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bladores, es Manco Capac, que aparece con el halo sobrehumano de los héroes civilizadores, rodeado de los atributos mágicos del suntur paucar, el arco iris y el pájaro indi, ataviado con el tocapu, la borla y las plumas, las orejas horadadas y en mano la barreta de oro simbólica que ha de hundirse en el humus propicio del valle del Cuzco. El acto decisivo de la fundación es la erección del Coricancha, el templo dedicado al Sol, sobre el sitio en que Ayar Auca, el hermano fiel, quedó petrificado por mandato divino.

La tercera fundación es la española de Pizarro. El conquistador funda la ciudad española, con los ritos y solemnidades civiles y religiosas de su casta, el 23 de Marzo de 1534. El conquistador, no lleva ya los símbolos totémicos ni la barreta, que acaso era la poetización de un arado, del Inca prehistórico. Los símbolos de su misión son la espada y la cruz de Santiago que se toca sobre el pecho para jurar en nombre de Cristo. En vez del suntur paucar flamea ahora el pendón morado de Castilla. El usnu es reemplazado por la picota, símbolo de la justicia española, y el Aucay pata de los grandes taquis y solemnidades al sol, en el día del Inti Raymi, por la plaza española cuadrangular, con el Cabildo y la Iglesia, instituciones tutelares de la nueva era. Pizarro labra él mismo, con el puñal a la antigua, que llevaba siempre a la diestra, las gradas de la picota y corta un nudo del madero de ésta, como señal de posesión y dominio. Al lado suyo, el perfil de cuervo y el hábito de paloma, el fraile Valverde evangelista ceñudo; el Contador Navarro único oficial real presente para contar las barras del botín; el atlético Pedro de Candia; los jóvenes hermanos del Gobernador, Juan y Gonzalo, con sus airones insolentes sobre el yelmo, y la multitud de soldados, rostros tostados en la Puná y en Tumbez, barbas hirsutas, anónimos de la historia pero figuras familiares del héroe en la isla del Gallo, en Coaque y en el sangriento crepúsculo de Cajamarca. El conquistador toma posesión solemne de la ciudad y señala los términos de su ju

risdicción hasta Vilcas por el camino de Jauja, por el de Condesuyo hasta la Mar del Sur, el Andesuyo por el oriente y por el Collasuyo hasta Zamu, tierra de caribes. Así queda delineado el nuevo distrito de la ciudad quechua y el Gobernador pide al escribano Pedro Sancho, que está contemplando la mole del Sacsayhuamán para describirlo en su crónica y compararlo con las murallas de Tarragona y los castillos de Lombardía, que le de fé de todo para atestiguarlo adelante del Rey y de sus levantiscos compañeros que no tardarán en discutirle la posesión de la ciudad en el vecino e infausto campo de las Salinas. Pedro Sancho mueve la pluma de ave y traza los complicados signos que atestiguan la fundación, al pie de los cuales, don Francisco Pizarro, el mensajero de la cultura occidental que no sabe leer, pone sus dos lentos y trabajados garabatos. Ochenta y ocho vecinos españoles se inscriben para poblar la vieja ciudad de los Huallas y Allcahuisas. Y el acta, escrita con delectación por Pedro Sancho, se queda para envejecer y descolorarse, con sus rúbricas y sellos, en el grueso infolio del Libro de Cabildos de "la muy noble y gran ciudad del Cuzco".

El primer libro de Cabildos.

El primer libro de actas del Cabildo del Cuzco se guar daba seguramente en el arca de las tres llaves, junto con las cédulas reales, y en él se fueron inscribiendo, en años sucesivos, los sangrientos sucesos de la guerra de las Salinas y la guerra de Chupas, los repartos y cambios de solares, el recibimiento de Vaca de Castro y los primeros actos del levantamiento de Gonzalo. Un nuevo escribano abrió un segundo volumen y el viejo infolio fué a dar al Archivo del ayuntamiento, esperando que su vejez se transformase en historia.

Cieza le tuvo seguramente en las manos y acaso trascriba en la Tercera Parte de su Crónica, que Rafael Loredo acaba de hallar en Madrid, según relatan cartas particulares, el

acta íntegra de la fundación. Pero la crónica de Cieza se extravió y fué a dar a manos avaras e incomprensivas, sin que hasta ahora se conozcan sino a través del afortunado plagio de Herrera, sus noticias y observaciones. Cuando el licenciado Polo de Ondegardo, curioso de antigüedades, fué corregidor del Cuzco, entre 1558 y 1561, quiso conocer los antecedentes de la fundación y mandó al escribano Sancho de Orué que exhibiese el primer libro de Cabildos. Se comprobó entonces que "el libro viejo de Cabildo", del tiempo del Marqués don Francisco Pizarro, estaba escrito en papel a manera de cuaderno y "que la primera foja de él parece estar rota y maltratada y en partes falta algún pedazo, por cuya causa no se puede enteramente saber lo que contiene dicha foja".

En 1559, fecha aproximada de la inspección de Ondegardo y Orué, el libro de Cabildos del Cuzco, estaba desgajado y trunco. Le faltaba la primera hoja o sea precisamente aquella que contenía el acta de la fundación, Sancho de Orué trató inútilmente de reconstruir, por los trozos subsistentes, el contenido de dicho documento, logrando únicamente restituir el sentido general de éste ."Vi y leí-dice- la dicha foja del libro muchas veces, para ver y entender lo que el dicho señor Corregidor manda". Lo demás lo dedujo y reconstruyó en un "extracto" que presentó al Corregidor. El Licenciado Ondegardo vió dichos extractos, leyó el Libro viejo del Cabildo", de donde se sacó lo sobredicho y le parece que la substancia es la contenida en el testimonio". El extracto o testimonio de Orué figuró desde entonces como sustitutorio del acta original de la fundación del Cuzco, destruída por el tiempo.

Al visitar el Virrey don Francisco de Toledo, la ciudad del Cuzco llevado del celo historicista que le llevó a formular las informaciones sobre la historia de los Incas y a mandar que escribiesen sus crónicas de la conquista Pedro Pizarro y Diego de Trujillo, ordenó también que se sacase

copia de las primeras provisiones relativas a la fundación contenidas en el Libro de Cabildos y entre ellas del extracto de Sancho de Orué. Dicha copia fué inserta al principio del Libro de las Ordenanzas de Toledo fechadas en Checacupe a 28 de Octubre de 1572.

El Libro de Cabildos estaba, pués, trunco, en 1559, de modo que al consultarlo y extractar sus noticias el clérigo don Fernando de Montesinos, a mediados del siglo XVII, para escribir sus Anales del Perú, halló en lo relativo a la fundación tan sólo el texto incompleto de Orué. Lo mismo experimentaría el Dean de la Catedral del Cuzco, don Diego de Esquivel y Navia cuando escribía hacia 1740 sus Anales del Cuzco. Este reprodujo el testimonio de Orué sobre la fundación y declara que este se halla "al principio del primer Libro de Cabildo". El testimonio de Orué había pues reemplazado al acta de fundación, destruida.

La tercera versión de este mismo "testimonio" se contiene en un folleto que se publicó en el Cuzco en 1824 y del que dá cuenta Mendiburu, en el Catálogo de fuentes que precede a su Diccionario Histórico-Biográfico. Dicho folleto se titulaba, según Mendiburu, "Fundación de la ciudad del Cuzco y distribución de solares en 1534. Testimonio hecho por orden del Corregidor Polo de Ondegardo con varias reales órdenes. Publicado. Cuzco 1824". El propio Mendiburu publicó un apéndice al tomo tercero de su Diccionario, que lleva el No. 10 y se titula: "Fundación del Cuzco, sacada de un libro de Ayuntamiento". Dicho apéndice contiene los siguientes documentos: 1.-El testimonio de Ondegardo y Orué. extracto del acta de fundación, redactada en 1559; 2.°-La elección de Alcaldes en Beltrán de Castro y Pedro de Candia, el 24 de marzo del mismo año y de los regidores del Ayuntamiento del Cuzco, Juan Pizarro, Rodrigo Orgoñez, Gonzalo Pizarro, Pedro del Barco, Juan de Valdivieso, Gregorio de los Nidos, Francisco Mejía y Diego Bazán; 3.-El juramento de los Alcaldes y regidores;-4.°-El recibimiento de Pizarro

como Gobernador después de leída la cédula real respectiva; 5.-El recibimiento de Pizarro como Adelantado, lo que desmiente la afirmación de que cediera definitivamente ese título a Almagro; 6.°-Recibimiento de Pizarro como Capitán General de la Nueva Castilla; 7.°-Acta de los vecinos del Cuzco de 4 de agosto de 1534, enviado al Rey Carlos V un auxilio o servicio de 30,000 pesos de oro y 300,000 marcos de plata; los salares hecha por el Cabildo del Cuzco, en 29 de Octubre de 1534 sobre repartición de solares; y 9.°-Acta del reparto de los solares hecha por el Cabildo del Cuzoc, en 29 de Octubre de de 1534. Estos documentos fueron copiados en 1824, por orden del Intendente del Cuzco don Antonio María Alvarez por el Secretario de la Audiencia don José de Cáceres, tomándolos de un libro en pergamino perteneciente al Archivo del Exmo. Ayuntamiento del Cuzco, titulado "Ordenanzas del señor don Francisco de Toledo Virrey que fué de este Reyno".

Mendiburu tomó, pues, el extracto de Orué y los demás documentos complementarios de la fundación, no del Libro Viejo o Primer Libro de Cabildos del Cuzco, que había consultado Esquivel en 1740, sino del folleto cuzqueño de 1824, tomado a su vez del Libro de Provisiones de Toledo de 1572. La versión de Mendiburu o sea la del folleto de 1824, está plagada de errores, principalmente al descifrar los nombres de los conquistadores. Mendiburu omitió también publicar la lista de los solares repartidos.

Una cuarta versión de los traslados de Orué, es la que hizo don Ricardo Palma, al imprimir en 1902 las Noticias Cronológicas del Cuzco, que es parte de los Anales del Cuzco del Dean Esquivel y Navia, ya citado.

La quinta versión es la contenida en el libro titulado "Fundación española del Cuzco y Ordenanzas para su gobierno. Restauraciones mandadas ejecutar del primer Libro de Cabildos de la Ciudad por el Virrey del Perú don Francisco de Toledo". "Publicada por primera vez por Horacio H. Ur

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