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Despues abandonada,

Y del silencio Y soledad sitiada
Conserva, aunque ruinosa, todavia
La aterradora faz que antes tenia.
Mas llega el tiempo, la estremece, y cae:
Cae, los campos gimen

Con los rotos escombros, y entretanto
Es escarnio y baldon de la comarca
La que antes fue su escándalo y espanto.
Tal fue el lauro primero, que las sienes
Ornó de la razon:::::
(1).

Al acercarse la mitad del siglo xv. se introdujo en la Europa el arte de la imprenta, y á su invencion atribuye el señor Q... la prodigiosa mutacion que padeció la Europa, luego que se generalizó su uso ¿Quién podria persuadirse que un canto, que un canto, destinado á honrar la memoria de Gutemberg, habia de ser el eterno oprobio de la religion y de los reyes? entremos en él pormenor.

El alcázar que al error fundaron, la estupida ignorancia y tirania, ¿es la Iglesia católica, que establecida en Roma por san Pedro erigió su mas famoso templo sobre el mismo capitolio, y destruyó el gentilismo?....... El que lea el canto advertirá al momento que en él se habla de la religion cristiana. Muchos sabios de la España asi lo han entendido: vamos á los hechos históricos que lo prueben; no sé este solo á una presuncion.

En tiempo de Tarquino el Soberbio, por los años de la fundacion de Roma de 219 se levantó sobre el monte Tarpeyo el famoso templo dedicado á Júpiter. En las escavaciones para los cimientos creyó la supersticion roma. na haberse hallado la cabeza recien cortada de un hombre, en lo que auguraban que Roma debia ser la cabeza de la Italia, y del imperio. De aqui la denominacion de Capitolio. El culto del rei de los dioses tributado por los ro

(2) Pág. 219.

manos, bajo el nombre de Júpiter Capitolino, cimentaba la opinion y fanatismo de aquel pueblo, creyéndose por esto señor de todo el mundo. El Capitolio era el mayor templo de sus cultos, ó el que reunia la religion del tilismo bajo el imperio romano.

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En los apuros grandes de la república se acudia al Capitolio, como al único asilo. En las sediciones del pueblo, el partido que tomaba el Capitolio juzgaban ser el poder legitimo por la asistencia de su Júpiter (1). Un clavo fijado en el muro del templo por un Dictador, era el último recurso de su supersticion, para esperar librarse del mal, que les afligia. La libertad de Roma por Manlio, en los momentos mismos en que los galos asaltaban el Capitolio, único resto para la conquista, los sacrificios de los generales cuando partian para la batalla, los dones que les ofrecian despues de la victoria, las oraciones que diariamente les dirigian los hombres mas grandes de Roma (2), todo contribuia á que el Capitolio fuese el centro de las supersticiones romanas, la base principal del imperio, y como el fundamento de todo gentilismo. A donde llegó el valor romano á coger laureles, alli colocó su fanatismo el culto de su Júpiter Capitolino. Su imperio se estendió á la mayor parte del orbe conocido: y sus supersticiones é ídolos se establecieron en todas sus conquistas.

Llegó la plenitud de los tiempos: el hijo de Dios fundó la religion mas divina. Envió por todo el mundo á sus apóstoles, para que desterrasen de los pueblos el culto de los ídolos: san Pedro puso su cátedra en Roma, para hacer como dice el P. S. Leon, » de la capital del mundo , y centro del error, la maestra de la verdad, y la luz de todas las gentes » Al alcázar del imperio (dice

(1) En los debates entre los cónsules y tribunos por la lei Terencia, y en la muerte de Julio César.

(2) Publio Scipion subia todos los dias á adorar á Jupiter: por este medio captó el aprecio de los romanos. Ciceron lo hacia algunas veces con el mismo objeto, no ostante que se molaba de la supersticion, conque se veneraba á Júpiter.

este santo doctor) se dirige el príncipe de los apóstoles Pedro, para que la luz de la verdad se comunicase de la cabeza por todo el cuerpo (1). Todas las naciones estaban como reunidas en Roma, y en ella debia hacerse el triunfo principal del cristianismo. » Aqui, sigue el santo padre, debian conculcarse las opiniones de la filosofia, » aqui debian disolverse las vanidades de la sabiduria ter,, rena, aqui habia de refutarse el culto de los demonios, aqui debia destruirse la impiedad de todos los sacrile"gios, en donde estaba reunido por la mas diligente su"persticion todo cuanto hasta alli se habia instituido por », la diversidad de errores. A esta ciudad parecida á una es,, pesa selva en que bramaban multitud de fieras, vino Pe"dro, para colocar el triunfo de la cruz sobre los alcázares del romano imperio. Vosotros sois fundados en el alcázar de la apostólica piedra, á quien Cristo redimió con to»dos, y á quien Pedro enseñó mas que á otros (2).»

Efectivamente san Pedro logró fundar su cátedra al octavo año de su pontificado sobre el Capitolio, trasladándola de Antioquia, donde la habia tenido siete años. Los sucesores de san Pedro del mismo modo que le seguian en el primado de honor y de jurisdiccion, le reemplazaron tambien en su propia silla; aun cuando el martirio en muchos siglos fue el término del pontificado. Roma se hizo el fundamento de toda la Iglesia estendida por el mundo. Los fieles de todas partes concurrian á ella como á la madre comun de los cristianos, maestra de la

(1) Sermon de los santos apóstoles.

(2) Sermon 2 en el aniversario de su Asuncion al pontificado. El santo doctor usa de la palabra alcázar, cuando habla de la Iglesia cristiana establecida en Roma. Esta voz es comun en los PP. y en los fieles. San Atanasio en su epístola al papa Felix, y san Próspero en la leccion 2. de la vocacion de las gentes, se valen de ella para hablar de la Iglesia romana. El primero decia. Ob id, vos, praedecesoresque vestros apostolicos, videlicet praesules in sumitate arcis constituit, omniumque ecclesiarum curam habere praecepit, ut nobis sucurratis: y el 2. Roma per sacerdoti, principatum amplior facta est arce religionis, quam solio potestatis.

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verdad, luz de los pueblos, y centro de la unidad. Ser romana es como una nota de la Iglesia de Jesucristo (1): asi como el ser del Capitolio se entendió en los primeros siglos por los padres y concilios pertenecer al culto de los ídolos (2).

Los obispos del orbe católico, luego que la paz de la Iglesia llegó á estenderse por el mundo, en sus dudas consultaban á la primera silla; nada juzgaban conforme á la fé, sino convenia la Iglesia de Roma. Del Africa, Asia, del oriente de Europa, como del occidente iban legados á Roma, para aprender la disciplina de la Iglesia y su fe. Cuantas controversias se suscitaban, luego que los obispos no se podian avenir acudian á Roma, y la primera silla decidia la verdad (3). Los concilios gene-rales los convocó el obispo de Roma, les dió su confir macion. Todos los obispos se han juzgado por los suce-t sores de san Pedro; mas la primera silla por nadie se juzgó (4).

Imperó Constantino: trasladó su trono á Constantinopla: cedió al papa la posesion de Roma: el poder temporal dejó alli sus autoridades y ministros; pero el romano pontifice fue el soberano en el gobierno espiritual, por el libre egercicio de su primado de honor, y de jurisdiccion sobre todos los demas obispos, é Iglesias del cristianismo.

Llegó á deshacerse el reino de los Lombardos en Italia: á las cuatro ciudades que Luitprando habia ya cedido al papa Zacarias en el ducado de Roma año de 744, añadió Pipino vencedor de Atolfo en 755 la pose

(1) Véase á san Ireneo. Lib. adversus hereses. cap. 3.: á san Cipriano lib. De unitate ecclesiae. San Gerónimo Epistola 14 aḍ Da

masum.

(2) Véase el cánon 59 del concilio Iliberitano por Mendoza pág. 447 y siguientes.

(3) Véase la historia eclesiástica del Orsi sobre las reclamaciones de los obispos de Astorga, Mérida y Leon, tom. 4. y tom. 3. sobre el papa san Victor.

(4) Prima sedes à nemine judicatur.

sion de Rávena, Cesarea, Rimini, Pesaro, Urbino, Fouli, todo el Exarcado y Pentápolis, diciendo al emperador de Constantinopla, que aquellos dominios los habia dado á san Pedro, y que por todo el oro del mundo no faltaria á su palabra.

Carlo Magno confirmó las donaciones de su padre, reservando como aquel el título de Patricio romano (1). Otón I de Alemania en 962 confirmó de nuevo las donaciones de los estados pontificios. A mediados del siglo octavo, Roma vino á ser no solo el alcázar de la Iglesia, como lo habia sido desde el año 42 por estar alli el vicario de Jesucristo, sino tambien el alcázar y corte de un estado temporal por las donaciones de cinco soberan os distintos. Su soberanía sigue hasta nuestros dias.

Es una verdad constante que el culto de los ídolos se estinguió por la fe católica, no solo en Roma, sino en casi todo el orbe conocido. Es un hecho cierto en la historia, que cuando en el año de 405 invadieron el imperio romano, Radagaiso al frente de 200000 hombres, los pueblos del imperio, principalmente los de Italia, miraron aquella inundacion de bárbaros como otros tantos vengadores de los dioses, cuyo culto se habia desterrado por el cristianismo. El imperio romano creian no podia caer, interin se venerase en el Capitolio al Dios Júpiter. Le vieron ya echado por tierra, sin sacerdotes, sin templo, sin víctimas. Entonces la supersticion levantó el grito á la avenida de los bárbaros, y los romanos se dejan vencer

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(1) Luis y Lotario hicieron lo mismo. El primero en su célebre Constitucion que principia. Ego Ludovicus del año 816; y el 2. en el año 824. La Constitucion decia. Ego Ludovicus imperator augustus statuo, et concedo per hoc pactum confirmationis, tibi B. Petro principi apostolorum, et pro te vicario tuo Domino Pascali summo pontifici, et universali papae, et succesoribus ejus in perpetuum, sicut à predecessesoribus vestris usque nunc in vestra potestate, et ditione tenuistis, et disposuistis civitatem romanam cum ducatu suo, et suburbanis, nullamque in eis nobis partem, aut potestatem disponendi, aut judicandi, substrahendive, aut minorandi, vindi

camus.,

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