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fin "que no se habia infringido la constitucion en los dos » artículos 249 y 294 (1) que reclamaban los canónigos.

Tres señores de la comision pusieron su voto aparte, diciendo que efectivamente se habia infringido la constitucion, que no debia haberse desaforado a los canónigos, ni tampoco haberles privado de sus temporalidades (2). Del mismo dictámen habia sido el Consejo de Estado: no ostante se procedió á la formacion de la causa y se siguió con el mayor calor. ¡Con cuánta razon dijo el señor Terreros que la consulta se habia hecho de mala fe (3)! Si querian acertar las córtes ¿por qué no se sujetan sujetan al parecer del consejo? ¿no se estableció con este objeto? Digamos la verdad: el Consejo de Estado servia á los diputados como la constitucion. Cuando acomodaba se oia, y si estaba en contradiccion de sus planes, no se atendia jamas.

El señor Terreros por un vehemente discurso hizo ver á la nacion, que en la causa y prision de los canónigos habia atentado el señor ministro é infringido todo derecho público. Contra sí, tuvo un gran número de diputados. La discusion terminó aquel dia por la espresion de un señor que dijo que estas eran ribalidades, personalidades, contra el señor ministro (4).

Al dia siguiente vino este señor á vindicar su honor ante S. M. soberana, y á manifestar sus servicios en lo que muchos no hallaban mas que un atentado, un crímen. Oigámosle con atencion que va á repetirse el anticuado ardid de las conspiraciones soñadas, y los grandes peligros que cercaban á la patria.

"Señor, dijo, me presento á V. M. lleno de la mayor agitacion é inquietud, no porque tema dejar de existir políticamente de resultas de esta discusion, sino porque temo si dejará de existir mi patria antes que yo (4) " En seguida pasa á esponer la desobediencia de los señores curas, vicario capitular, y cabildo: quienes segun el señor ministro, bajo el pretesto de defender los derechos (1) Tomo 19. pág. 44. (2) Pág. 55.

(3) Sesion 11 de mayo, pág. 77. (4) Pág. 98.

de la Iglesia, espusieron la seguridad del estado y la unidad de la religion á convulsiones peligrosas que indudablemente nos hubieran precipitado en una revolucion política é irreligiosa, si V. A. no hubiera usado de su autoridad con tanta oportunidad y energia para sufocarla en un principio. Al uso prudente y justo que hizo de ella el dia primero que empezó á egercerla, se debió este gran bien que por de pronto tranquilizó á V. A. encargada de conservar la seguridad del estado y de proteger nuestra religion. Esta es parte del dictámen que el señor ministro dió á la regencia para que procediese contra los canónigos, y el que hoi repitió á las córtes para hacer ver cuanto habia él contribuido en las disposiciones de aquel dia.

Despues de la lectura de su dictamen á la regencia: tomó la palabra y repitió lo mismo que por escrito acababa de leer: dice los mismos riesgos, convulsiones, viniendo á parar en hacer causa de la nacion, de las córtes, y de la constitucion la que era privativamente suya. » El proceder del cabildo dijo era efecto de la oposicion que " muchos habian hecho á la soberania de la nacion, entre » ellos un señor obispo (reputado por oráculo por su cien»cia y virtud) que habia sido el primero. El secretario » de gracia y justicia tiene consignada en el archivo de "este respetable congreso su opinion acerca de este parti»cular. La sesion toda la ocupó el discurso y la lectu ra del dictámen. Un perpetuo silencio ocupó el salon de córtes: nadie chistó ínterin leyó y peroró el Argos de la nacion.

Este señor hacia tiempo estaba amenazado en los papeles públicos de ser privado de su destino: sus esfuerzos para no morir políticamente le precisaban á cumplir los deseos de los constitucionistas. Atribuyanse á estos fundados temores, y no á su malicia, sus dictámenes y sus elogios á la constitucion que no se caia de sus lábios al tiem. po mismo que públicamente la infringia: las palabras que abrieron su discurso daban que sentir á los amantes de una

patria renovada por una constitucion jacobina. No temia el señor ministro perder su destino sino porque su patria dejase de existir antes que él. ¡Qué sentimientos tan dignos de todo ministro público! Yo lo creeré asi.

El señor ministro no dijo los motivos que tenia para estos temores; pero ó era hacerse mucho favor, persuadiéndose que con su falta peligraria la patria, ó su remocion seria efecto del triunfo de la conspiracion porque que delataba, ó en fin porque no se habia deshecho á pesar de sus desvelos, viniendo su escelencia á ser su primera víctima. No puedo conciliar estos temores del señor ministro, con lo que ya tenia dicho en la prision de los canónigos, que habia cesado el peligro de la patria en fuerza de las providencias tomadas. Ahora ¿cómo se nos dice estar la conspiracion en su mayor furor, que urge, y que tanto le intimida, porque la patria se pierda antes de concluir él su discurso? ¿Qué diremos á esto?... debilidades, contradicciones, incoherencias, arbitrios de una imaginacion empeñada en dar cuerpo á fantasmas ó quimé. ras que no existian: un Eolo que estando la mar serena se afana por agrupar nubes y encadenar vientos para soltarlos á la vez, y escitar la borrasca mas deshecha. Tal es el empeño del señor ministro, haciendo ver al cabildo de Cadiz conspirar de acuerdo con monseñor nuncio, obispos é Iglesias comprovinciales contra la seguridad de la patria.

El señor ministro no pudo probar la conspiracion en todo aquel dia, pero al dia siguiente 13 volvió á buscarla y á ver si á fuerza de repetirla podia hacerla creible. El señor Ximenez Guazo manifestó las injusticias come.tidas en la causa del cabildo, y que en derecho era nula. Contra él se levantó un diputado que estaba por el ministro y con el calor de sus pocos años dijo: » Que no deberia hacerse cargo de lo espuesto por el señor preopinante, no habiéndose concretado nada á la materia que estabamos hablando (1). » » Que no se trataba de que (1) Pág. 156.

» los canónigos saliesen libres ó no: ni Esperanza, ni los » canónigos son el objeto principal::: miras mas largas se "proponen los promovedores: raices hondas tiene su

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plan: se cortó el hilo de la trama infernal fraguada por » tanto tiempo en la oscuridad. El dia 8 de marzo se destruyó aquella trama que hubiera acabado con las córtes » en el momento que iba á consumarse... La remocion de la regencia, aquel feliz suceso inesperado para los en» redadores desbarató todos sus planes; pero incansables » en revolver, empezaron á formar otro. No han hallado apoyo en el actual gobierno, que amante de las nue» vas instituciones, siempre mirará con ceño á estos per» turbadores. Desengañados de que sus tentativas serian infructuosas procuran desautorizarlos (1)."

El señor diputado tomó el mismo empeño del señor ministro, es decir, que hai nueva conspiracion, distinta de la del 8 de marzo. El señor Ogavan quiso deshacerla, recordando felizmente la conspiracion de Sevilla, de que se dió cuenta en 23 de diciembre del año an. terior por el mismo señor ministro, y que despues de violencias, injusticias, prisiones.... y de tanto ruido como se metió, no hubo tal conspiracion.» El mismo gobierno, dijo, conoció ser falsa, como ahora lo conoce tambien.» El recuerdo disgustó mucho á los que soñaban en las conspiraciones contra sus vidas ó sus destinos. El murmullo entró á hacer callar al señor Ogaban, y á repetir con alaridos la patria peligra (2). La confusion, el desórden entran á suplir la falta de razones con que eludir el discurso que acababa de oirse. Se logró efectivamente el triunfo, tomando la palabra uno de la faccion contra el cabildo.

No hago ya advertencias sobre estos murmullos repetidos, sobre este desórden general, porque ya he notado varias veces que este era el recurso ordinario de nuestros regeneradores. La España convencida de esta verdad se resentia del estado lastimoso á que se veia reducida. To

(1) Pág. 161. (2) Tres veces lo repite el diario de córtes en cuatro renglones: tanta era la confusion que hubo. Pág. 161.

da la mañana la ocupó con su discurso el apologista del gobierno y del ministro. La sesion se levantó al acabar el panegírico.

¿No aparece en nuestra asamblea el mismo empeño que en la de París en el año de 92, en hacer creer al vulgo que el eclesiástico era enemigo de la nacion para con este pretesto autorizar ellos las reformas y perseguir á los que se opusiesen? ¡Ah! no hubo entre nosotros su furor, pero sí el mismo fanatismo en algunos para perseguir al eclesiástico.

El dia 14 volvió otra vez á tomar la palabra el señor ministro, formó segunda defensa de su conducta, y de los escesivos servicios de la regencia en haber deshecho la conspiracion, que á cada instante repetia. El reglamento interior de córtes prohibia á los diputados hablar mas de una vez sobre un punto. El señor ministro lo ha hecho varias veces y nadie reclamó el órden. ¿De donde, pues, provenia esta deferencia casi general ácia este señor? no sé que diga. Un diputado impugnó el proceder del ministro; pero dos le sostuvieron, levantándose la sesion, luego que concluyeron.

ya

El 15 se volvió á la lid, y á poco se preguntó ¿si el punto estaba suficientemente discutido? Hízose la votacion, salió empatado, dejándose la última resolucion para el otro dia; pero se leyó una representacion del ministro contra el señor Ogaban, por lo que este señor dijo en el dia anterior contra el ministro. Una reflexion salta al momento. En esta misma discusion (del 27 de abril) se quiso impedir por multitud de diputados la lectura de las representaciones del cabildo contra el señor ministro, diciéndose eran personalidades agenas de aquel sitio, y ahora que el papel del señor ministro no era mas que una personalidad contra el señor Ogaban, en que nada tenia que ver el congreso, se admite el papel, se lee en públi co, y se manda formar espediente en virtud de su lectura al señor Ogaban. ¿Puede darse mayor parcialidad, una njusticia mas pública? ¡Á tal estado estaba reducida la representacion nacional!

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