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civil, estará sometido hasta en la parte de su ministerio á lo que aquel se le antoje, é inspire..

Asi, su influjo para con el pueblo llegará á ser nulo. La moral se relajará, y el eclesiástico no se atreverá á chistar lo mas mínimo. Cederá, callará, no opondrá su celo á los males, para no chocar, é indisponerse contra quien tal vez causára los escándalos, ó á lo menos los permitirá. El hombre no se levanta contra aquel de quien depende; se atempera á sus máximas, aplaude acaso la iniquidad misma, y llega á decir virtud, lo que él conoce por el delito mas horrendo. ¡ Tal es la fragilidad humana! ¡Á tanto precisa la necesidad de subsistir, cuan

do esta subsistencia está á merced del criminal! Reducido

por otra parte el clero á la suerte de unos hombres pagados, no podrá manifestarse á los pueblos como independiente y superior á las demas clases del estado: perderá su ascendiente, no se mirará como el refugio del desvalido, el consuelo del pobre, el asilo de la viuda, el apoyo del pueblo, el ecónomo de sus limosnas. Su respeto, su amor, el poderío que el clero goza sobre los demas, se funda en el mayor número de los hombres en la beneficencia que egerce éste sobre los pueblos: su influjo está en razon de las utilidades que el necesitado percibe del clero reduzcase éste á un salario: con el tiempo vendria á ser un hombre cualquiera, un hombre sin respeto, un hombre como el mas ínfimo. Asi el clero se reduciria: su ministerio se aniquilaria por instantes: ni el púlpito ni el confesonario tendrian operarios. ¿Qué mas se necesitaba para acabar con la religion en nuestro pais?

Esta sin aparato, sin grandeza, sin magestad, hablaria al hombre con una voz mui débil; la imágen de su Dios la formaria éste por la de la religion; ésta por la de su culto, y éste reducido á una esterioridad sin brillo, sin decoro, acaso nada mas que al purísimo de la Fé, solo á lo esencial de la religion, vendria cada vez mas á aniquilarse, á destruirse, á perecer. Conózcase al hombre como es, y se verá que no exagero.

La Iglesia es un cuerpo visible, no solo porque sus miembros lo son, sino tambien porque la religion que coaduna estos miembros, tiene una vida visible por la publicidad del culto, por la comunicacion de unos cristianos con otros, y por la participacion de sus egemplos y virtudes.

El cuerpo de la Iglesia vive, se nutre, toma sus incrementos por las prácticas de la religion, por el aumento de sus cultos. El papa, los obispos, tos sacerdotes son los que cuidan de esta union, de esta disciplina: ni el culto, ni sus ministros pueden sostenerse, si no es por medio de las ofrendas, limosnas, primicias, diezmos ::: Los bienes de la Iglesia son llamados bienes de Dios por tan respetables títulos.

Acordãos políticos de un Eliodoro, de un Antioco, de un Baltasar, de un Nabuco: perecereis devorados por vuestros propios remordimientos si robais los tesoros de la casa de Dios. Un ángel del Señor bajará de los cielos para castigaros: una mano invisible escribirá el decreto de vuestra muerte desastrada: en la noche misma que os complazcais en vuestros robos seréis privados de la sociedad de los hombres, andaréis como las bestias hasta que conozcais vuestros delitos y confeseis que de Dios es toda la tierra, que tiene dominio sobre vuestros bienes, y que él manda que mantengais á sus ministros.

Vosotros, sacerdotes de Dios, tened presente que los bienes que disfrutais no son vuestros: que sois unos administradores: que vuestros bienes son de las Iglesias y de los pobres: que no podeis dispendiarlos á vuestro arbitrio. Si os los piden sin necesidad los que mandan, responded lo que san Ambrosio á Valentiniano Al soberano pertenecen los palacios y al sacerdote las Iglesias: ni yo las pue» do dar, ni á tí, emperador, te conviene recibirlas. Si no » tienes arbitrio para hacer agravio á un particular pien »sas tienes á tu arbitrio disponer de lo de Dios?” (1).

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(1) Epístola 33.

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CAPITULO XV.

Persecucion del clero regular: se proyecta estinguirlo.

La persecucion del estado regular era un resultado

necesario del nuevo sistema adoptado por nuestros rege. neradores, ó lo que es lo mismo, del plan general de los filósofos para apoderarse de los bienes de la Iglesia. De aqui partieron, he dicho, las reformas de los políticos, cuando han intentado enriquecerse con las rentas que no les pertenecian. El interés los llevó á la casa de Dios, y el odio á sus ministros les hizo perseguirlos. Si lograban destruir los institutos monásticos, al instante se apoderaban de todos sus bienes: en seguida hacian la guerra á los eclesiásticos sin destino fijo, despues á los canonigos, en seguida á los obispos, por último á los curas.

Todo ministro de la religion ha sufrido mas o menos en razon de lo que de su oposicion temia el filosofismo. El estado regular es el que le ha hecho mas contraresto en la realizacion de su plan: él debia sufrir la persecucion mas cruel, mas decidida. Asi ha sido. Este es un hecho público de que atestiguan la Alemania, Francia, Italia, Nápoles, España y Portugal, La guerra se hace á la religion, y no puede perdonarse por sus enemigos á uno que la defienda, un simple ministro del culto. La filosofia publicó esta guerra, la heregia la sostuvo, despues la im piedad la activó en nuestros dias.

Los institutos religiosos, nacidos en la Iglesia casi al mismo tiempo que la Iglesia misma (1), fueron persegui

(1) Natal. Alejand. historia ecles. tom. 3. pág. 229.

dos desde su institucion por los mismos que perseguian al cristianismo. La persecucion aumentó su número en la Nitria, Tebaida, casi todo el Egipto. El siglo XIII. activó la guerra contra los cuerpos religiosos, y tuvo el mismo éxito. Santo Tomas y san Buenaventura salieron á la defensa y confundieron á todos sus enemigos (1). En el XVI. se renovó la lid que aun sigue. Calvino en sus instituciones los manifestó como hereges. Lutero les hizo la guerra mas viva.

La Europa, la América, el Asia, hasta lo interior mas desconocido del Africa atestiguan sus servicios, sus utilidades en todo siglo. Por los regulares se llevó la religion á los paises mas distantes, mas inaccesibles. La cruz de Jesucristo se puso por ellos sobre los Andes de América y montañas del Japon. El chino, el indio oyeron la voz del evangelio de unos hombres que no esperaban en esta vida sino la muerte por premio de sus fatigas. Desde el Cabo Blanco hasta el de Buena Esperanza, desde la Europa hasta los confines del mundo conocido, á todo pais ha pasado el religioso, sin mas interés ni mas motivos que la propagacion del evangelio, y la estension del reino de Je sucristo. Lutero y Calvino conocieron estas verdades, no obstante persiguieron á los institutos religiosos, únicamen te porque hacian la guerra á la Iglesia, y á todo cuanto ella autorizaba y sostenia.

Pasó aquel siglo de errores: entró el xvII: calmó algun tanto la tempestad; pero el XVIII fue el mas cruel. La lid contra unos institutos que cada vez se empeñaban en los progresos de la religion, y que de dia en dia crecian en virtud y en egemplos, se hace cada dia mas tenaz,' mas sostenida. Como la guerra que se suscitó contra ellos desde los principios no fue por esterminarlos únicamente sino por hacer mal á la Iglesia de Jesucristo, mientras mas útiles sean á la religion, cuanto mayores sean sus ser

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(1) Guillermo de san Amos y Gerardo de Abreville escribieron contra los institutos regulares, formas de habito, reglas, &c., y fueron-> impugnados por estos santos doctores.

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vicios, los hereges y la filosofia les harán mas cruda guerra, y no perderán momentos de combatirlos.

Asi es que en el 18 cuando los cláustros estaban llenos de sábios de todas clases, cuando la Iglesia recibia mayor utilidad de estos institutos, y cuando los príncipes cristianos, y sus pueblos reportaban las mayores ventajas de tales corporaciones; entonces es cuando la política les suscita nueva guerra, cuando los filósofos salen á batirlos, y cuando el infierno conjura contra los institutos religiosos todo su poder y todos sus ardides. Con la sagacidad de los llamados filósofos arma á los príncipes, con el celo de los jansenistas prepara á los obispos, y con los pretestos de reforma acomete á estinguirlos (1). Algunos príncipes toman parte en la reforma por las utilidades que se ponian á su arbitrio. La guerra se declara al estado regular. La política se une á la teologia de Jansenio; la filosofia fomenta esta liga; la guerra se principia. Á la religion es á quien se persigue.

"No debe dudarse escribia Federico á Volter que ,,una vez que se consiga arruinar (los conventos) estos ,,asilos del fanatismo, no tardará el pueblo en venir á mi,,rar con frialdad é indiferencia los objetos de su venera,,cion actual (2). Tiempo es ya de destruir los cláustros, ,,ó á lo menos de disminuir su número. Ya ha llegado el ,,momento en atencion á que el gobierno frances y el ,,austriaco se hallan alcanzados y han apurado los recur,,sos de la industria para pagar sus deudas. El aliciente ,,de las grandes abadias y conventos que tienen grandes ,,rentas es muy poderoso. En representándoles á los go,,biernos los daños que causan á la poblacion, se conse-. ,,guirá determinarlos á la reforma...... Todo gobierno que. ,,se determine á esta operacion será amigo de la filoso,fia::::: Ved aqui un pequeño proyecto que yo someto

(1) Véanse el tom. 6. de Van-Espen sobre la demasia de exenciones de la jurisdiccion episcopal.

(2) Obras póstumas de Federico impresas en Berlin en 1788, tom. I. pág. 43. en los proyectos de los incrédulos, págs. 11 y 12.

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