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gio del diccionarista: asi contestó á la junta que le censuraba (1).

El Conciso usó de este lenguage aunque no en mate, rias de dogma. Él solo se metió á tratar de las prácticas religiosas, de frailes, inquisidores, de los abusos de la supersticion, del fanatismo. Su estilo es el de la chufla, el de las sales, mas o menos picantes. Su prospecto solo basta para ponerlo en esta clase. Su Concisin y Concison adolecen de este defecto. Las letanias que compuso, las preguntas que hizo sobre los clérigos, túmulos, urnas de difuntos, y su correspondencia con el Redactor confirman esta idea. Su mayor séquito lo debió á este estilo suelto, burlesco, satírico. El que le leia alababa sus chistes, se familiarizaba con sus agudezas, se empapaba en sus doctrinas sin advertirlo y sin repugnarle.

El Redactor por sus autores carecia de estas armas, mas como su papel era el basurero general que admitia toda clase de artículos comunicados, (con tal que fuesen del partido reformador) como á él acudian todos los constitucionales, como su oficio era llenar un periódico redactando lo mas malo, el escrito se presentaba al público, reuniendo en un solo pliego los dicterios, injurias, bufonadas satíricas esparcidas en los demas periódicos. Sirva de cita el estracto que presentó del Preservativo; los artículos comunicados contra los señores del Quintillo: tanto artículo insultante contra inquisidores, Inquisicion, obispos, nuncio, frailes :::: Los editores quedaban cubiertos ó estractando, ó poniendo á la letra los comunicados; pero el veneno cundia, ellos lo chupaban de los demas escritos; ellos lo comunicaban.

En el Diario Mercantil (desde que mudó de sistema) se recogió lo mas malo. Este periódico se compuso como la Enciclopedia. Los que estaban encargados de la empresa pagaban los artículos: varios hombres que no te nian otro oficio que observar, criticar, estar por tarde y

(1) Véanse sus dos contestaciones, principalmente la burlesca.

175 mañana en las galerias, á la noche componian sus párrafos, censurando siempre á los del partido opuesto, y publicando al dia siguiente sus producciones atraviliarias. La multitud de cartas de Ito á Ita, y tantos artículos.co. municados contra frailes pueden formarle su proceso..

Vamos á la Abeja. Sus editores, ó eran de las córtes, ó estaban unidos con los diputados. Poco nos importa saber quiénes eran los articulistas. Sepamos su espíritu, su estilo, y el modo con que se propuso abanzar al último término de las reformas y de sus planes. Su ediccion se hizo con este fin. Cesó luego que iban á terminar las

córtes.

El primero de setiembre del año 12 salió este perió. dico á hacer la guerra con el ridículo, mordacidad, sátiras y burlas mas pesadas á la Inquisicion, á monseñor Nuncio, á los señores regentes, á la Iglesia, á la religion. Sus autores inventaron sobrenombres insultantes á los señores regentes que no les adaptaban, á los diputados que se les oponian, á todo hombre que no les acomodaba. Véanse los boletines de las batallas dadas contra la plaza del frei dero alli se verán nombrados, é indicados por las primeras sílabas de sus propios nombres y apellidos á los diputados que la defendieron: alli sé notarán los términos de Barba trompa, de Brama mi alma, de Cañuti, de Borrajas, de general Panzoqui....... los términos mas ridiculos. Alli se hallará á monseñor Nuncio delineado como un animal estraño que no hace mas que comer y grunir, oyéndosele solo macarroni::::: heretichi:::: Alli se vió pintarse á los regulares como á animales dañinos, que chupaban la sangre humana, y se mantenian de sus carnes. Alli se ve á la Iglesia retratada en una barca ha→ ciendo aguas por todas partes, barada en la playa sin que de ella nadie haga caso. Alli...................

Yo incomodo, y apenas he apuntado mas que una pequeña parte de mis observaciones. El sistema de la filosofia contra la religion, ó el estilo de los filósofos de la Francia, de burlarse de todo lo mas santo, de herir zahi

riendo, de impugnar mófando, es el que generalmente se advierte en los escritos de que hablo.

Deduzcamos ahora por fruto de nuestras reflexiones, que si las nuevas instituciones progresaron, fue, no porque su sistema se adoptase por la España, sino porque lo bien impreso de sus producciones, su estilo festivo, sus sales picantes, sus dichos agudos, ponian en las manos de todos sus escritos. La chocarreria, el insulto, los dicterios, la hiel mas amarga, es verdad que no agradan, pero de tal ó tal modo dispuestas gustan, atraen, embelesan. El arte de confeccionarlas, el ardid en acomodarlas al tiempo de contraerlas, las circunstancias de publicarlas, todo contribuye á ganar lectores, á adquirir apasionados, á que el papel asi dispuesto ande en las manos de todos. ¿Qué mucho que se multiplicasen los escritos de esta clase? Confesemos que muchos de estos escritores, poseyeron el arte de agradar con burlas, con sátiras.

No ostante; aunque deslumbraron á multitud de españo. les con sus escritos, mui pocos siguieron sus máximas. Las causales son mui obvias, bien conocidas, Todo hombre es amante de la novedad; mientras su carácter es mas adusto suele mas agradarle á tiempo una sátira, ó una chanza. El comun gusta de la risa, de la burla, de divertirse; para fomentar este pasatiempo no hai mas á propósito que la sal cáustica, el donaire, el gracejo, la sátira. El que rie á costa de un arlequin se olvida de él apenas deja de mirarlo. A alguno gusta la vista y trato de un loco ó de un borracho; lo oye, le contesta, le vuelve las espaldas, y en nada aprecia sus locuras ó sus disparates. Del mismo modo un ciego que canta, un zaori que divierte, ó un romancista que publica sus jácaras, junta muchachos y hombres que le escuchan, celebran y aun pagan. Acabóse el romance ó el canto; nada hai perdido sino el tiempo, sus dichos; sus coplas nada imprimen. Una diversion de minutos es el resultado de todos sus trabajos..

Para la religion en su sustancia nada importan las invectivas de los filósofos, los sarcasmos de los que la ataca

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ban. La justicia no se pierde porque la bulla ú algazara de los pleiteantes haya atolondrado á los jueces: luego que aquella termíne, y el juicio vuelva á abrirse en calma, el oprimido adquirirá sus derechos, la verdad será la que decida. La luz aparece mas brillante luego que pasada la tormenta los orizontes se despejan. Digan lo que quieran los constitucionistas, ellos han seducido con sus escritos á algunos españoles; pero estos en la mayor parte los han abandonado. Sus escritos mofaron lo mas santo; pero su ilusion ha sido momentánea. No han podido oponer al partido de la religion y de la patria mas que burlas, dicterios, oprobios..... Esto mismo prueba, que nada adelantarán si insisten en sus máximas. Su egoismo, sus resentimientos de vengarse de los que se les oponian, mandar, tener ahijados, dar empleos; que la España los admirase por sus regeneradores, por sábios, por hombres grandes; á esto aspiraban en sus escritos. Atrageron gentes, formaron partidos, los escucharon:::::: cesaron de escribir: se corrió el telon, y acabaron las impresiones amargas de sus escritos por la mayor parte. Tal es la escena que entre nosotros se ha representado.

Vamos á los escritores. No tengo de estos el conocimiento que de sus escritos. Sus personas me son casi desconocidas: á mui pocos he tratado: mas por las indagaciones que he hecho, por las noticias públicas que todos saben, puedo decir generalmente que eran unos hombres que escribian para comer, ó unos pretendientes á los puestos públicos. Atribúyase á esto en la mayor parte tanta multitud de escritores como salieron á regenerarnos.

Viciado el gusto de algunos españoles, ó por el atractivo de la novedad, ó por una libertad mal entendida, ó por el deseo de instruirse, no compraban sino papeles que cebasen su curiosidad, que divirtiesen sus melancolias; folletos.de poco valor y de pasatiempo eran los que se leian. Los impresores y publicistas despachaban 1000 y mas concisos::::: 700 á So redactores; asi respectivamente de los demas escritos. Deducidos los gastos

dejaban un diario el mas cuantioso para los editores y pa ra los que contribuian con sus artículos. Á la corrupcion se añadió el interes, ó la codicia. ¿Qué mas estímulos pa ra multiplicarse los escritores y papeles públicos?

Agréguese á este principio otro tan poderoso. De cuantos se refugiaron á Cadiz la mayor parte era de hombres algun tanto instruidos. Abogados, escribanos, procuradores, escribientes, gente toda incapaz de trabajos recios, y sí solo de pluma; veian que las nuevas instituciones proporcionaban su carrera, y que sus amantes eran los únicos que debian admitirse para los destinos. Declararse por sus partidarios, defensores, panegiristas, era la escala mas segura de lograrlos; pues á la prensa que publique estos sentimientos. Las iniciales de los nombres y apellidos darán á conocer á sus autores á quienes convenga, al tiem po que los ocultaban de aquellos que no eran del partido.

Los hechos demuestran las causas: no hai un argumento mas decisivo. Los concisos lograron su empleo en Salamanca los redactores en Cadiz, y Rota: sus comu+ nicantes de gefes políticos á Jaen: los tribunos á Sevilla de intendentes: los S. de gefes políticos á Galicia; los A.... G.... y C... A.... á ministros: los J.... á Granada y Sevilla. Nada importa que jamas hayan tenido una vara; en siendo constitucionales esto solo basta: las nuevas instituciones son fáciles de aprenderse: su amor suple la ignorancia; él todo lo facilita.

Por este órden era ya fácil á los reformadores hacer las mayores conquistas en nuestra España. El interes, el egoismo, las pasiones mas rateras, mas viles sacaron al público infinidad de publicistas, escritores, comunicadores de artículos. Atribúyase á estos principios tanto folleto como publicó la prensa. La irrelegion, la impiedad, el libertinage, solo se hallarán en los corifeos del partido. Est tos eran los padres, los protectores, los padrinos de mil folletistas que jamas hubieran tomado la pluma, si no hu、 biera quien los alhagara, victoreara, y aun sedujera para que escribiesen y salieran al público.

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