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ro no ha jurado la hipocresia ni la supersticion..... Yo conozco al autor del papel, y sé que tiene mas religion en su corazon que muchos que aparentan celo»......

He aqui un insulto cometido á cara descubierta contra el diputado que defendia su religion. El público sospechó que el apologista del papel era su autor. El impreso atacaba un dogma de nuestra fe; fue delatado ante las córtes, porque alli mismo se habia repartido, y era hacerse cómplice á las cortes de cuanto él contenia, como lo dijo el señor Anér (1). El escrito se delató por contener proposiciones subversivas y contrarias á la religion (2); y cuando el señor apologista debia satisfacer estas delaciones, sale diciendo, que S. M. no ha jurado la hipocresia ni supersticion.» Asi se elude la cuestion, deslizándose su defensor de un abismo en otro abismo mayor.

El primer sentido de esta contestacion ¿no es repetir la misma doctrina que se vertia en el papel en cuestion?! Este, lejos de confesar la inmortalidad de nuestra alma, intenta borrar la imágen de otra vida pintando aquella con los colores de la filosofia, ó con las ideas del tiempo de Codró. El exorta á que la educacion borre los yerros de la niñez, y á que el hombre se sobreponga á todo temor de la muerte y á las falsas ideas que la religion le enseñó en su infancia. Ya está aqui la doctrina de la fe, equivocada con la supersticion, con la hipocresia ó con los errores de la juventud: El señor apologista reproduce el mismo pensamiento, dando en rostro á los señores diputados, que se escandalizaron: V. M. dijo, no ha jurado defender la supersticion y la hipocresia.

Acorde el señor diputado con los sentimientos de la triple alianza, », interesado por su defensa Y libertad, se dejó creer por autor de un escrito tal. Jamas se borró del público una sospecha tan fundada, como denigrativa de un diputado, que por sus conocimientos era el padre comun de muchos, y aun el alma de cuanto se innovaba.

(1) Tomo 3. sesion 28 de enero, pág. 127.

(2) Pág. 128.

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Yo conozco al autor, dice, y dice, y sé que tiene mas religion en su corazon, que muchos que aparentan celo. La multitud de diputados que miraron en la triple alianza, el primer tiro contra nuestra santa religion, se vieron injuriados con la mayor insolencia en el seno mismo de las córtes. El defensor para borrar la nota de subversivo y contrario á la religion que se dió al escrito, arguye con que su autor tiene mas religion en su corazon que los otros celo...... Si en la primera parte de su contestacion da á entender que la inmortalidad del alma era supersticion é hipocresia, en la segunda manifiesta que la religion, del corazon es la que hace á un hombre religioso é incapaz de subvertir, y ser contrario á la religion. Novissimus error pejor priore.

He aqui el asilo de todo el que habla ó escribe contra la religion. Esta ha sido da contestacion de Volter al parlamento de Paris, y á su arzobispo cuando le condenaron sus escritos y le desterraron. Tal fue la respuesta de Rousseau al magistrado de Ginebra porque le arguyeron con su falta de religion. Este es el único efugio por donde hasta el ated Vanigni quiso libertarse del fuego á la hora de llevarlo á morir.

No pueden borrar las blasfemias escritas contra Dios, contra su fe y contra su religion: sus escritos hablan, y no los pueden desmentir: para librarse de las pesatisfacer y nas de un pertubador general, y de un rebelde contra el gobierno y contra Dios, acuden á que tienen religions pe ro en su corazon: á que creen en Dios, en su corazon: ¡ah! Muéstrame tu fe por las obras, diria quien le llegase á oir. Los labios estan en oposicion con los sentimientos del corazon. T

6. El que hubiera presenciado la emocion causada en los señores diputados por la lectura del papel, y los discur sos elegantes á favor de la religion de los señores, Quintana, Anér, Cañedo, Léiba, Pelegrin, Lopez, Lera, Morros y otros, y luego estuviese á los resultados de la delacion, inferiria inmediatamente que las diligencias pos

teriörés de los reformadores suplieron la falta de prevision que mostraron en el congreso; y que despues se unieron, ó para defender el escrito, ó para indemnizar al que lo públicó. Los hechos hablarán: su lenguage es el mas enérgico: á semejantes pruebas no hai contestacion.

Los mismos diputados se escandalizaron: algunos de ellos pidieron que al instante se mandase quemar en la plaza pública por manos del verdugo; la mayoria convino en que se pasase el papel á la Inquisicion, para que le censurase, y á la mayor brevedad (1). ¿Quién no difia que la relgion iba á merecer un desagravio público de un atentado tan escandaloso contra su fe? ¡Ai! A pesar de los vehementes discursos que manifestaron el veneno del papel, no ostante las providencias tomadas para su censura, el papel corrió, á lo menos nada mas se hizo contra él.

El murmullo de los galeriantes de quien nos da documento el mismo diario de córtes (2); el haberlo pasado á un tribunal paralizado ya, ó estinguido políticamente, por la falta de representacion; y la desfachatez ó resolu cion con que su defensor dijo públicamente que todas las proposiciones que contenia el papel eran suyas, y que las defenderia ante un concilio (3), todo contribuyó á que la triple alianza quedase sin censurar, su apologista orgulloso recibiese parabienes, y quedase desde aquel dia con el concepto del primer talento de las córtes, un sabio universal, creador como decian sus panegiristas.

Al día siguiente 29 se dió cuenta á las córtes de una representacion hecha por uno de los editores de la triple alianza, pidiendo sobreseyese el congreso en la disposicion tomada en el dia anterior. Este es el medio que el partido, tomó para salir triunfante contra la mayoria de diputados, que estuvo contra el papel. En el mismo dia principiaron las intrigas y empeños á favor del escrito: al

(1) Tomo 3. sesion del 28. de enero pág. 139. (2) Pág. 132.

(3) Pág. 133.

siguiente volvieron á la lid los vencidos el anterior: nada consiguieron en lo público: se levantó la sesion en el mayor calor de la disputa. La religion triunfaba aun: la justicia reinaba en la mayoria ¿cómo se eludirán las providencias tomadas contra el papel ?..... Ello dirá.,

Á los dos dias, ganado ya el partido, contra la votacion anterior, por el mismo arbitrio de representar sobre lo acordado, se volvió á agitar la cuestion. El señor presidente dijo sin rubor. » Señor, la necesidad nos obliga imperiosamenté á mudar de ruta. Si V. M. es servido, convendria pasase este espediente á la junta provincial de censura; porque tengo entendido que no está orga »nizado el tribunal del Santo Oficio (1). ¿Pudo hallarse con mas facilidad el medio para eludir lo mandado en el dia anterior? El que lea se admirará; pero el hecho fue asi.

Esta es una resolucion soberana (hablo en lenguage de las córtes) rescindida por el mismo que dos dias antes la firmó como cabeza de aquellas. Los diputados no tienen á menos volverse atras, y deshacer lo mismo que el dia anterior decretaron, con tal que les acomode. Este es el resorte tocado, para que el papel en cuestion no pasa se á manos de inquisidores, sino á censores puestos por ellos con toda prevision.

Por este medio se podia eludir toda condena de escritos, que entrasen en el plan de impugnar la religion. La esperiencia de mas de tres años que duró la libertad de imprenta, y la conducta de las juntas de censuras instituidas para velar que no se infringiesen sus leyes, son los documentos mas justificativos que tengo que alegar contra los planes de los reformadores. Las juntas de censura se pusieron casi todas en manos de la faccion. ¿Qué papel, por impío que fuese, se habia de condenar? De hecho, solo de uno sé que se llegó á prohibir. El Procurador, la Atalaya, la gazeta de la Mancha, el Diario

(1) Pág. 172.

de la tarde........ Los papeles que sostenian la religion y el trono, solo estos fueron los condenados, recogidos.

La mayoria de los señores diputados conoció que se tiraba á eludir la censura del papel: se negó la deman da de que se sobreseyese, y se frustró tambien el arbi, trio de que fuese á la junta de censura. El mismo ahinco de sus defensores exacerbó los ánimos, y no hizo sino dar mas calor á los impugnadares del escrito. El señor presidente dijo que no habia inquisidores, ni Inquisicion: se le contestó, que de los cinco de la Suprema habia tres en Cadiz (nombrándolos), y que en Ceuta estaba organiza, do el tribunal, de Sevilla. A tales contestaciones no habia ya que responder. La votacion de que se estuviese á lo acordado inutilizó los paliativos que se quisieron oponer por los apologistas. Mas ellos no perdonaron el vencimiento, ayudados de los galeriantes comenzaron á declamar contra los eclesiásticos que impugnaron el papel. He aqui el jardid mas ridiculo.....

Que perturbaban el órden establecido en la libertad de imprenta: que distraian al congreso con deliberaciones sobre asuntos inconducentes, que difundian especies, y sentimientos contra las cortes, Estas son las quejas amargas de los reformadores, y el arbitrio que tomaron contra los eclesiásticos en aquel dia, para vengarse de sus triunfos.

No quedó en esto solo: pusieron en uso otros ardides mas indecorosos, que despues la costumbre los autorizó, ó la procacidad los hizo valer, Llamar al órden ::::clas mar se guardase el reglamento interior de córtes::: mostrarse agraviados, cuando no les acomodaba la fuerza de la razon, y exigir esplicaciones satisfactorias, dirigir, se con gritos á las galerías, y hacer tomar á éstas parte en las deliberaciones del congreso: tales fueron los recursos de nuestros regeneradores contra el partido de su oposicion.

El español no podia menos que resentirse al ver tan degradada la representacion pública. En un café no se vió tanto desórden. Cinco veces impidió el murmullo el que

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