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Un escribiente de una casa de comercio que se daba á conocer con la inicial S. de su apellido, y otras veces con una estrellita al fin, (*)..... en los redactores.......... el guarda almacen de la casa de la moneda M....... ....... y el editor del duende, el varon de la B....... mercantil; uno de los concisos, el escritor P...... de 16 años del periódico el liberal.... tanta infinidad de escritores, que apenas sabian escribir, ¿cómo habian de salir al público, sino ó seducidos por los agentes de la constitucion, 6 impelidos de la necesidad de mantenerse?

Hice por informarme de estos escritores: conocia mui pocos, y me constaba de que muchos carecian de estudio alguno. ¿Quién no se admirará verlos salir al público á imprimir sus producciones, y á que se divulgasen por todas las provincias? Solo el estado de anarquia en que nos hallábamos, solo el vértigo contínuo de que estaban acometidos pudo disculparlos de sus escritos. Sin rubor alguno se presentaban á la nacion haciendo unos el papel de Sócrates, otros el de Platon: estos de políticos como Aristóteles, aquellos de reformadores eclesiásticos como unos santos padres.....

Lo

peor era, que aunque se les decia que estaban engañados, que nada era cierto de cuanto decian, atribuian á los contrarios ser ellos los ciegos, los seducidos. El mal se aumentaba por este órden: apenas habia un específico para el desengaño. Nuestros quijotes modernos eran mas duros de mollera que el antiguo: á pesar de multitud de desatinos que diariamente cometian, no conocieron su ignorancia. ¿Se le podrá llamar á esto el mayor fanatismo? Acordémonos de lo que dice el Diccionario builesco en el artículo que trata de los fanáticos. Cerraré este artículo con un testimonio el mas decisivo. Si aun queda en la España algun reformador se avergonzará de que unos hombres tan sin conocimientos hubieran tomado á su cargo el instruirlos. Esta observacion dará el último documento al capítulo.

Voi á hablar de un escritor con quien tuve precision.

de comunicar por espacio de dos años, y á quien en un principio me propuse separarlo de sus desvarios. Era un estrangero; hacia 8 á 10 años que vivia en la España; apenas podia hablar con conocimiento el idioma. Estudió gramática latina recien venido de su pais, cuando ni entendia la esplicacion, ni las lecciones que daba. Con estos principios entró al curso de filosofia, pero su inmoralidad lo arrojó del colegio al año, y aunque pasado tiempo volvió á él, no alternó en nada con sus condiscípulos, ni apenas hizo mas que oir lo que se le esplicaba. Entraron los franceses en la Andalucia: Mr. Berton, gobernador de Málaga, fue su amigo; sus secretarios y contertúlios revivieron en él las semillas de irreligion, y republicanismo que recibió en su infancia. Á los 6 meses de sitio entró en Cadiz sin licencia del gobierno; y sin jamas haberlo reclamado la policia, de lo que él se valió algunas veces para zaherir á la España de falta de policia y vigilancia.

Apenas tomó una idea de las reformas, se hizo su entusiasta y su panegirista. Dos señores diputados de los principales de la faccion eran sus protectores; de esto se jactaba en público. Las malas doctrinas que esparcia so. bre la inmortalidad del alma, y sobre varios dogmas de nuestra religion lo hizo sospechoso á sus comensales, y éstos le delataron dos veces al señor inquisidor...... que lo es de la de Sevilla. La Inquisicion estaba ya paralizada; nada podia: los testigos confirmaron la declaracion: se ratificaron en ella; pero nada se actuaba en derecho, y asi solo una reconvencion fue la pena de los delitos confesados.

Yo me tomé el trabajo de persuadirlo. Seis tardes hablamos sobre los puntos que él mas dificultaba en nuestra religion. La confesion auricular, la propagacion del primer pecado, la eternidad del infierno, la necesidad de la revelacion; que el hijo de Dios habia encarnado, y que fuera de la Iglesia no habia salvacion, estos fueron otros tantos artículos sobre los que conferenciamos. Á la primera tarde me persuadí iba á entablar una disputa sostenida

por la sospecha que tenia de que el contrario estaba embebido en los libros de Rousseau y de Volter, á quienes con frecuencia citaba..

¿Cuál seria mi sorpresa al hallarme que nada es ponia para dudar de nuestros misterios? Preguntas infundadas, dudas aéreas, repeticiones importunas, rodeos insufribles, falta de discurso, nada de conocimientos...... ni aun una dificultad fundada y sostenida. Yo tenia que tomarme el trabajo de reforzar sus dudas, de hacerlas interesantes, para despues satisfacerlas y desatar sus dificultades. Al fin de las conferencias se avenia á todo: á la tarde siguiente volvia á sus dudas pasadas. Ultimamente le merecí las gracias y la confesion de que estaba convencido. Otro compañero se tomó casi igual trabajo: mas despues se burló de entrambos poniéndonos de mezquinos é igno

rantes.

Á mediados de diciembre de 812 quiso salir al público elogiando la nuevas instituciones, y en el tribuno insertó un artículo firmando á lo último F...... G...... El editor del periódico puso para elogiarlo era el primer escrito que habia recibido de aquella clase de las manos de un respetable eclesiástico. Este elogio solo bastó para trastornarlo. Temió al pronto manifestar á sus conocidos ser el autor de aquel artículo, pero luego que vió que na da habia resultado de un escrito que atacaba todo el poder real, todas las leyes antiguas, y todo órden monár. quico, tomó mayores brios, y se propuso salir á la palestra literaria, reuniendo bajo el título del amante de la ilustracion cuanto malo habia recogido de los redactores, concisos, abejas, diarios mercantiles, inquisicion sin máscara, decretos del ciudadano. Estos folletos eran su única libreria, el diccionario de las heregias, y un vocabulario italiano y español.

El que conociese á fondo á este hombre se persuadi ria que seria escritor público? Para escribir una carta tenia que usar del vocabulario, porque no sabia el significado de las voces; ¿cómo pues compondria tres artículos

difusos que publicó en el tribuno, dos cartas bajo el títu lo dicho, y tres comunicados en los duendes (1)? tómense estos escritos, y el tegido de sus párrafos hará ver quién era este escritor.

Varios retazos del Mably, otros del diccionario de las heregias sobre la mansedumbre cristiana, proposiciones inconnexas de los periódicos, párrafos difusos que nada decian al cabo de miles palabras, pensamientos sin enJace, órden ni espresion: mil inepcias, mil contrariedades::::: una tela en fin hecha de pedazos de varios colores, paños, y materias mal cosidas, peor combinadas: esto es todo cuanto publicó este hombre alucinado. Nadie entenderá cuál era el objeto de estas cartas. Un Vulcano afanado en hacer rayos para que los dioses venciesen á los profanos. Tal es nuestro escritor amante de la ilustracion. Demos una ojeada sobre sus escritos.

El testo de la primera carta es qui legit, inteligat; sin citar evangelio de donde lo tomaba. Despues pasa á decir que va á escribir sin que puedan arredrarme los alaridos de los viles egoistas, ni los fingidos suspiros de los hipócritas, &c. Entra en materia y pone por bases. » El » hombre no ha nacido para establecer su dominio so»bre los demas (2)...... antes que los hombres se reunie

sen en sociedad (3)....... si hubiera sido voluntad de »Dios que la razon del magistrado sustituye á la de los », demas, indudablemente hubiera criado una especie par»ticular de seres para el desempeño de tan augustas fun»ciones (4)..... semejantes al niño que acaba de nacer » se hallaban los hombres en la España en una ocupa

»cion potencial para el ensayo, estudio y perfeccion del » uso de los sentidos (5).»

(1) 6. de abril y 11. de mayo de 814. y 31. de marzo. El primero juzgo no era suyo, aunque él se lo apropió. El lenguage es mui distinto de los demas escritos.

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Asi sigue disparatando en una carta difusa; le pareció poco haber tratado de mil asuntos inconexos en este escrito; y volvió al siguiente mes á dar otra al públi co con la misma urdiembre, y con el propio lenguage. » Ninguna víctima, dice, es mas grata á Dios que la del tirano (1). Ningun contrato es suficiente para prescribir el derecho de hacer leyes, y castigar al infractor, aunque sea el príncipe (2)...» Cuanto habia dicho en la primera, repite en la segunda, los mismos conceptos, los mismos términos, el mismo desórden. La Iglesia, los papas, los obispos, Monseñor nuncio, la Inquisicion, los principes, los magistrados, los frailes, los bienes ecle siásticos, de todo trata; y á todos con los dicterios y esti lo que habia copiado de los periódicos que manejaba (3).

En el filósofo de antaño (números 11 y 12) se publicaron algunos párrafos que di á su editor para que desengañase al público, sobre quién era el que en el Tri buno acababa de publicar un artículo el mas insolente contra nuestros obispos y eclesiásticos, firmándose el afligido pastor. Me parecia que con esta firma y con el elogio del publicista (que le llamaba respetable eclesiástico), se persuadiria el que le leyese que era alguno de nuestros obispos, ó á lo menos algun cura el que asi hablaba. Para evitar este escándalo, dige era un pobre miserable alucinado, que no habia estudiado. El filósofo de antaño lo dió á conocer con los coloridos mas propios. Resentido el escritor pasó al instante á avistarse con sus padrinos. Estos lo remitieron á la junta de censura á que se quejase; y la junta respondió delatase tales números... Iba ya á hacerlo, y su propia conciencia lo hizo desistir de una venganza en que él no sabia el resultado. Temió que si salia á juicio se manifestaria ser falso era español, como él se firmaba, y repetia en sus escritos. Con estos

(1) Pág. 8.

(2) Pág. 5.

(3) La descripcion que hace de los frailes la tomó de la Abeja, aunque no la citaba.

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