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sin estremecerme, sin quejarme, y

, y sin poner mis clamores en el cielo y en mi soberano. Atribúyase á mi dolor cualquiera espresion algo fuerte, que pido no recaiga jamas sobre las personas, sino sobre los escritos.

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CAPITULO I.

PRIMERAS DOCTRINAS

SOBRE REFORMAS DE LA IGLESIA

ESPARCIDAS EN ESPAÑA.

Una de las pruebas mas convincentes de la divinidad de la religion cristiana es no haber sucumbido á los escándalos de sus hijos. Jesucristo su divino autor no hizo impecables á los hombres. Su moral rectifica las pasiones del corazon, pero no las estingue. Los cristianos abundan de pecados, como los que no lo son. La religion no muda la naturaleza, no la espiritualiza. Por necesidad debe haber entre los fieles quien escandalice á sus hermanos con su conducta (1), mas él es responsable á Dios y á su Iglesia de sus errores y crímenes.

La Iglesia católica plantada en medio del mundo, no puede menos que inficionarse de los miasmas que contagian á este, y que siempre le tienen corrompido. La nave de Pedro está espuesta á las borrascas: los vientos la agitan con frecuencia: las olas se hinchan, y á cada instante amenazan sumergirla. Pedro no desfallecerá en la fe; pero le asaltarán mil angustias. Cristo Jesus le permitirá que padezca para sus mayores triunfos, y que los fieles que le siguen, temiendo zozobrar á cada instante, digan a su maestro: salva nos, perimus. Jesucristo se desentendera por algun tiempo, parecerá que está dormido,

(1) Necesse est enim ut veniant scandala: verumtatem vae homini illi per quem scandalum venit. Math. cap. 18 v. • 7.

y que no cuida de su Iglesia; pero su divino imperio en el momento que guste calmará las borrascas, y los salvará del peligro.

El evangelio sembrado en un campo inmenso produce sus frutos, á la par que la zizaña esparcida por los malos hombres crece hasta cubrir la buena semilla. Podrá su

ceder, que el que mire al campo de la Iglesia no advierta sino espinas, cardos, malezas; pero á su tiempo se arrancarán estas, y aparecerá el trigo puro con admiracion del universo. El grano de la fe no se pierde del todo, se arruga, se algeña, ó se tizna; mas el que se conserva bueno produce á ciento, y llena los troges del divino Señor.

Aqui es cuando se advierte con admiracion de todos que una mano sobrenatural es la que siembra la fe: que un rocio del cielo es el que la fecundiza: que el gran padre de familias cuida de su heredad, y que si permite esté la mala yerba con el trigo puro, es por no arrancar uno y otro, antes que haya dado su sazonado fruto. Luego que es llegado el tiempo de recoger la mies, y pedir cuenta á los colonos, perderá infaliblemente á los que se porten mal, y premiará á los que fueren dignos.

Una economia tan justa, tan divina ha conservado has ta aqui en medio de los escándalos y vicios de los cristianos la pureza de su fe y las principales virtudes del cristianismo. Con la Iglesia nacieron sus enemigos: á la par que se propagaba por todos los pueblos, y que infinidad de gentes venian alegres á someterse á la fe, de su seno mismo, de en medio de los fieles al parecer mas fervorosos, salieron los mayores hereges, sus mas irreconciliables enemigos. No eran del imperio de Jesus; si fueran suyos no hubieran salido (1); pero separados de la unidad de la fe, combatieron por destruirla, y lograron llevar tras sí á los que aun no estaban probados, á los que no eran dignos.

Como fundó la religion Jesucristo, asi ha seguido hasta nuestros dias. Los escándalos de sus hijos la llenaron de

(1) 8. Joan. Epist. 1. cap. 2.

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tribulaciones, desde su infancia hasta su robustez, y desde su mayor poder hasta la debilidad en que la hemos visto. Los cristianos la han perseguido en todos tiempos. con sus malos egemplos, con sus relajaciones y delitos. Este es el mayor mal que aqueja á la Iglesia. Los tiranos, los idólatras, los hereges la atacan, la mofan, la persiguen; pero estando fuera de la Iglesia, apenas siente esta sus tiros, sus persecuciones. Mas los malos cristianos, aquellos que se venden por sus hijos, estos que estan en su casa misma, criados con una misma leche, y apacentados en el regazo de la Iglesia. ¡Ah! estos hieren á su madre en su pecho mismo: estos minan su casa por lo mas íntimo los tiros de estos son casi inevitables: las brechas que abren apenas admiten reparos: estos son los que la arruinan.

¿Y es posible que repitiéndose diariamente estos tiros contra el edificio de la Iglesia, aun subsista entera al ca bo de diez y ocho siglos? ¡Ah! Sin duda que su artífice es divino: que sus fundamentos estan echados por la mano de Dios vivo: que él mismo lo labró sobre una piedra firme que la colocó sobre un monte inaccesible; y aunque los mares la circunden, los vientos la acometan, los hombres la minen, el infierno le declare guerra eterna, ella susistirá por todos los siglos, ella se conservará ilesa: las saetas de sus enemigos volverán contra ellos mismos. El abismo bramará, y no le intimidarán sus bramidos. ¡Qué !... El reino de Dios no es como el de los hombres; jamas se verá dominado, pasará de la eternidad... La Igle. sía de Jesucristo es su imperio. El lo fundó para sí... Dios Él lo ha dicho (1).

1

Nada denigrará ya á la España que la ponga á la vista del público, manchada con escandalos y vicios, deshonrada la virtud de nuestros padres por la corupcion de algunos de sus hijos, y desaparecido de nuestro suelo aquella pureza de costumbres, que generalmente se ha conservado en ella, aquella sumision á la fe,

(1) Math. cap. 16. Daniel. cap. 2.

por lo

que nos hemos distinguido en todos tiempos, y aquel rendimiento general, profundo, respetuoso, con que hemos mirado siempre á la Iglesia y á su romano pontifice.

Demostraré el proyecto que se formó en los últimos años contra el trono de nuestros reyes, cuando siempre ha sido timbre del español el amor á sus soberanos, no haber maquinado jamas contra su vida. ¿Por qué no he de decir tambien que algunos de nuestros españoles convinieron con los filósofos de la Europa en reformar á la Iglesia, conspirando contra el altar, cuando la rebelion contra el trono, no es sino una ilacion del abandono de la moral cristiana, del desprecio de sus preceptos, y el resultado inmediato de haber querido sacudir el yugo de la religion, ó atentado contra su general disciplina?

La España no tiene el privilegio que Dios no ha concedido á su Iglesia. En esta abundan malos hijos. En aquella se han multiplicado los escándalos: en esta pule la virtud, el choque mútuo de los malos cristianos con los buenos (1), en aquella los errores de unos han sido el realce del mejor patriotismo, de la religion mas acendrada, de la fe mas pura de los otros. La Iglesia representa el cuadro mas hermoso con el claro-oscuro que le ha dado la diversidad de sus hijos, y la España se deja ver la mas brillante, teniendo á su espalda, y bajo sus pies las sombras de algunos hijos espurios. Ella presenta á la Europa la hermosa perspectiva de los cielos, cuando aparece el arco Iris despues de haber llovido.

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Desde mediados del siglo XVIII principiaron á cubrir la España multitud de malas doctrinas, que al modo de nubes venian de los Pirineos, y oscurecian nuestros orizontes religiosos y políticos. Infinidad de libros franceses se introdugeron entre nosotros, y con ellos se contagió la salud pública. Nuestras universidades principiaron á cultivar nuevos libros, y alguno de sus catedráticos deslumbrado por la luz que jamas habia visto, se dejó arrastrar

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