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nárquico. Uno solo es la cabeza, solo á ella estan sujetos todos los demas miembros del cuerpo de Jesucristo: sean patriarcas, sean primados, sean metropolitanos, sean obispos, de Pedro reciben el poder: él impera en todos, cuida de todo el rebaño segun el mandato de Cristo, él luego que falta Judas congrega á sus hermanos, les esplica la escritura levantándose en medio de ellos, y pasa á la eleccion de un obispo nuevo que ocupe el lugar de Judas: él manda la eleccion; los fieles le escuchan con sumision y le obedecen. He aqui el primer egemplo de la facultad de Pedro en la confirmacion de los obispos, Esta es la primera prueba de su espiritual soberania. Él solo podia elegir á Matias, dice el P. san Juan Crisóstomo: si Ilama á los que han de elegirlo, es para no particularizarse con alguno (1).

Los griegos cismáticos, Lutero, Calvino, Wiclef, Juan Hus, Antonio de Dominis, muchos de los hereges que en varios siglos han turbado la Iglesia católica se han declarado contra el gobierno monárquico de la Iglesia. En nuestros dias los jansenistas, Eibel, Febronio, Ricci, lo han combatido. Ellos quieren que el papa solo por honor tenga la primacia en la Iglesia: ellos fijan la igualdad del romano pontifice con la de los demas obispos: un gobierno democrático es el que reconocen en la Iglesia: con frecuencia se repite en un falso sentido la letra de san Cipriano, Episcopatus unus est, cujus à singulis pari in solidum tenetur (2). Este es el sistema que se ha sostenido en nuestros dias, y el mas contrario á la antigua y general disciplina.

El cánon 6 del concilio 1o de Nicea, el 28 del Constantinopolitano 1, el Calcedonense (3), y el Florentino (4) establecen el primado de jurisdiccion de Pedro como un dogma siempre creido en la Iglesia. Los padres

(1) ¿ An non licebat ipsi Petro eligere? Licebat et quidem maxime: verum id non fecit, ne cui videretur gratificari. Homil. 3. in acta apostolorum.

(2) Libro de Unitate eclesiæ. (3) Acti 16. (4) Sesione 6.

han confesado en los sucesores de Pedro este gobierno general que le hace cabeza y pastor universal del rebaño de Jesucristo.

que la

Los mismos franceses que despues de los griegos son los que mas han cercenado la autoridad del romano pontífice, confiesan que el gobierno de la Iglesia es el de una verdadera monarquia. La universidad de Paris condenó la proposicion de Antonino de Dominis que decia forma de monarquia no fue establecida por Cristo en su Iglesia, poniéndole la censura de herética y cismática. La misma nota dió á otras dos proposiciones del mismo, en que confesaba la mayor nobleza, y la superioridad de la Iglesia romana sobre las demas; pero negaba que fuese señora de las otras, y que obtuviese el principado (1). Gerson (2), Almaino (3), Calleja (4), y otros varios convienen en que el gobierno de la Iglesia es verdaderamente monárquico, y que el sucesor de Pedro es el que gobierna soberanamente esta monarquia.

La disciplina de los primeros siglos, el egercicio de la autoridad suprema de los inmediatos sucesores de san Pedro, la constante práctica de los romanos pontífices, los siglos todos de la Iglesia con toda su historia, cánones, ritos, usos, tradiciones, vienen á deponer que todos los obispos reciben por Cristo su autoridad como sacerdote eterno, pontifice sumo, y fundador de la Iglesia, y de Pedro como su vicario en la tierra, y su única cabeza visible. Esta es la piedra angular del edificio místico. Sobre Pedro se colocó el fundamento mas sólido de la Iglesia, y ninguna criatura puede poner otro mas que el que Jesucristo puso (5)

De hecho Pedro cuidó generalmente del rebaño de

(1) Charmes Theolog. Escolástic. Tom. 1. Quæst. 1. de romano pontifice

(2) Libro de Origine juris et legum. Conclus. 2.

(3) Libro de Potest. eccles. 4.

(4) Libro contra Anonimum. pág. 157.

(5) Epist. 1. ad Corinth. cap. 3. vs. 10. y II.

Jesucristo desde que fue constituido cabeza de la Iglesia; él mandó obispos á la Francia, á la España, al Afri ca y Sicilia; él atendió á la Iglesia esparcida en todo el mundo. Sus sucesores siguiendo sus huellas practicaron lo propio. No hai una cosa mas repetida en las vidas de los romanos pontifices que la ordenacion y mision de obispos por todas las Iglesias. Ni Europa, ni Asia, ni África, ninguna parte del mundo estaba reservada á Pedro. Él cuidaba de toda la Iglesia de Jesucristo.

Los apóstoles sujetos á la autoridad de Pedro se reparten por toda la tierra: su estraordinaria mision del apostolado les daba autoridad para elegir y consagrar obispos. El cuidado de todas las iglesias les era comun (1); no obstante se circunscribieron á los paises que les cupieron en suerte, siempre unidos á Pedro, para que como dice san Gerónimo se evitára todo cisma. San Pablo ordenó á Timoteo y Tito; á éste le dió el cargo de toda la Isla de Creta, á aquel toda la provincia de Asia con el poder de elegir presbiteros en aquellas partes. Los electos reconocian la superioridad del que los autorizaba: de aqui se originó desde el tiempo de los apóstoles la superioridad de unos sobre otros obispos.

Las iglesias fundadas por los apóstoles se llamaron apostólicas, y las fundadas por éstos les eran súbditas: por este orden siguieron las patriarcales, las metropolitanas, los primados (2) que despues se principiaron á distinguir con estos títulos, conservando cada uno, dice san Cipriano, la parte de su territorio (3), fuera de la cual no era lícito egercer la jurisdiccion: pues el concilio Constantinopolitano I. alega los antiguos cánones para mandar, que ningun obispo traspase sus límites (4). Efec

(1) Epist. 2. ad Corinth. cap. 11. v. 28.

(2) Pedro de la Marca, lib. 6. cap. t. n. 9. citado por Selvag. Instit. Canonic. tit. 13 tom. 1. pág. 198.

(3) Singulis pastoribus portio gregis fuit adscripta, quam regat unusquisque, et guvernet. Libr. de Unitate.

(4) Canon 2.

tivamente asi lo tenia declarado el primero de Nicea, cuando dijo: » guárdense las costumbres antiguas ::::: guárdense los privilegios, sus dignidades, y sus autoridades respectivas á las iglesias; obsérvese la costumbre antigua de que el obispo de Alejandria tenga potestad sobre los obispos de Egipto, de la Libia, y del Pentapolis... lo mismo decimos del de Antioquia (1).

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El concilio de Laodicea, Can 12, el Niceno, Can. 4, el Antioqueno, Can. 9, el Sardicense, Can. 9, el Cartaginense III, Can. 28, los concilios generales y provinciales de los primeros siglos todos convienen en que unos obispos esten sujetos á los otros, y que todos lo esten á la primera silla. Acordémonos decia Paciano obispo de Barcelona, citado por Natal Alejandro para probar la superioridad de los obispos sobre los presbíteros, acordémonos que el apóstol san Pedro nombró á nuestro obispo (3). Tal fue la disciplina de los primeros siglos.

Los hechos históricos hablan acordes con los cánones. Los obispos de toda lo Iglesia acudieron siempre al romano pontífice, ó bien para consultarle en sus dudas, ó ó bien para que decidiese en los asuntos que se contro. vertian por las otras iglesias, ó en fin para quejarse unos obispos de los otros, ó de los concilios provinciales que les hicieron alguna injusticia, confesando de este modo la superioridad del papa sobre todos los demas obispos.

En el primer siglo san Clemente, discípulo de san Pedro y sucesor suyo en el pontificado, despues de san Lino y san Cleto, dirigió su primera epístola á la Iglesia de Corinto, bien distante de Roma, sobre asuntos que sus

(1) Cánon 26. La Iglesia de Antoquia fue donde san Pedro puso la primera vez su cátedra, y donde los fieles principiaron á ser llamados cristianos. La de Alejandria fue fundada por san Marcos discípulo de san Pedro. Las iglesias mas célebres que se citan en este cánon son las que mas inmediatamente fueron regidas por san Pedro.

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(2) Recordemur, quod Petrus apostolus dominum nostrum ▪ episcopum nominavit. « Hist. eccles. tom. 4. pág. 547.

fieles le esponian. En los dias de san Pablo principiaron ya á dividirse los fieles de estas iglesias: para obviar sus disputas, escribió el apóstol santo la primera de sus epístolas, quejándose de que tan pronto hubiese divisiones. entre aquellos cristianos (1). Murió el apóstol, y á poco de su muerte consultan á la Iglesia de Roma sobre los puntos que dudaban. San Clemente les contesta, que se habia demorado en responderles á lo que le preguntaban por las calamidades y casos adversos que se lo habian impedido. Propter calamitates, et casus adversos, qui nobis acciderunt, fratres, tardius videmus convertisse animum ad eas res, quæ à vobis, dilecti, quæsitæ sunt. De la autenticidad de esta carta no se puede dudar, pues se leia en muchas iglesias, como atestiguan san Dionisio Alejandrino, Eusebio, san Epifanio y san Geróni mo (2).

En el siglo 11 comenzaron ya las disputas sobre la celebracion de la Pascua. Las iglesias de Asia, fundadas por san Juan Evangelista, disentian de la de Roma en el dia de su celebracion. De aqui partió la grande disputa de los cuatordecimanos que degeneró en una verdadera heregia. San Policarpo, discípulo de san Juan, hecho por él obispo de Esmirna, pasó desde Asia á Roma á ver se con san Aniceto, y tratar sobre este punto. Eusebio nos conserva la memoria de este hecho (3), como el haber amenazado el papa san Victor pocos años despues á las iglesias de Asia separarlas de la comunion de la Iglesia, si persistian tenaces en sostener sus doctrinas (4). San Ireneo y las iglesias de Francia pidieron á san Victor tra tase con mas dulzura á los disidentes de Asia, como en efecto lo hizo (5).

(1) Cap. 11. v. 18.

(2) Coteler. PP. Apostol. Tom. 1. y el P. Pedro Coutant. Epistolae romanorum pontificum en el Monit. puesto antes de la misma

carta.

(3) Lib. 4. de su historia, cap. 14.

(4) Lib. 5. cap. 24.

(5) Ibiden.

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