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dramáticas, y entendía más de animarlas con calor de afectos ardientes, con el interés de una intriga bien enredada, o con música de versificación melodiosa, que con pintura profunda o delicada de caracteres o de costumbres.

Otras composiciones dramáticas de García Gutiérrez, menos en número y también menos celebradas -de seguro menos notables-, se inspiran en la realidad social de su tiempo y son también o de simple intriga como Los Desposorios de Inés, o pasionales, como Magdalena, o cuadros de costumbres, como Una Criolla, o comedias de carácter, como Sendas Opuestas, o, en fin, de tesis social y moralizadora, como Eclipse Parcial. Tienen contra si todas ellas el temperamento del vate y la calidad de su estilo, adecuados a empresas y situaciones extraordinarias, como suelen ofrecerlas tiempos y lugares lejanos y en cambio menos aptos para casos de la vida contemporánea, que requieren más bien la prosa.

y no deja de

Se ha notado por algún crítico ser curioso la preferencia marcada de este poeta por asuntos mediterráneos en sus composiciones históricas, y así El Rey Monje, El Encubierto de Valencia, Simón Bocanegra, Venganza Catalana y Juan Lorenzo, sus mejores y más conocidos dramas de este género, toman sus asuntos en la historia de Aragón y de Italia. Pero es bien recordar que otros dramas suyos, demasiado olvidados, tratan también argumentos navarros o castellanos. El argumento de Las Bodas de Doña Sancha es la muerte de don García, último conde de Castilla, a manos de los hijos del conde don Vela, en León; El Bastardo desarrolla el asunto de la acusación contra su madre, de Don García, hijo de Sancho el Mayor de Navarra y de la defensa y salvación de la reina por el bastardo don Ramiro. Este mismo rey navarro García y San Iñigo su contemporáneo, abad de Oña, hacen

papel importante en El Caballero Leal, que termina con la batalla de Atapuerca, en que pierde la vida el primero. Zaida se funda en el episodio de los amores y casamiento de don Alfonso VI de Castilla con la hija del rey moro de Sevilla, Benamet, y, en fn, son tratadas dramáticamente en Doña Urraca de Castilla las desavenencias entre esta reina y su marido aragonés el rey Batallador.

De Simón Bocanegra, último y el mayor hasta entonces de los éxitos de su autor en el drama con fondo histórico, hasta Venganza Catalana, transcurrieron no menos de veintiún años. Una y otra composición dramática representan en la vida de García Gutiérrez dos de aquellos empujes poderosos con que rompía de tarde en tarde -según Ferrer del Río, que la da de muy su amigo, atestigua- su indolencia y su dejadez habituales. En tan largo espacio de tiempo habían tenido cabida holgada su viaje a América, que duró cinco años, (1844-1850) un gran proyecto de poema épico sobre la conquista de Nueva España, muchos dramas de escaso mérito y un cultivo bastante asiduo de un género teatral poco artístico, la zarzuela, claro que con más intento de lucro que de aplauso.

No era la primera vez que abordaba el mismo poeta, para asunto de un poema dramático, la famosa expedición de aragoneses y catalanes, en el siglo XIV, a la Grecia de Andrónico y de Miguel Paleólogo, a las órdenes de Roger de Flor. En Sevilla, en 1855, en casa de un su hermano, donde le guardaba, al parecer, con otros papeles, otro drama suyo, no terminado, sobre aquella aventura célebre, había perecido pasto de las llamas. Vuelto con nuevos brios al mismo empeño, tras un estudio más detenido de los hechos históricos, sobre un plan diferente, en poco tiempo pudo presentar a la com

pañía del teatro del Príncipe la composición que intituló Venganza Catalana.

Se estrenó en 4 de febrero de 1864 y fué un acontecimiento. La ovación tributada al autor por el público enardecido fué clamorosa, insistente, extraordinaria. "Hará época en los fastos escénicos", decía al día siguiente La Iberia. Cada representación en las noches consecutivas fué un lleno desbordante. La décimatercera estaba anunciada y ya faltaban localidades para la vigésimacuarta. Periódicos de aquellos días de los más distintos colores -si bien los progresistas con más alarde, correligionarios políticos del poeta volcaban el repuesto de las hipérboles en alabanza del drama y de su autor. "Brotó de nuevo en nuestra España el genio de Calderón exclamaba uno (1)—; desplega las alas y va, precursor de nueva vida, anunciando que la España despierta de su letargo", etc. Otro decía: "Es, sin disputa, la más brillante hoja de su corona de poeta. García Gutiérrez, con Venganza Catalana, ha echado el sello a su inmensa y legítima reputación." (2) "Obra grandiosa la llamaba un tercero (3), llena de bellezas y pensamientos de primer orden, que está rebosando poesía y desarrollado el plan con esa perfección y pureza que tanto distingue al autor de El Trovador." Hartzenbusch, testimonio de mayor autoridad, reconoce que "alcanzó un éxito de los más señalados y merecidos que se han visto en la escena española” y añade: "cincuenta y seis representaciones de gran concurrencia y continuos y fervorosos aplausos fueron necesarias para satisfacer la curiosidad y el gusto del

(1) La Unión, número de 15 de febrero.
(2) La Iberia, número de 5 de febrero.
(3) La Libertad, número de 6 de febrero.

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ilustrado público madrileño (1)." En efecto, hasta el 11 de abril pudo mantenerse sin interrupción en el cartel del Príncipe. "El éxito de esta obra puede calificarse de fabuloso", proclamaba La Iberia (2). Hizo la empresa grandes ganancias y concedió beneficios al autor y a los principales intérpretes. Amigos y admiradores del poeta le ofrecieron en homenaje una edición de sus Obras escogidas. Por mano de la gentil artista Matilde Díez fué coronado solemnemente García Gutiérrez en la noche del 3 de marzo, entre aplausos delirantes de un público de excepción, que hizo rodar a sus pies otras coronas en abundancia y pobló de palomas los aires. En fin, por méritos de esta obra la nación portuguesa, a propuesta del poeta y autor dramático Mendes Leal, ministro a la sazón de Marina, honró al vate de Chiclana con la Cruz de la Concepción de Villaviciosa.

Los aplausos de la posteridad han solido unirse para este drama a los de público y crítica contemporáneos. "Venganza Catalana ha dicho recientemente un juicioso crítico anglosajón (3),— evoca la frescura, vigor y espontaneidad de la primera de las obras de García Gutiérrez. Es una comedia histórica, transformada en melodramática por la adición de episodios de amor. Es resueltamente romántica... Su interés se halla totalmente en la historia, desenvuelta en episodios no atenidos a una exactitud absoluta. El autor acomete el mismo orden de dificultades que en El Trovador, en el cual vemos combinada la historia de Azucena con los amores

(1) Prólogo a las Obras Escogidas de don Antonio Garcia Gutiérrez, pág. v.

(2) Número de 7 de abril.

(3) Nicholson B. Adams, The romantic dramas of Garcia Gutiérrez. New-York, 1922, págs. 126 y 127.

de Manrique y Leonor. En Venganza Catalana el odio de Gircón se mezcla también a los amores de María y de Roger; el argumento se complica con el episodio de Margarita y la pasión de Alejo por María, y todo esto va enlazado a algunos de los hechos históricos de la expedición de catalanes y aragoneses a la Grecia en 1304."

Por Enrique Piñeiro, historiador bien conocido del Romanticismo en nuestras letras, se hizo ya la observación, no sin oportunidad ni sin acierto, de haber entrado por mucho en el éxito inusitado de este drama de García Gutiérrez, la apelación enérgica e insistente, sin escrúpulos de fidelidad a la historia, al sentimiento patriótico del pueblo para el cual escribía. Y no vemos, ciertamente, que pueda negarse que ni asunto más al propósito, ni manera de manipularle más hábil, ni más desaprensión en los medios, ni más tino para herir la cuerda sensible, podrían haberse combinado fácilmente. He aquí, en efecto, que un Imperio lejano, decaído aunque ilustre, arrollado por vecinos soberbios, está a punto de perecer y ni con la ayuda de auxiliares extraños puede defender sus fronteras. He aquí que un puñado de compatriotas del poeta y de su auditorio, a las órdenes de un capitán insigne, aparece en socorro suyo. Uno son contra ciento; bueno, y ¿qué es eso? acometen y vencen. Delante de sus armas irresistibles y a presencia de todo un pueblo que torna de la esclavitud a la libertad y de las lágrimas al más vivo alborozo, huyen los invasores que no ven tierra, hasta desaparecer en el fondo de sus desiertos. La victoria es completa, la gloria sin precedentes. En medio del Imperio salvado, en seguridad y tranquilo ahora, la vencedora compañía y su jefe debieran disfrutar de una posición bien ganada; pero hay mucho que hablar en eso. Sus mismos triunfos,

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