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ra que esta erguida su frente pasee por las calles, y aun lleve sus triunfos al templo de Dios (1).

que

La abominacion de la desolacion parece iba á colocar su sólio en la misma casa de Dios. Los sacerdotes se resisten á que se profane la cátedra de la verdad, y á se pare el sacrificio de nuestros altares, para leer un bạndo contra el papa, los obispos, la Iglesia....... que habian erigido la Inquisicion, y reclamaban su estabilidad. Todo se atropella por los reformadores: la fuerza armada se prepara á vengar la desobediencia supuesta del cabildo eclesiástico, que al frente de los curas, con peligro de sus vidas iban á defender los derechos de Dios. Este representa con sumision: no se le oye y se manda de nuevo su lectura: se fijó el dia de la abominacion; la tropa se pone sobre las armas: la catedral se toma por los curiosos enemigos del tribunal: El murmullo y algazara rodean las puertas de la casa de Dios:...... llega la hora...... el ca bildo se divide sobre obedecer la lei..... todo cede al po der de las bayonetas.... se lee el decreto. En las parroquias nadie concurre; el que estaba se salia, por no oir. Solo la catedral tuvo por testigos todos los amantes de las nuevas instituciones. Si no hubiera cedido el cabildo, las vidas de los canónigos saciara la venganza de los amantes de la constitucion. El capítulo inmediato aclarará mas un plan tan cruel.

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Ahora pido con el mayor interes se lean los periódicos de aquellos dias. Ellos dicen mas de lo que yo quiero manifestar. El orgullo de los victoriosos no se podia sufrir. En las calles, plazas, alamedas, en cafes, hasta en las Iglesias se repetia con especie de frenesi: murió la san

:

(1) Las córtes trataron de que hubiese tres dias de repique de campanas para celebrar la abolicion. Este fue un proyecto de los mas acalorados contra el santo oficio. Despues acudieron al otro que era ya mas tribial. Este era hacerse felicitar un señor diputado lo indicó á un señor regidor: este lo propuso al ayuntamiento; se aprobó y se pasó el oficio á las córtes pidiendo se señalase dia para la felicitacion. Se señaló y no quedó oficina, convento, ni particular á quien no se le mandó papeleta.

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ta.... se tomó el freidero:::: se acabó la Inquisicion. El comico...... dijo en las tablas como si fuera anunciar la conquista mas interesante con una sacrilega alusion.... Señores; tres aves gallinas encargo por el alma de la difunta......

¿Puedo ya decir mas? añado para concluir: se hacia mérito de estar una obra prohibida por la Inquisicion para que se imprimiese, se leyese, y recomendase su lectura. En los carteles de venta de los derechos del ciudadano se ponia para que todos la fuesen á comprar, obra prohibida por la Inquisicion (1). El amante de su religion bajaba sus ojos, cuando pasaba por una calle, para no ver el orgullo y triunfo de los reformadores contra el tribunal de la fe.

CAPITULO XIII.

Se persigue á algunos obispos : causa formada al cabildo eclesiástico de Cadiz: estrañamiento del nuncio de S. S.

Llamo persecucion de los eclesiástiros á la guerra

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que se les hizo, ó por creerlos adictos á las antiguas instituciones; ó con el fin de echarse sobre sus propiedades. Los señores obispos y los diputados que con sus votos, representaciones se declararon contra las reformas, fueron desatendidos, befados, perseguidos. Contra los votos de nuestros obispos, y del cabildo de Cadiz se precisó á que

(1) En estos mismos dias se vendia á un precio el mas subido el Filangieri: 300 reales me pidieron por una obra. En una libreria estaba sobre el mostrador el Diccionario de Bayle: los libros prohi bidos se vendian á la par de los demas.

se leyese en las iglesias el decreto de abolicion del tribunal de la fe. Luego que éstos en defensa de la disciplina general espusieron su ilicitud, y que no se conformaban con las disposiciones de S. M., se vieron delatados, juzgados , y precisados á huir, ó sufrieron en pena de su ceTo su espatriacion. Esto es lo que en la Iglesia de Dios se entiende por persecucion. Santo Tomas de Cantóryer i no es menos mártir que el obispo san Ignacio. Ést e murió por la fe de su religion, y aquel dió su vida por la inmunidad de la religion. Voi á hacer ver á nuestros eclesiásticos oponerse á los males de la reforma, sufriendo por su religion. Dividamos esta materia para obviar la confusion.

§. 1o

Persecucion de algunos obispos.

Los papeles públicos tenian ya preparada esta guerra. Se habia divulgado en muchos impresos sueltos, que nuestros obispos eran hechuras los mas de Godoi: de algunos publicaron noticias falsas. Á los señores arzobispo de Santiago, obispo de Santander, de Oviedo, de Orense, y á los ocho refugiados en Mallorca les imputaron que conspiraban contra la patria, por la oposicion que hicieron á las reformas, atribuyéndoles que alarmaban los pueblos contra el legítimo poder. Á los que habian emigrado se les ponia de mercenarios, que huian cuando los lobos despedazaban su redil. A los que quedaron con los enemigos se les imputó de francesismo, ó de débiles con el gobierno frances. No habia un obispo que mereciese la estimacion de nuestros reformadores, sino uno ó dos que habian convenido en la abolicion del tribunal y en algunas reformas que se fomentaban.

El fuego se encendió mui desde los principios por al

gunos diputados, y estos mismos lo avivaron sin cesar. Los periodistas lo soplaban y llevaron de ciudad en ciudad: llegó el tiempo de abolirse la Inquisicion; hallaron la resistencia que temian en los eclesiásticos: no fue menester mas para estender la guerra y atropellar la inmunidad de la Iglesia, desaforar algunos eclesiásticos (1), y declararlos enemigos de la paz: paz que ellos querian establecer con la desolacion y con la perfecta sumision de todo otro poder.

Por este órden se declaró en el año de 89 y 90 la guerra cruel, que se hizo por la asamblea de Francia á todo su clero. El filosofismo habia desacreditado á los eclesiásticos: sus escritos y sus falsedades á fuerza de repetir unos mismos hechos se hicieron creibles á los mismos que los habian fraguado. Algunos pocos eclesiásticos se sometieron á las novedades: creyeron los reformadores que ya no habia resistencia... pasaron á abolir diezmos, los votos solemnes, las prácticas religiosas:::::: Hecho esto, se pasó al dogma, se declaró la guerra á la religion, y el clero que hasta alli parecia sordo, insensible, apático, relajado, corrompido, jansenista, sale al público á dar el testimonio de su fe y de su religion, ofreciendo sus cuellos á la espada, á la guillotina (2). Ai teneis nuestras rentas y nuestros bienes; pero dejadnos que seamos cristia. nos, decian los eclesiásticos á los asambleistas y jacobinos que les perseguian con furor.

No se queria esto solo. Con los bienes eclesiásticos se hacia la guerra á la religion y á los tronos; pero se intentaba descatolizar á la Francia y se exigia del clero se prestase con docilidad. Esto era un imposible: algunos ca

(1) Aunque este desafuero fue á los comisionados del cabildo de Cadiz; como éstos hacian las veces del cabildo todo él padeció en sus diputados. Segun la causa que se les formó por desobediencia al soberano cuantos le desobedecieron, todos deberian tener la misma peua. En esta sentencia estaba incluso todo el estado eclesiástico, pues casi todo se declaró contra lo dispuesto por tal soberano.

(2) Véase la persecucion del clero de Francia por Barruel y al Hervas, tom. 2. pá. 222. y siguientes.

yeron en la red; pero nada adelantaron con sus sumisiones. Se perseguia al evangelio, y sus defensores habian de ser ó apóstatas de la religion, ó mártires de su fe. Unos obispos mueren en las guillotinas, y otros arrastrados por las calles. A todos se les manda jurar odio á los reyes, á toda monarquia, y á que se soinetan á la religion conforme se llegue á reformar. La espada intima á todo sacerdote que inciense el árbol de la libertad, el ídolo de la república. El que se resista á la consergeria, al carmen, debe prepararse á morir, á llevar sus años, sus canas, su decrepitud al Canadá, á la Guayana, á los paises mas remotos. La persecucion es la mas cruel.

Un clero de curas y vicarios curados con 135 obispos, de 60 clérigos sueltos, So0 regulares, y 400 religiosas (1) se desaparece en un año. La muerte los asesinó en el campo de Marte, y de la república, y el destierro los alejo del suelo pátrio. La Iglesia, los cristianos de todos los paises, los españoles principalmente miramos esta persecucion de la Francia contra su clero, como una de las mas crueles que han afligido á la Iglesia de Dios. Los tiempos de los Nerones y Dioclecianos se ven, por todo fiel en los dias de los jacobinos de la Francia. A la fe se hacia la guerra por aquellos emperadores: por los filósofos de Paris es perseguida tambien en la Francia. El fanatismo, la supersticion, decian unos y otros, eran las que pretendian desterrar: en realidad de verdad la religion de Jesucristo fue la que se persiguió. Las voces eran únicamente distintas: el plan era el mismo, y los resultados fueron iguales.

En nuestra España fue tambien como indispensable sufriese nuestro cleio los mismos ataques. Nuestras refor mas eran las que se habian copiado de la Francia. Los ánimos no eran los mismos; pero puestos en el teatro, decididas las córtes á llevar sus reformas adelante, si nuestros eclesiásticos resistian como aquellos, la oposicion de

(1) Obra del señor abate Francisco Gusta, citado por el Hervas, tom. 2. núm. 4, pág. 122.

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