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dos

que para comunicarse tenian; sin perjuicio de los combates que daba en el campo, tál como el que en

Lerin y en los campos de Lodosa sostuvo el 31 de marzo, en que desbarató una columna enemiga, haciendo solo su caballería 300 prisioneros.

Seríamos injustos si no consignáramos aquí un hecho de armas, que aunque ejecutado por un hombre de la mas humilde graduacion en la milicia, merece bien un lugar en la historia, y puede citarse como uno de los muchos y mas brillantes rasgos de heroismo de nuestros soldados. El sargento primero de la division de Mina, Fermin de Leguía, concibió el audaz proyecto de apoderarse del castillo de Fuenterrabía que los enemigos tenian guarnecido y fortificado. Si atrevida parece la empresa para un mero sargento, de temeraria, inverosímil y casi increible se calificará sin duda al decir que la acometió y que la realizó con solos quince hombres. Asi fué sin embargo. En la tarde del 11 de marzo (1813) salió el intrépido Leguía de Vera, donde se hallaba, con sus quince soldados, provisto de clavos y cuerdas. A las once de la noche se hallaba al pie de los muros del castillo, fijó en ellos sus clavos y amarró sus cuerdas, y con un solo soldado escaló la muralla, sorprendió y desarmó al centinela, reforzáronle entonces algunos de los suyos, con los que se apoderó de la guardia, tomó las llaves del castillo, y abrió la puerta al resto de sus soldados. Hizo prisioneros ocho

artilleros; los demás dormian en la poblacion: clavó dos cañones de á 24 y uno de á 18, arrojó al mar la municion gruesa, cogió pólvora, fusiles y sables, juntamente con la bandera del castillo, incendió el fuerte, que ardió por tres costados, y aunque la guarnicion de la plaza salió luego en su seguimiento, volvióse á nuestro campo con los efectos cogidos, y sin haber perdido un solo hombre. Los franceses no acababan de creer en la realidad de tan inconcebible em

presa, asi como hizo gran ruido y causó gran júbilo entre los nuestros. Mina confirió al sargento Leguia el empleo de teniente, cuya confirmacion pidió desde Puente la Reina al general Castaños (").

Nuevamente se conjuraron y combinaron los generales franceses (y decimos nuevamente, porque recordarán nuestros lectores que no era la primera ni la segunda vez que esto hacían), para ver de estrechar á tan molesto, incómodo y temible enemigo; y como otras veces Reille y Caffarelli, asi ahora se concertaron Clausel y Abbé para ojear el país y batirle como se hace en montería. Mas cuando los dos generales, partiendo de opuestos puntos, creian haberle acorralado, Mina, mas conocedor del terreno, haciendo una rápida contramarcha se habia colocado á espaldas de Clausel, obligando á rendirse (21 de abril) un destacamento que aquel general habia dejado

(4) Gaceta de Madrid de 3 de la Regencia de las Españas, junio de 1843, bajo el gobierno de

en Mendigorría. Buscándole seguían con afan, el general en gefe del ejército del Norte por el valle de Berrueza y su comarca, el gobernador de Pamplona por el de Roncal y sus contornos: inútilmente hacían evoluciones, marchas y contramarchas; burlábalas Mina como de costumbre, y Clausel, habituado á batir ejércitos formales, pedia á su rey mas gente para sujetar á un caudillo que le desesperaba, de quien decia que nunca daba combates sino á cuerpos sueltos ni acometía sino á golpe seguro. Solo una vez se vió Mina apurado, teniendo que correrse hácia Vito

ria, pero fué ya cuando marchaba en aquella direccion el grande ejército aliado, de cuyo suceso hablaremos después.

Pasando ahora á las tres grandes provincias ó reinos puestos bajo el mando superior del mariscal Suchet, duque de la Albufera, á saber, Aragon, Cataluña y Valencia, pocos acontecimientos dignos de narrarse ocurrieron en los primeros meses de este año en las provincias de Aragon. Guerreaban alli entreteniendo y hostigando al enemigo las divisiones ó columnas de Sarsfield, de Villacampa, del Empecinado y de Duran, pertenecientes al 2.o ejército, con su habitual manera de pelear, juntas y combinadas unas veces, aisladas y separadas otras. Solian Sarsfield y Villacampa, y aquél aun mas que éste, arrimarse á ayudar ó proteger las operaciones de Cataluña. El Empecinado y Duran escurríanse, ya hácia

Navarra y Soria, ya hácia Castilla la Nueva, y á veces no se veían libres de sus correrías, como en el año anterior, Madrid y sus inmediaciones.

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Mas formal andaba la guerra en Cataluña, como que alli operaba el 1.er ejército, puesto, como dijimos, al cuidado de Copons y Navia, desde que se destinó á Lacy al mando del de reserva de Galicia. Componíanle sobre 18.000 hombres, sin contar los somatenes, que eran muchos; y el cuartel general estaba por lo comun en Vich. Algo menor era la fuerza que ahora tenian alli los franceses, consistente en dos divisiones, la una regida por Maurice-Mathieu, gobernador de Barcelona, la otra por Lamarque, que residia en Gerona, y una brigada italiana de 2.000 hombres que tenia en Tarragona Bertoletti. Todas estaban á las órdenes del general Decaen, aunque subordinado éste tambien en cuanto á las operaciones al mariscal Suchet. Hasta que llegó Copons á tomar la direccion de nuestro ejército, el sistema de los otros gefes, como el baron de Eroles, Rovira, Llauder y demas caudillos del Principado, era estrechar al enemigo en las plazas, evitar acciones generales, cortar ó interrumpir comunicaciones, y á veces internarse de sorpresa en territorio-francés, como lo hizo Rovira protegido por Llauder, penetrando atrevida.nente en el pueblo murado de Prats de Moló (20 de marzo de 1813), saqueando casas, y cogiendo dinero y rehenes, entre ellos los comandantes de la plaza y del castillo.

Llegado que hubo Copons, dióse nuestro ejército á desmantelar los fuertes que el enemigo conservaba entre Tarragona y Tortosa, y que constituían una buena y segura línea de comunicacion entre aquellas dos importantes plazas. Logróse el objeto en términos que en muy pocos dias fueron derruidos varios de aquellos fuertes (fines de marzo), cogiendo en ellos cañones y efectos de boca y guerra. Por su parte Llauder escarmentó en el valle de Rivas una columna de 1.500 franceses que quiso sorprenderle en ocasion de estar bloqueando á Olot. La accion fué reñidísima, y duró de siete á ocho horas. En ella perecieron unos trescientos enemigos, y quedaron prisioneros cerca de otros tantos (7 de abril). De mérito y de influencia se reputó el combate, cuando trascurridos algunos años tomó Llauder de aquel sitio y de aquella accion el título de marqués con que le distinguió el gobierno. Desde este hecho de armas hasta la campaña general de que luego tendremos que dar cuenta, apenas ocurrió otro notable en el Principado que el que sostuvo el general Copons con la division de Maurice-Mathieu en La Bisbal del Panadés, cuando el francés volvía de socorrer la plaza de Tarragona y otras, que andaban escasas de medios, causándole una pérdida de mas de seiscientos hombres. Era ya mas de la mitad de mayo

Ocupaba el segundo ejército, mandado por don Francisco Javier Elío, las provincias de Murcia y Alicante, y obraba en combinacion con la division ma

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