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de la novedad que siempre agrada cuando está rodeada de lo bello, y cuando se presenta bajo el punto de vista de reforma, de adelantos, de mejoras y utilidad pública.

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Los primeros hombres de la nacion tambien se deja ron cau var de las nuevas doctrinas. Unos hombres respetables por sus luces y conocimientos, por su reputacion, y por sus destinos vieron con admiracion los nuevos descubrimientos de la Francia en todo ramo instructivo, y no pudieron menos que aficionarse á sus reformas en el derecho público, ya civil, ya eclesiástico, en el estudio de la filosofia y ciencia de la religion, en el gobierno y estadística. Su prevision no pudo darles á conocer el término funesto de tales doctrinas. Sin duda las detestaran si las hubieran conocido.

El conde de....... se hizo un partidario acérrimo de los filósofos, un admirador de Volter, un prosélito fa vorito de su filosofia (1). ¿Si su ídolo fulminaba rayos contra la religion y los cláustros, su devoto y su ministro levantaria pararayos para eludi: los? El año de 67 reventó la mina preparada por los filósofos contra los jesuitas. El señor....... la abrió en España: la grande obrá de su ministerio y de su influjo fue la órden de estin guirlos. El modo de realizar el decreto fue la obra maes tra de la filosofia. La Europa lo admiró, los filósofos se dieron las gracias. Este fué el gran golpe de la filosofia sobre la España para viciar la instrucción pública y re lajar la moral. El señor....... sucedió en el ministerio y los planes de reforma siguieron con todo ahinco. Las ór denes sobre regulares se multiplicaron, La amistad de la Francia con nosotros cada vez fue mas intima. Los embajadores en nuestra corte sirvieron alguna vez de minis tros. Todo se moderaba en la España por su influjo; y era necesario que los libros, plaqes y reformas: traidas de alli y publicadas entre nosotros tuvieran isus funes tas resultas.

(1) Memorias citadas, tom. 3. pág. 93. - toistot en

En este tiempo vieron la luz pública un juicio imparcial, una lei agraria. Las materias de estas obras, y el estilo conque se presentaban llamaron la atencion de los españoles y fueron la admiracion de los sabios. Unas reformas al parecer las mas útiles á la Iglesia y al estado, se propusieron como necesarias; pero ninguna empresa mas espuesta que el tratar de semejantes materias en los dias que se publicaban. La Europa hervia en proyectos, planes, arbitrios para hacer entrar á la Iglesia en las reformas que se trazaban por los filósofos. De hecho algunos españoles se suscribieron en parte á tales doctrinas, aunque en realidad de verdad jamas pensasen en el término funesto á que se llegaria de alli á pocos

años.

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Por entonces se vió con escándalo de la España defenderse públicamente en Zaragoza año de 85Y 86 las proposiciones mas atrevidas. Con el pretesto de Economia Civil y Comercio se publicaron dos cuadernos en los que se establecian como principios las maximas mas absurdas. "Que el celibato era perjudicial al estado. Que la profesion religiosa debia hacerse despues de los 24 años. Que el lujo debia fomentarse. Que la supersticion, y los abusos de la Iglesia debian desterrarse, para hacer feliz á la España. Que la Iglesia tenia usos opuestos á la felicidad de los estados.,, Con tales lecciones se preparaba á la España á adoptar las producciones de los autores estrangeros; dando principio por los franceses, que estriben para un estado cuyas circunstancias son las mas análogas á las nuestras. Tal era el señor Melon, cuyo espíritu estractaba; y tal es la confesion que hace de sí mismo nuestro español catedrático.

El celo del padre Cadiz escitado por multitud de eclesiásticos tuvo que predicar contra las conclusiones; su celo se le imputo por delito. La fuga lo puso á salvo, y aun no bastó esto para libertarlo de sus iras. El señor...... era el catedrático, y nadie se atrevia á impugnarlo, aun cuando sus lecciones eran las mas nocivas á la religion y

al estado, porque se decia públicamente que el señor..... le protegia (1).

¿Quién era suficiente para impedir la mania de las innovaciones ya en la religion y ya en la política, cuando unos hombres admirados se ponian al frente de nuevas instituciones, y cuando los ministros las autorizaban? En este estado no hai barreras que se opongan á tal clase de males, porque aunque haya espíritus capaces de rebatir las nuevas doctrinas, no hai tantos que las impugnen á costa de sus honores, puestos y comodidades.

Cada sabio queria ya adelantar á los que les habian precedido. Se tomaba por punto de honor principiar á deshacerse de la antigua rutina del derecho, de las prác-. ticas y usos mas venerables. En el hecho de ser antiguos bastaba ya para ser criticados. Cuantos presumian de instruidos comenzaban á dividirse, y á ostentar en lo privado y público estar decididos por la reforma general, vaciados sus planes en los de la filosofia.

La Ciencia de la legislacion, de Filangieri, el Pacto Social de Rousseau, los Derechos del ciudadano de Mably, los Estudios de Condillac, las Doctrinas de Pereira, Febronio y Sapion Ricci, corrian por nuestras) universidades y colegios. Algunos catedráticos hacian ostentacion de muchos de sus principios: los discípulos se contagiaban, y la peste moral se estendia con rapidez y sin advertirlo.

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Conocióse el ominoso término de tales doctrinas luego que en 89 se convocaron los estados generales de la Francia, y se vieron con estrago adoptados los sistemas. de la soberania de los pueblos, la igualdad de todos los ciudadanos, la libertad absoluta, indeterminada de todos los súbditos. Entonces se tocaron ya con horror á donde

(1) En defensa del padre Cadiz, y contra los cuadernos de Economia y comercio escribió el capuchino frai Gerónimo de Cabra; publicó sus escritos por los años de 87. Véase la 1 y 2 parte de esta impugnacion, de donde he tomado las proposiciones referidas.

iban á parar las restricciones puestas á los obispos, las rẻformas del clero, la la estincion de los abusos, la guerra á la supersticion, el destierro del fanatismo, la persecucion de los frailes, y las quejas amargas de los filósofos contra la Iglesia de Cristo.

La Europa conoció en solos dos años, que las refor mas eran destrucciones, y que en nada menos se pensaba que en corregir los defectos de la legislacion, y el abuso del ministerio eclesiástico. Nuestra España fue la primera que abjuró públicamente un sistema tan impio; pero los inficionados de esta lepra se mantuvieron algunos en su mal; publicaron por sanos los principios de la Francia, y los malos resultados que horrorizaban á la Europa, se tergiversaban por mal uso de los funcionarios públicos. Se sostenian en su plan, é hicieron cuanto les fue posible por resistir á las medidas que el pastor de la Iglesia daba contra los principios opuestos á la Iglesia, y contra las máximas absurdas de la política.

Las obras del abate Cestari sobre la ordenacion de los obispos, la del Pereira sobre las dispensas, y aba. solucion de los casos reservados, corrian entre nosotros con el mayor séquito, la una 30 años hacia, y la otra 10 ú 11. El plan de la primera no es otro que el de la segunda, y una y otra tienen por objeto separar á los obispos del Papa, atacar la unidad de la Iglesia, dando. á los obispos en sus respectivas diócesis las mismas fa-. cultades del Pontífice, haciendo en Portugal é Italia lo que al mismo tiempo se trataba de realizar en Alemania, Toscana y Napoles.

En 99 se hizo la traduccion de estas obras: diez y siete consejeros se opusieron á su publicacion contra el voto de algunos otros. Los primeros protestaron no tocaba al consejo la censura de unas obras puramente eclesiásti cas que tenian relacion íntima con el dógma. El consejo las pasó al dictamen del abad y cabildo de curas de Madrid, pero recibió la reprension mas ácre por la demora en su aprobacion, y el paso de pedir dictamen á los se

ñores curas (1). El señor ministro don M... instaba por la aprobacion, hablaba á nombre del soberano; pero la mayoría del consejo, con la mas sólida erudicion y celo se opuso á el curso de tan malas doctrinas, ý negó su licencia para la impresion de las traducciones.

Se trataba ya de que la España entrase en el plan general de la filosofia contra la religion. El medio adoptado por los filósofos, era impedir los libros que defendiesen los derechos de la Iglesia católica, unida á su cabeza el vicario de Cristo, y procurar se esparciesen los escritos que la atacaban. Nuestras autoridades se vieron sorprendidas muchas veces, y dejaron correr algunas obras perjudiciales.

Los inficionados de las nuevas doctrinas se acercaban al trono de nuestro rei, y le hacian mirase como sus enemigos á los mismos que le defendian. Se fingian decididos realistas, para armarse contra la Iglesia. La autorîdad real se ponderaba por algunos, solo con el fin de disminuir la del papa y la de los obispos. Exaltaban el poder de los reyes, para acercarse al trono, y minarlo mas facilmente á la par que destruian á la Iglesia. El tiempo nos ha dicho tan terribles verdades: los soberanos y los pueblos lo han visto.

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(1) S. M. ve con dolor frustradas sus ideas y esperanzas lisongeras. Este cuerpo (el consejo) que debe ser el defensor nato de las regalias y derechos de la soberanía, el que como un Argos vele sobre ellas dia y noche, aumentándolas hasta el último grado, cuidando esparcir esta doctrina por todas partes, abrigando y protegiendo á sus promovedores, se conformó con el dictamen de los fiscales, que propusieron la remision á los curas.,, Véase el informe del consejo, impreso en Cadiz, año de 13. pag. 8. 9. y siguientes. :: Asi se reprendia al consejo porque no habia resuelto inmedia tamente por sí la publicacion de las traducciones. Aqui está sellado por una real órden lo que debia hacerse por el consejo y todas las autoridades con los promovedores de las nuevas doctrinas: abrigarlos, protegerlos y aumentar por todos los medios hasta el último grado las regalias y derechos del soberano. ¿Cupo esto jamas en el be nigno y piadoso corazon del rei? No: pero cabia en el de los minis tros, que con el pretesto del monarca intentaban privar á la Iglesia de parte de su autoridad, y disminuir de la España el ascendiente del romano pontífice.

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