para realizar el proyecto: tenian señalados reyezuelos para toda España, y aun muchos para cada reino, á quienes reverenciaban y acataban ya como á tales. Aznar, que trató largamente de la expulsion de los de Aragon su patria, y comunicó con muchos de ellos, dice: " que ademas de los destinados para Zaragoza y Huesca, estaba señalada para reina de Ribagorza la hija de Lope Alejandre, vecino de Barbastro, llamada Isabel Alejandre, moza muy hermosa; y que entre otros apercibimientos costosos tenia ya hecha la camisa, de tanto coste y tan rica, que indubitablemente se vendió en Graus por precio de cuarenta libras (escudos), y la compraron Josefa Gil, viuda, ó Leonor Pozuelo, y la Bazuya, muger de un tal Ezmir." (Parte II. fol. 44. b.) Informado el Gobierno de semejantes intentos mandó celebrar varias juntas de prelados y ministros para tratar de su remedio. Hubo diversos. pareceres sobre su expulsion ó permanencia, y cada partido fundaba y estendia el suyo en sendos adagios castellanos. Decian los unos: cuantos mas moros mas ganancia. Y los otros: de los enemigos los menos. Hubo un voto singular, segun refiere d. Juan de Vega Murillo en su historia y antigüedades de Cabra: fol. - 156. (Biblioteca Real): este fue el del duque de Sesa, d. Luis Fernandez de Cordoba, llamado el liberal, gran Mecenas de Lope de Vega, que aludiendo á la tan famosa sima de la su villa de Cabra, dicen que dijo á Felipe III. que él tenia en su estado un aposento donde cabian todos los moriscos: el impetu del zelo, si no es discreto, suele sugerir arrojados pensamientos. Prevaleció, como era justo, el de la expulsion general, con que se aseguraba la religion y la patria. Publicaronse varios bandos para que saliesen de España (á escepcion de los niños y niñas de ocho años abajo) sacando las alhajas, los muebles, y el dinero de los vendidos, y todo lo habian de registrar en los puertos. Mandose con pena de la vida que no escondiesen tesoros, ni nadie ocultase morisco alguno, ni ninguno volviese á España, aunque no faltó quien lo quebrantase. En casa del morisco Alatar (dice Gaspar de Escolano: p. 1896) por el ruido que hacia una mula en la caballeriza, pateando en hueco, descubrieron debajo de una losa muchas tinajas de trigo, ropa, alhajas de plata y una arquilla de oro. Muchos de los que pasaron á Berberia fueron muertos por los moros de ella,` codiciosos de su dinero, joyas, hijas, y mugeres de buen parecer. Hizose la expulsion con general quietud. Solo los moriscos de las sierras de Cortes y de Aguar en el reino de Valencia se revelaron é hicieron fuertes por algun tiempo con su reyezuelo Vicente Turigi, que fue despues atenaceado y descuartizado vivo. "Tenian por fé y tradicion infalible (dice Aznar: Parte II. f. 11.) que en esta ocasion habia de salir á defenderlos y matar á los cristianos el moro Alfatimi con su caballo verde, que se hundió en la sierra de Aguar peleando en siglos pasados en el ejercito del rey d. Jaime, y por eso creian que estaba aquella sierra hendida." Siempre han sido los moros, y lo son todavia, agoreros y patrañeros. Con tan memorable expulsion quedó libre España de la sierpe que criaba en su seno, pero deteriorada en parte por la falta de gente y de industria; asi como por el contrario se enriquecieron y poblaron mas algunas ciudades de Berberia, como Argel, Tripoli, Tunez, cuyos piratas, instruidos de los moriscos, practicos en las costas de España, cautivaban despues mayor numero de cristianos. El lugar de Argamasilla, patria de d. Quijote, era una villa, “en que dos años antes de la expulsion pasaban de ochocientos sus vecinos (dice Fr. Pedro de San Cecilio: anales de los pp. mercenarios descalzos: p. ii. pag. 6443.) y estaba tan opulenta y rica en comun y en particular, que ordinariamente la llamaban rio de la Plata, por la mucha que habia en ella: hoy está con tanta diminucion, que aun no llega su vecindad á la mitad que entonces.... Comenzó el lugar á descaecer cuando la expulsion de los moriscos: gente aplicada, continua en el trabajo, enemiga de ociosidad, y que sin daño ageno buscaba su provecho.... Con su ejemplo obligaban á trabajar á los cristianos viejos, cultivar sus heredades, labrar sus tierras conque todo manaba en riqueza licitamente adquirida. Faltaron ellos, y los demas comenzaron á desmayar en sus labores y oficios, y consiguientemente á sujetarse á la penuria poco á poco." El estado poco floreciente, en que se hallaba el reino por los años de 1618, se manifiesta en la sólida y animosa representacion que dirigió el consejo de Castilla al rey Felipe III. y en que fundó su conservacion de monarquias el canonigo d. Pedro Fernandez Navarrete. El numero de los moriscos expelidos llegó á seiscientos mil: asi como el de los judios expulsos en tiempo de los reyes catolicos á cuatrocientos mil, segun calculan algunos. Por estas dos expulsiones (de que tanto bien y provecho resultó á nuestra santa fe, aunque tan considerables atrasos al comercio, industria, y poblacion) dijo que se habia convertido la España de Arabia Feliz en Arabia desierta: el judio Tomas Pinedo, natural del Trancoso en Portugal, que estudió y vivió muchos años en Madrid, estimado por su erudicion de d. Nicolas Antonio, y el marques de Mondejar, y que averiguado su oculto judaismo, fue preso por el santo oficio, de cuyas carceles huyó a Amsterdam donde murió. Stephanus de Urbibus: greco latino con notas. Amsterdam 1678. pag. 128.) QUE LOS JUDIOS FUERON ECHADOS DE Concluida la guerra de Granada con tanta honra y provecho de toda España y echado por tierra el señorío de los moros á cabo de tantos años que en ella duraba; los reyes d. Fernando y d. Isabel volviéron su pensamiento á nuevas empresas y acordáron de echar de todo su reino á los judios. Con esta resolucion en Granada, do estaban, por el mes de marzo del año mil y cuatrocientos y noventa y dos hiciéron pregonar un edicto en que se mandaba á todos los de aquella nacion que dentro de cuatro meses desembarazasen, y saliesen de todos sus estados y señoríos, con licencia que se les daba de vender en aquel medio tiempo sus bienes, ó |