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tribuyó á la persecucion del Arzobispo, para aprovecharse de las rentas de tan pingüe mitra, para levantar el Monasterio del Escorial, y otros usos; ahora se procurarán dar las razones que casi con evidencia prueban lo contrario.

Yo mismo confieso, en prueba de que no escribo esto con parcialidad alguna, que el Venerable Arzobispo don Fr. Bartolomé de Carranza es digno de eterna memoria, por sus grandes virtudes, escritos y trabajos hechos en favor de la religion, no solo quando asistió las dos veces al Concilio de Trento; sino quando acompañó á Felipe II. al reyno de Inglaterra, Flandes y otras partes. La Suma solo que nos dexó de los Concilios entre otras obras, y que escribió con

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tanta erudicion y crítica, en tiempos que no se habian publicado, ó descubierto las infinitas actas y mánuscritos de otros Concilios, que despues han tenido otros autores á la vista; es bastante en mi concepto para colocar á este hombre entre los grandes que tuvo España en Laquel siglo (1). Y por lo mismo la prision de este grande hombre, por el espacio de casi de diez y ocho años aun ahora nos excita la ad

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5. (1) La referida Suma acaba con el extracto de la última sesion del Concilio de Trento. Este se concluyó en el año de 1563, y quando ya hacia quatro que estaba preso Carranza. De consiguiente, se infiere que retocó y añadió esta excelente obra en su dilatada prision, y que no es taba en ella tan mal tratado, como se supone por algunos.

miracion y compasion. Pero atendidos todos los antecedentes, y todos los demas artículos que por una y otra parte se suscitaron , y los incidentes de haber muerto entretanto los Pontífices Pio IV. y V, juntos á la detencion y exâmen con que el tribunal de Inquisicion mira las causas, y mucho mas las tan ruidosas, como la presente; fueron las verdaderas de que esta se dilatase tanto, y no la mala fe con que se supone por algunos que procedia la Inquisicion y aun la corte de Roma (1).

(1) Si se advierte y considera cómo en España se dilatan y complican, á veces, las causas, aun en los tribunales seculares, se hará esto mas verosimil. En aquel mismo siglo hubo tambien otras causas ruidosas de otros hombres grandes en los tribunales

Y así para probar esto, iremos por partes. Y la primera sea con relacion al Rey Felipe II. Este grande y católico Monarca es cierto que aborrecia tanto á los hereges, que decia con gracia y frecuencia, que mas querria no ser Rey, que serlo de vasallos hereges. Y en este con>

meramente reales, que se dilataron infinito. Y de los tiempos mas cercanos podria citar tambien algunas. Pero sobre todo juzgo recordar una que yo manegé quando estaba de pasante y para recibirme de Abogado el año de 1797. Era de la provincia y ciudad de Salamanca, y sobre haber aprehendido á un infeliz por contrabandista, y porque al conducirlo á la cárcel tuvo arbitrio de evadirse de los guardas, y de acogerse á un cementerio. Por solo esta circunstancia pidió asilo. Y por este al parecer despreciable incidente hubo tales competencias, dilaciones y recursos de fuerza que

cepto és notorio que era inexorable. Mas por esto no se ha de creer que lo seria tan absolutamente para un vasallo tan amado y apreciado para

él

por todas circunstancias, como el Arzobispo Carranza, y el que solamente era acusado como sospechoso. Este se sabe que habia re

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solo por ellos se dilató la causa principal ocho años , por manera que no resultando de ésta probado otro delito de robo, ni homicidio como se suponia; fue de parecer el Fiscal, que aquel infeliz habia purgado ya su delito en la cárcel por tantos años, y que asi se le podia poner en libertad, con las prevenciones acostumbradas. Si pues una causa al parecer tan despreciable, se dilató así por solo aquel artículo ó incidente, ¿qué extraño sería que se dilatase tanto la de Carranza , por otros varios y mas graves que por una y otra parte se suscitaron?

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