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teaga y Carlos A. Romero'. Lima 1926". Este título induce a confusión porque aparece que la restauración del libro de Cabildo fué mandada hacer por Toledo, cuando consta que la restauración la ordenó Ondegardo a Orué y que Toledo mandó copiar el testimonio de Orué, colocado al frente del Libro de Cabildo, en su Libro de Provisiones y dá, también, la impresión de que dicho extracto sobre la fundación del Cuzco, se publica por primera vez, cuando lo que se publica por primera vez son las Ordenanzas de Toledo para el buen gobierno de la ciudad del Cuzco y no dicho extracto publicado ya, por lo menos, tres veces: en el folleto de 1824, en el Diccionario de Mendiburu en 1878 y en los Anales de Esquivel en 1902.

Le versión de Urteaga es pues proveniente del Libro de Ordenanzas de Toledo que en 1824 pertenecía al Ayuntamiento del Cuzco. No se dice en este nuevo libro en que sitio o Archivo se hallaba en 1926 dicho código manuscrito, lo que siempre interesa conocer. La reproducción comprende los mismos documentos copiados ya por Mendiburu, pero trae la lista de los conquistadores a quienes se repartió solares que Mendiburu omitió. La reproducción de los documentos no está exenta de algunos errores, como la de Mendiburu y en la página 31 se pone por título "Primera fundación del Cuzco" al documento del 4 de agosto de 1534, en que los conquistadores de esta ciudad envían un donativo al Rey.

De estas referencias se desprende que el Libro Viejo o Libro Primero de Cabildos del Cuzco desapareció del Ayuntamiento, para viajar a una biblioteca norteamericana donde actualmente se halla y que en el Perú sólo se ha conservado el extracto de Orué, copiado en el Libro de Ordenanzas del Cuzco del Virrey Toledo, trascrito a su vez por Mendiburu, Romero y Urteaga. El Libro Primero de Cabildos del Cuzco, emprendió el vuelo, según una versión autorizada, en compañía del arqueólogo Bandelier, quien estuvo en el Perú de 1892 a 1902.

El acta verdadera.

El acta verdadera no podría rescatarse, ni aún recobrando de la afortunada biblioteca americana que lo posee el Libro Viejo del Cabildo del Cuzco, al que le falta la primera página en folio, escrita seguramente, según la costumbre, por ambos lados. También resultaría pérdida definitivamente la lista de los vecinos fundadores que presenciaron el acto de fundación en marzo y que son los mismos que recibieron solar en octubre del mismo año, después de llegados los “segundos conquistadores" de Pedro de Alvarado.

Por felicidad entre los papeles del Pacificador Pedro de la Gasca, que vino a debelar la revolución de Gonzalo Pizarro y llevó a España al Consejo de Indias, buena cantidad de papeles relativos a las primeras gobernaciones y a la guerra de las Salinas, se ha conservado una copia íntegra del acta de fundación hecha probablemente entre 1548 y 1550 en que Gasca estuvo en el Cuzco y la lista de los 88 primeros vecinos del Cuzco, copia de su original en el Libro Viejo de Cabildos que es la que copio en seguida, publicándola por primera vez en el Perú, en homenaje al Día del Cuzco.

El acta de fundación del Cuzco es uno de los más bellos documentos de la conquista de América. En su preámbulo, se eleva con nobleza de pensamiento, al origen del mundo y de las sociedades humanas y establece la unidad del género humano desde la bíblica pareja, deduciendo de ella la hermandad de todos los hombres, principio ético que preside toda la colonización española en América. Analiza con lucidez que ahora podríamos tildar de intuición sociológica, el nacimiento de las primeras comunidades de hombres y el brote de los vínculos iniciales de solidaridad social, fundados en las necesidades económicas y en la necesidad de trato o de conversación, que da origen a pueblos ordenados y luego a repúblicas regidas por leyes justas, beneficiosas para todos y al abandono de ese estado en que cada uno por vivir a su contento viviese en perjuicio de muchos". El conquistador

asienta su hermandad con los naturales "nuestros hermanos o descendientes de nuestro primer padre y la finalidad evangélica de la colonización. Al poblar la gran ciudad del Cuzco, "cabecera de toda la tierra y señora de la gente que en ella habita", el conquistador se propone principalmente apartar a los indios de su errónea y ceguedad, de sus ydulatrias y malas costumbres y alumbrarlos con la gracia del Espíritu Santo.

Pizarro elogia vivamente en el acta de fundación la belleza natural y la buena disposición del sitio en que los indios construyeron la ciudad imperial. "Aviendo visto- dicey con diligencia examinado el asiento desta ciudad y de los otros lugares donde podría asentar y fundar pueblo hallando estar este asiento en la mejor comarca de la tierra y como en tal los señores pasados hizieron en él su asiento y morada y le ennoblecieron y poblaron de los más nobles de su tierra y hizieron en este pueblo rricos edificios como en señora y cabecera de toda la tierra asentada en valle fertil y de mantenimientos en medio de rrios cerca de buenas fuentes de buenas aguas y monte de leña sierras y pastos para criar ganado y rios y lagunas de pesquerias y a la redonda del muchas casas de depositos y de señores y hedificios viejos de cantería despoblados sin dueños ni señor de donde los españoles que aquí poblaron podrán a poca costa y sin mucho trabajo sacar madera y piedra para los hedificios del pueblo así casas como iglesia y muro de piedra". Después de hacer este elogio de la grandeza y opulencia de la ciudad y nobleza de vivir de sus pobladores, el conquistador ordena que la plaza española se haga en el mismo lugar de la plaza indígena del Aucay pata.

Entre las revelaciones históricas interesantes que este documento contiene, está la afirmación de Pizarro de que su entrada al Cuzco significó el término de la violencia y sanguinaria opresión a que habían reducido los generales de Atahualpa a la ciudad sagrada y hasta de una incipiente forma de

esclavitud. Sus soldados, dice, han "sacado de la subjeción y servidumbre de la gente estrangera del quito que los tenia avasallados" a los señores del Cuzco y del "cautiverio y servicio que hazian a la gente del quito con tanto trabajo de sus personas y corporales fuerzas".

De conformidad con lo usos de la conquista el Gobernador anuncia que procederá después de la fundación a hacer el reparto de los indios, el que sería en calidad de depósito hasta que le llegase la autorización real, como había ya hecho en San Miguel y en Jauja, porque sin ese reparto no se podría sostener ni sustentar el pueblo.

El final del acta, que fué captada por Orué en su reconstrucción, refiere las solemnidades simbólicas que realizó Pizarro en el acto de la fundación: tallado de la piedra y de la madera de la picota con un puñal y firma del acta con ocho testigos que fueron fray Vicente de Valverde, el Contador Navarro, el Capitán Gabriel de Rojas antiguo conmilitón de las empresas conquistadoras de Panamá, Francisco de Godoy, hidalgo cacereño de prosapia, recién llegado, el bachiller Juan de Balboa, Alonso de Medina y sus hermanos Juan y Gonzalo.

El traslado de Alzate, contiene también los documentos que constan en el traslado de Orué: el nombramiento de Alcaldes y regidores, el señalamiento de los términos de la ciudad y además un documento nuevo de importancia para la historia de la conquista: la lista de los 88 vecinos que se avecindaron en el Cuzco en marzo de 1534.

La lista de los vecinos.

La nómina de los vecinos tiene importancia tanto para la historia biográfica de la conquista, como para otras comprobaciones históricas. Puede demostrarse por ellas que la mayor parte de los conquistadores de Panamá, quitados los veinticinco que se retiraron de Cajamarca por razones de vejez o de salud o exigencias familiares se quedó residiendo

en el Perú. Algunos de los que se fueron regresaron presto. El mayor número de los primeros vecinos del Cuzco fué naturalmente de los soldados llegados con Almagro a Cajamarca y que no disfrutaron ampliamente del reparto del rescate de Atahualpa. De 88 vecinos del Cuzco, 54 fueron de los llegados de Almagro y 34 de los 168 de Cajamarca, que se repartieron más tarde entre Jauja, Lima y Trujillo y otras ciudades...

Entre los vecinos más ilustres figuran Almagro y Hernando de Soto el Capitán de la Florida y el de Missisipi, q' en el Cuzco tendría amores con una ñusta, el capitán Gabriel de Rojas recién llegado con las noticias de la expedición de Alvarado, el Tesorero Alonso Riquelme, ausente en ese momento como Teniente Gobernador en Jauja, el Veedor Salcedo, el Capitán Pedro de Candia sobreviviente de la isla del Gallo y el primer viracocha que vieron los indios en Tumbez, don Beltrán de Castro hidalgo que por su prosapia iba a ser designado primer Alcalde, posponiendo a muchos heroicos truhanes de la conquista, los hermanos del Gobernador Juan y Gonzalo, ambos muertos más tarde a las puertas del Cuzco y la más insolente cabeza de motín de la expedición, el inquieto Rodrigo Orgoñes, hijo de un zapatero y de una bruja encorozada por la Inquisición que se preparaba a ser Mariscal y a encender la tea de la discordia en la guerra de las Salinas.

colocados

Entre los soldados todavía anónimos figuran muchos de los que fueron más tarde ilustres vecinos del Cuzco, fundadores de linaje magníficos o piezas de patíbulo, en la encrucijada de los caminos como trágico escarmiento por la Gasca o la Audiencia Gobernadora en tiempo de Gonzalo Pizarro o de Girón. Ahí Pedro del Barco, cuyos hijos jugarían con Garcilaso, Lúcas Martínez Vegaso el mayor terrateniente de la conquista, Pedro Martín de Moguer, de los tres audaces españoles que fué de Cajamarca al Cuz

uno

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