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Juego tratan de retirarse á sus casas. No ha tenido Castilla rey mas dadivoso que don Enrique IV; sin embargo, el reino anduvo tan alterado, que llegaron á tomar por rey al infante don Alonso, su hermano, y muerto él, á ofrecer el reino á la infanta doña Isabel, hermana de los dos. Cornelio Tácito, en el lib. xix, al fin, dice que el emperador Vitelio, porque quiso mas ganar amigos con hacer grandes mercedes que con las costumbres graves y buen trato, mas los mereció que los alcanzó. De san Luis, rey de Francia, se escribe en la vida de Roberto de Sorbona, que fué su confesor y arcediano de Tornai, que como tratase de fundar en Paris el colegio de Sorbona, que en este género de letras es la obra mas insigne que hay en el mundo, suplicó al Rey le ayudase para el gasto; respondió el buen Rey á esta demanda que era contento con que primero los teólogos, vistas las cargas del reino, acordasen hasta qué tanta cantidad se podia extender para ayudarle. ¡Oh gran Rey y verdaderamente santo! Si para obra tan santa fué tan considerado, ¿qué hiciera para engordar gente sin provecho, para jardines y fábricas no necesarias? Es así, que el rey tiene el acostamiento del reino para acudir á las cosas propias; cumpliendo con ellas se podrá extender á otros gastos, y no antes ni de otra suerte. Veamos: si enviase yo á Roma á uno y le diese dinero para el gasto, ¿seria bien que lo gastase y diese á quien se le antojase ó que se mostrase liberal de la hacienda ajena? No puede el rey gastar la hacienda que le da el reino con la libertad que el particular los frutos de su viña ó de su heredad. Item, que el rey evite, excuse empresas y guerras no necesarias, que corte los miembros encancerados y que no se pueden curar. Buen consejo fué el que tomó el rey don Felipe II, nuestro señor, en dividir lo de Flandes, si lo apartara mas y lo hiciera antes que yo vi aquellas tierras; las dí por desesperadas. Los chinos, como cuenta Mateo al principio del lib. vi de su historia, sangraron su imperio y apartaron de él lo que no podian bien gobernar; lo mismo se cuenta del emperador Adriano que abatió la puente que su predecesor levantó sobre el Danubio, el cual rio y el Eufrates quiso por las partes del septentrion y levante fuesen los mojones y linderos del imperio romano. El cuarto aviso sea que el rey haga visitar sus criados en primer lugar, luego todos los jueces y que tienen oficios públicos ó administraciones. Punto detestable es este y que se debe en él caminar con tiento; pero es cosa miserable lo que se dice y lo que se ve; dícese que de pocos años acá no hay oficio ni dignidad que no se venda por los ministros con presentes y besamanos, etc., hasta las audiencias y obispados; no debe ser verdad, pero harta miseria es que se diga. Vemos á los ministros salidos del polvo de la tierra en un momento cargados de millaradas de ducados de renta; ¿de dónde ha salido esto sino de la sangre de los pobres, de las entrañas de negociantes y pretendientes? Muchas veces, visto este desórden, he pensado que como los obispos entran en aquellas dignidades con inventario de sus bienes á propósito de testar de ellas y no mas, así los que entran á servir á los reyes en oficios de su casa ó en consejos y audiencias lo hiciesen, para que al tiempo de la visita diesen por me

nudo cuenta de cómo han ganado lo demás. Yo aseguro que si abriesen esos vientres comedores, que sacasen enjundia para remediar gran parte de las necesidades; dícese que los que tratan la hacienda real entran á la parte de los prometidos, que son grandes intereses; lo mismo los corregidores por su ejemplo ó los ministros, demás que venden las pragmáticas reales todos los años para no ejecutarlas, rematan las rentas y admiten las pujas y las fianzas de quien de secreto les unta las manos. No se acabarian de contar los cohechos y socaliñas; en particular se sabe que un privado del Rey pasado supo que querian subir las coronas de trescientos cincuenta maravedís en que andaban á cuatrocientos, recogió el oro que venia de las Indias y sacó grande ganancia. Acuérdome de haber leido en la Crónica de uno de los postreros reyes de Castilla, creo que don Juan el Segundo ó su padre don Enrique III, que un dia su almojarife mayor, que era un judío, le dijo: ¿Por qué no os entreteneis y jugais? Respondió el Rey: ¿Cómo quereis que lo haga que no alcanzo cien ducados? Disimuló el judío, y otro dia en buena ocasion dijo al Rey: Señor, la palabra que me dijísteis el otro dia me ha punzado, porque entiendo la dijísteis contra mí; pero si me dais la mano, yo os allegaré grandes haberes. Otorgó el Rey con lo que decia; pidióle tres castillos para allegar el dinero y que sirviesen de prisiones. Con esto visitó los tesoreros de las rentas reales, halló que pagaban libranzas reales á costa, cuándo de la tercera parte, cuándo de la cuarta, como se concertaban con las partes; averiguado esto, llamaba los interesados, decíales si se contentaban con la mitad de aquel cohecho y dejar para el Rey la otra mitad; venian ellos fácilmente en ello por pensar se hallaban lo que el judío les ofrecia que lo tenian por perdido; con esto prendia al tesorero y á sus fiadores, y no los soltaba hasta tanto que enteramente pagaban, con que juntó para el Rey gran tesoro. ¡Oh si se usase hoy de esta maña! Yo aseguro que se sacase gran dinero, porque como los tesoreros compran los oficios, que es grande daño, quieren pagar á costa de las libranzas y juros particulares; el dinero que cobran pónenlo en una granjería, y acaece no pagar en dos ni en tres años, y los que mejor lo hacen, llevan uno ó dos tercios atrasados, y aun de lo que pagan dos ó tres por ciento por la paga, como se conciertan con la parte; desórdenes que se podrian atajar con visitarlos y penarlos como está dicho. Verdad es que no hay ninguno de estos que no tenga quien le haga espaldas en la casa real y en las audiencias que deben entrar á la parte, que es otra miseria y daño; sobre todo convendría que las rentas reales y hacienda se administrasen bien y fielinente; como al presente va, se tiene por cierto que de un escudo no llega á poder del rey medio; como pasa por muchas manos, en cada parte deja algo. El rey don Enrique III de pobrísimo que era, tanto, que aconteció no tener dineros ni crédito para comprarle un poco de carnero, como se cuenta en mi Historia, lib. xix, cap. 14, con mirar él y su hermano el infante don Fernando por sus rentas, llegó y dejó á su hijo gran tesoro. La sexta traza seria cargar las mercadurías curiosas, como brocados, sedas, especias, azúcares y lo demás, y de que por la mayor parte usan

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tre otras cosas el César para sí que le ayudasen estos reinos en cien mil ducados de contado. Respondió el rey Católico que no se podia otorgar con esta demanda, por cuanto el patrimonio real se hallaba empeñado en ciento ochenta cuentos. Cosa maravillosa, las rentas no eran la mitad que al presente, las empresas las mayores que tuvo jamás España y las guerras; vencieron á los portugueses, ganóse el reino de Granada, abrióse la carrera de las Indias, las costas de Africa, reinos de Navarra y Nápoles conquistados, fuera de sosegar el reino y de las otras guerras de Italia, en que siempre se tuvo parte. Con todo eso se queja el buen Rey de estar empeñado en quinientos mil ducados; como tan discreto media el gasto con el recibo, y no queria pasar un pié adelante. Ni basta responder que los tiempos están mudados, sino los hombres, las trazas y las costumbres y el regalo, que todo esto nos lleva á tierra si Dios no pone la mano; esto es lo que yo entiendo, así en este punto como en todos los demás que en este papel se tratan, en especial acerca del principal, que es este arbitrio nuevo de la moneda de vellon, «que si se hace sin acuerdo del reino, es ilícito y malo », si con él, lo tengo por errado y en muchas maneras perjudicial. Si acierto en lo que digo, sean á Dios las gracias; si me engañó mi buen celo, merece perdon, que por alguna noticia que tengo de cosas pasadas me hace temer no incurramos en graves daños, que con dificultad se pueden atajar. Si alguno se desabriere de lo que aquí se dice, advierta que no son peores las medicinas que tienen del picante y del amargo, y que en negocio que á todos toca, todos tienen licencia de hablar y avisar de su parecer, quier que sea errado, quier acertado. Yo suplico á nuestro Señor abra los ojos á los que ponen las manos en el gobierno de estos reinos y los dé su santa gracia, para que sin pasion se dejen convencer de la razon, y visto lo que conviene, se atrevan á ejecutarlo y aconsejario.

los ricos; así lo hizo Alejandro Severo en Roma, de que ha sido siempre muy alabado. Hágase así sobre tapicerías, imaginerías y telas de toda suerte que viene de fuera; porque ó no vendrian, ó dejarian al rey parte de las grandes ganancias que sacan de España. No me quiero extender mas en este punto que tengo tratado mas largo De reg. et reg. institut, lib. ii, cap. 7.o; solo añado que sin duda de cualquiera de estos arbitrios por sí se sacarán mas intereses que los doscientos mil ducados que promete cada un año el papel impreso que yo he visto en favor de la moneda de vellon, y aun no solo la ayuda seria mejor sin ofension del pueblo, antes gran agrado de la gente y ayuda de los pobres y miserables. Si alguno dijere no es maravilla si de presente se acude al arbitrio de que tantos reyes de Castilla, como de su so dijimos, se ayudaron; podriamos responder que Jas rentas reales eran diferentes, no tenian alcabalas ni Indias ni millones ni estanques ni cruzadas ni subsidio ni maestrazgos; los aprietos eran mas graves; los moros á las puertas, debates y guerras con los reinos comarcanos, los ricos hombres alborotados; al presente todo sosegado dentro, en lo de fuera no me quiero embarazar. En Francia el rey Francisco, el primero de este nombre, el año de 1540 bajó los sueldos, moneda muy usada en aquel reino, como nuestros cuartiIlos ó tarjas; pasó en esto adelante el rey Enrique, su hijo, que la añadió mas liga, y aun su nieto Cárlos IX la bajó de ley y de peso; las apreturas eran grandes á la verdad; sin embargo, los daños tan graves por esta causa, que no tienen ni tendrán que llorar duelos ajenos, alterada en gran parte la religion, la gente pobre y consu mida y forzada en gran número á desterrarse de su tierra y entrarse por puertas ajenas. No dejaré de acordar aquí lo que en mi Historia refiero, lib. xxix, tít. 21. Trataba el emperador Maximiliano y el rey Católico de concertarse sobre el gobierno de Castilla, que ambos pretendian por la muerte del rey archiduque don Felipe y la dolencia de su mujer la reina doña Juana; pedia en

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DISCURSO

DE LAS

COSAS DE LA COMPAÑÍA.

Quem librum, qui legat, et hodiernum Ilispaniae statum non ignoret, abesse haud quamquam possit quin MARIANAM divinum hominem fuisse agnoscat (qui, ea quae hodie Hispania experitur, tanto ante ut vates cecinerit, vel certè prudentiam genus divinationis esse intelligat. (BERN. GIRAL. in Apol. pro Senat. Venet. Edita an. 1634.)

ARGUMENTO.

1. Mi intento es, con la gracia de Dios, nuestro señor, poner por escrito en este papel, lo primero la manera de gobierno que tiene esta nuestra congregacion, lo segundo los yerros muchos y graves que en él intervienen, lo tercero los inconvenientes que de ellos resultan, lo cuarto los medios que se podrian tomar para repararlos y para atajarlos. Bien veo la dificultad y riesgo á que me pongo y que no todos aprobarán este asunto. Donde quiera á la verdad la mayor parte de la gente es vulgo, que como tal pone los ojos en lo presente sin cuidar mu. cho de lo de adelante.

2. Además de que en toda congregacion tiene gran fuerza la costumbre. Todos quieren ir por el camino trillado sin reparar en otros inconvenientes; si hay pantanos, procuran pasarios como pueden; si cuestas, subillas aunque sea con sudor y fatiga; de pocos es mirar si se podria echar por otro camino mejor. Sin embargo, confio hay personas deseosas de acertar, que comienzan á barruntar y aun á entender claramente no es oro todo lo que reluce y parece tal, y que en nuestro gobierno hay cosas y puntos en que se puede reparar y de que resu'tan daños y inconvenientes, los cuales procuraré yo poner con tanta claridad, que ninguna persona de juicio sosegado y capaz deje de confesar la verdad.

3. No será necesario encargar al que leyere estos papeles se deje de juzgar de las intenciones, que es reservado á solo Dios, y que mire las cosas por sí mismas para hacer juicio acertado. Si todavía quisiere pasar mas adelante, puede pensar que el que esto escribe es

una de las personas mas antiguas de esta religion y que mas sin tropezar ha pasado su edad, cosa semejane á milagro entre tantos alborotos como entre nosotros han pasado, y que no querrá al cabo de su vida mancillarla con hacer cosa que no deba y por donde Dios sea ofendido y que cause perjuicio á su misma religion.

4. Item, que este negocio y avisos los tiene pensados y aun tratado de muchos años atrás con las personas mas graves de la Compañía, en particular y en juntas y congregaciones, y que si de presente no fuere el fruto el que se desea, podria ser que en ocasion aproveche saber las causas por dónde se encaminaron los daños que resultaron y lo que una persona por quien tantas cosas pasaron y que tantas provincias y libros vió, sintió de la manera y traza con que al presente nos gobernamos.

CAPITULO PRIMERO.

Que puede haber yerros.

5. Nadie se puede maravillar confesemos que hay yerros y faltas en nuestro gobierno, ni escandalizarse por ellos; tal es la condicion de nuestra fragilidad, que va á ciegas en muchas cosas. Extienda quien quisiere los ojos por todo el mundo y verá que donde quiera y en todas partes de él hay faltas y quejas. Esta comun falta tiene mas fuerza en los principios, en que todos los que comienzan á ejercitarse en algun arte siempre hacen borrones; el que aprende á escribir, pintar ó tañer ó cualquiera otro ejercicio. Homero dijo que siempre los mozos, es á saber, los que comienzan, son necios, y en particular de las artes dijo Columela que casi son las pri

meras de su obra: Usus et experientia dominantur in artibus, neque est ulla disciplina in qua non peccando discatur.

6. Esto que se halla en los particulares pasa lo mismo en las congregaciones, que cuando están en su niñez y como en pañales cometen yerros que el tiempo y la experiencia deben corregir y quitar; porque dado caso que el instituto y manera de vivir en comun sea bueno é inspirado de Dios, como quiera que las leyes particulares queden por la mayor parte á la prudencia del fundador y de los que le succedieren, y esta de ordinario sea muy corta, como lo dice la sagrada Escritura, puede faltar y falta mas á los principios. Esto tiene aun mas fuerza en nuestras leyes; porque, como se dirá en su lugar, mas salieron de la especulacion que de la práctica, fuente caudalosa de yerros y cegueras. Sobre todo, que las demás religiones siempre tuvieron otras que imitar, casi todas, y á que arrimarse con su manera de vivir y por cuya huella se encaminaron para llegar al fin que pretendian sin temor de errar; mas los nuestros siguieron un camino, aunque bueno y aprobado de la Iglesia y muy agradable á Dios, como lo muestran los maravillosos frutos que de esta planta se han cogido, pero muy nuevo y extraordinario; traza muy sujeta á tropiezos, á la manera que los que caminan por arenales y por desiertos, donde no se ven pisadas ni camino, corren gran peligro de perderse y de no llegar al fin y paradero de su jornada.

7. Esto sospecho yo fué la causa por que casi todas las demás religiones en sus principios se arrimaron á alguna de las reglas antiguas de San Agustin, San Benito, etc.; tiene esta dificultad mayor fuerza en nuestra congregacion, por cuanto de propósito muchos de los nuestros, por no parecer frailes, se han apartado del todo de las costumbres, reglas, ceremonias y hasta de los vocablos que usan todas las demás religiones, de que por ventura, salvo su instituto, se pudieran aprovechar con humildad y ayudar.

8. No pretendo en este papel revelare oculta dedecoris; pues está claro que las faltas de mi madre forzosamente me han de causar vergüenza y pena, pero será el daño doblado si por excusalla no se descubriesen al médico las llagas para que se ponga el remedio antes que se encanceren y se hagan del todo incurables.

CAPITULO II.

De las dificultades que hay en remediar estas faltas. 9. Si es cosa fácil caer en yerros y faltas, en especial á los principios por las razones que quedan apuntadas, muy mayor es la dificultad que se halla en reparallas. Yo tengo por cierto género de ventura acertar en la fundacion de una congregacion y comunidad; porque lo que al principio parece bueno, la experiencia suele mostrar que es dañoso para adelante y que es forzoso retirarse por una parte, y por otra muy dificultoso el hacerlo, por no decir imposible, mayormente cuando el gobierno se reduce de todo punto á una cabeza, como se hace en nuestra religion.

10. Declaro esto: Las cosas del gobierno son escuras y varias, y de cualquiera camino que se tome resultan convenientes y inconvenientes. La prudencia pide que se abrace lo que tuviere menores daños y que se mire adelante, que los tiempos no son todos unos y lo que hoy reluce mañana desluce; pero como todo esto es tan dificil de averiguar si el que tiene el gobierno tan independiente y absoluto como nuestro general escoge un camino por el mas acertado, será muy dificultoso hacérsele dejar, aunque de verdad vaya errado; la causa es que cada cual favorece su opinion y la tiene por mas acertada.

11. Además de esto, arrímansele otros muchos y los mas; unos por ser del mismo parecer, otros por agradarle, muchos por no tener ánimo para contradecir y contrastar á lo que su superior se inclina, sea por vivir con ellos en paz, sea por no señalarse y desabrir á quien sobre ellos tiene tanto poder y mando. Dejo las pretensiones de conservarse en los oficios los que los tienen y de alcanzarlos los que los desean contra escuadron tan grande y tan cerrado como este ¿quién se atreverá? Quién se adelantará? Si bien fuere un san Pablo, siempre le tendrán por extravagante, por inquieto y perturbador de la paz.

12. Dirá alguno que siempre la razon tendrá su vez y su lugar; eso seria si las cosas del gobierno fuesen tan claras como las demostraciones. Todas ellas, ó las mas, son escuras y que sobre ellas se puede disputar. Pues en las tales bien se echa de ver si uno ó pocos que salen de través podrán prevalecer y convencer á tan gran número de contrarios, armados del poder y asistencia del general y de los demás que están puestos en los cargos, por donde me persuado será milagro atajar los daños hasta tanto que la agua llegue á la boca y que no se pueda pasar adelante, ni aun por ventura volver atrás, por estar todo desquiciado y estragado.

13. Es cosa averiguada que pocos hombres se gobiernan por providencia y los mas por pura necesidad; esto tiene mas fuerza en las comunidades, por ser tantas las cabezas y andar apoderados del gobierno, no los mas capaces, sino los mas entremetidos. Pongo ejemplo: Todos los profesos se debian hallar en las congregaciones provinciales; vieron graves inconvenientes, mudóse de parecer. Item, los profesos no estaban á obediencia de los rectores no profesos; comenzaron los profesos á no ser tan pacíficos ni el rector tan respetado; fué forzoso alterar esta constitucion. Lo tercero, los coadjutores espirituales debian de ser los rectores; experimentóse que los hombres doctos no llevaban bien ser gobernados por los indoctos; la costumbre, en contrario, tiene mudado del todo este punto. Lo cuarto, los coadjutores temporales, conforme al instituto, debian andar en hábito seglar de legos; comenzáronse ellos á amotinar; por ser muchos fué forzoso condescender. De suerte que todo lo que del instituto vemos alterado, que no es poco, todo ha sido por no poder pasar adelante y no por providencia.

14. Sospecho yo que como estos puntos se han alte

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