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por los mas, como es justo, y no acudirian, como acuden, á otros tribunales.

147. Las razones que militan en contrario son las siguientes: La primera, que las constituciones no quieren haya tiempo determinado en la part. 8.2, cap. 2.o; pero aquella palabra in prescntiarum suelta la dificultad; yes averiguado que nuestro padre Ignacio nunca imaginó la Compañía como hoy se halla, ni en ella tan gran número de gente como se ha juntado. Mudadas las cosas y los tiempos, forzoso será acomodar las leyes, que así se hace en las universales de la Iglesia, que se hicieron con mas acuerdo que las nuestras, que se mudan y se alteran conforme á las ocurrencias.

148. La segunda razon, que si la Compañía se juntase, por ventura el Papa nos mudaria algunas cosas de su instituto. Este es el coco con que nos espantan muchos años ha. Yo digo que esto no es cierto, y cuando lo fuese, que es menos inconveniente mudarnos alguna cosa que por este miedo privarnos de un medio tan saludable y que acarrea comodidades tan grandes, como queda dicho.

149. La tercera razon se toma de los gastos que se harán y del desasosiego de los nuestros, que es lo que toca nuestro padre en el lugar citado. Yo digo lo primero, que la gente de la Compañía es tan amiga de gastar, los grandes y los pequeños, que no sé cómo en esto no se repara. Lo segundo, que si el estruendo es tan grande como suele, seria grande el gasto; pero si se introduce que se tomen cuentas, como se hace en otras religiones y se señale un viático moderado y que no gasten á boca de talegon, sobre todo si escogen personas humildes y amigos de pobreza, digo que el gasto podria ser muy moderado y aun por ventura se gastaria menos qua en las congregaciones de los procuradores, si se mira que en las provinciales ya se hace; y en seiscientos ducados que se dice gasta el procurador, hay dinero para ir á Roma tres y mas; y el plazo podria ser mas largo, mayormente que la Compañía, si esto le pareciese, podria señalar para sus congregaciones lugares mas acomodados y que estuviesen mas en medio de las otras naciones que Roma, como seria Lombardía, Francia y Cataluña en España, en que se hallarian, demás del gasto, otras comodidades de consideracion, como en otras religiones se hace, para que entre todas las naciones se reparta el trabajo y los gastos; y no como hasta aquí, que los italianos se están en sus casas, y las demás naciones son forzadas á pasar muchos trabajos y hacer grandes gastos para juntarse en congregacion.

CAPITULO XVI.

De las congregaciones provinciales.

150. Hay otra ocasion muy grande de ofension, aunque se disimula; esta es el poco caso que en Roma se hace de las congregaciones ó capítulos provinciales y de lo que en ellas se propone. Júntanse cada tres años en cada una de las provincias, por decreto de la segunda congregacion y por la modificacion que de aquel de

creto se hizo en la quinta, cierto número de profesos con los rectores y provincial; á las veces personas tan graves, que sin duda en algunas, ni en el número de congregados ni en las partes aventajadas que tienen, deben nada á ninguna de las generales. Toda esta gente y padres tan graves no tienen autoridad de hincar un clavo en una pared; solo pueden elegir una persona que vaya á Roma á dar cuenta de la provincia, ú dos en caso de congregacion general. Pueden otrosi proponer al general ó á la congregacion general, si la hay, lo que les pareciere ó juzgan ser conveniente para el buen gobierno de la provincia, y aun esta libertad se la limitan y estrechan cada dia mas.

151. Lo que mas se siente es que en Roma no se hace caso ó muy poco de lo que se propone de la parte de las dichas congregaciones, antes dicen que hacen burla de ello. Mal se puede, al cierto, llevar que se haga en Roma mas caso de lo que propone un particular, en especial sí es de los confidentes, que de lo que juzga toda una congregacion. Podriase decir mucho de este desórden y abuso. Bastará advertir que la causa de donde procede es el celo grande de llevar adelante su monarquía los de Roma, por donde temen estas congregaciones, por ver que las demás religiones se gobiernan por ellas. Recélanse no se les entren en el gobierno y por eso pretenden desautorizarlas y abatirlas, sin reparar en los malos humores que por esta causa se crian en los estómagos, de que resultan los accidentes y fiebres pestilenciales que vemos.

152. Hay otro inconveniente, que se hacen grandes gastos en juntar las tales congregaciones. Yo aseguro que en esta provincia, en ida y en vuelta de los congregados, en el tiempo y lugar de la congregacion y en la ida del procurador á Roma, que se gastan pasados de dos mil ducados. El efecto es de poca consideracion. Lo mas ordinario es nombrar un procurador que hace antes daño que provecho. Así lo dicen, que pone á sus amigos en los oficios, y no se puede negar, sino que su informacion tiene gran voz en las elecciones, por lo cual los mas juzgan que estas congregaciones se debrian dejar y que no se habian de enviar procuradores á Roma. Lo que yo entiendo es que seria expediente dar mas mano á las dichas congregaciones y mas autoridad por estas ra

zones.

153. La experiencia muestra que desde Roma no se puede acertar y que las informaciones de los particulares no van buenas. Remitirlo al provincial ó visitador tiene peligro de poca satisfaccion por las aficiones particulares ó sospechas de ellas. Parece pues que seria mejor traza que las cosas de la provincia se hagan con consejo y beneplácito de las dichas congregaciones, en que el acierto seria mayor; por lo menos si se errase, no tendrian de qué quejarse como al presente se quejan. Demás de esto, en una comunidad, sea la que se fuere, hay muchas cosas odiosas, como castigos, mudanzas de oficios, depuestos, privacion de púlpitos, de cátedras, por falta de talentos. De estas, si se encargan los superiores, sea el general, sean los demás, quedan desabridos

los súbditos; no los pueden bien gobernar, y aun en ocasion mueven revueltas. El remedio seria que se hiciese todo esto por medio de la congregacion, que ni el particular tendria que quejarse de los superiores, ni la congregacion, por no continuar en el gobierno, tiene necesidad de que los súbditos queden con ella sabrosos.

154. Allégase que el gobierno de la Compañía es muy flaco y sin nervios, como queda dicho otras veces, porque el superior es uno solo y no puede contrastar á tanta gente. Pues ¿por qué no se ayudará de la congregacion, que es como su batallon y puede contrastar á cualquier dificultad por grande que sea? Los de dentro y los de fuera se rinden cuando les dicen que un negocio pasó por toda una congregacion y que los superiores no pueden dejar de ejecutar lo que en ella se estableció.

155. Añado que los pleitos ordinarios son entre el superior, si manda bien, y los súbditos, si obedecen. Para determinar estos pleitos el superior no es á propósito, porque le tienen por interesado. Determinelos la congregacion, que se compone de los mas principales y de las cabezas de la provincia.

156. Por conclusion, á lo que parece será forzoso venir con el tiempo á hacerlo por causa de la muchedumbre, y será gran prudencia prevenirlo y hacerlo antes que se use de fuerza, como creo por cierto que se hará. Que pues todas las religiones van por este camino y en él se hallan bien, parece está puesto en razon que de los muchos senderos particulares que hemos seguido, á lo menos dejeinos aquellos que vemos parar entre males y despeñaderos, y que, á guisa de caminante que dejó el camino trillado, volvamos atrás y le tomemos y sigamos, como mas seguro y de menos afan y mas des

canso.

157. Deséase otrosi comunmente que los provinciales tengan mas mano que tienen al presente en cosas particulares, y que si excedieren ó agraviaren sean con rigor castigados por los visitadores para que no sea menester acudir con cada cosa á Roma; y aun, si para las cosas muy graves pareciese, criar un comisario en estas partes que conozca la gente y le conozcan y acuda con brevedad á las ocurrencias que de sí dan los negocios con tanta dilacion, y los de Roma con tantos negocios forzosamente se confunden. Que esto no es desunir la Compañía de su cabeza, sino buscar traza y órden como en todo se proceda con satisfaccion y acierto y como en grave enfermedad que cada dia mas se empeora mostrar y aun probar diversos medios.

CAPITULO XVII.

De la eleccion de los superiores.

158. Diversas veces se ha tratado que es importante en toda comunidad huir cosas odiosas: Nequa radix amaritudinis sursum germinet, et per eam coinquinentur multi; porque á largo andar los desabrimientos continuados paran en motines y en revueltas, conforme aquello: Concepit dolorem, et peperit iniquitatem. Al contrario de esto hallo yo que en la Compañía hay otras

raíces de amargura: para las personas graves la provision de oficios, que no se hacen con la satisfaccion que han menester; para gente moza las profesiones, piedra en que muchos tropiezan. Tratarémos primero de los oficios, en que hallo yo muy notable daño, que se comenzó en tiempo del padre Everardo y se continúa en tiempo del general presente.

159. Fiados en que la obediencia ha de ser ciega y que se debe obedecer á cualquier superior por estar en lugar de Dios y por respetos que ya quedan apuntados, han encaminado el gobierno de suerte, que, sin embargo de que la naturaleza enseña que el docto debe gobernar al que es ignorante, el viejo al mozo, y el hombre grave al que tiene pocas partes, el noble al que no lo es, de ordinario han seguido lo contrario, que han puesto en el gobierno gente moza, de muy pocas letras ó ningunas y de partes en todo muy medianas. Este desórden no pue de llevarse adelante por ser violento, ni el aceite puede estar debajo del agua, ni puede dejar de dar pena y llevarse mal que el que es menos se anteponga á los que son mas, en que hay otro inconveniente, que como quiera que las letras son lo principal que hay que gobernar fuera de la virtud, andan por fuerza á tienta paredes, haciendo las cosas al revés ó por informacion de otros, que no haya miedo que la tomen de los mas doctos, que antes los temen y se apartan de ellos.

160. Es cosa miserable lo que en esto pasa y los inconvenientes en que en estos años se ha tropezado por estar lo mas alto y lo mas bajo, por la mayor parte, en poder de esta gente. Digo pues que es forzoso poner en razon todo esto y para acertar hacer al revés de lo que en estos años en esta parte se la platicado. Suelo yo dacir que la Compañía está al presente como mercader sin crédito, porque han desacreditado, parece de propósito, á los hombres graves, y los que han querido honrar no son capaces por sus pocas partes, y bien se echa esto de ver en ocasiones y aprietos que se ofrecen. Diferentemente procedió nuestro padre Ignacio, que todos los honraba, y por contentar inventaba nuevos oficios, que si bien se mira, la Compañia no tiene otra autoridad que la de los particulares, ni tenerla ellos la quita al superior, que es un yerro muy grave y muy perjudicial. Si no, mírese entre los soldados si la valentía de los particulares quita el crédito al capitan.

161. Hasta aquí todo este ministerio se reduce al general, y al provincial en cada provincia; porque aunque muestran alguna manera de consulta y de informacion, siempre se quejan que se gobiernan por aficiones y que proveen á sus amigos, sea que el amor hace tenerlos por los mas dignos, sea por tenerlos mas de su mano, y que los otros, bien que de partes aventajadas, quedan olvidados. ¡Fuente caudalosa de desabrimientos y disgustos!

162. Dirá alguno, pues ¿qué otro corte se puede dar? ¿Será bien que esto se ponga por votos como en las demás religiones ? Respondo que yo no soy capaz para dar traza en cosa tan grave. Solo diré que en semejantes elecciones se debe poner la mira en tres cosas. La pri

tendrian parte en las elecciones, que es á lo que forzosamente se ha de venir.

mera, que haya acierto, quiero decir, que se elijan los mejores y los mas dignos. La segunda, que haya satisfaccion de parte de los súbditos. La tercera, union, quiero decir, que se haga sin alborotos ni sobornos.

163. Como hoy se hacen las elecciones, no parece que hay el acierto que se desea por la falta de informaciones verdaderas y porque no se pone tanto la mira en las partes aventajadas que uno tiene como en que esté unido con el general y provincial, y así de ordinario se da en gente menuda, que se deja menear al beneplácito de los superiores ó mayores. De donde se ve no puede haber ni hay satisfaccion, sino murmuraciones ordinarias y quejas. La union, que es el tercero requisito, bien se halla en lo exterior, porque se reduce todo á uno, pero los ánimos quedan desunidos ya y con poca satisfaccion.

164. Si las elecciones se hiciesen por votos como en otras religiones, el acierto no seria mucho mayor, porque siempre en las comunidades los imperfectos son mas en número; y como no se pueden pesar ni calificar los votos, á veces salen las elecciones torcidas. La satisfaccion todavía es mayor, porque al fin no tienen de qué quejarse, porque ellos por sus votos eligieron el que les pareció. En la union hay mayor falta por ser ocasionadas estas juntas y manera de elegir á parcialidades, negociaciones y sobornos.

165. Sospecho yo que si se tomase del uno y del otro modo lo mejor y se ayudase, como queda dicho de suso, la monarquía de la aristocracia, se podria acudir á todo, quiero decir, que en cada congregacion provincial se nombrasen cuatro ó seis de los mas graves y antiguos, que como consultores del provincial ó como difinidores junto con él nombrasen los superiores y el general los confirmase, sin embargo que alguna vez por causas urgentes podria alterar algunos de los nombrados.

166. Dije como consultores del provincial, porque no seria muy fuera de propósito que, como toda la Compañía da al general sus asistentes, así cada provincia señalase los consultores al provincial. De lo cual se seguiria por lo menos que el acierto seria mayor. Porque los padres graves tendrian mas noticia de todo y de todos y darian sus votos mas libremente como menos dependientes del provincial. La satisfaccion seria todo cuanto se pudiera desear, pues la misma provincia y los congregados de ella, por medio de aquellos pocos padres, nombrarian todos los superiores. En la union no se sentiria falta por ser pocos los señalados y los mas graves de la provincia, en que á mi ver se hallaria otra comodidad mayor, que se excusaria una infinidad de memoriales y de informaciones que van á Roma y que forzosamente allá se confunden, por no decir de los gastos.

167. Item, que mudados estos padres en cada congregacion, el gobierno se extenderia mas que al presente se hace y no estaria entre tres ó cuatro, como de ordinario se quejan. Que esta traza sé yo que ordinariamente se desea y se ha deseado muchos años atrás por personas de mucha virtud y prudencia. Con que las provincias

CAPITULO XVIII.

De las profesiones,

168. La otra raíz de amargura para la gente moza son las profesiones, que no parece sino que el demonio ha derramado por los corazones, en lugar de la dulzura que teniamos, un acíbar muy amargo. Porque lo primero hay muchos grados en la Compañía, cosa que no hay en religion alguna: unos son profesos de cuatro votos, otros de tres, otros coadjutores espirituales, otros temporales, que es el cuarto grado. Estas diferencias tan grandes podíanse llevar entre pocos cuando la Compañía era toda como una casa y el superior gobernaba como padre y los conocia á todos y todos se fiaban, así de sy esto, como de que los amaba, que claro está que el padre á un hijo viste de verde, á otro de rojo, y todos callan y los acalla con facilidad. Mas en tanta muchedumbre como han entrado en la Compañía por consiguiente el gobierno no puede ser tan paterno, ni sé si tanta diferencia de grados se podrá llevar adelante.

169. Nuestro Padre ordenó sus cosas como para poca gente, como ve claro en sus bulas y constituciones, y para hombres perfectos. Si lo uno y lo otro se muda, forzoso será templar las leyes, que no podrán servir las mismas para todos tiempos, y tanta diversidad en el número y las costumbres como puede haber.

170. Demás de esto, el tiempo de la profesion no está determinado por ley, sino mas o menos, como el superior se contente, costumbre que no es de sola nuestra Compañía, sino de las demás religiones en sus principios, en especial de la de Santo Domingo, como se refiere en la crónica de esta órden; lo cual continuó hasta los tiempos de Inocencio IV, que mandó no se alargase el tiempo de la profesion mas del primer año de la probacion y noviciado. Debrian de hallar algunos inconvenientes en que la profesion fuese vaga, cuales nosotros experimentamos en gran parte.

171. Uno es que, como la puerta está abierta tantos años, muchos se vuelven atrás, que si se vieran atados, no pensaran en cosa semejante. Otro, que muchos sugetos y muy buenos por este camino se hacen inútiles, que ni son buenos para religiosos, ni para seglares por la infamia que toda la vida los sigue por haber faltado en su vocacion. Otro, que por este camino se hinche el mundo de clérigos mendicantes, queja de muchos prelados. Si los proveen de beneficios, desasosiegan con el ejemplo á los de dentro; si no los proveen, mueren de hambre. El cuarto, de engaños, que algunos entran en la religion para comer, estudiar y salirse al mejor tiempo á pretensiones seglares: daño que cada dia se aumentará mas. El quinto, de quejas ordinarias, que se procede en esto con aficion y que hay aceptacion de personas. Cada dia este punto se hace mas áspero.

172. Al principio con pocos años se daba la profesion y aun rogaban con ella. Al presente acaece estar

uno veinte y treinta años en la Compañía y no se la dan. A cada uno parece que no es menos que su compañero, y no hay marca con que esto se mida y que se guarde con todos. Por lo que dicen que para la profesion de cuatro votos es menester que las letras sean aventaja das, ni antiguamente se guardó ni hoy con muchos se guarda, que se pudieran aquí nombrar y señalar con el dedo. A cada cual parece que sabe lo que basta y que no tiene menores partes que el que adelantan. Con esto se persuaden que no es falta suya el no admitirlos á la profesion, sino por no tener amigos.

173. Temo grandemente que los inconvenientes que resultan de esta desigualdad en las profesiones han de aumentarse de suerte, que nos quiten la libertad de despedir los sugetos que los superiores tienen por tantos años y que nos abreviarán el tiempo y lo reducirán á alguna uniformidad mayor que la que al presente usamos. Muchas trazas se han dado para acertar en esto. . 174. Yo seria de parecer que en este punto se diese mano á las congregaciones á la manera que se dijo de las elecciones de superiores, que de esta suerte el odio y amargura de los particulares no cargaria sobre el general y provincial, que deben tener antes á los súbditos muy sabrosos. Y este punto de las profesiones tan importante y substancial de nuestro instituto se podria llevar adelante sin violencia ni porfía, y aun el acierto en escoger los mejores sin duda seria mayor, por ser las personas de la congregacion ó por ella señaladas las mas antiguas y mas graves. Con que finalmente se excusaria un tropel de informaciones que van por el aire á Roma, de tantas particularidades y con tales interrogatorios, que es grima ponerse á responder ni escribir sobre cosas semejantes, que aun mas parecen infamaciones de sus contrarios que informaciones caritativas.

CAPITULO XIX.

De las leyes.

175. Las leyes de esta Compañía son muchas en demasía, y como no todas se pueden guardar ni aun saber, á todas se pierde el respeto. Hay constituciones, hay reglas, decretos de congregaciones, visitas y sobre todo ordenaciones de Roma sin número y sin cuenta. Yo aseguro que pasan de millares, que para tan poco tiempo es mucho en gran manera. Hanse mudado muchas veces, en especial las reglas, cosa que deshace mucho la autoridad de las leyes, que consiste mayormente en el uso que hay de guardarlas y en su antigüedad. La mayor parte ha salido de la especulacion. Por lo menos las constituciones y reglas que se publicaron en Roma, año de 1550, y en España cuatro años adelante.

176. Como quiera que las leyes acertadas han de resultar de la práctica, porque son como las medicinas, que se inventaron despues de conocidas las dolencias, imagino yo que hacer leyes á una comunidad en los principios, en especial tantas y de tantas menudencias, es como si el padre luego que le nace el hijo, le cortase vestidos para todas las edades, que seria maravilla acer

tar, por salir el cuerpo ya mayor ya menor de lo que al principio se pensó; y seria mayor yerro porfiar á que usase de aquellos vestidos porque se los dejó su padre cortados. Que si el cuerpo de la Compañía se diferencia de como su Fundador lo imaginó y trazó, grande yerro será porfiar que se vista de las mismas leyes que al principio se hicieron para cuerpo desemejable.

177. Hay otro inconveniente, que en nuestras leyes de ordinario nos apartamos del derecho comun. No hablo del instituto, que claro está que sigue camino particular, pero bueno y aprobado, sino de las leyes particulares y constituciones, de compras, ventas, elecciones, profesiones, escrituras, que casi todo va fuera de lo que los cánones establecen.

178. Yo entiendo que el derecho comun es como el camino real, que por hallar en otros senderos barrancos ú despeñaderos, de comun consentimiento se tomó aquel camino por el mejor. Trae muchos inconvenientes seguir caminos particulares, especialmente en tantas cosas: uno es de no acertar, como de suso se tocó, por no llevar guia ni rastro que seguir. Otro, de causar ofensas y que la gente nos murmure y nos persiga, como nos ve tan particulares. Muchas religiones se han levantado despues de la nuestra ó poco antes, y todas juntas no han sido tan perseguidas como ella. Puédese sospechar ser esto una de las causas principales.

179. De aquí proceden los miedos de que nos alteren el instituto, de estar el gobierno sin nervio y no acudir al remedio de las congregaciones generales. Deséase que la Compañía se arrimase mas al derecho comun, en cuanto fuera posible, salvo su instituto. Pongo ejemplo: El que no es profeso por derecho comun no puede ser prelado en la religion: nuestro padre ordenó que los rectores puedan ser de los no profesos y que de ordinario fuesen de los coadjutores. Pero esto era porque los profesos no podian estar en los colegios; que si por alguna necesidad residiesen en ellos, no querria que estuviesen á la obediencia de los dichos rectores, que era todo conforme á derecho comun.

180. Alteróse esto en la tercera congregacion general, que decretó que los profesos fuesen sujetos á los superiores no profesos. ¿Cuánto mas conforme á derecho fuera que pues tan gran número de profesos no pueden estar en las casas por ser ellas pocas, en que sin duda se echa de ver que este cuerpo está notablemente mudado, que los rectores de los colegios sean profesos? Allégase á esto que siempre nos hemos apartado de lo que las demás religiones hacen; como quiera que fuera justo nos ayudáramos de su experiencia y advirtiéramos que ellas tambien debieron de considerar y aun probar los caminos que llevamos, y los dejaron por tropiezos que en ellos experimentaron.

181. De aquí viene que toda la vida se pasa en pruebas. Ni tenemos las cosas asentadas, ni sabemos administrar las haciendas ni queremos aprender; que la misma muchedumbre de leyes es ocasion de esta variedad, porque casi en todas se dispensa, no solo por el general, sino por los otros superiores. Demás, por re

ducirse todo á una cabeza, que es parte de la Monarquía, como los juicios son diferentes, hoy anda el colegio de una color, mañana la provincia de otra; hoy de verde, mañana de rojo; bien que de presente no es tanta la variedad como solia ser el tiempo pasado.

repartida de suerte, que á todo se acude lo mejor que nuestras fuerzas alcanzan. Arrímansenos á estas ocupaciones con título de piedad otras muy improprias, mas seglares que espirituales.

185. La importunidad de la gente es mucha, y como nos ayudan con sus limosnas, quieren que en todo les ayudemos. En sus casamientos, en hacerles sus testamentos, en favorecerles en sus pretensiones con señores, en sus pleitos y trabacuentas con los jueces, hasta en proveerles de regalos y de las cosas necesarias para sus casas nos ocupan. Es cosa maravillosa lo que cargan. Sospecho que algun dia querrán les sirva

182. Dirá alguno, ¿en qué forma se podrian reducir las leyes á menos? Digo que diversas veces se ha trabajado en esto y se ha procurado á instancia de la misma Compañía aliviar esta carga tan pesada, mas poco efecto se ha hecho hasta aquí. Creo yo que muchas menudencias se podrian excusar, como la regla de no hacer en público mortificaciones, la de no salir de la cámara sino decentemente vestido, la de oida la campana acudir lue-mos, si ya no se hace, y hacer de cocineros y barrende→

go, la de echar la bendicion á la comida, la de no salir de casa sin licencia y con el compañero que el superior señalare, la de no tocar la campanilla de la portería ni mas veces ni mas recio de lo que conviene, la de la abstinencia los viérues, en las cuales muchas se podrian cercenar con ordenar que los usos de las casas de la Compañía se guarden.

183. Otro medio se me ofrece, que la visita y las órdenes de Roma se enderezasen solo á que las constituciones y reglas se guardasen, que es lo que practicaba nuestro padre Everardo, sin hacer nuevos comentarios sobre ellas ni nuevas órdenes. Pongo ejemplo: La constitucion ordena que para imprimir un libro lo vean tres de la Compañía, que era harto grande recato y aun graveza nuestro padre general, no contento con esto, ha sobre esta constitucion hecho mas de doce ordenanzas, todas sin necesidad, que con proveer que los provinciales sean tales y los que ven los libros sean personas enteras, se acude á todo sin tantas novedades y alteraciones, que no sirven sino de que las personas graves se retiren por ver tantas dificultades y que salgan á plaza solo la gente menuda, que por mostrarse rompe todo. Las impresiones han acreditado mucho la Compañía estos años; no es justo dificultar esto y dificultarlo con tantas trazas. Si algun abuso hay remediarle, castigarlo, y no á cada trique nueva ley y traza. El Consejo Real para dar licencia para imprimir nunca muda estilo de que se cometa á uno, si bien muchos usan mal de esta traza, sino castiga al que excede, y con esto pasa.

CAPITULO XX.

De los negocios.

184. Muchos negocios cargan los de la Compañía. El instituto se extiende y abraza gran número de obras. Predicar, confesar, misiones, cárceles, hospitales, enfermos; la enseñanza de la juventud en letras humanas y en las ciencias mayores, hasta bajarse en algunos lugares á enseñar los niños á leer y escribir; pues la doctrina cristiana para ignorantes muy proprio ministerio és de la Compañía. Cada asunto de estos bastaba para ocupar mucha gente, pero como son proprios, la gracia del instituto ayuda para que se cumpla con ellos, sin que el espíritu se ahogue, que es lo que en el primer lugar se debe procurar, mayormente que la gente está

ros, con decir que son obras de piedad, con que los nues. tros se aseglaran y andan mas de lo que seria razon fuera de casa, lo mas ordinario ocupados en estos negocios de amigos ó parientes ó gente que se nos encomienda.

186. El abuso pasa tan adelante, que á título de confesores muchos señores, así eclesiásticos como seglares, traen tras sí y en su compañía y adonde quiera que van personas de los nuestros, no de otra suerte que si fuesen sus capellanes. Vanlos á confesar á sus casas á ellos y á su gente y á decirles misa en sus oratorios, sin otras cosas en que se sirven de ellos. En sola la corte de Valladolid deben de ser mas de doce padres los que en esto andan embarazados. Puede sospecharse que esto procede mas por via de estado para autorizarse que de devocion, fuera del barato; que sin duda cuesta menos que si de alguna universidad trajesen alguna persona grave para servirse de ella.

187. De aquí proceden negociaciones no muy decentes, atrévense algunos de estos padres con el favor que sienten en estos señores penitentes á hacerse poco observantes y aun hacer punta á sus superiores, como cada dia se experimenta. Plutarco hace un tratado en que prueba que los filósofos deben tratar con los principes, mas la demasiada comunicacion ningun hombre cuerdo la aprueba ni aprobará. La religion de Santo Domingo debió de sentir este desórden á los principios, que forzó á hacer en un capilulo general un decreto que ninguno de aquella religion pudiese seguir á ninguno de estos personajes. Creo yo que la Compañía se verá en la misma necesidad y aun de quitar al general la autoridad de dispensar en esta parte.

188. Entre tanto yo no veo otro remedio sino tener ganados los padres antiguos y graves y honrallos, porque sospecho que el descuido en esto y otros disgustos ordinarios son ocasion de que algunos se quieran honrar por medios tan extravagantes como son estos, y aun por ventura fortificarse para vengarse de los que á su parecer los tienen agraviados.

189. Dirá alguno que no hay oficios ni honras para todos. Verdad es, pero extiendan las honras á mas, y serán menos los desabridos, á lo menos dése traza que no tengan que quejarse del general y provincial.

190. Dirá otro, que por el mismo caso se muestran indignos de los oficios. Digo que es verdad, pero que antes que se entonen se podria ver y probar de ganar con

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