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en seres vivos que se ponen a par con los naturales. y aun los exceden, el efecto que produce es confuso; la contradicción en los críticos no es chocante. Ni de alguna gran pasión inspirada, ni dotada de una verdad poética transparente, bien accesible al público, no se apodera de este como Leonor o como María, en sus respectivos poemas. Del corazón de los espectadores emocionados la chispa eléctrica de un entusiasmo franco y ardiente no saltará a la escena para Bernarda. Tiene como creación femenina -y con mucho, en concepto nuestro, menos encanto artístico, menos poder de atracción y de simpatía -sugiere menos que cualquiera de las otras que se han citado del mismo poeta.

Drama de exaltación heroica y patriótica es Venganza Catalana; Juan Lorenzo busca su inspiración en la reflexión filosófica. Cuanto en su autor es más grande el poeta lírico que el filósofo, tanto es más poética y ofrece acceso más ancho al alma del público la primera de estas composiciones que la segunda. Mas esta diferencia de fondo en perjuicio de Juan Lorenzo, tiene una compensación en la forma, en la elocución literaria. "El férvido torrente lírico de El Trovador y hasta de Simón Bocanegra y Venganza Catalana dice el padre Blanco García está definitivamente encauzado, quizás a costa de sacrificios dolorosos; el amplio ropaje se convierte en modesta y ceñida túnica que permite ver con menos trabajo la integridad del pensamiento." En efecto, más bajo de color, menos redundante, de una sencillez de buen gusto, el estilo literario de Juan Lorenzo es el mejor de su autor. He aquí un género de atractivo de que puede disfrutar un lector a solas mucho mejor que un público en el tea

tro.

José R. LOMBA,

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La acción, en los tres primeros actos, pasa en Andrinópolis, año de 1304: el acto cuarto en la ciudad de Apros.

ACTO PRIMERO

El teatro representa el campamento de los Alanos bajo las murallas de Andrinópolis. En primer término, a la derecha, la tienda de campaña de Gircón, en la que estará éste durmiendo. Al foro, vista parcial de la ciudad. Es de noche.

ESCENA PRIMERA

GIRCÓN, IRENE y un soldado alano con antorcha encendida.

IRENE. Señor? (Acercándose a Gircón.)

GIRCÓN.

IRENE.

¿Qué es eso, hija mía?

¿ha brillado el resplandor

de la aurora?

No, señor:

aún debe tardar el día.

GIRCÓN. ¿Y cómo así, levantada

tan pronto?... responde, Irene:
¿qué extraño pesar te tiene
del sueño tan apartada?

IRENE. No hay pena que a mí me aflija.
GIRCÓN. ¿A qué viniste?

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para mis dolores, hija.

IRENE. A ese tormento profundo

no hay consuelo que le cuadre?

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GIRCÓN. Nada, Irene.

15 IRENE.

¿No sois padre?

GIRCÓN. Nada me queda en el mundo.
Padre fuí: ¿por qué renuevas
la triste y fatal memoria
de esa dolorosa historia?
Os traigo agradables nuevas.
GIRCÓN. ¿Para mí? No puede ser.

20

IRENE.

-Habla, ¿qué es?

25

IKENE.

asegurar.

GIRCÓN.

30 IRENE.

Aun no os lo puedo

¿Tienes miedo

de que me mate el placer?
Es inútil precaución:

tanto el padecer nos muda,
que se ha trocado sin duda
en piedra mi corazón.

-Nada a conmoverme alcanza.
En el corazón más seco,
siempre despierta algún eco
a la voz de la esperanza.

GIRCÓN. Acaba, di; ¿qué noticias

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40

GIRCÓN.

me traes? ¿qué misterio extraño
es ese?

Si no me engaño,

padre, me daréis albricias.
Esta noche vuestra gente

ha preso a un hombre.

¿Y quién era?

IRENE. ¿Quién? -Sospechando que fuera,

según resistió valiente,

persona de gran valía,

trajéronle asegurado.

GIRCÓN. ¿Quién es, Irene?

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