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Á pesar de estar prohibidas por el consejo las obras de Pereira, y de Cestari, éstas tuvieron algunos dolorosos efectos en la España. En la muerte de Pio VI acaecida en 29 de agosto de 99 mostró nuestro rei el mayor sentimiento: y tratando de evitar los males que generalmente temia toda la Iglesia por la imposibilidad de la eleccion de sucesor, se dió una órden que puntualmente incluia el objeto á que se dirigian tales obras. Por ella se ordenaba á los obispos » que usasen para la dis» pensa de matrimonio, y otras de las facultades que te»nian segun la antigua disciplina, ( señalada en Pereira) reservándose S. M. tomar sobre la consagracion de los obispos y otros casos mas graves, el consejo de llos, que creyese deber consultar.»

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Algunos han creido que el rei fue sugerido pára esta órden, por hombres que en esta época trabajaban con bastante animosidad en hacer en España una espes »cie de revolucion en las ideas religiosas. Sea lo que » fuere, la medida prescrita tuvo poco efecto, y el Sr.... fue tal vez el único que se declaró, como que queria » usar de los poderes inherentes á su caracter. Pero esta » disposicion duró poco. El ministro, que probablemen»te se la habia sugerido, cayó de su gracia. (1). » Copio en lo primero la órden que se publicó, y en lo segundo la obra que cito.

El sínodo de Pistoya tuvo entre nosotros una favorable acogida. Con él, y las obras de Nicole se fue introduciendo en la España el solapado jansenismo. Algunos españoles no tenian ya escrúpulo en reclamar el poder del siglo, para eximirse de la Iglesia, ponderando los facciosos, que en ella habia abusos y supersticiones, cuya correccion y reforma estaba á las facultades de los príncipes. La inquisicion velaba sobre los malos libros; pero su tribunal paralizado, acometido por autoridad estraña, cedió alguna vez en sus causas, y dejó correr algunos malos libros. (1) Memorias para servir á la Historia eclesiástica. Tom. 4. pág. 180.

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Los papas tenian condenadas las doctrinas de Jansenio por multitud de bulas dogmáticas, que en España se habian recibido y publicado: pero algunos españoles tocados de aquella lepra aprendieron tambien el arte de simular respeto, para ganar tiempo, y resistir á la Iglesia y el papa, acogidos á la sombra del trono, con el pretesto de defender el real patronato, sus regalias, y la soberania del monarca.

La bula Auctorem fidei de Pio VI contra el jansenista Scipion Ricci, y su sínodo de Pistoya, hacia ya sie. te años que se habia espedido en toda la Iglesia, y aun no se habia publicado en la España. » Se abrigaba (dijo » despues nuestro rei el señor don Cárlos IV) se abrigaban por algunos de las españoles, bajo el pretesto de » erudición é ilustracion, muchos de los sentimientos que » solo se dirigen á desviar á los fieles del centro de la » unidad, potestad y jurisdiccion que todos deben confe»sar á la cabeza visible de la Iglesia. De esta clase eran »los que se habian mostrado protectores del sínodo de » Pistoya, condenado solemnemente por la santidad de "Pio VI á 28 de agosto de 94 (1). »

En el año de 801 llamó la atencion del soberano el peligro que corria á la Iglesia de España, por la generalidad que iban tomando las doctrinas del sínodo de Pistoya en nuestras provincias. Una real órden dada á 9 de enero de 801, opuso el remedio á tantos males. En ella se manda á los obispos y prelados, á las audiencias y chancillerias, á las universidades y colegios que zelen con el mayor rigor no se sostengan las doctrinas condenadas por la bula Auctorem fidei: que se recojan cuantos papeles ó libros las contengan; y que no se proceda en esta parte con indolencia cautelosa.

Se estendió por toda la España la bula y la órden de S. M. Y qué la corrupcion se atajaria en los que estaban contagiados? Los dolorosos resultados posteriores depo

(1) Son palabras tomadas de la real órden espedida á 9 de enero de 801.

nen que el mal no se remedió. La revolucion política que padecimos desde el año de 8, y el estado de anarquía en que paramos por el gobierno de las cortes, manifestó á toda la nacion un partido que promovió todas las refor mas del jansenismo, y que las sostuvo con el mayor calor. Los escritos antireligiosos, la reforma de la Iglesia planteada por los novadores, los puntos cardinales que combatieron: ::: cuanto se hizo en el espacio de cuatro años, todo indicaba que las doctrinas condenadas del sínodo de Pistoya eran las que estaban en boga, las que servian de base para la reforma general que se proyectalas que iban regulando la afligida Iglesia de España:::: Llegará el tiempo de citar los hechos y documentos tratemos por ahora de los planes trazados anteriormente, para que la España entrase en los planes contra la religion de Jesucristo, que la filosofia proyectaba en la Europa. Los hubo entre nosotros como en las de mas potencias del orbe cristiano. Citemos algunos.

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CAPITULO II.

Plan del Señor C.... contra la Iglesia y la religion.

Toda nacion propende á engrandecerse y reformar

se. Asi como el espíritu de engrandecimiento y de conquistas suele ser ordinariamente un mal terrible del que adolecen las naciones de tiempo en tiempo, asi lo es tambien el de reformar los abusos, y mejorar los estados. La seguridad pública, y. el subyugar á un ribal limitrofe suelen ser los títulos que se ponderan para una guerra. La necesidad de cortar los abusos, el poner término á las arbitrariedades de los jueces, mantener las leyes en su vigor, son los pretestos para las reformas. Unos y otros. títulos son muchas veces los mas espuestos, los mas injustos: no ostante, la política los aprueba, y esto basta para proceder á las reformas y las conquistas.

Nada hai mas útil en los gobiernos, nada mas necesario que prevenirse contra los enemigos de afuera, é impedir que los propios destruyan el estado: pero tampoco hai una disposicion mas espuesta á trastornar el órden político, y á dividir todos los ánimos. Las pasiones suelen entrar á egercer las veces de la justicia: un partido toma el nombre de toda la nacion: un dictamen de un ministro suele ser la lei de un monarca. Los planes de conquista se forman por la ambicion de dominar del que manda: no se miden por el interes de toda la nacion : los pueblos sufren los males de una guerra devastadora, se sacrifican por un capricho, y aunque en la apariencia se engrandezca al estado, sus fuerzas se debilitan, y su accion está mas complicada, mas dividida.

Mas espuesta es la reforma de las leyes, y mas contrario á la tranquilidad pública oponerse á las prácticas.

de los antepasados: rara vez ó nunca se presta el hombre gustoso al sacrificio de sus usos, de sus hábitos, de sus pasiones, de su naturaleza segunda. Su resentimiento será inevitable: dentro de su mismo seno abrigará quejas, que eludan la reforma, y si puede unirse con otros que fomenten su oposicion, saldrá al público su resistencia, aumentará el gusto, y se pasará á desobedecer al que intente reformarlos.

En el siglo en que vivimos, por desgracia de la especie humana, se ha visto á una potencia querer con quistar toda la Europa con el título de reformarla. Los hombres se han devorado mútuamente: el arte de matar se ha adelantado mas que algun otro, acaso porque es el mas perjudicial á la especie humana. Nuevas invenciones para apoderarse de los castillos y plazas, nuevos ardides y zeladas, nueva táctica en los egércitos.... esta ciencia cruel, sanguinaria se ha hecho casi la sola necesaria en un gobierno. El militar ocupa la primera distincion de la sociedad, sus gefes son los beneméritos de la patria. En realidad de verdad les es debido todo respeto.

Por el mismo órden ha caminado el espíritu de refor mas este prurito, esta manía de innovarlo todo se ha generalizado. Todo pueblo en que no hai estos espíritus novadores y estos planes de mejoras, aunque fantásticas,' se reputa atrasado: no entra en la lista de los pueblos civilizados. La cultura de un gobierno, ó la civilizacion de los vasallos parece está al nivel de los planes de reforma, que diariamente se inventan por las autoridades, ó por los particulares. He aquí el error general que ha estendido la filosofia de nuestro siglo, para aumentar prosélitos contra la religion; la peste cruel que ha devorado la Europa en solos treinta años, y el mal terrible que acometió á nuestra España por los años de 60, y del nos hemos libertado al cabo de cincuenta y cinco años.

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La España vió con dolor á alguno de sus sabios ó sus ministros disminuir templos, cercenar sus bienes, y entrar en el plan general de la Europa de reformar la religion en

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