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,,congreso no tenia facultad para mandar censurar otra ,,vez el Diccionario, porque mientras no le constase de ,,la injusticia del tribunal debia estar á su decision (1).,,

La injusticia salta á los ojos : yo no me detendré en la impugnacion. Solo digo; las córtes á quienes nada les era vedado; las córtes que deshacian hoi lo que ayer llegaron á decretar, las cortes que eran las soberanas, los constituyentes, y en cuya virtud hacian y destruian cuanto les llegaba á placer, cuando se trata de defender la religion ultrajada, hollada por el Diccionario, dicen, que no está en su facultad mandarlo censurar otra vez ¿por qué? porque no constaba de la injusticia del tribunal. ¿Cur tan variè? Los reformadores echan mano de las armas del evangelio, de la caridad, de la dulzura cristiana, luego que estan convencidos de haber atentado contra la religion, y cuando un hombre de bien se queja del proceder de las córtes, de la tirania que ejercian, de que se trastornaba el estado, se le prende, se le aṛguye de conspiracion, se inventan maquinaciones, y se Te hace sufrir podrido en los calabozos, sin recurso, y sin caridad... ; Cur tan variè?

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Los diputados se hacen insensibles á las vehementes declamaciones de los eclesiásticos para que se condene el Diccionario, y se castigue á su autor, privándolo siquiera por honor del congreso de estar enmedio de ellos, cuando porque el señor Valiente declamó contra su usurpado poder, y contra las galerias, se le trató de rebelde, se pidió la cabeza, se le arrojó del congreso, por poco se le asesina, fomentando alguno otro diputado la rebelion. ¿Cur tan variè (2)?

La religion, el evangelio, la caridad cristiana, la dulzura de Jesus con los pecadores... por aqui principiaban los reformadores luego que comenzaban á hablar contra el

(1) Pág. 223. y 224.

(3) Repito esta espresion porque el señor C... la repitió muchas veces para esforzar su discurso: y desde este dia se principió á usar con frecuencia.

celo de los eclesiásticos. Estas han sido siempre las quejas de los hereges, arrianos, eutiquianos, donatistas, cuando los emperadores Constantino y Justiniano, y los obispos católicos los impugnaban porque subvertian el estado, y negaban los dogmas de la religion santa. A este asilo acudieron siempre los luteranos en Alemania, los calvinistas en la Flandes y Francia, y los filósofos de nuestro último siglo. Perdon, dulzura, mansedumbre, cari

dad, paz - pregonan despues que queman pueblos, talan campos, arruinan ciudades, sublevan provincias, trastornan el estado, y dicen sacrílegamente non veni pacem mittere, sed gladium! (1). ¡Ah! El evangelio les sirve para defenderse, y la espada para acometer. La oliva en una mano en señal de paz, y la tea en otra para encen. der todo pais... Este es el porte de todo reformador.

pa.

El autor del Diccionario se acogió á esta guarida en ́su contestacion á la junta de censura. Varios señores diputados tomaron en sus labios los respetables nombres del evangelio, y de su caridad para formar con tan dulces labras la apologia de su amigo. Luego que el lenguage del evangelio ha hecho la impresion que les es propia sobre los corazones de los demas diputados, piden que se vote no haber lugar á la propuesta del señor Ostolaza, y lo logran (2).. El hecho parecerá imposible; no lo es: sucedió asi.

¡Religion santa! ¡Que se acojan bajo tu sagrado man. to los mismos que lo rasgan! ¡Divino evangelio! ¡Que tus preceptos traidos del cielo para formar una iglesia santa, sirvan para hacer paces con tus enemigos! ¡Dios santo! ¡Que la doctrina que vos enseñásteis á los hombres con palabra y con egemplo, se usurpe por los que os insultan, para eludir las leyes, que los hacen reos de lesa magestad divina y humana! ¡Ai! Unos hombres á quienes jamas se les oia el nombre de Dios, de religion, de evangelio, acuden á estas voces para dejar impune el ma

(1) Asi lo publicaba Lutero en la Alemania, y lo repiten los filósofos de nuestros dias. (2) Pág. 226.

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de los delitos.... ¿No es está la mayor de las hipocre. sias?... ¿Pudo darse una inji sticia mas grande?

El autor del Diccionario sale libre de la carcel: el mismo dia le acompañaron en la calle ancha y demas sitios públicos sus amigos: al dia siguiente 20 de julio volvió á la biblioteca de córtes...... Aun no queda aqui solo el triunfo. Ellos quieren que se declare inocente, y ya que del todo no han podido lograrlo del tribunal, lo harán ellos mismos en medio del senado, á presencia de todo el congreso. Este hecho fue el mas público, y el que da el último realce al cuadro que presento. Considérese bajo este punto de vista la indemnizacion del diccionarista, y no habrá uno que no llegue á exacerbarse contra las institucio nes que se hacian por este desórden público.

ΕΙ 13 de noviembre viendo el señor Don Simon Lopez que el autor del Diccionario habia vuelto á la biblioteca de córtes, y que este era el motivo mas justo para que atribuyesen á todos los diputados el favor decidido de que gozaba, pidió la palabra y dijo, Señor: cualquie»ra que de palabra, ó por escrito ultraja ó amancilla la

religion, sus ritos, sus ministros, ó sus prácticas recibi»das y aprobadas por la Iglesia, es infractor de la cons»titucion, mal ciudadano, mal español, no merece la » confianza pública, y por consiguiente ni ocupar empleo »distinguido en el estado..... Bien penetrado V. M. de » estas máximas, no pudo menos de conmoverse cuando en 20 de abril se le denunció el Diccionario como in» jurioso á la religion, ofensivo á la piedad española, y » en su consecuencia le mandó á la junta le censurase....... » En el dia ya no se puede dudar de lo irreligioso de este libro, despues que ha sido condenado por mas de 10 obispos, y prohibida su lectura y retencion con graves a censuras...... Pido, pues, que inmediatamente se separe »á su autor del empleo de bibliotecario de las córtes (1) » y que se lleve á debido efecto lo mandado por V. M.,

(1) Tomo 16. pág. 113.

»procediendo con la brevedad que corresponde á reparar » los males que sufre la religion."

Ninguna peticion mas justa. Se reclamaba el mismo decreto de las córtes: se pedia la observancia de la constitucion se exigia indemnizar al congreso de tener parte en la publicacion del libro mas impío. La nacion toda estaba comprometida en el aborto del Diccionario, y se hacia necesario vengar la injuria mas pública. Pero para esto era menester condenar el libro como contrario á la religion por la junta de censura, y despues pasar á arrojar de su empleo público al autor. Lo primero se hizo; pero las ín, trigas lo llegaron á enmendar, y la junta procedió á retratarse de lo dicho: lo segundo era imposible verificarlo ya aun cuando toda la Iglesia lo llegase á condenar.

Absuelto de la nota primera de que subvertia la lẹi fundamental.de la constitucion; aunque de hecho pusiera bajo los pies la religion, esto nada hacia para su condenacion. Sálvese en la apariencia de que el Diccionario no subvertia la constitucion, la religion, los cuerpos religio sos, el clero, las costumbres; nada importará. El señor Don Simon Lopez llevado de su celo no previó que el pleito estaba perdido, y que cuanto mas se hiciese en el barticular á favor de la religion, tanto mas llegaba esta í perder.

Asi fue. Apenas acabó de hablar se levantaron en contra varios diputados que á la vez tomaron la palabra. Un señor diputado pidió se leyese el edicto publicado, por el vicario capitular: varios señores se opusieron; la votacion sobre si se leeria ó no estuvo por la negativa. En seguida se señaló el lunes inmediato para la indicacion del señor Lopez; doliéndose un diputado de que, en época tan lamentable se ocupase el congreso en ne•, cedades (1).

¡Necedades llama este señor volver por la religion públicamente atacada! ¡Necedades, dice, pedir se remueva

(1) Página 114. tom. 16.

de un destino de bibliotecario de córtes á un hombre cuyos escritos estaban condenados por los obispos! ¡Neceda des se le atribuyen á un eclesiástico virtuoso, amante de su fe, que esponiendo su vida, trataba desagraviar su religion! Esta voz puesta en los labios del señor don Simon, y dicha contra su opositor hubiera exacerbado á este, y héchole exigir en público, ó que se retratase, ó una satisfaccion como varias veces lo pidió y la obtuvo. Una espresion tan fuera de todo principio sociable, era bastante para distraer, llenar de rubor al mas pacífico, , y hacer ceder el campo á quien peleaba con armas tan desiguales.

Al fin llegó el dia señalado: ¿se estaria á lo dispuesto? No: porque aun no estaban formados los vehementes discursos á favor del autor del Diccionario. El plan de de-, fensa y ataque no estaba aun convenido. Era necesario mas tiempo, y para que en el dia determinado no se hiciese mencion de lo propuesto, se distrajo la atencion de las córtes sobre varios particulares, con ánimo de ganar tiempo, y con él votos para el triunfo de la irreligion.

Este proceder era ya un camino trillado: cuando querian se discutiese una proposicion, se hacia al instante: en no acomodando, se diferia; y luego que les agradaba volvian á la lid, sorprehendiendo á los contrarios, que distraidos en la infinidad de asuntos que diariamente proponian, ignoraban cuando se volveria á tratar. De este modo ganaron varias veces nuestros reformadores muchas de sus votaciones, sin poder los contrarios oponerse al mal. La accion estuvo siempre en sus manos.

El 20 de noviembre, cuando menos se pensaba; cuando el amigo del diccionarista tenia hecha una indicacion desde el 9, y la leia el señor secretario para su discusion, el mismo la retira, y dice: » que se proceda á la que estaba pendiente del señor don Simon Lopez...... Muchas » veces dijo, á instancia de un señor diputado, se ha lla"mado la atencion de V. M. y del público, contra un »ciudadano español á quien se trata de perseguir. Su"fre en silencio este ciudadano; padece su honor y su

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