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practicables las brechas en los tres bastiones. El 21 ordenó Suchet los tres asaltos simultáneos, á los que se arrojaron tres columnas, llevando todas sus reservas. Viva, empeñadísima y sangrienta fué la lucha, tomándose y perdiéndose muchas veces por unos y otros los boquetes. Apoderáronse primero los enemigos del fuerte de los Ganónigos ú Orleans, y sucesivamente de los de San Cárlos y Real, derramándose luego por el arrabal ó ciudad baja. En tan críticos momentos, Velasco que habia reemplazado á Sarsfield en la defensa del arrabal se lanza sobre una columna enemiga y la obliga á refugiarse en las casas, donde se pelea cuerpo á cuerpo: llegan refuerzos franceses, y rechazan á los nuestros hasta la puerta de la ciudad; muchos vecinos del arrabal son asesinados: vuelven los enemigos sus cañones contra la escuadra inglesa, que leva anclas, aunque disparando inútiles andanadas de todos sus buques. En estas acometidas y defensas perecieron de una y otra parte acaso 1.500 hombres; apenas nos hicieron prisioneros: juntos fueron quemados los cadáveres españoles franceses.

Faltaba solo conquistar la ciudad alta, é inmediatamente dispuso Suchet se abriese contra ella la primera paralela que abarcaba casi todo el frente, y aceleráronse los trabajos con el fin de abrir pronto la brecha. Aunque al fin Castroverde se movió por fuera para molestar y hostilizar á los sitiadores, don José

Miranda á quien se encomendó la operacion con la division de Valencia y la columna del baron de Eroles, no la desempeñó como le incumbía, so color de no conocer el terreno, y además estaba por aquella parte el general francés Harispe, que se interpuso oportunamente entre la trinchera y los campamentos esteriores. De poco sirvió tambien á los sitiados la llegada de 1.200 ingleses procedentes de Cádiz, puesto que habiendo visto su comandante el estado del sitio, desalentóse y mantuvo su gente á bordo. Hubo por otra parte la desgracia de que no reinára la mejor armonía entre Campoverde y el gobernador de la plaza Senen de Contreras, tanto que habiendo recibido éste de aquél una comunicacion en que le autorizaba á dejar el mando si gustaba, y como por otra parte designase Campoverde á don Manuel Velasco para sucederle en el caso de dimision, resentido Contreras puso á Velasco en la mano el pasaporte para el cuartel general, privándose asi de uno de los mejores gefes, con disgusto y desánimo de otros buenos oficiales.

Urgíale á Suchet apresurar las obras de ataque, y asi lo habia hecho. El 28 de junio se halló practicable la brecha. Presentábanse sobre ella atrevidamente. los españoles, y con nutrido fuego destruyendo los espaldones de las baterías enemigas iban dando buena cuenta de sus artilleros, pero reemplazando instantáneamente otros á los que caían, lograron al fin ensan

char el abierto boquete, nivelando la pendiente los escombros mismos. Con objeto de evitar un combate nocturno dispuso Suchet que se diese á las cinco de aquella misma tarde el asalto, que ofrecia ser mortífero, dirigiéndole el general Habert, el mismo que habia tomado á Lérida, y ayudándole los generales Ficatier y Montmarie. A la voz del primero lánzase una columna á la carrera y empieza á trepar por la brecha en medio de un fuego horroroso: á muchos derriba la metralla; á los que logran subir los esperan en la cima de la brecha los combatientes españoles armados de fusiles, de hachas y de picas. «Sobre este movedizo terreno (dejemos que lo diga un historiador francés), bajo el fuego de fusilería á boca de jarro, bajo las puntas de las picas y las bayonetas, caen nuestros soldados, vuelven á levantarse, pelean cuerpo á cuerpo, y ya avanzan, ya retroceden, bajo el doble impulso que por delante los rechaza, y por detrás los sostiene y empuja. Un momento están á punto de ceder al furor patriótico de los españoles, cuando á una nueva señal del general en gefe se lanza la segunda columna guiada por el general Habert...»

Y no solo aquella, sino la reserva avanza tambien, y á fuerza de número y de sacrificar hombres logran los enemigos penetrar en la ciudad. En las cortaduras de la Rambla se defiende todavía valerosamente el regimiento de Almansa contra las columnas de Habert y de Montmarie, pero cede al encontrarse atacado

tambien por la espalda. Algunos de los nuestros se sostienen en las gradas de la catedral: alli sucumbe don José Gonzalez, hermano del marqués de Campoverde: penetran los enemigos en el templo, y alli acuchillan sin compasion á los que les han hecho fuego; y entretanto á la puerta llamada de San Magin cae prisionero el gobernador Senen de Contreras herido en el vientre de un bayonetazo. Todo es ya desastre y desolacion. Sobre 4.000 moradores han perecido, entre hombres, mugeres, ancianos y niños. Cerca de 8.000 hombres armados caen prisioneros, pues los que habian logrado salir por la puerta de Barcelona con objeto de salvarse hacia el lado del mar fueron otra vez empujados adentro por las tropas del general Harispe y obligados á rendir las armas.

Tál fué este horrible asalto, quizá el mas furioso que se diera nunca, al menos hasta entonces ("). Cubiertas estaban las brechas de cadáveres franceses, pero la ciudad se hallaba mucho mas atestada de cadáveres españoles. Increible desórden reinaba en las incendiadas calles, donde á cada paso se hacian matar algunos españoles fanatizados á trueque de tener la satisfaccion de pasar á cuchillo á algunos mas franceses. Cediendo nuestros soldados á un sentimiento comun á todas las tropas que toman una ciudad

(4) De propósito tomamos esta descripcion de un historiador francés, para que no se crea que osotros exageramos ni el mérito

de esta defensa, ni el patriotismo español, ni el cuadro de los escesos cometidos por los franceses en la ciudad conquistada.

por asalto, consideraban á Tarragona como propiedad suya, y se habian esparcido por las casas, donde hacian mas estrago que saquéo... Pero el general Suchet y sus oficiales corrieron tras ellos para persuadirles que aquél era un uso estremo y bárbaro del derecho de la guerra... Poco á poco se restableció el órden... etc. El lector deducirá de esta relacion hecha por pluma interesada en encubrir ó amenguar los estragos de los asaltadores, hasta dónde llegarian sust

escesos.

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Cogieron los franceses multitud de cañones, de fusiles, de proyectiles de todas clases, juntamente con veinte banderas. Segun sus relaciones perdieron ellos cerca de 4.500 hombres; al decir de otros testigos cuyo testimonio no parece sospechoso, no bajó su pérdida de 7.000 en los dos meses que duró tan porfiado sitio; y se comprende bien, habiéndoles costado dar cinco mortíferos asaltos, tres de los cuales colocan ellos mismos en la categoría «de los mas furiosos que jamás se habian visto. Suchet reconvino á Contreras por haber llevado la resistencia hasta la temeridad y hasta mas allá de lo que las leyes de la guerra permiten. Tratóle después con mucha consideracion, y aun le escitó haciéndole galanos ofrecimientos á que pasára al servicio de su rey, ofrecimientos que el general español desechó con dignidad. En su consecuencia le trasportaron al castillo de Bouillon en los Paises Bajos, de donde al fin logró fugarse.

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