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jando ésta guarnecida, despues de haber provisto de este modo á la seguridad de las fronteras de Portugal, pensó ya en emprender el sitio de Badajoz. Púsose en marcha el ejército anglo-portugués el 5 de marzo, y el 11 sentó sus reales en Yelves, donde se hallaba reunido un tren de sitio traido de Lisboa. Hizo luego echar un puente de barcas sobre el Guadiana una legua por bajo de la ciudad, y pasándole algunas de sus divisiones, embistió la plaza el 16. Otras fueron destinadas á contener é impedir la reunion que se temia de los generales franceses duque de Dalmacia y de Ragusa (Soult y Marmont). Cooperó á estos movimientos el 5. ejército español. Guarnecia la plaza con 5.000 hombres el general Philippon, acreditado ya por su valor y pericia en otras defensas, y habia mejorado y aumentado las fortificaciones. Ahora mostró la misma inteligencia, la misma bravura y bizarría, aunque con adversa fortuna. El 19 dispuso que saliera una columna de 1.500 hombres, que no dejó de causar confusion en los puestos y destrozo en las obras de los sitiadores, pero que rechazada luego por la reserva de los aliados, regresó con 300 hombres de menos. No volvió Philippon á sacrificar en esta clase de tentativas tropas que necesitaba conservar para un momento crítico.

Lluvió tan copiosamente del 20 al 25 (marzo), que la crecida del Guadiana arrastró el puente de barcas, y sin embargo los ingleses no suspendieron

sus trabajos de asedio, y el mismo dia 25 rompieron el fuego con 28 piezas en seis baterías contra el reducto llamado de la Picuriña, que tomaron al anochecer por asalto. En los dias siguientes levantaron la segunda paralela, con que abrieron brechas en los baluartes de la Trinidad y Santa María. Noticioso Wellington de que Soult venía sobre Extremadura, apresuróse á dar el asalto, que con estraordinario brio comenzaron á ejecutar diversas columnas á las diez de la noche del 6 de abril. No fué menos briosa la resistencia de los franceses, y hábiles fueron los medios que para prepararla habia empleado Philippon. Ante ellos se acobardaron los ingleses, y se apiñaron confusamente en los fosos, en términos que por largo espacio se vieron allí acribillados con todo género de instrumentos de muerte, sufriendo una mortandad horrible, que asustó á Wellington; el cual iba á dar ya la órden de retirada á los suyos, cuando supo que Picton se habia apoderado del castillo, y que la division Walker, escalado el baluarte de San Vicente, se estendia lo largo del muro en aptitud de coger á los enemigos por la espalda. Reanimáronse con esto los aliados, arremetieron todos de nuevo con mayor furia, viéronse los franceses acometidos de frente y de espalda, y se entregaron prisioneros. Philippon que con los principales gefes se habia acogido al fuerte de San Cristóbal se rindió la mañana siguiente. Wellington quedó dueño de Badajoz; caro le costó el triunfo;

perdió en los asaltos muy cerca de 5.000 hombres.

Tan fatal y abominable como injusto é inmerecido fué el comportamiento de los ingleses en Badajoz. Como si hubieran entrado en una plaza enemiga, y no en una poblacion amiga y aliada, que los esperaba impaciente para aclamarlos y agasajarlos, asi se entregó la soldadesca al destrozo y al pillaje, y lo que fué peor todavía, al asesinato, de que fueron víctimas mas de 100 moradores de ambos sexos. Creemos que Wellington hizo esfuerzos por contener estos desórdenes y estos crímenes, y tál fué tambien la persuasion de las Córtes españolas y de la Regencia, en el hecho de haberle dado aquellas las gracias, y premiádole ésta con la gran cruz de San Fernando. Hizo el general británico con Badajoz lo que habia hecho con CiudadRodrigo, ponerla en manos de los españoles, entregándola al capitan general de Extremadura, que lo era entonces el marqués de Monsalud.

¿Qué habia sido de los duques de Dalmacia y de Ragusa? En cuanto á Soult, que se hallaba en el Puerto de Santa María arrojando bombas sobre Cádiz y persiguiendo á Ballesteros, cuando supo que los ingleses iban á sitiar á Badajoz, juntó cuantas tropas pudo en Andalucía, y marchó á Extremadura á reunirse con el conde de Erlon. El 7 de abril llegó á Villafranca de los Barros. No imaginaba él la pérdida de la plaza; teníale sin cuidado la resistencia de la guarnicion, y confiaba en la oferta que el de Ragusa le habia he

cho de venir á unírsele con cuatro divisiones en el caso de que Badajoz se viese amenazada. Por lo mismo fué mayor su sorpresa y su enojo cuando supo hallarse ya rendida. Volvióse pues á Sevilla airado y mustio, dejando en Extremadura al conde de Erlon. -En cuanto á Marmont, acudia en efecto con sus cuatro divisiones en socorro de Badajoz, segun habia ofrecido, pero encontróse con órden del emperador, comunicada por el príncipe de Neufchatel, significándole que el emperador estrañaba que se metiera en lo que no le incumbia;. que no se inquietára por la suerte de Badajoz, porque sobraban para acudir á sostenerla los 80.000 hombres del ejército del Mediodía; y que si Wellington iba allí, marchase sobre el Agueda y le obligaría á volver sobre sus pasos. En consecuencia de esta órden Marmont detuvo su marcha y tomó otro rumbo. Cuando Napoleon supo la caida de Badajoz, echaba la culpa de ella al duque de Ragusa y al de Dalmacia. ¡Tan desatentado andaba ya en disponer de los hombres y en juzgar de la guerra y de las cosas españolas! (")

En efecto, Marmont en virtud de aquellas órdenes dirigióse sobre el Agueda con 20.000 hombres, y aprovechando la ocasion de no haber quedado del lado de Ciudad-Rodrigo sino algun regimiento inglés y la gente de don Cárlos de España, hizo una tentati

(1) Du Casse, Memoires, lib. XI.

va y aun intimó la rendicion á la plaza de CiudadRodrigo, y envió una parte de sus tropas á bloquear la de Almeida, llegando su vanguardia á CastelloBranco (12 de abril), no encontrando sino cuerpos de milicias portuguesas que habian incendiando los almacenes. Al mismo tiempo el general Foy pasaba el Tajo por Almaráz con 4 ó 5.000 hombres avanzando á Trujillo. Pero ninguno de estos movimientos inquietó á Wellington: por el contrario, Marmont fué quien, noticioso de la pérdida de Badajoz, recelando comprometerse si se internaba mucho en Portugal, retrocedió (16 de abril) replegándose otra vez á Salamanca, y sin otro fruto de su espedicion que haber amagado las dos mencionadas ciudades. Tambien Foy retrogradó sobre Almaráz. Y Wellington, dejando á Hill en Extremadura, tornó á sus antiguos cuarteles de Fresneda y Fuenteguinaldo, entre el Agueda y el Coa.

Habia el 6. ejército español contribuido con sus movimientos al buen éxito de las operaciones sobre Ciudad-Rodrigo y Badajoz, mandado siempre por Abadía, aunque subordinado éste á Castaños. Este último general, que lo era en gefe de los tres ejércitos 5.o, 6.o y 7.o, se trasladó en principios de abril dor Portugal á Galicia, donde además de alentar con su presencia aquellos habitantes, dictó providencias militares y administrativas muy convenientes. Astúrias habia sido evacuada por los franceses á últimos

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