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se agolpan. Blake, que con su estado mayor presenciaba el desfile situado cerca del baluarte de Santa Catalina, comprende haberse malogrado su plan, calcúla todas sus consecuencias, y dá órden para que las tropas ocupen de nuevo sus atrincheramientos, hace salir otra vez la artillería de la ciudad, resuelto á defenderse sin renunciar á la esperanza ¡vana esperanza en verdad! de tentar la salida otro dia y en momento acaso mas feliz. Solo el intrépido Michelena habia salvado todos los obstáculos con unos 400 hombres. Frustrada esta tentativa, Valencia y el ejército iban á verse en gravísimo compromiso.

Desde la mañana del 29 comenzaron á advertirse en la poblacion síntomas de inquietud; disgusto por la salida intentada, y oposicion á que se pensára en otra nueva: resolucion de los habitantes á defenderse, y al propio tiempo desconfianza del ejército, y principalmente del general en gefe: consecuencias todas muy comunes, y casi naturales en los pueblos, cuando ven crecer para ellos el peligro por resultado de una batalla perdida ó de una operacion malograda; aparte de la buena ocasion que se les presenta á los aficionados á sembrar cizaña y á los interesados en promover disturbios. Con el doble objeto de aquietarlos y de mostrar serenidad y confianza recorrió Blake la ciudad solo y á pié, pasando después á situarse en el arrabal de Ruzafa, centro de la línea. Mas aquella noche se reunió la junta popular que él habia manda

do crear al partir, aunque in necesaria yá despues de su regreso. Reinó en ella gran fermentacion, quiso asumir en sí el mando, y acordó enviar cuatro comisionados á reconocer la artillería, examinar el estado de la línea, é inspeccionar el servicio que hacian las tropas en los atrincheramientos. A la una de la noche se presentaron estos comisionados al general en gefe: eran frailes dos de ellos, y acompañában los doce ó quince menestrales. Blake detuvo á tres de los comisionados, dejando al cuarto en libertad para que fuese á anunciar á la junta lo distante que se hallaba de consentir en sus imprudentes pretensiones, y envió los acompañantes al general Zayas, encargándole los pusiese en los parapetos y los hiciese alternar en el servicio con los soldados para que vieran practicamente cómo éste se hacia y desfogáran asi los ímpetus de su patriotismo.

Todavía, despucs de disuelta la junta y sosegados los primeros síntomas tumultuarios, se propuso en la mañana del 30 otro pensamiento, que aunque estraño é irrealizable, se comprende en un pueblo exaltado, y que tenia una razon especial para temblar á la idea de una invasion francesa y al peligro de ser sacrificado en venganza de los asesinatos horribles ejecutados en 1808 en los de aquella nacion. El pensamiento que se propuso fué el de salir todo el pueblo en masa unido á la guarnicion á atacar al enemigo en sus campamentos. No le fué dificil á Blake desvanę

cer tan extravagante proyecto; pero al mismo tiempo esta disposicion de los ánimos le hacia imposible pensar en abandonar la ciudad ni en intentar nueva salida con la tropa. Naturalmente aquellas disidencias influian desfavorablemente en el espíritu del soldado, y más siendo valencianos muchos de ellos, y por lo mismo participando más del trato y de las inquietudes del paisanage.

Lo

peor fué

que

de aquellos disturbios se aprovechó Suchet para estrechar el cerco y preparar el ataque, y en la mañana del 2 de enero (1812) aparecieron tres paralelas, contra la semiestrella del Monte Olivet, contra el hornabeque del arrabal de San Vicente, y contra el frente de Cuarte. Este último era un ataque simulado; los otros dos los verdaderos. El 3 sentaron y comenzaron á jugar sus baterías: con fuego de fusilería y de metralla contestaban los nuestros: entre otras pérdidas tuvieron los franceses la del distinguido coronel de ingenieros Henri, guerrero de gran prestigio por su talento y actividad, que habia sido gefe de ataque en siete sitios consecutivos: lloráronle, y con razon, los suyos. Pero no considerándose bastante nuestra gente para defender una línea de mas de 22.000 pies de estension desde Santa Catalina á Monte Olivet, determinó Blake, de acuerdo con los gefes, retirarse la noche del 4 al recinto de la ciudad, clavando ántes la artillería de hierro y llevándose la de bronce, operacion que se ejecutó con tál destreza

que los enemigos no se apercibieron de ella hasta la mañana del 5. Apoderáronse entonces de los puestos abandonados, y comenzó el bombardeo contra la ciudad de tal manera que en veinte y cuatro horas cayeron dentro de su recinto mil bombas y granadas, causando estrago grande en los edificios, é infundiendo espanto y terror en los moradores, siendo mayor la confusion por la mucha gente que de la Huerta se habia allí recogido y apiñado. Continuando los dias siguientes el bombardeo, que entre otras preciosidades destruyó las ricas bibliotecas arzobispal y de la universidad: reducida la defensa al antiguo muro; sin casi cortaduras en las calles, que no era Blake aficionado á las luchas de este género, y consternados los habitantes con las escenas de dolor que presenciaban y con el temor de un próximo y horrible saqueo, comisiones de vecinos se presentaron á Blake exhortándole á que tratase de capitular; pero en cambio un grupo tumultuario, conducido por un fraile franciscano, penetró en su habitacion pidiendo que llevára la defensa hasta el último estremo. Blake hizo prender á este religioso, y tomó bajo su responsabilidad la suerte del pueblo valenciano.

Sin embargo de haber rechazado con firmeza la primera propuesta de rendicion que el dia 6 le hizo Suchet, convencido de la facilidad con que los enemigos podian aportillar el muro, de no ser posible ni

una resistencia militar ni una resistencia popular de calles y casas, por no consentir la primera el escasc número de tropas y la naturaleza de las fortificaciones, y no estar preparada la ciudad para la segunda, despachó el 8 al campo enemigo oficiales que prometiesen de su parte capitular bajo la condicion de evacuar la ciudad con todo su ejército, armas y bagages, y de que se le permitiera pasar á Alicante y Cartagena. Desechó la propuesta Suchet, y en su lugar le envió la proposicion de una capitulacion pura y sencilla. Entonces reunió Blake una junta de generales y gefes, en número de doce: tratóse en ella detenidamente el punto de admitir la capitulacion ó prolongar la resistencia: cada vocal emitió libremente su dictámen, esponiendo sus razones en pró ó en contra; dividiéronse por mitad los pareceres "); decisivo era el voto del presidente, y de él pendia la resolucion de cuestion tan delicada. Pesados en su ánimo los males de una y otra solucion, prevaleció en él el deseo de salvar una ciudad populosa de los horrores de una plaza entrada por asalto, y prefiriendo á la responsabilidad de esta catástrofe el sacrificio de su amor propio y de su reputacion militar, optó por la capitulacion. Elegido el general Zayas para pasar con esta respuesta al campo enemigo, regresó en la

(1) En las Noticias históricas manuscritas de Roman se refiere minuciosamente todo lo que pasó en aquel consejo de

guerra, lo que opinó cada uno, y las razones con que cada cual lo apoyaba,

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