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sicion se hiciese justicia, y los malos fuesen castigados, y los inocentes no padeciesen; guardando los sacros cánones y derecho comun que de esto habla, Y que los jueces inquisidores fuesen generosos, de buena fama y conciencia, y de la edad que el derecho manda. Y que los ordinarios sean los jueces conforme á justicia..

,,Refiere estas Córtes Fr. Prudencio de Sandoval, obispo de Pamplona, en la historia de la vida y hechos del emperador Cárlos v."

Núm. 6. Convencion y contrato entre el rey Henrique iv y el reyno pa ra la persecucion de los hereges.

está en

En el tomo xvIII y xix de la Recopilacion de las Córtes, que el archivo de ellas, al fol. 1 se encuentra una solemne concordia, hecha en Medina del Campo año de 1464 entre el reyno y el rey Henrique IV cu. yo original se conservaba en el archivo de Escalona, en la qual se dice al fol. 32, §. 4, lo siguiente:

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Otro sí: por quanto por parte de los dichos prelados é cabaleiros, fué notificado al dicho señor rey que en sus reynos hay muchos malos cristianos é sospechosos en la fe, de lo que se espera gran mal é danno de la religion cristiana, é suplicaron á S. A. que les diese gran poder é ayuda para poder encarcelar é pugnir los que fallasen culpantes cerca de lo susodicho, é que su sennoría con su poder é mano armada los ayude é favorezca en el dicho negocio, é pues los bienes de los dichos heréticos han de ser aplicados al fisco, de S. A., suplicáronle que S. A. mande diputar buenas personas, para que reciban los tales bienes.... Por ende por el poder que tenemos é en favor de nuestra santa fe católica, ordenamos y declaramos, é pronunciamos, é suplicamos á dicho señor rey, que exhorte é mande, é por la presente nos exhortamos, é requerimos por la mejor manera é forma que podemos é debemos, á los arzobispos, é todos los obispos de estos reynos, é á todas las otras personas á quien pertenece inquirir é pugnir la dicha herética pravidad, que pues principalmente el encargo sobredicho, es de ellos con toda diligencia, pospuesto todo amor, é aficion, é odio, é parcialidad, é interese, fagan la dicha Inquisicion por todas las cipdades, é villas, é logares antirealengos, como sennoríos, órdenes, é abadengos, é behetrías do supieren que hay algunos sospechosos é defamados de heregía, é non viven como cristianos católicos.... Segun lo que acerca de ello los santos cánones dispo nen.... Ordenamos, é declaramos que el dicho sennor rey, dé é mande dar todo favor é ayuda en todas las cartas é provisiones á los dichos arzobispos, obispos, é personas susodichas, que para el bien del negocio fueren necesarias.... é que su sennoría non consiența, nin dé lugar á que sean perturbados ni empachados de la pugnicion, é exicucion de lo sobredicho, y que las provisiones, sean nulas y declaradas subrepticias. En los capitulos v y vi se confirma lo mismo, encargando que á las personas que entiendan en este negocio, se les guarden sus preeminencias &c." * ་

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Núm. 7. En los anales de Aragon, compuestos por Gerónimo Zurita, tomo IV, impreso en Zaragoza por Diego Dormer año de 1668, al libro xx, capítulo XV, folio 341, dice:

Quando el rey tuvo Córtes á los aragoneses en la ciudad de Tarazona en el año pasado de 1484, se juntaron con el prior de Santacruz, inquisidor general de los reynos de Castilla, Aragon y Valencia, y del principado de Cataluña, algunas personas muy graves y de grande autoridad para asentar

la órden que se habia de guardar en el modo de proceder contra los reos del delito de la heregía, y contra los sospechosos de ella por el santo oficio de la Inquisicion. En aquella congregacion asistieron entre otros Alonso de la Caballería, vice-canciller de Aragon, D. Alonso Carrillo, Andres Sart, Martin Gomez de Pertusa y Felipe Ponce, doctores en decretos. Esto fué á 14 del mes de abril, y á 4 del mes de mayo el inquisidor general proveyó por inquisidores apostólicos de este reyno á Fr. Gaspar Inglar, de la órden de los Predicadores, y á Pedro Arbues, canónigo de la iglesia metropolitana de Zaragoza, maestro en la sagrada teología, y en el mismo tiempo se proveyeron inquisidores apostólicos para la ciudad y reyno de Valencia... Se publicaron los edictos de fe. Despues de esto, estando el rey en Sevilla, á 29 del mismo mes de noviembre hubo en aquella ciudad una muy señalada congregacion de personas de grande religion y doctrina, que se juntaron por mandado del rey con el inquisidor general, y con los inquisidores de Sevilla, Córdoba, Ciudad Real y Jaen, para introducir la forma que se habia de guardar quanto al modo de proceder en las causas de fe. Nombráronse para Aragon los oficiales necesarios....; asentóse el tribunal del Santo Oficio en esta ciudad...., y ante todas dieron sus letras para que los oficiales reales y los diputados del reyno y señores temporales prestasen el juramento canónico de dar favor á las causas de la fe, y favorecer el santo oficio de la Inquisicion; y á 19 del mes de setiembre siguiente del mismo año le hicieron en la iglesia mayor.... Luego mandaron publicar los inquisidores sus edictos, y el rey dió su salvaguardia real á los inquisidores, recibiéndolos debaxo de su amparo, y á sus oficiales y ministros.... Comenzáronse á alterar y alborotar los que eran nuevamente convertidos del linage de judíos, y sin ellos muchos caballeros y gente principal..... procurando impedir y perturbar el exercicio de aquel Santo Oficio, por haber algunas inhibiciones y firmas del justicia de Aragon sobre los bienes, entendiendo que si la confiscacion se quitaba no duraria mucho aquel oficio; y para alcanzar esto ofrecieron largas sumas de dineros, diversas dadivas y promesas, insistiendo en procurar se proveyese la inhibicion del oficio del justicia de Aragon, y nunca la quiso otorgar Tristan de la Porta, que era lugarteniente del justicia de Aragon.... Estando el rey en la ciudad de Córdoba, las personas que enviaban particularmente á la corte, allende de los que fueron por los estados del reyno, trataban con los privados y principales ministros del rey, para que se pusiese remedio en sus pretensiones, y publicaban que se les daba mucho favor, y con una obstinacion diabólica deliberaron de executar lo que diversas veces se proponia en sus ayuntamientos, que un Juan de la Abadia, hombre furioso y facineroso, tomase á su cargo de haber personas que se encargasen de matar el inquisidor Pedro Arbues de Pila, y á Martin de la Raga, asesor del Santo Oficio, y á Micer Pedro Frances, ó á dos de ellos, ó al inquisidor, y tomó aquel por principales ministros á un Juan de Sperandeo, hijo de Salvador de Sperandeo, que estaba preso en la inquisicion, y era hombre de oficio muy baxo y vil, con otros varios, los que deliberaban matar á aquellos tres, que eran los principales ministros que llevaban á su cargo el gobierno del oficio de la Inquisicion, y que al inquisidor le matasen en la claustra de su iglesia, y tuvieron sobre ello un ajuntamiento de muchos de los mas principales en la iglesia del Temple, y despues se juntaron sobre lo mismo en las iglesias de Santa Engracia y de nuestra señora del Portillo; y

finalmente resolvieron que no se pusiese dilacion en matar al inquisidor, porque tuvieron un dia á punto de echar en el rio á Martin de la Raga, asesor del Santo Oficio, y no lo pudieron executar.... Y con efecto, una noche á las horas de maytines entraron en la iglesia Juan de la Abadia Y sus compañeros; y puestos en dos quadrillas, unos á la puerta mayor de dicha iglesia, y otros por la que llaman de la Prebostía, aguardaron, hasta que el bienaventurado varon entró por la puerta de la claustra, y se puso debaxo del púlpito, á la parte de la epístola... y así como le vieron acudieron á él, y le dieron una cuchillada por la cerviz, y Juan Sperandeo, que estaba cerca, arremetió para él con la espada desenvaynada, y le dió dos estocadas; diciendo el inquisidor loadɔ sea Jesucristo, que yo muero por su santa fe; y aquel sacrilego entonces echó mano al puñal para degollarlo, y habiendo caido en el suelo, lo dexó creyendo que era muerto... habiéndose cometido el caso mas atroz que se executó en esta ciudad, despues que fué destruido en ella el paganismo; antes que amaneciese hubo gran turbacion y tumulto, dando voces diversas personas del pueblo por las calles diciendo: á fuego á los conversos que han muerto al inquisidor; y fué tan grande el estruendo y alteracion de la gente armada que concurria á la iglesia mayor, como si ardiera en llamas, ó fuera entrada la ciudad por los enemigos, y la gente estaba tan conmovida, que hubo de salir D. Alonso de Aragon, arzobispo de Zaragoza, con un caballo por la ciudad, y se tuvo grande temor que no llevasen á cuchillo los principales conversos. Jamas en las horas que vivió aquel santo varon dixo palabra ninguna contra los matadores, y siempre estuvo alabando á nuestro Señor, hasta que le salió el alma, que era un jueves á 14 de setiembre, á la media noche, casi á la misma hora que habia sido herido la noche antes... El sábado siguiente, á hora de vísperas, fué sepultado el cuerpo de aquel santo varon en la misma parte y lugar donde habia caido de las heridas.... Dióse poder por el inquisidor general de inquisidores apostólicos para esta ciudad y reyno de Aragon, despues de haber sucedido este caso, á Fr. Juan Colivera, de la órden de Predicadores, y á Fr. Juan de Colmenares, abad de Aguilar, de la órden del Cistel, y al Maestro Alonso de Alarcon, canónigo de Palencia, y con provision del rey, y por orden del inquisidor general, asentaron el tribunal del santo oficio de la Inquisicion en el palacio real de la Aljafería, como en señal de perpetua salvaguarda real, y fe pública, debaxo de la qual el rey y sus sucesores habian de amparar este santo ministerio, que se habia introducido en este reyno con la sangre y martirio de aquel bienaventurado varon.... cuyo ministerio, segun pareció, fué ordenado por la Providencia y disposicion divina, pues no fué mas necesario en aquellos tiempos contra el judaismo, que en estos que se han levantado tan perniciosas heregías, de que la iglesia católica es tan perseguida, y se recibe tanta diminucion en la cristiandad, pervirtiéndose no solamente diversas regiones y provincias, pero grandes y muy extendidos reynos, y que para mayor edificacion de los fieles se procediese con grande rigor en los delinqüentes y extirpacion de la heregía."

Núm. 8. La seráfica doctora Santa Teresa de Jesus, compatrona de España, en el libro de su vida, capítulo xxxIII, número 3, dice así:

,, Tambien comenzó aquí el demonio, de una persona en otra, á procurar se entendiese que habia yo visto alguna revelacion en este negocio, é iban á mí con mucho miedo á decirme que andaban los tiempos recios, y

que podria ser me levantasen algo, y fuesen á los inquisidores. A mí me cayó esto en gracia, y me hizo reir (porque en este caso jamas yo temí, que sabia bien de mí, que en cosa de la fe, contra la menor ceremonia de La iglesia que alguien viese yo iba, por ella, ó por qualquier verdad de la sagrada Escritura, me pondria yo á morir mil muertes), y dixe que de eso no temiesen, que harto mal seria para mi alma, si en ella hubiese cosa que fuese de suerte que yo temiese la Inquisicion, que si pensase habia para que, yo me la iria á buscar; y que si era levantado, que el Señor me libraria y quedaria con ganancia."

La misma santa madre en la carta xxxIII del comento hecho de ellas por el Rev. P. Fr. Antonio de San José, carmelita descalzo, en el número 6 que empieza: Paréceme que ese &c., trata á los inquisidores de ángeles: sobre lo que dicho comentador dice así:,,, Así llamó por cifra á los señores inquisidores, en cuyo santo tribunal estaba entonces el libro de su vida como en contraste de la verdad y crisol de la fe, donde mereció - la decorosa calificacion."

Se hubo de escribir esta carta por el año de 1580, quando estaban tanto mas recientes que ahora las memorias de los sucesos que refiere Zurita, y es una comparacion muy propia la de la Inquisicion é inquisidores con los ángeles, pues como estos se hallan encargados de la guardia y custodia de los reynos y de los hombres, así aquella de la de los pueblos en que han sido admitidos para preservarlos de los peligros de errores y heregías, que tanto han cundido en otros, y que sofocados por la santa Inquisicion en sus principios donde ha estado establecida, es inexplicable el bien que ha hecho impidiendo tanto mal. Aun en nuestros dias, en que quizá la mayor falta que pudiera imputarse á la Inquisicion, seria la demasiada indulgencia ó tolerancia y sufrimiento. La beata de Cuenca que á tantos seduxo, hubiera podido seducir á otros muchos; y no siendo el mal corregido tan pronto, se hubiera podido extender como otros.

Núm. 9. Resulta de la historia del rey D. Hernando el Católico, escrita por D. Gerónimo de Zurita, impresa en Zaragoza por Diego Dormer, año de 1670, tomo vi, folio 99, capítulo xxix, que trata de la alteracion y escándalo que se movió en la ciudad de Córdoba por causa de las personas que estaban presas por el santo oficio de la Inquisicion, y dice:

,,Fueron presos, en vida de la Reyna Católica, muchas personas por el santo oficio de la Inquisicion que eran inculpadas de haber cometido diversos delitos de heregía, judayzando y apostatando de nuestra santa fe católica, cuyas causas pendian por haber recusado los jueces. De los reos se llevaron á Toro en gran número, porque el inquisidor general y el consejo residian en aquella ciudad, y ellos pretendian que habian sido inculpados falsamente infinito número de personas de los reynos de Castilla y de la Andalucía, que eran descendientes del linage de judíos, y deponian diversos testigos contra ellos haberse ayuntado á ciertos sermones y ceremonias judaycas. Teníase por muy cierto que muchas personas que estaban convencidas de haber cometido el delito de la heregía, por confundir y turbar las testificaciones y procesos, y evadir las penas del derecho canónico, y salvar sus deudos, habian testificado de muchos que parecian ser muy libres de semejantes delitos, así por ser cristianos de

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natura, como por otras probanzas jurídicas que se manifestaban en su favor, y que hacian partícipes de los delitos de que ellos eran inculpados y convencidos otras personas extrañas. De esta malicia y corruptela se siguió que dieron por sospechosos á los jueces, y los recusaron; y trabajaban por vias muy exquisitas de turbar, no solo los negocios, pero el modo de proceder que está dispuesto por los sagrados cánones con el favor de la entrada del rey D. Felipe en Castilla, y hallaron buen aparejo para que se entremetiesen en aquella jurisdiccion personas seglares, como en otros negocios profanos y así se atribuia por el pueblo haberlo castigado nuestro Señor con la mudanza que hubo en el Gobierno. Mas no embargante esto, el arzobispo de Toledo y el condestable eran de parecer que el rey debia remediar una cosa tan árdua y tan importante como esta: entendiendo que solo esto bastaba para impedir todo lo que se procuraba de asegurar su ve nida, y trabajaron que se hiciese instancia con el Papa, que revocase la comision y poder del inquisidor general al arzobispo de Sevilla, y se cometiese al de Toledo, lo que él deseaba grandemente con el capelo, y aun la gobernacion de Castilla, si la pudiese haber. Por esto habia algu nas sospechas que en lo secreto el arzobispo de Toledo se inclinaba mas á 'procurar la venida del príncipe que la del rey su abuelo; pero entreteníale el rey mañosamente, con esperanza que se trataba con la reyna que le diese poder para gobernar el reyno, porque el arzobispo tenia un ánimo que se remontaba en tan grandes pensamientos, que eran mas de rey que de frayle; y lo que ponia mayor admiracion, que con todo esto no perdia punto de l que debia obrar un gran religioso. Los que favorecian á los presos por el Santo Oficio, y eran de su ralea, procuraron en todas las ciudades que fuesen elegidos procuradores de Córtes de su opinion: y adonde no se podia recavar con votos, comprábanlos con dinero; y como era gente muy caudalosa, con la bolsa que tenian para esto corrompian á grandes y menores, y publicaban que el conde de Cabra y el marques de Priego tomaban la defensa de esta gente contra el Santo Óficio, para perseguir al licenciado Diego Rodriguez Lucero, á cuyo cargo estaban las causas y negocios de la Inquisicion de Córdoba, y pedian que fuese preso, para que se procediese contra el. Tambien los dos cabildos de la iglesia y de la ciudad enviaron á D. Francisco de Mendoza, arcediano de Pedroche, y á D. Pedro Ponce de Leon, á Sevilla, para que el arzobispo hiciese justicia de Lucero y él les respondió que si le diesen informacion mandaria proveer como conviniese al servicio de Dios, y señalóles jueces que no los pudiesen recusar. Pero estaban tan alterados y con tanta pasion, que ninguna provision les satisfacia; y pasaron con su atrevimiento tan adelante, por estar el reyno en tanta turbacion, que levantaron el pueblo, y se movió gran escándalo en la ciudad, y se pusieron en armas con tanto alboroto, que apellidaron el pueblo contra los oficiales del Santo Oficio, y prendicron el fiscal y un notario, y entraron con gente armada en el alcázar, adonde residian los inquisidores, por poner en libertad á los presos, y tras aquella ciudad se pusieron en todo el reyno en bando, unos en favor de los presos, y otros por favorecer la causa de la fe, y por amparar á los inquisidores en el libre exercicio del Santo Oficio."

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Y en el mismo tomo vi, libre vu, folio 106 vuelto, al capítulo xxxve, dice entre otras cosas:

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