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y que lo que contenia de malo, le habia copiado del primero para formar su impugnacion : que los escritos que se debian condenar eran el Diario de la tarde, el Censor, el Filósofo Rancio ::: cuántos defendian la religion. Por este órden, ó dividian la indignacion pública en los varios periodistas, ó la retiraban del Diccionario y de su Autor.

En el mismo dia en que se publicó la condena del Burlesco, un señor ministro delató al Manual, que corria hacía un año, como antídoto de las doctrinas erróneas esparcidas por los novadores. La faccion tomó á su cargo saliese reprobado el Manual; no perdonó medio para conseguirlo: se hizo asi, y al instante lo publicó.

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Este es otro ardid. Al partido eclesiástico se le atribuyó el haber alborotado á Cádiz. En el 12 de abril publicó el Redactor un artículo bajo el epígrafe Variedades, diciendo, que por cartas particulares y por los pape,,les públicos sabia que en muchas partes libres de la pe,,nínsula, varios ministros del Altísimo abusando de su ,,ministerio, estra viaban desde la cátedra de la verdad la ,,opinion pública, comprometiendo á varios patriotas, y ,,declamando contra las reformas. Al dia siguiente (10 de abril) puso un aviso á los ilustradores de la Constitucion. En él se hace una division de los españoles llamando á unos generosos, y á otros anticonstitucionales. » Es,,tos, dice, se valen del púlpito para llamar con la comun ,,cantinela de filósofos modernos, libertinos y ateistas á ,,los amantes públicos de la Constitucion... Los anticons,,titucionales no son unos entes simples, ociosos y vocean,,tes: son unos animales dañinos que tienen sus juntas y ,,conciliábulos, con lo cual compensan la cortedad de su ,,número y su impotencia individual. De este modo distraian la atencion pública del Diccionario, y la convertian contra los eclesiásticos. La odiosidad de la nacion trataron los perturbadores recayese contra una corporacion que era la barrera mas fuerte contra la impiedad.

La junta de censura condenó al Manual razonado,

por subversivo, por tratar de las materias de religion de un modo ageno de su Santidad, y capaz de concitar discordias civiles, minando las instituciones que el congreso nacional tenia sancionadas (1)... De este modo se ponia en igual clase al Diccionario Crítico que al Manual, y se disminuia la indignacion contra aquel. Vamos á otro arbitrio de la faccion.

Al autor del Diccionario se le dieron pocos dias para contestar á la primera censura (2); pero estos pasaron á mas de treinta sin reclamarlo la junta: los amigos del Diccionario intrigaron: todo se allanó. Luego que cesó la agitacion de Cadiz contra el autor, mudado el ódio á sus opositores, ridiculizados éstos, y atribuida á locura y falso celo la delacion; la junta de censura volvió en sí, y libre de los temores que la amargura de las córtes y la agitacion de los regentes le hicieron concebir cuando le mandaron censurar, cambia la suerte, muda su censura, la mitiga hasta lo sumo, y casi, casi accede á que corriera impune el libro contra quien los obispos clamaron como impío y herético; contra quien se armaron las cortes, la regencia y toda autoridad; contra quien se levantó Cadiz, y hasta la misma junta de censura declarando que destruia la religion. ¿Quién produjo una alteracion tan sensible en la censura del Diccionario? solo una contestacion que repetia los mismos horrores que el escrito que pretendia defender.

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¿Se podria esperar tal resultado despues de tantos clamores y razones para condenarle? Temeria algun espa: ñol que un juzgado procediese asi contra su propio honor? ¿Se movió alguna vez en un tribunal una acusacion mas clasificada de atacar la religion, y se absolvió al delincuente con mas facilidad? ¡Ai! la repeticion del mismo delito en la contestacion, los insultos reiterados hechos á la misma junta que lo debia absolver ó condenar, y la deferencia de ésta al escrito que hería su ho

(1) Redactor 29 de abril.

(2) El mismo Redactor.

nor (1), el empeño general que se tomó por los periodis. tas en la defensa del Diccionario, las vehementes declamaciones de los diputados para que no recayese pena alguna sobre el autor, y el interes que al cabo de algunos dias se tomó por la mayoría de las córtes para que saliese libre y volviese á la biblioteca, todo indica los resortes que se movieron por la faccion para triunfar de la religion, que condenaba el Diccionario.

En 17 de julio el señor ministro de gracia y justicia pasó un oficio á las córtes, avisándole á S. M., » que la ,,junta de censura habia reformado su sentencia contra el ,,Diccionario crítico burlesco en virtud de la esposicion ,,del autor, y que éste se habia conformado con ella (2).,, S. M. tuvo á bien se tratase de este particular en sesion secreta, y al ver el señor Ostolaza que la respuesta de la mayoría era que estaba enterado S. M.; que era decir, que ya estaba finalizada la causa, hizo una indicacion de que pasase á la junta suprema de censura para su calificacion. Nada se determinó en aquel dia sobre este punto: se dió tiempo hasta el 21, en el que ya estaba convenido el plan de defensa por el partido, y dispuesto lo que cada uno debia hacer. Vamos á la sesion de 21. Toda la amargura y sentimiento de las córtes del 18 de abril se acabó El diccionarista sale victorioso: sus amigos lo sostienen. Veamos su triunfo.

ya.

El señor Ostolaza repitió su proposicion: pero apenas acabó, sin pedir la palabra, se levantó un amigo del autor, y dijo se leyese la resolucion de S. M. En seguida el señor Presidente contestó diciendo, que el señor Ostolaza padecia equivocacion:::: despues siguió otro del partido.... Cuatro diputados se levantaron á la vez contra el señor Ostolaza. Todos instan en que se viola el reglamento de la imprenta, todos convienen en que la lei estaba á favor del reo, y que no se debia proceder á mas. (1) La contestacion pone de fascinados á los jueces que le cen

suraron.

(2) Sesion 21 de julio, tomo 14. Pág. 212.

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El murmullo de las galerias aprobaba esta resolucion, y reforzaba el voto. La anarquía hacía callar á la razon. El tumulto se aumentaba ó disminuía á proporcion. Si hablaba uno del partido el silencio se apoderaba de todo el salon si era contrario, nada se podia oir.

Nada importa que el señor Lera diga, que el Dic,,cionario burlesco alarmó á todos los españoles por el te,,mor de perder su religion :::: que eran mui pocos los que ,,no habian derramado lágrimas al ver el desprecio y de,,sacato con que en dicho libelo se hablaba contra las re,,ligiones, sagrados ministros, y hasta del vicario de Je,,sucristo que parecia imposible que un hombre acaba,,do de dotar con un gran sueldo pagado de los fondos de ,,la nacion, saliera burlándose de lo que esta nacion ama,,ba mas que el Diccionario contenia multitud de ,,posiciones impías, erróneas, escandalosas, ofensivas ,,de los piadosos oidos, y que sabian á heregia, como ,,las habia calificado el señor obispo de Segovia, siendo ,,de este parecer todos los que se hallaban en Cádiz (1).„,

pro.

En vano se esforzó este señor en reconvenir á la mayoría sobre que no se absolviese al autor del Diccionario. El señor presidente interrumpió varias veces el discurso. Á falta de razones que oponer al señor Lera se le heria con el ridículo, ó con el agravio, de que se salia de la cuestion á cada instante ::: que se contrajese al.punto que se observase el reglamento... Esto era insufrible: se reclamaba la observancia del reglamento cuando el mismo presidente lo infringia, y los demas de la faccion lo atropellaban.

Varios amigos del diccionarista se levantaron contra el señor Lera: uno se atrevió á decir que el proceder de los señores diputados que no accedian á la calificacion última era ageno del espíritu de lenidad propio de la Iglesia (2), y otro para indemnizar á su amigo, recordó » que el autor del Diccionario habia estado espuesto á (1) Sesion del 21. de Julio tom. 14. pág. 214. (2) Pág. 216.

,,ser víctima en la commocion popular que se suscitó con,,tra él; que el cartel de Xaramillo era el papel mas sub,,versivo: que éste habia sido seducido, que de todos los ,,amigos del diccionarista (se esparcia) eran hereges, im,,píos y libertinos; que el Diccionario tenia la misma ,,censura que el Manual, y que no ostante no se clama,,ba contra el autor de éste, y sí contra aquel; y que aun,,que era su amigo amaba mas su religion; que ninguna ,,relacion individual (1).,, Asi pedia se le absolviese; confundiendo la virtud con el crimen; la piedad con la irreligion.

El señor Ostolaza contestó á los preopinantes; principió a rebatir sus discursos; pero el murmullo varias veces repetido, y tres veces notado por el Diario de córtes (2), trató de interrumpir á este señor diputado, ó á lo menos enervar su discurso.,, No se acrimine mi celo, ,,dijo, porque hago una proposicion á favor de mi reli,,gion. Yo no temo nada::: no se alegue el cumplimiento ,,de las leyes de la imprenta: eso queremos los eclesiásticos, ,,pero lo queremos en beneficio público, y que no esten ,,al arbitrio de cuatro charlatanes que han tomado por ofi„cio el escribir en lugar de tomar un fusil.,, El católico que esté impresionado de estos sentimientos ha de hablar en favor de la religion. El que no está con Jesus, es su contrario: quien no le confiesa delante de los hombres no es digno de él. La religion no estriba solo en creer; las obras son las verdaderas señales de lo que se cree.

Un señor diputado se levantó á rebatir la indicacion, y comenzó zahiriendo al que acababa de hablar. Su argu mento fue repetir lo mismo que el señor anterior, es decir, reconvenir al señor Ostolaza con el espíritu de caridad que debia reanimarlo, mas bien que un celo tán ácre; que debia procurar los medios de dulzura para atraer la oveja perdida, y no proponer medidas acaloradas que encienden y dividen los ánimos. Por último añadió que el (1) Pág. 218. 219 y 220. (2) Pág. 221.

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