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6. La freyla Catalina de Mena, 6° testigo.

La primera testigo mujer es Catalina de Mena la monja del monasterio de Coria en que sirvió como criada la madre de Francisco Pizarro. La atención de la información y de los testigos de esta vá a inclinarse, ahora, hacia el humilde pasado de los ascendientes maternos del inminente Marqués, después de haber comprobado la hidalguía y noble prosapia de los Pizarro en el roquedo trujillano. La declarante es una anciana de 80 años a la que prestan calidad y respeto su ancianidad, su nobleza y su profesión religiosa. Es testigo al que no cabe sobornar ni inducir a falsedad o mentira.

El convento de Coria era únicamente para freylas nobles. Catalina de Mena debió pues pertenecer a la aristocracia trujillana. Como a tal, el fraile que toma la declaración la llama "señora", indicativo de nobleza. Es difícil, sinembargo, dada la costumbre de dar a las hijas apellidos familiares diversos, tomados de los antepasados, saber exactamente la progenie de la monja trujillana. A través de los escasos documentos de la época, subsistentes en los archivos trujillanos, creo que debió pertenecer al linaje de los Hinojosas y al nobilísimo solar de los Altamirano. Zurciendo datos incompletos podría deducirse que era pariente cercana de Alonso de Hinojosa el primer testigo noble informante en esta misma diligencia. Así he hallado que en el testamento de Catalina Gonzáles de Hinojosa, hecho en Trujillo el 8 de abril de 1507, la otorgante deja un legado concebido en esta forma: "A Catalina de Mena freyla 2000 maravedís en dinero". La testadora mujer de Diego Ramiro, menciona a su hija Francisca Ramiro, a su tía Constanza Hernández, su hermana Mari Alvarez y su hermano Hernando de Hinojosa, pero no precisa su relación con Catalina de Mena. En otro testamento de Hernando Alonso Altamirano, de 25 de marzo de 1523, se menciona a "Teresa de Mena, mi prima, mujer de Alonso Altamirano". Estas referencias señalan al apellido Mena una espectable posición social en Trujillo

La declaración de la monja, que tiene la simplicidad de la verdad no aporta datos nuevos, pero tiene un alto significado moral. Si la madre de Pizarro hubiese sido la cortesana fraguada por la leyenda, la monja noble no hubiese declarado que la conoció de vista habla y conversación y que era una "cristiana vieja". Tampoco hubiera dicho que tenía a Francisco Pizarro por hijo de Gonzalo Pizarro y que "por tal es avido e tenido" en Trujillo. La leyenda del expósito se desvanece ante la austeridad de este testimonio.

7.-La señora María de Carvajal, 7° testigo.

El linaje de los Carvajal es de los más rancios y prestigiosos de Extremadura. El fundador del linaje fué, según el padre Naranjo Alonso Alvar García Bejarano, quien casó con Mencía Gonzáles de Carvajal hija de Diego Gonzáles de Carvajal el Bueno de Placencia. En Trujillo este linaje se enlazó con los Vargas, señores del Puerto y de Valhondo y más tarde Condes del Puerto y Duques de San Carlos. El escudo de los Carvajal que es una banda negra sobre campo de oro, orlada de hojas de roble que se ostenta orgulloso sobre templos de Placencia y palacios de Trujillo luce en un solar en lo alto de la villa, en una casa arruinada, según el padre Naranjo, en la callejuela que desemboca junto a la puerta de Coria.

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Es casi imposible ubicar, entre las innumerables mujeres del linaje de los Pizarros Carvajal, los Pizarro Hinojosa y los Vargas y Carvajales, a la dama que llevó el nombre de María de Carvajal en 1529. Es probable, sin embargo, que fuera del linaje de los Pizarro-Hinojosa en que el nombre María de Carvajal estuvo en uso frecuente. Acaso fuera doña María de Carvajal, esposa de Diego Pizarro de Hinojosa, hijo de Juan Pizarro el Gordo y de doña Juana de Hinojosa, y primer señor de Torrecillas. Esta señora yacía enterrada en 1574 en una tumba grande en la Iglesia de Santa María. Pudo

ser, también, María de Carvajal, hija de Diego de Carvajal que testó en 9 de agosto de 1499, hijo de Alvaro o Alonso García y de Sevilla López de Carvajal. Esta doña María de Carvajal, fué mujer de Pero del Busto y hermana de Sancho y Francisco de Carvajal,

La señora Carvajal, que a pesar de su nobleza no sabía escribir, tenía también buena memoria, y parece mujer entera y franca, con la saludable indiscreción de las mujeres ajenas a bachillerías y letras. Su declaración acredita un hecho práctico, que vale más que todas las loas y encumbramientos del linaje de los Pizarro. Doña María dice llanamente, descorriendo para la historia el velo de la intimidad familiar del conquistador, "que le conosció siendo pequeño en casa de hernando alonso picarro su aguelo". Esta simple declaración descubre el horizonte juvenil de la biografía de Pizarro, no vástago repudiado y prófugo del hogar familiar, sino acogido en la casa del abuelo, varón noble y regidor de Trujillo, que no tendría acaso hasta entonces otros nietos que éste. Doña María no tiene los remilgos de los testigos varones de su clase, que ignoran a la madre y a los parientes maternos y declara con toda naturalidad que conoció a Francisca Gonzáles, la madre de Pizarro, de habla, vista y conversación y la "vió estar en casa de las freylas de la puerta de Coria". Doña María conoció, aún, a una hermana de Francisca llamada Catalina "e a ambas hermanas las tenía e tubo por cristianas viejas". Las piezas históricas auténticas, se van así ajustando para reconstruir el panorama de una familia aldeana decorosa y humilde, en vez del cuadro despectivo fraguado por la leyenda.

8. Juan Barrantes, 8° testigo.

El linaje de los Barrantes o Fernández de Barrantes era originario de Alcántara, figurando entre los conquistadores de la ciudad y destacándose en la lucha contra los moros en que brillaron el Comendador Barrantes, muerto en el paso del

río Salado, Garci Fernández Barrantes, que murió como capitán de los jinetes de Alcántara, en Aljubarrota, y Alonso Fernández Barrantes, el de las Cañas Doradas, cantado en los romances de la batalla de Olmedo. El linaje de los Barrantes banda de oro en campo rojo, con cabezas de sierpes y ocho aspas en la orla se ilustró a principios del siglo XVI con el erudito Pedro Barrantes Maldonado nacido hacia 1510 y que en 1572 escribió una obra histórica sobre las antigüedades de Alcántara de la que fué regidor perpetuo y con el hermano de éste, que alcanzó la cima de la santidad con el nombre de San Pedro Alcántara.

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Según Naranjo, los Barrantes, a causa de una tragedia familiar, se trasladaron a Trujillo hacia 1460, en que fueron a vivir a él don Pedro Jimenez Barrantes y su mujer doña Juana Sánchez, de las Cabezas, que era trujillana. El hijo mayor varón y mayorazgo, fué don Juan Barrantes, quien casó con doña Juana Rodríguez de Cervantes y fueron padres de don Pedro Barrantes y Fernández de Ulloa, primer señor de la Cumbre. Este don Juan Barrantes y Sánchez de las Cabezas, casado con una Cervantes debe ser el declarante en la información de Pizarro. El afirma en ese documento que tiene 62 años, lo que dá el año 1457 como el de su nacimiento y según los datos de Naranjo lo identificaría como el primer vástago trujillano de dicho linaje. El parentesco que él declara tener con los Pizarro, aunque ignore el grado, puede provenir de la madre que era trujillana según Naranjo o de la mujer, una Cervantes, familia emparentada con los Pizarro.

El testigo Barrantes es un amigo franco de los Pizarros, sin reservas ni reticencias. Declara que conoce en primer término a Francisco Pizarro, de vista habla e conversación, que sabe que es natural de Trujillo e hijo del capitán Gonzalo Pizarro, menciona a los abuelos y declara que conoció a la madre, también de vista, habla y conversación, que era vecina y natural de Trujillo y que "la conosció en casa de las freylas de la puerta de Coria en compañía de las dichas freylas". Declara también que el abuelo de Pizarro fué regidor de Truji

llo y con relación al propio Francisco se descubre su admiración sincera por él, porque interrogado sobre si el conquistador del Perú usa caballo, o sea si es caballero y tiene los hábitos de tal, contesta "que no lo vido, pero que según quien es e donde viene, cree este testigo que terná cavallo e cavallos pues que bien lo puede hazer".

En las historias trujillanas no se menciona la vinculación que existió entre la casa de Barrantes y la conquista del Pe-. rú. No figura en la lista de trujillanos que vinieron a América ningún Barrantes. He podido comprobar, sin embargo, que posiblemente un hijo de Juan Barrantes, acaso el propio hijo primogénito y futuro mayorazgo y señor de La Cumbre, acompañó a Pizarro en su tercer viaje. En la lista del reparto de Cajamarca, tomada de Cervantes y Quintana y cada vez más estropeada a cada reproducción, aparece un Pedro de Barrientos, hombre de a caballo, de los primeros en la consideración y nominación, lo que es indicio de estimación social, quien como tal recibe su parte del rescate de Atahualpa, consistente en 362 marcos de plata y 8,800 pesos de oro. En diversos documentos y declaraciones prestadas en informaciones y procesos de la época en España, principalmente en Trujillo de Extremadura, he podido comprobar que el Pedro de Barrientos se llamó efectivamente Pedro de Barrantes. Así en el proceso seguido por el Fiscal Villalobos sobre los bienes de Almagro, declara dos veces Pedro Barrantes, regidor de Trujillo, como testigo presencial de los hechos de la conquista. En 1544, siendo regidor y vecino de Trujillo y de 36 años de edad, declara sobre los hechos de Rodrigo Orgoñez en el Perú, al propio tiempo que Diego de Trujillo, Juan Pizarro de Orellana y Juan de Herrera, los dos últimos también regidores de Trujillo, y entonces afirma que se regresó de Jauja, junto con Antonio de Vergara y otros primeros conquistadores que se volvieron a España después de la toma del Cuzco. En este mismo proceso declara como testigo presencial que Diego Méndez sólo llegó al Perú en el tercero o cuarto viaje. En la información del conquistador Andrés Ximenez, hecha

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