sus tratos tangrandes intereses. Son los malabares gente fácil, de poca constancia y verdad. Persuadidos por los moros, acordaron de buscar traza para dar la muerte á los portugueses. Avisó Mouzaida al Capitan de lo que se tramaba. Recogióse lo mas ocultamente que pudo, aunque no sin dificultad y peligro, á las naves. Alargóse al mar, desde allí con un indio escribió al Rey grandes quejas, principalmente contra el Catual, que con falsas muestras de amor sabia que trataba de hacelle todo el mal que pudiese. Juntamente le suplicó le mandase restituir ciertos portugueses y mercadurías que quedaban en tierra. Respondió el Rey con. buenas palabras sin cumplir lo que se le pedia. Gama, determinado de usar de fuerza, tomó la primera nave que por allí llegaba, y' en ella cautivó seis hombres principales con algunos criados. Envió el Rey por habellos los portugueses y mercadurías con sus cartas en respuesta de las que Gama le trajo, y sin embargo, el Capitan no quiso restituir los malabares, porque le parecian muy a propósito para llevallos por muestra á Portugal para que mas en particular informasen de las cosas de aquellas partes.

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CAPITULO XIX.

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Cómo Vasco de Gama volvió á Portugal.

Antes que Vasco de Gama alzase las velas para dar la vuelta á Portugal, Monzaida se recogió á sus naves por miedo no le costase la vida la conversacion que con los portugueses tuvo. Dejó su hacienda en Calicut, ca por Ja priesa no la pudo recoger, y en Portugal se bautizó y pasó la vida como buen cristiano. No pudo el Rey satisfacerse de Gama á causa que por ser invierno tenia su armada sacada á tierra. Verdad es que con setenta barcas que pudieron varar y arenar acometieron las naves; pero con un recio temporal que cargó las barcas se desbarataron y los nuestros, que por faltalles viento iban muy despacio, tuvieron lugar de alejarse hasta perder de vista á Calicut y llegar á unas islas pequeñas que por allí están. Encontraron con ocho fustas de un cosario, llamado Timoya, tomaron una y desbarataron las demás. De allí pasaron á otra isla, que se llama Anchediva, para rehacer las naves y reparallas lo mejor que pudiesen. Dista esta isla como setenta leguas de Calicut, y de tierra firme no dista mas de una legua; que fué ocasion para que muchos de la tierra pasasen á ver las naves. Entre los demás vino uno que saludó á Gama en italiano. Este les avisó que allí cerca caia la ciudad de Goa, y que el señor della que se llamaba Zabaio, con quien él tenia mucha cabida, holgaria de conocellos y les haria toda amistad. Preguntóle Gama de dónde era; dijo que era italiano, y que navegando la vuelta de Grecia, cayó en poder de cosarios, y de mano en mano le fué forzoso servir aquel príncipe Moro. Gama, por el semblante y porque las respuestas todas veces no concertaban, con sospecha que era espía, le puso á cuestion de tormento. Entonces confesó la verdad, que era judío y natural de Polonia, y que el Zabaio, su señor, le envió para espiar aquella armada; que con la suya pretendia acometellos. Gama con este aviso, lo mas presto que pudo, partió de allí para seguir su viaje. Llevó consigo el judío, que en Portugal se bautizó, y se llamó Gaspar, y sirvió al rey don Manuel en cosas de importancia. La navegacion iba despacio por falta de viento; en fin, hicieron tanto, que pudieron doblar el primer cabo de Africa, que se llama de Guardasuy, no léjos de la boca del mar Bermejo. Llegaron á la ciudad de Magadajo, que está allí cerca; por saber que los moradores eran moros, no quisieron allí parar mas de cuanto con la artillería maltrataron los edificios, y echaron á fondo algunos bajeles que vieron en aquel puerto. Pasados de allí, encontraron con ocho velas de moros, que desbarataron con mucha facilidad. En Melinde fueron de aquel Rey recebidos con mucho amor. Proveyéronse de lo necesario, y como tenian tratado, llevaron consigo un embajador, que aquel Príncipe envió á Portugal para asentar amistad con el rey don Manuel. La nave en que Paulo de Gama iba por capitan, por estar muy maltratada, fuera de que tenian falta de marineros y jarcias, acordaron de pegalle fuego, y que Paulo de Gama se pasase á la capitana. Siguieron su viaje. Descubrieron la isla de Zanzibar, de muchas frescuras y arboledas de todo género de drogas, distante de la costa de Africa seis le

guas, y que cae entre Melinde y Quiloa cerca de Mombaza. En Mozambique levantaron una columna de las que para este efecto llevaban. Tocaron en la bahía de San Blas para hacer agua y leña. Doblaron el cabo de Buena Esperanza á los 26 de abril. Finalmente, pasaron las islas de Cabo Verde, y de allí con un gran rodeo á las Terceras, donde falleció Paulo de Gama de una enfermedad que de muchos dias atrás le traia trabajado. Llegaron á Lisboa por el mes de setiembre, pasados dos años despues que de allí partieron. Grande fué el alegría que recibió el Rey con su venida, grande el contento de toda la ciudad. No se hartaban de oir cosas tan nuevas, peligros y tempestades tan grandes como pasaron, ni de ver las muestras que traian de las mercadurías y riquezas de levante. Los hombres otrosí que venian con ellos de aquellas partes causaban no menos maravilla por sus gestos, lengua y trajes tan extraños. Parecian Gama y sus compañeros como venidos del cielo y mayores que los demás hombres, dado que de cuatro naves que partieron, volvieron solas las dos, y de la gente que en ellas fué poco mas de la tercera parte. Todo no bastó para que muchos no deseasen continuar aquel viaje, y con la esperanza de honra y provecho poner el pecho á todas aquellas dificultades que en empresa tan larga y trabajosa se representaban,

CAPITULO XX.

De la navegacion que hoy se hace á la Indía Oriental.

De la manera que queda dicho hizo esta navegacion Vasco de Gama, que fué la mas señalada del mundo, sea por su largura, sea por las dificultades y peligros que en ella hobo, tanto mayores, que por no saber entonces ni la derrota que debian tomar ni el tiempo de las mociones de aquellos anchísimos mares, fueron casi á ciegas y á tiento. El tiempo y la experiencia ha facilitado mucho aquella navegacion, de suerte que cuanto á la sazon para comenzalla y cuanto á la derrota que siguen, se han mudado muchas cosas, que quiero en suma poner aquí para que el curioso letor tenga alguna noticia de cosa tan grande. Ante todas cosas será bien poner delante los ojos y pintar todas aquellas marinas muy extendidas y grandes. Pasada la boca del estrecho de Cádiz á mano izquierda corre la costa de Africa por gran número de leguas desta parte y de la otra de la línea equinoccial. Lo primero el monte Atlas muy famoso con sus cordilleras muy altas corta de levante á poniente gran parte de Africa, y hace su primera punta y cabo en el mar Océano. Mas adelante está el cabo, que los portugueses llamaron Non, por estar antiguamente persuadidos que el que le pasaba no volvia. Luego el cabo del Boyador, en altura de veinte y ocho grados, en frente de la isla de Palma, que es una de las Canarias. Son todos estos tres cabos puntas del ya dicho monte Atlas. Siguese en la misma costa el cabo Blanco, en altura de veinte y un grados; tras él está la isla pequeña de Argin, que da nombre á todo aquel golfo, ca le llaman golfo de Argin. Desde allí se pasa á cabo Verde y á sus islas, que son diez en número, la principal tiene nombre de Santiago; los antiguos las llamaron Hespérides, si bien algunos pretenden que debajo des

de Arabia está Aden, fuerza muy grande y casi la llave de aquel golfo. Entre el seno Arábico y Pérsico Arabia la feliz, y en medio del lomo por donde la baña el mar Océano tiene el promontorio Siagro, que hoy llaman el cabo de Escafallat ó Fartaque; y la postrera punta hácia la boca del sino Pérsico es el cabo Rosalgate, que fué antiguamente el promontorio Corodamo. A la boca del sino Pérsico por la parte de dentro está la isla de Ormuz, pequeña y de suyo estéril, pero por el trato, que es grande, muy rica; tiene veinte y seis grados de altura. Casi en la misma elevacion mas hácia levante á la boca del rio Indo está la isla y fortaleza de Diu, muy conocida por el valor con que los portugueses la han defendido, primero de los soldanes de Egipto, y des

te nombre antiguamente se comprehendian todas las islas que se han nuevamente descubierto y están á la banda de poniente. Está cabo Verde en altura de diez y seis grados, y antes dél entra en el mar el rio Sanaga, y pasado el cabo, otro, al cual por sus muchas aguas llamaron el rio Grande. Sospechan, lo cierto no se sabe, que son dos brazos de un mismo rio, y añaden que es el rio Nigir, celebrado de los antiguos porque nace de las mismas fuentes del Nilo. Por lo menos tienen estos rios sus crecientes al mismo tiempo que el Nilo, y como él crian crocodilos y caballos marinos. Pasado el rio Grande, que tiene de altura once grados, se empina en ocho grados la sierra Leona, así dicha por los muchos truenos, relámpagos y fuegos que en ella se ven por su altura; y porque los naturales salen á sus labo-pues de las fuerzas del gran Turco. Pasado Diu y Bares de noche con luces, como se toca en otra parte, parece que todo arde en vivas llamas. Quieren que este monte sea el que Ptolemeo llamó Carro de los Dioses, dado que él le demarca en elevacion de cinco grados solamente. Debajo de la equinoccial está la isla de Santo Tomé, no léjos de la ribera de tierra firme, y de Portugal algo mas de mil leguas; los aires son malsanos, el provecho, por los azúcares que en ella se dan, mucho. A seis grados de la otra parte de la línea cae la Mina, así dicha por el oro muy acendrado que della se saca. Mas adelante está el rio Santiago y el golfo de Santa Elena, donde Gama abordó para hacer agua. Otros particulares rios y cabos y islas hay, como es forzoso en tan grande distancia; pero los susodichos son los de mas cuenta y mas nombre. El cabo de Buena Esperanza, que es la postrera punta de Africa, y está distante de Portugal como dos mil leguas, se mete hacia el otro polo por espacio de treinta y cinco grados. Este cabo doblado, corren aquellas riberas muy extendidas con cabos que hacen y rios diferentes que tienen. El de San Blas y el de Navidad y el rio de Buenas Señales 'son los principales hasta dar en Zofalu, que es una de las mas notables poblaciones de aquellas marinas por las minas de oro que tiene. Algunos se persuaden que Zofala sea Tarsis, donde, como lo dice la divina Escritura, Salomon por el mar Rojo enviaba sus flotas para traer oro y otras riquezas; y aun los naturales afirman que así lo tienen en sus libros y memorias; otros quieren que sea el promontorio Prasio de Ptolemeo, que él pone quince grados pasada la línea; Zofala está mas de veinte. Adelante de Zofala á mano derecha cae la gran isla de San Lorenzo, que los naturales llaman Madagascar, y á mano izquierda está Mozambique, puerto de gran trato en quince grados de altura; el cual pasado, casi en iguales distancias están Quiloa y Mombaza con la isla de Zanzibar y Melinde casi debajo la línea. Magadajo está desta parte cinco grados, y en diez grados el cabo postrero de Africa hácia la boca del mar Rojo, al cual hoy llaman Guardafuy, y Ptolemeo le llama Aromata; junto al cual está la isla de Zocotora, que se halló poblada de cristianos, aunque muy estéril y falta de toda comodidad. Algunos piensan que es la que Ptolemeo llama Dioscoridis. Poco distante está la boca del mar Rojo ó sino Arábico; dentro della por la parte de Africa cae el puerto de Ercoco, del reino de Barnagaso, y sujeto al Preste Juan. Fuera en la costa

zain que cae allí cerca, las riberas revuelven muy hácia mediodía hasta que se rematan en el cabo de Comorin ó promontorio Cori, en cuyo lado occidental están la ciudad de Goa, en altura de diez y seis grados, y en doce Calicut. Entre las dos cae la ciudad de Cananor, y junto al cabo Cochin y Coulan, ciudades todas del Malabar, y do está el trato mas principal de toda la especería. Desde el cabo de Buena Esperanza hasta Goa cuentan los que navegan mil y docientas y cuarenta leguas. En frente del Malabar están las islas de Maldivar, así dichas del nombre de la principal dellas, que así se llama; son en número pasadas de mil, pequeñas, y á las veces tan pegadas entre sí, que apenas se puede navegar por aquellas estrechuras. La cosa mas principal que tienen es la palma que lleva los cocos, árbol tan provechoso, que dél se sustentan y visten. Por el lado de levante tiene el cabo de Comorin casi pegada la rica isla de Zeilan, de do viene el golpe mayor de la canela. Síguense los reinos de Narsinga y del Pegu, y en medio dellos el de Bengala, que da nombre á aquella ensenada de mar y golfo, que es muy grande. Remátase en la ciudad de Malaca, que tiene muy cerca la isla de Somatra, puesta debajo la equinoccial. Los mas entre gente docta tienen que Somatra es la Trapobana de Ptolemeo y Malaca la Aurea Quersoneso del mismo, sin faltar quien tenga por cierto que Malaca es la antigua Ofir, donde Salomon enviaba sus armadas para traer oro y plata, y aun los del reino del Pegu, que cae por aquellas partes, se tienen por decendientes de los judíos que Salomon envió condenados para beneficiar las minas de Ofir. Que si hoy allí no se hallan estos metales, hallábanse antiguaniente, como lo dan á entender el nombre de Aurea Quersonesus. Gastaban tres años las naves de Salomon en ida y vuelta, como lo dice la Escritura, en particular de la navegacion de Tarsis, á causa de ir tierra á tierra sin engolfarse por no estar aun descubierto el uso del aguja del marear, con que los navegantes se alargan mucho al mar y las navegaciones se han facilitado mucho. Desde Malaca á manderecha, la vuelta de levante se navega á las islas Malucas, que las principales son cinco, y dellas se traen los clavos, cosa de grande ganancia; en lo demás son estériles y faltas de todo lo necesario para la vida; así repartió sus bienes la naturaleza. A mano izquierda hácia nuestro polo van al grande y rico reino de la China y á la isla de Macan, estancia que tienen los portu

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gueses á la entrada de aquel reino por no dejallos. entrar dentro de la China. Ponen desde Goa á la China mil y trecientas leguas, las ochocientas hasta Malaca, y desde allí á Macan otras quinientas. Desde Macan hácia el norte llegan á lo postrero de lo que los portugueses tienen descubierto, que es Japon, distante del puerto de la China como trecientas leguas. Divídese Japon en tres islas principales, sin otras muchas pequeñas que tiene junto á las tres; corre entre poniente y norte de los treinta grados de altura á los cuarenta de largo docientas leguas, y por lo mas ancho no pasa de ochenta. Tiene muchos reyes y reinos, y es gente de valor en las armas y de ingenio asaz para las letras. La navegacion de Portugal á la India se hace desta manera. Parten de Lisboa por el mes de marzo ó á principio de abril; llegan á la isla de la Madera, que está distante ciento y cincuenta leguas, y dende á las Canarias, que están trecientas. Pasan de allí al cabo Blanco y á las islas de Cabo Verde. Desde allí dejan la costa de Africa, y por los continuos vientos que á la sazon corren de mediodía siguen á orza la derrota entre poniente y mediodía hasta llegar á las veces á la vista del Brasil, donde si los vientos no les dan lugar á tomar el cabo de San Agustin, que está diez grados de la otra parte de la línea, se vuelven sin poder por aquel año

continuar su navegacion. Si le pasan, dan la vuelta para doblar el cabo de Buena Esperanza, y siguen la derrota entre mediodía y levante. Para excusar las tormentas ordinarias que en aquel cabo se levantan suben hasta cuarenta grados hácia el otro polo. Con esto doblan el cabo y tocan en Zofala ó Mozambique, do si la navegacion no es muy próspera, se quedan á invernar; de otra manera påsan aquel golfo y la línea hasta llegar en pocos dias á Goa. Tiénese por muy próspera la navegacion que se acaba en cinco ó seis meses, ca de ordinario pasa de año entero. De Goa para Malaca y las demás partes mas orientales navegan á sus tiempos determinados. Para volver á España esperan las mociones del fin del mes de diciembre cuando de ordinario corren lestes o solanos, muy á propósito para la vuelta. Doblan el cabo por el mes de marzo ó abril. Pasan por la isla de Santa Elena, que parece proveyó la naturaleza como una venta en mares tan anchos para refresco de los que navegan, por las frutas, caza y pescado qué hallan, sin que haya en ella quien more ni la cultive por ser tan estrecha, que de traviesa no tiene mas de cuatro leguas, y estar tan adentro en el mar. Desde allí por las islas Terceras llegan finalmente las naves á Lisboa de ordinario por los meses de agosto y de setiembre.

LIBRO VIGÉSIMOSÉPTIMO.

CAPITULO PRIMERO.

De la muerte del príncipe don Juan.

A un mismo tiempo las cosas de los españoles en Italia se aventajaban; en España, conforme á la costumbre y naturaleza de las cosas humanas, iban mezcladas de dulce y de amargo. Concertáronse los casamientos de dos hijas del rey don Fernando de España, es á saber, de la infanta doña Catalina con Artus, príncipe de Gales, heredero de Enrique VII, rey de Inglaterra, y el de la princesa doña Isabel, no solo se acabó de concertar despues de algunas dificultades y dilaciones, sino se concluyó y efectuó con don Manuel, rey de Portugal. Era negocio muy importante tener con estos casamientos y con los de Austria trabados con deudo tan estrecho príncipes tan poderosos y grandes, con que las cosas dentro y fuera de España grandemente se aseguraban. El casamiento de Inglaterra se acabó de concertar dia de la Asuncion de nuestra Señora deste año de 1497; y el doctor Ruy Gonzalez de Puebla, como procurador de la Infanta en el palacio de Wodestoquio en presencia del Rey y Reina y otros grandes señores de Inglaterra, hizo los autos y ceremonias que en semejante solemnidad se acostumbran. Para apretar las práticas que se traian sobre el casamiento de Portugal vino á Castilla por aquel Rey su hermano de leche y muy privado don Juan Manuel. Con su venida se acordó que los reyes don Fernando y doña Isabel llevasen á la

Princesa, su hija, á la raya de Portugal, y que allí viniese el rey don Manuel para concluir aquel matrimonio postrero de setiembre. Concertóse primero que los reyes se juntasen en Ceclamin; despues, por ser aquella comarca muy estéril, señalaron á Valencia de Alcántara, que seria mas á propósito, donde los reyes estuvieron juntos tres dias. Aguóse mucho la alegría de la fiesta con la nueva que vino de la enfermedad del príncipe don Juan, el cual acabo de tres dias que con la Princesa, su mujer, Hegó á Salamanca, adoleció de fiebre, que le acabó en tres dias. Partió el Rey de Valencia á toda priesa, y llegó á Salamanca á tiempo que el Principe le pudo conocer. En fin, falleció á 4 dias de octubre, que fué grande dolor y lástima, no solo para sus padres, sino para todo el reino. Dejó la Princesa preñada, alivio pequeño, por causa que dentro de poco tiempo malparió. El cuerpo del Príncipe llevaron á Avila para le sepultar en el monasterio muy célebre de dominicos, llamado de Santo Tomás. Llegaron las nuevas deste triste caso á Valencia en tiempo que la alegría de las bodas, que se celebraron despues de partido el rey don Fernando, se continuaba. El rey don Manuel pidió á la Reina, su suegra, no dijese nada á la Princesa, ya reina de Portugal; y así, partió luego con ella para la ciudad de Ebora. Allí al fin fué avisada de la muerte del Príncipe, su hermano, cosa que le dió pena muy grande, como era razon, por el amor que le tenia y por la grande falta que hacia á toda España. Sus padres, como príncipes

tan cristianos y prudentes, llevaron este golpe con señalada paciencia, en que mostraron no menos valor que en las muchas victorias que ganaron de sus enemigos; y es cosa muy natural que lo que es mortal perezca, y lo que es frágil se quiebre, y muy justo que dejemos á Dios hacer de nuestras cosas, que mas verdaderamente son suyas, lo que á su Majestad agradare. El reino de Nápoles no sosegaba del todo á causa que el príncipe de Salerno con los de su valía y casa no se fiaban del nuevo Rey, y ponian en defensa sus castillos y plazas. La primera muestra que el Príncipe dió desta mala voluntad fué que, como quier que se hallase presente cuando en Nápoles alzaron por rey á don Fadrique, no quiso acudir á su coronacion; el color que se hallaba muy gastado. Solo el príncipe de Bisiñano acudió un dia despues para dar razon de sí, y se interpuso por medianero para concertar al de Salerno con el Rey y traelle á su servicio. No aprovecharon ningunas de las muchas diligencias que se hicieron, hasta tanto que el Rey con su gente hobo de salir contra él y cercalle dentro de Diano, que era una muy fuerte plaza de las muchas que aquel Príncipe tenia. Trataba el Gran Capitan á la sazon de volverse á España por tener aquella guerra de Nápoles por concluida: Con este intento habia dado vuelta á Calabria y pasado á Sicilia; al presente vino á Nápoles para despedirse de aquel Rey y reinas. Hiciéronle instancia se fuese á hallar en aquel cerco en que resultaban dificultades á causa de los muchos que dentro el lugar tenia y de la poca lealtad con que los naturales servian á su Rey. Recogió pues el Gran Capitan como quinientos españoles, y con otros tantos alemanes que el Rey le dió se arrimó tanto á la muralla, que él se puso á mucho peligro, y apretó tanto á los cercados, que el Príncipe fué forzado de rendirse. Capitularon que el Príncipe saliese seguro del reino y todos los que quisiesen ir con él, con facultad de llevar consigo sus bienes. Que todos los castillos y estado del Príncipe se entregasen al Rey á tal que pagase la artillería y bastimentos que tenian. Con esto se entregó Diano á los 28 dias de diciembre, y el Príncipe se puso en poder del duque de Melfi para que le llevase seguro á Senagalla, ciudad del Prefecto en la Marca, que seguia las partes del rey de Francia. De sus aliados los condes de Conza y Lauria le hicieron compañía. El de Capacho, por ser muy viejo, se quedó á merced del Rey. En este mismo año por el otoño don Juan de Guzman, duque de Medina Sidonia, envió una armada á Africa para poblar á Melilla, que está en frente de Almería, y los moros por ciertos respetos la habian despoblado. Hizose así, y dióse esta plaza por juro de heredad y por merced del Rey á aquel Duque y sus sucesores en recompensa del gasto que hicieron en poblalla. Asimismo el jeque de los gelves, que se habia levantado contra el rey de Túnez, su señor, por valerse de los nuestros entregó aquella isla y puerto al rey Católico, y en su nombre á Juan de Lanuza, que á la sazon era virey de Sicilia, principio que fué de grandes cosas que los años adelante se hicieron en Africa. Quedó el capitan Margarit con gente española para guarda de aquella isla.

CAPITULO II.

De la muerte de Cárlos VIII, rey de Francia. Continuábanse las práticas para concertarse los reyes de Francia y de España, y para este efecto vino de Francia una solemne embajada, cuya cabeza era el señor de Clarius, en sazon que los Reyes Católicos se hallaban en Alcalá de Henares. La suma era que con las fuerzas de. entrambos reinos hiciesen guerra á toda Italia, y que cuanto al reino de Nápoles, quedase por el rey Católico lo de Calabria, con tal que cada y cuando que el Francés le diese en trueque el reino de Navarra y treinta mil ducados cada un año por lo que mas valia Calabria, fuese obligado á dejársela. Cuanto á lo demás, que lo de Milan y Génova quedase por el Francés, y los otros potentados se repartiesen igualmente entre los dos. El rey Católico, si bien daba orejas á lo de Nápoles, en to demás no queria entremeterse, en especial sin dar parte al César, que tanto derecho pretendia á las cosas de Italia. En fin, se resolvió que el rey Católico enviaria sus embajadores á Francia para proseguir lo desta concordia. Esto era en el mismo tiempo que con todas sus fuerzas procuraba que los monasterios claustrales de España se redujesen á la observancia, y se hizo en toda Castilla. Los dominicos y augustinos y carmelitas fácilmente vinieron en lo que era razon; los franciscos hicieron resistencia, pero en fin pasaron por lo que los demás. Despachó el Rey desde Alcalá, conforme á lo que tenian acordado, á Hernan, duque de Estrada, con otros dos compañeros para tratar y concluir lo de la concordia con Francia. Llegaron en sazon que se tuvo por cierto el Francés pretendia con todas sus fuerzas romper por lo de Ruisellon y ponerse sobre la villa de Perpiñan, miedos y revoluciones que atajó la muerte que le sobrevino en su villa de Amboesa á los 7 de abril del año 1498. Falleció de apoplejía que le sobrevino viendo jugar á la pelota. Era de veinte y siete años; no dejó hijo alguno. Sucedió por ende en aquella corona el duque de Orliens como pariente mas cercano por via de varon; llamóse Luis XII. Pretendió Ana, madama de Borbon, que debia suceder á su hermano en aquel reino como la parienta mas cercana. La gente, como tan aficionada á la ley Sálica, no daba lugar á esta demanda; por esto apretaba que á lo menos en lo que no pertenecia á la corona, antes de nuevo en tiempo de su padre y abuelo se habia ayuntado á los demás estados, debia ser preferida, como en el ducado de Anjou y condado de Proenza. Fueron los embajadores del rey Católico á Bles, do estaba el nuevo Rey. Allí y en Orliens se trató de la concordia, á que él se mostraba muy inclinado, y á todos daba muy buenas respuestas, y los entretenia con intencion de arraigarse en el reino, y que de ninguna parte se le hiciese contradiccion en el divorcio que pensaba efectuar con su mujer, hermana del Rey muerto, por casar con la duquesa de Bretaña, que, muerto su marido, trataba de volverse á su casa y estado; todo lo cual al fin se ejecutó como aquel Rey lo pensaba y deseaba. Las razones que por parte del Rey para el divorció se alegaban eran que el Rey, su suegro, le sacó de Pila, y que si casó con su hija fué por temor y fuerza. Eu la duquesa de Bretaña no

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