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peligro que los de Vilcabamba, porque es a todas luces indudable que no procedió contra ellos impensadamente. Todavía en su carta del 1 de marzo de 1572 (27) decía al Rey que mientras no se le enviara orden de declarar o no la guerra a los Incas de Vilcabamba, él trataría de atraerlos por medios pacíficos "y tener obligados a los Ingas y mestizos sus deudos que están en esta ciudad en tratallos amorosamente y hazelles algunas mercedes en vuestro real nombre y no descuidar de mirallos siempre a las manos y pensamientos". Pudo también ocurrir que en efecto los adeptos a la línea de Sayri Túpac, representada por su viuda María Cusi Huarcay y su hija, la primera de carácter altivo y decidido, hubieran mantenido correspondencia con los Incas de Vilcabamba cuyos jefes Titu Cusi y Túpac Amaru eran hermanos de Doña María, la cual guardaba además un fuerte resentimiento contra Don Carlos y su familia. Es muy probable lo verosímil de este supuesto, porque Doña María Cusi Huarcay era muy allegada a sus parientes de Vilcabamba, refugio de donde se cuenta no quiso salir en su juventud. El propio Juan de Vera, vecino del Cuzco, cuenta que los cuzqueños escribían a los de Vilcabamba, incitándolos a mantener su actitud de rebeldía, probablemente porque las Informaciones de Toledo habían exacerbado su indignación desde que en ellas se les consideraba tiranos y usurpadores del Reino. Doña María tenía además otro motivo particular de rencor contra Toledo. El Virrey la había obligado a casarse con un soldado pobre, D. Juan Fernández Coronel y Sotomayor que peleó al lado de la Gasca, y que en 1561 presentó su Información de servicios, inédita en el Archivo de Indias. En él hubo Doña María una hija, Melchora de Sotomayor Coya, mujer más tarde de D. Manuel Criado de Castilla, del linaje de los Incas, y ambas testaron en Lima, donde también fallecieron. Doña María no perdonó jamás al Virrey el que hubiera olvidado las calidades

(27) Carta a S. M. del Virrey Toledo, sobre materias de guerra, etc. Cf. Gobernantes del Perú, Cartas y Papeles. Siglo XVI. Pub. por R. Levillier, T. IV. Madrid 1924 pág. 294.

de su alta nobleza imperial y su carácter de viuda del Inca Sayri Túpac, ordenándole que se casara con un soldado de poca fortuna y menos alcuña; al igual que años antes fué obligada la coya Doña Beatriz Manco Capac Yupanqui a vincularse con D. Diego Hernández, Doña María vivía aún en 1587, años en los cuales importunaba al Virrey Conde de Villar don Pardo para que le permitiera entrar al asiento de Vilcabamba, verdadera obsesión de su vida, ofreciéndole descubrir tesoros en compañía de su primo Jorge de Mesa, descendiente del conquistador de su nombre y de una princesa de la nobleza incaica. Aún en aquel tiempo conservaba los bríos de su juventud y la característica altivez de su carácter porque el propio Virrey, comentando algunos párrafos de su carta, decía: "no haciendo caso de algunas impertinencias que escribe en la dicha carta.... (28).

Algunos comentaristas de los sucesos de Vilcabamba y del proceso contra D. Carlos, sugieren que probablemente el Virrey se alarmó con la magnificencia de las fiestas celebradas con ocasión del bautizo de Don Melchor Carlos Inca. Es en efecto posible que aquellas brillantes ceremonias con que la nobleza imperial festejaba a uno de sus más altos representantes, hubiera dejado un sedimento de recelo en el intransigente y autoritario Toledo tan apegado a los fueros y privilegios de la nobleza española; y parece ratificar esta suposición el hecho de que el Virrey alegara, en el proceso contra Don Carlos, que éste se había hecho confirmar, junto con su hijo, por "señores de la tierra".

De todos modos es indudable que hasta las vísperas de la declaratoria de guerra a Vilcabamba, Toledo mantenía muy

(28) Para esta rama derivada de la viuda de Sayri Túpac, tenemos numerosos documentos inéditos, entre ellos el testamento de Doña María Cusi Huarcay y de su hija habida en su unión con Juan Fernández Coronel y Sotomayor. Hasta ahora se ignoraba que Doña María había tenido descendencia, aparte de la mujer de Loyola, fruto de su unión con Sayri Túpac.

buenas relaciones con Don Carlos, de cuyo españolismo no pudo nunca sinceramente dudar. Fué al mes de la salida de las tropas contra Titu Cusi Yupanqui que Toledo, informado como estaba por despachos diarios de los últimos sucesos de Vilcabamba y sabedor ya de la muerte de Diego Ortiz y de Tilano de Anaya, así como también de la resistencia que habian hallado sus tropas, resolvió cortar de un golpe con la realeza incaica, iniciando ese famoso proceso contra Don Carlos, su hermano Felipe, Don Alonso Titu Atauchi (29), Don Agustín Conde Mayta del ayllu de Lloque Yupanqui (30) y Don Diego Cayo (31); englobando además a dos caciques principales D. Pedro Guambotongo y D. Francisco Tuyrugualpa. Si bien era posible, como ya dijimos, que los nobles del grupo de María Cusi Huarcay, hubieran mantenido algunos tratos con los de Vilcabamba, era desde todo punto de vista improbable tal complicidad entre D. Carlos, D. Alonso Titu Atauchi y demás nobles procesados que pertenecían precisamente a una parcialidad hostil a la descendencia de Manco; y el mismo acercamiento de Doña María a sus hermanos de Vilcabamba debió deberse no poco a esa probada odiosidad que sentía por el hijo de Paullu.

La nueva actitud de Toledo hacia Don Carlos no la justifica ninguna razón fundada, y antes bien del propio proceso se deduce que el Virrey comprendió la debilidad de su posición y tuvo que fraguar motivos y presuntas pruebas de la culpabilidad de su pariente espiritual. Es evidente que Toledo, obsesionado ya con "ese semillero de Incas", y fiel a la línea política que se había trazado resolvió acabar con ellos y como uno de los más conspícuos era Don Carlos, y ex

(29) Al tratar, más, adelante, de la figura de este Inca, enfocaremos aspectos inéditos de su actuación durante la conquista, y en especial a lo largo del gobierno del Virrey Toledo.

(30) Informaciones del Virrey Toledo, Levillier, ob. cit. pág. 168. (31) También sobre este Inca hemos de puntualizar su filiación y pormenores desconocidos de su vida.

cluirlo hubiera implicado una deficiencia en su plan desde que él pretendía que había existido una conjuración general de mestizos e indios, determinó darle parte predominante en el proceso. Quizá también si en el fondo no podía perdonar a Don Carlos la rumbosidad y poderío de que había hecho ostentación y gala en el bautizo de su hijo, suceso que había olvidado mientras seguía fiel a su política externa de concordia, pero que salía a relucir apenas tomó la actitud decidida de extirpar por la fuerza a los retoños de los Incas.

Consecuente con su nuevo plan de acción, Toledo abrió la causa contra los Incas del Cuzco en Mayo de 1572, un mes después de haberse abierto las hostilidades contra Vilcabamba. Juez del proceso fué el Dr. Gabriel Loarte y se les acusó de la "alianza que hicieron con los de Vilcabamba y prevención para que no viniesen de paz"; de realizar juntas de caciques y preparativos de armamentos y del envío de cartas con mensajeros, exhortando a Titu Cusi para que preparara una sedición. (32). A Don Carlos se le acusó además de reincidencia, imputándosele participación en el complot del año 1567, en época de García de Castro, y sosteniéndose que había pretendido alzarse con españoles y mestizos del Cuzco por lo cual se le había seguido proceso ante la Audiencia de Charcas. Toledo agregó también, como cargos específicos contra

(32) La bibliografía de este proceso está muy dispersa. Es preciso revisar constantemente, como hemos hecho, la correspondencia de Toledo y de la audiencia, publicada en la Colección Torres Mendoza y en la de Levillier. Además hemos tenido a la vista muchas cartas inéditas del mismo Toledo y de los indios procesados y otros documentos que iremos mencionando en el curso de esta bibliografía, entre ellos algunas crónicas.

Fundamental para el estudio de este proceso es el juicio de residencia seguido al Dr. Loarte, Cf. Roberto Levillier cuyas publicaciones han dado tanta luz a este período de nuestra historia. ob. cit. pág. 377 y sigs. Además el propio proceso a los Incas cusqueños; del cual trae un utilísimo resumen el mismo Levillier. Cf., ob. cit. pág. 367 y sigs. También nosotros hemos hallado algunas piezas inéditas relacionadas con el juicio a dichos Incas, las cuales citaremos en su oportunidad.

el descendiente de Paullu Inca, el hecho de haberse llamado Cápac y jurado como príncipe a su hijo Melchor, lo cual, según la legislación castellana de la época, implicaba un delito de lesa majestad.

La sentencia del juez Loarte calificó estos cargos de "probada rebeldía" y de reincidencia y condenó a Don Carlos a "perdimento de todos los pueblos que tiene en encomienda por subcesor de Don Cristóbal Paulo su padre y de todos los demás bienes muebles y raíces y semovientes, derechos y acciones que el dicho Don Carlos tenía e poseía al tiempo que cometió el dicho delito de levantamiento". A los demás acusados se les condenó asímismo a la privación de sus bienes y a los caciques de sus cacicazgos y a destierro más allá de los términos de la ciudad de Huamanga.

El proceso de Túpac Amaru y su ejecución demoró la terminación de este juicio, pero durante su prosecución D. Carlos estuvo preso en compañía de los demás nobles procesados y además se le despojó del Colcampata para que sirviera de prisión a Túpac Amaru. Por una ironía del destino, Túpac Amaru, último hijo de Manco Inca, salió de la sede de Paullu, el enemigo de su linaje, para sufrir el suplicio que terminaría con la resistencia del enhiesto reducto de Vilcabamba. (33).

Recién el 12 de noviembre de 1572 firmó Toledo en Chucuito la sentencia contra D. Carlos y los demás Incas cuzqueños, antes de dirigirse a las Charcas. Casi inmediatamente después dictó el Virrey una Provisión para que a todos esos nobles y además a Felipe Quispe, hijo de Titu Cusi, se les embarcara a la Nueva España; a excepción de Diego Cayo y

(33) P. Diego Francisco Altamirano, Cf. El suplicio del primer Túpac Amaru. Fragmentos de la Historia del Perú del P. D. F. Altamirano, Pub. Carlos A. Romero en la Rev. Histórica (Organo del Instituto Histórico del Perú. T. XV. Ent. I y II, Lima, 1942. pág. 156: "Llevados con toda seguridad al Cuzco, le dieron al Inca prisión en la fortaleza que había sido palacio real de sus ascendientes los Incas"....

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