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justicia suspende por entonces sus castigos, hasta ver si nos corregíamos; pero insistiendo en el plan antiguo de reformar la Iglesia, de meter la mano en el santuario, en disminuir los ministros y el culto; la ira de Dios se descargará sobre nosotros con mas furor que nunca. Las ciudades, las provincias, el reino todo es talado en 8.8 por las huestes mismas que tenian debastada la Europa, y la Iglesia de Jesucristo. La sangre de los españoles riega sus campiñas. La muerte hacina víctimas desde los Pirineos hasta el mediodia: el trono de nuestros reyes se ve ocupado por un vil advenedizo.

La misma suerte corre á Portugal. La espada de la guerra lleva la desolacion hasta el último pueblo de la monarquia. Sus príncipes aun moran fuera de su corte. La América tuvo que ser su asilo.

¿Escarmentarán ya los pueblos y las naciones, sus príncipes y sus soberanos para no volver á sus planes antiguos contra la religion cristiana? ¿Insistirán en romper los vínculos de la Iglesia, para sublevarse contra sus ministros? ¿Querrán aun deshacerse de los cultos de la religion, regularlos á su modo, medir con la espada el poder de la Iglesia, sujetarla á sus violencias, á su capricho, y sacudir росо а росо á el yugo de la fe, de la Iglesia, del romano Pontifice y de sus obispos?

Ea pues; entended reyes de la tierra. (1), fijad la atencion sobre los últimos horrores que trastornaron la Europa, y con ella deshicieron vuestros tronos, vuestros imperios y dominios: tomad leccion, instruiros los que juzgais la tierra (2) de cuanto han padecido los que han maquinado contra Cristo. Vuestro poder no se estiende sobre el reino de Dios: ingeriros en la Iglesia es un escollo contra el que debeis preveniros (3). Cuantos persiguieron la Iglesia en el imperio romano todos pere

(1) Et nunc reges inteligite.

(2) Erudimini qui judicatis terram.

(3) Bosuet, Política sagrada, tom. 3. lib. 1. art. 6. pág. 238. y 245.

cieron á manos de sus mismos pueblos, al filo de la espada enemiga entre horrores y suplicios inauditos.

Los emperadores cristianos que se ingirieron en la Iglesia, para reformarla á su arbitrio, padecieron las mayores convulsiones en sus pueblos, fomentaron los partidos, y conjuraron contra sí pueblos y provincias. Cons ta ncio, Valente, Justino, Justiniano, Anastasio, Heraclio, se metieron á teólogos, quisieron decidir como obispos, aumentaron los errores, unos cayeron en la heregia, otros murieron violentamente: todos padecieron en sus personas y dominios. El Dios que castigó aquellos pueblos, naciones y príncipes, es el mismo que ahora hizo desaparecer entre horrores vuestros derechos, toda vuestra soberania. Aristas quemadas por el fuego han sido vuestros cetros: granos de arena fueron vuestros tronos, el viento ha jugado con ellos: han desaparecido.

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Una raza impia semejante á la de Antioco entró á dominar la Europa, ínterin los reyes y soberanos antiguos padecian las penas de sus delitos. Estos fueron privados de sus dominios como Nabuco: anduvieron errantes por los campos, sus hijos y familias fueron cortadas al mo lo de las frondosas ramas, que separadas del tronco se marchitan y se pudren. Muchos años han pasado sobre estos reyes fugitives. Sus perseguidores fueron los instrumentos de la ira divina contra la Europa. Ya han vuelto sus misericordias antiguas.

Buonaparte y cinco reyes sus hechuras que maquinaron destruir el imperio de Jesus, en un momento fueron despojados de su aparente soberania; su imperio desapare. ció como el humo; él y todos sus verdugos arrojados al fuego de la desesperacion y de la venganza pública dicen á-los reyes que han vuelto á sus dominios. El Escelso do, »mina sobre el reino de los hombres, y á quien él quiere, »da su dominio. Su poder es un poder sempiterno, el rei "no de su fe y de su Iglesia no podrá ser destruido; pasará » de generacion en generacion hasta el último dia de los "siglos. Todos los quehabitan la tierra son nada en su pre

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», sencia: no hai quien le resista en el cielo y en la tierra. "Todas sus obras son verdaderas: todos sus caminos son:

sus juicios, y á los que erguidos por su soberbia se le» vantan contra él, puede al instante confundirlos (1). "'.

Gonocieron efectivamente los reyes y príncipes de la tierra su delito, y Dios los ha restituido á su antigua gloria y sus dominios (2). El mismo Leopoldo que en la Toscana de gran duque habia innovado la disciplina de la Iglesia y el culto, de emperador abandonó sus reformas. Su sucesor Francisco llamó á los religiosos espulsos: restituyó la enseñanza de la juventud á los eclesiásticos. Los desastres y horrores de la Alemania arrancaron de los ojos de sus príncipes la fatal venda que los tenia ciegos sobre los intereses de su soberanía. Males terribles siguieron al arrepentimiento, pero eran los resultados precisos de los planes anteriores. Al fin el Austria está reintegrada de sus pérdidas, y el cetro imperial reside en las manos de su legítimo príncipe.

La Italia ha vuelto á su libertad, y á su antigua disciplina. El papa es el soberano de sus estados, como lo fueron sus antecesores por mas de diez siglos. Su autoridad es respetada de los príncipes: los obispos no se separan de la unidad, forman con su cabeza un cuerpo compacto y conexo por la unidad de sentimientos y de doctrinas, segun la suministracion de la gracia con que su Divino autor quiso estuviésemos todos unidos (3). Nápoles abrazó un sistema opuesto al que hasta alli habia seguido.

La Francia, desterrado su ateismo, castigados todos sus filósofos, postrada al pie de las mismas potencias que humilló, reducida á los términos de su dominacion primera, y sujeta á 150.000 estrangeros que la guarnecen, por si vuelve á levantarse contra Cristo, está pagando sus horrendos delitos, y mereciendo con su sufri miento, que el Dios que la ha humillado tanto, conti

(1) Daniel cap. 4. vers. 22, 31, 32, 34, y siguientes. (2) Ibidem.

(3) S. Pablo Ad Efesios. cap. 4.-6wwpada boT

nué en ella sus misericordias antiguas. Al cabo de veinte y cinco años de muertes, guerras sangrientas, de horrores inauditos, Luis XVIII vuelve al trono regado con la sangre de su hermano; pero vengado por la mano de Dios, con mas de un millon de víctimas. La sangre francesa ha anegado los pueblos todos que contagió su filoso fia: el fuego de la guerra quemó a tanto filósofo como la habia pervertido. Ya respirará un aire puro.

La España, rotas las cadenas de sus tiranos, respira ya al lado de su soberano cautivo. El hijo inocente pagó las debilidades de un padre bondadoso, que no supo precaverse de los consejos de un privado inicuo, de unos ministros deslumbrados con las máximas absurdas de la infernal filosofia. Pecamos menos que los demas pueblos de Europa: nuestro castigo ha sido mas reducido, mas misericordioso. La parte que tomamos en el sistema filosófico, de reformar la Iglesia, bajo el pretesto especioso de cortar abusos, y dar al César lo suyo; no fue resolucion del soberano, sino una cabala de algun ministro; no una conspiracion del gobierno contra la Iglesia, sino -una debilidad del monarca asintiendo á lo que se le proponia como justo: no una rebelion de los pueblos contra la religion, sino una inmoralidad, una corrupcion, una peste que se nos pegó del comercio de la Francia, de la lectura de sus libros.

Digamos la verdad aunque con lágrimas en nuestras -megillas. Los españoles no pensábamos ya como nuestros padres; habiamos degenerado de sus virtudes y de sus egemplos. Una pedanteria chocante, denigrativa, formaba el caracter de muchos de nuestros instruidos. Muchos iban ya siguiendo sus egemplos. Dios nos ha castigado; ha limpiado el suelo de la España por medio de los mis

que la habian corrompido : llevamos la cira de Dios por algunos años (1): pagamos nuestro merecido. Son

(1) Iram Domini portabo, quoniam peccavi ei, donec cau sam meam judicet, et faciat judicium meum: educet me ip lucem, videbo justitiam ejus. Mich. cap. 7. v. 9.

públicos nuestros pecados: hablaré solo de los crímenes que tienen relacion con los planes de la filosofia contra el altar de Jesucristo.

La materia de que trato no es la conspiracion general de la filosofia contra la religion cristiana. Esta está demostrada en miles escritos. Lo acaecido en España es una ramificacion de aquella. Hablo de los planes contra el altar que en España se han publicado mientras nuestro rei fue cautivo. Es decir, describo la rebelion contra la Iglesia de un número mui reducido de españoles...

Aun en este concepto hallo una grande diferencia entre españoles y franceses, entre reformadores seducidos y los impíos, atéos, crueles perseguidores de Jesucristo, y de su Iglesia, que con tanto ahinco han pervertido á la Europa en nuestro siglo.

La reforma que escribo no puede compararse con la de la Francia. La que refiero ha contado mui pocos que la estiendan: en la de Francia hallo miles. Aquella se declaró abiertamente contra Jesucristo, su moral, su evangelio, su religion divina: ésta se indicó por medidas mas pacificas, con pretestos de reformas, mejoras, ilustracion. La de Francia fue proyectada por multitud de filósofos atéos, y realizada por ministros materialistas é impíos: la nuestra fue copiada del plan de los franceses, no con sus horrores, sino por la parte que tenia de reforma, y esto por unos pocos diputados de cortes, ministros seducidos, escritores plagiarios, periodistas infelices que no pudieron realizar su reforma. Dios por su misericordia infinita los detuvo. La Europa se ha destrozado por la rebe. lion de Francia contra la Iglesia, pero nosotros no hemos padecido por las reformas de las cortes los últimos golpes de sus iras. Nuestros prizontes llegaron á cubrirse: cuatro años pasamos de borrascas, temores, sustos contínuos. La tempestad calmó: gozamos de la bonanza antigua.

Se esparcieron malas doctrinas contra la fe: se atacó la moral del evangelio se traspasaron las leyes mas santas de la Iglesia: se rompieron por los reformadores pun

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