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introducido hasta en los vestidos de geres, se habia ya los hombres; y las penas aplicadas á los infractores eran en las segundas mas humanas y razonables, como correspondia á un pueblo mas culto é instruido . Para persuadirse de que este lujo se sostenia con las piedras preciosas y otros géneros que se traian de ultramar, y de que las artes se habian perfeccionado en Castilla, basta leer algunos pasages de la crónica de este rey. Cuando se coronó en Burgos el año 1330, los vestidos que se puso estaban labrados de oro y de plata, con castillos y leones, y muchos adornos de aljófar muy grueso, y de muchas piedras preciosas, rubíes, zafiros y esmeraldas. Subió en un caballo que tenia de gran precio, y los arzones de la silla estaban cubiertos de oro y de plata con muchas piedras, y las faldas y cuerdas de la silla, y las cabezadas del freno eran de hilo de oro y de plata labrado tan sotilmente et tan bien, que ante de aquel tiempo nunca fue fecha en Castiella tan buena obra de siella ni tan convenible para en aquel tiempo. Entre los singulares regocijos con que fue recibido el rey en Sevilla el año 1334, se nota que todas las calles por donde habia de ir se cubrieron con paños de oro y de seda, y que en las casas se quemaron los perfumes mas exquisitos, que llenaban de agradables olores la carrera. Este gusto oriental conser varon los árabes por medio de sus comunicaciones en levante; y asi es que en el repartimiento de la presa que se hizo en los Reales y tiendas de campaña del rey de Marruecos, del de Granada, y otros principales caudillos, de resultas de la gloriosa victoria obtenida por los cristianos cerca de Tarifa en 1340, se contaron entre gruesas sumas de moneda y de barras y alhajas de oro y plata, muchas piedras preciosas, paños de oro y de seda, armas, arneses, y otras cosas adornadas y guarnecidas con gran lujo y de considerable valor. Algunos con la parte que les cupo

Sempere, Hist. del lujo, part, 1.2, cap. 7, pág. 111.

2 Crónica de D. Alfonso XI, cap. 103.

3 Crónica, cap. 53.— Ortiz de Zúñiga señala este suceso en el año 1327. Véase Anal. de Sevilla, lib. 5.°

se trasladaron á Aragon y Navarra, y otros á Aviñon en donde estaba el papa: Et tanto fue el haber (dice la Crónica) que fue levado fuera del regno, que en Paris, et Aviñon, et en Valencia, et en Barcelona, et en Pamplona, et en Estella, en todos estos logares bajó el oro et la plata la sexma parte menos de como valió. Este rey D. Alfonso no solo confirmó el privilegio dado por su abuelo para que los cómitres de Sevilla fuesen libres de todos pechos, sino que pocos años despues lo amplió á las viudas de dichos cómitres y á los hijos menores; y confirmó tambien el de su padre sobre el juzgado propio de la gente de mar 2. Recomendó al rey de Inglaterra el resarcimiento de los daños que en tiempo de tregua habian hecho los corsarios ingleses á los mercaderes castellanos: mandó que en los pueblos de las costas no se hiciese precio de venta de navío, batel ú otro barco naúfrago ó abandonado, y que todo fuese de sus dueños, y solo no pareciendo en el término de dos años quedase para el rey que por deudas de reino extraño no fuesen prendados los navíos que viniesen á estos con mercaderías ó viandas; y que los cambiadores ó bancos fuesen hombres buenos que supiesen su oficio ó usasen lealmente de él, dando fianzas para ejercerlo. En su tiempo establecieron los comerciantes de las provincias Vascongadas su lonja nacional en Brujas, y una compañía en la Rochela para fomentar su comercio con los paises del norte, siendo tal la riqueza que producia á los flamencos, que las ciudades de Gante, Ipre y Brujas solicitaron y obtuvieron del rey de Inglaterra Eduardo 111 salvoconducto á favor de las naves y mercaderes castellanos,

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Crónica, cap. 256, pág. 455. El Sr. Semper supone que el botin y presa de tan considerables caudales se hizo en la toma de Tarifa por Don Sancho IV, el año 1292. Hist. del lujo, tom. 1, pág. 130. Disertacion sobre las Cruzadas, Apénd. núm. xxvi.

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3 Córtes de 1348, petic. 52, y Córtes de 1349, pet. 6.a 4 Ordenamiento de 1348, tit. 32, ley 50.

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Ordenamiento de 1348, tit. 32, ley 51.

6 Ordenamiento de 1344, cap. 13.

catalanes y mallorquines que hacian el viage á Flandes. Otra prueba del crédito de nuestra marina en esta época era la solicitud con que los reyes de Francia procuraban servirse de los buques castellanos para formar sus escuadras y defender sus estados 2. En la costa cantábrica mandó D. Alonso reconocer por peritos del pais la ensenada ó concha de S. Sebastian y el canal de Pasages, para señalar los lugares mas cómodos y abrigados, donde fondeasen los bajeles con mayor seguridad: concedió á los vecinos de aquella ciudad que no pagasen en Sevilla mas de lo que pagaban los genoveses y bayoneses; y tomó para sí todas las escribanías del reino, con el objeto de aplicar sus productos á la conservacion y aumento de sus fuerzas de mar 3. Asi es que estas sostuvieron siempre el honor de la bandera castellana, especialmente en las gloriosas batallas dadas el año 1327 contra la armada del rey de Marruecos, en 1337 contra la del rey de Portugal, y en otros muchos hechos memorables durante el famoso cerco de Algeciras.

16. En tal grado de prosperidad dejó D. Alonso xi la marina castellana, que en el mismo año en que falleció, decia el rey de Inglaterra que los españoles intentaban alzarse con el dominio del mar, segun las presas é insultos que hacian á los navegantes ingleses; y creyendo que sus designios eran aniquilar la marina inglesa, procuró negociar con ellos la paz y componer las desavenencias que habian tenido. Consiguiólo al año siguiente, concluyendo en Londres un tratado con los comisionados de las villas marítimas de Castilla y de Vizcaya *; prueba de que el comercio y el poder marítimo no estaba li

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Dicc. Geog.-hist. de las Prov. Vascong, art. S. Sebastian, tom. II, pág. 313 y 322. Capmany, Memorias de Barcelona, Colec. diplom., tom. II, núm. 64, copiándolo de Rimer tom. II, Part. 4.a, p. 72. 2 P. Daniel, Hist. de la Milicia francesa. lib. 14, cap. 4. 3 Dicc. Geog--hist., art. San Sebastian, pág. 322.

4 El Sr. Llaguno copia de la Coleccion de Rimer estos documentos en las adiciones a las notas de la Crónica del Rey D. Pedro, pág. 583 y siguientes.

mitado á los puertos de Andalucía. D. Pedro fue el primer rey de Castilla que se embarcó en sus bajeles, como ya observó Ortiz de Zúñiga, y mandó en persona una expedicion naval, presentándose delante de Barcelona con cuarenta y una galeras, ochenta naos, tres galeotas y cuatro leños; si bien tres galeras eran auxiliares del rey de Granada, y otras diez y una galeota del de Portugal. Embarcóse en otra armada de siete galeras y seis naos que hizo aprestar apresuradamente en Sevilla para perseguir una armada del rey de Aragon que iba en auxilio del rey de Francia, y habia violado la neutralidad de sus costas, apresando en Sanlúcar, á vista suya, dos bajeles placentines, cargados de aceite para Alejandría 3; y tambien se embarcó en Bermeo, saliendo á la mar en unos navíos para coger al conde D. Tello, que huía de la muerte que le amenazaba . Era tal su aficion á las co4. sas de mar, que muchas veces iba á presenciar la maniobra de los bajeles, y la pesquería de los atunes. Las alhajas que mandó hacer en Sevilla en figura de naves son prueba de esta misma inclinacion á la marina, que sostuvo é hizo respetar, fomentando el comercio interior y exterior de su reino. En las córtes de Valladolid de 1351 eximió del tributo de fonsadera á los pueblos maritimos que diesen galeras armadas para el Real servicio. Si la prosperidad de Castilla hubiera de regularse por los cuantiosos tesoros que acumuló este monarca, podria inferirse que fue muy grande, pero aunque mucha parte de ellos pertenecia á su patrimonio privado, no dejó por eso de acrecentarse la riqueza pública con el producto considerable de los derechos y con

I Anal. de Sevilla, lib. 6.o, año 1356, núm. 1.o, copiando estas expresiones de una memoria coetánea.

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Crón. del Rey, año 1359, caps. 11, 12, 13 y sig.

3 Ortiz de Zúñiga, Anal. lib. 6.°, año 1356, núm. 1.°Crón. del Rey D. Pedro, año 1356, cap. 7.

4 Crón. del Rey, año 1358, cap. 4.

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Ortiz de Zúñiga, Anal. lib. 6.o, año 1356, núm. 1.o Crón, del Rey D. Pedro, año 1356, cap. 7 y II.

6 Córtes de 1351, petic. 40 y 48.

tribuciones, y con la cantidad de oro y plata que circulaba en sus estados. Apoderóse de muchos caudales de las ilustres víctimas que sacrificaba á los arrebatos de su fiera condicion, como sucedió con los de la reina de Aragon Doña Leonor y de su nuera Doña Isabel, si es cierto lo que refiere Pedro Lopez de Ayala. Este autor y los historiadores árabes cuentan tambien que viniendo á Sevilla el rey bermejo de Granada, Abu Said, con gran aparato y comitiva, trayendo las mas exquisitas joyas de esmeraldas, balajes, perlas y aljófar; tejidos de oro y de seda, ricos paños, gran cantidad de doblas de oro, caballos y jaeces primorosos y armas muy bien labradas, para ganar el ánimo del rey y de sus ministros, á fin de que le conservasen en su trono, fue muerto por el mismo rey D. Pedro, que se apoderó de todas estas riquezas, haciendo mencion de algunas en su testamento. Mayor prueba del estado próspero de las artes en Sevilla son las citadas preseas, que se trabajaban alli primorosamente. Dejó á su hija Doña Costanza una galera de plata, á su hija Doña Beatriz una nao de oro con piedras y aljófar, y dos alhaites ó collares de piedras preciosas y perlas de gran magnitud, y á su hijo D. Juan la espada castellana guarnecida de piedras y aljófar, ademas de la gran suma de dinero y cantidad de joyas y pedrería de que hace memoria. Dedúcese tambien del mismo documento que el comercio de estos géneros del oriente se hacia por medio de los moros granadinos, que por sí ó por mercaderes

italianos iban á venderlos á Sevilla.

17. En los dos reinados siguientes conservó la marina castellana su poder y acrecentó su gloria, especialmente en la batalla naval dada sobre la Rochela, donde doce galeras de Castilla con el auxilio de la artillería, usada por primera vez en la mar 3, destruyeron á treinta Y

I Semper, Hist. del lujo, Part. 1.2, cap. 7, pág. 135. Crón. del Rey D. Pedro, año 1362, cap. 3, 4, 5 y 6. — Con de, Hist. de los Arabes, tom. III, cap. 17.

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3 Véase al fin la Ilustrac. 3.a

TOMO I.

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