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sejo de las Indias del feliz descubrimiento del Río Marañón, que los Religiosos de dicha Provincia han hecho, sirviendo en esto á Dios Nuestro Señor y á V. Magestad: los ojos de la carne censurarán esta acción y tendrán por desacordada mas los del espíritu que miran con superior vista las trazas del divino Consejo (con el fondamento dicho) la tendrán por muy acertada y prevenida, pues por ella se ve que obra quando quiere y llega el tiempo determinado con fortaleza. y suavidad, haciendo de los instrumentos débiles y flacos, las armas más poderosas y fuertes. F Domingo de Briera, Religioso lego de la Provincia de San Francisco de Quito, es uno de los que en estos tiempos han entrado muchas veces en el descubrimiento deste gran Río, como más largamente se vera en la relación, el qual por ser varon de muchas virtudes y zelo de la salvación de las almas, sintiendo que se pierdan tantas en aquellas Provincias, se ha ofrecido siempre, y sacrificado á su conversión, mas por ser de poca salud y averle Dios exercitado en trabajos, especialmente en esta jornada, pues recibió dos grandes heridas de los Indios bárbaros, que se concitaron contra él y los demas Religiosos compañeros suyos, y un árbol que cayó sobre la canoa en que venía, le maltrató el cuerpo y quebró un pie, con que dificultosamente puede andar, y por su simplicidad y falta de sabiduría humana, no puede diligenciar los medios para este fin (prueba bastante de que aver llegado parece más disposición divina que fuerzas humanas, si bien con las pocas que le quedaron se presentó ante V. Magestad y sus Ministros) me ha obligado á mí á que examinándole lo que ha visto, y registrando los escritos que trae, ponga el esfuerzo que tan grave causa pide, empeño que me corre por Comisario General de las Indias, por aver tomado el hábito de mi P. S, Francisco en la dicha Provincia de Quito, por ser natural de aquella tierra, hijo de Joseph de Villamor Maldonado, Capitán General y Governador de los Quijos, de los primeros Conquistadores de aquella Provincia y la de los Omaguas que es la más cercana á este gran Río, el primero que entró en la de los Macas, donde fundó la Ciudad de Sevilla del Oro, poniéndole este nombre por ser natural de Sevilla de cuyos

servicios y empleos de su hazienda en el de V. M. si el precepto de Dios de honrar á los padres me pudiera alentar á representarlos, el tocarme tan de cerca ocupa mi lengua para referirlos, y a mi ánimo el sentimiento de que no ayan sido mayores, mas deseoso de continnar como fiel ministro y con tantas mercedes obligado el intento que en el dicho mi padre como tan leal vasallo fué debido, ofrezco Señor a V. M. con toda prontitud y sumo gusto, mi persona y las de los Religiosos de aquellas Provincias, especialmente las de los de la Provincia de Quito que por cinco veces han salido a esta reducción y conquista no por título de averlo merec do con los trabajos y sangre derramada en ella, sino para trabajar de nuevo y merecer a V. M. algo de los muchos favores con que honra esta Seráfica Religión, en la protección de V. M. sustentada, a quien con tan piadosos afectos la mira, también se dignará de inclinarlos a mirar esta breve relación que del examen de este Religioso, testigo de vista fidedigno, y de las noticias que yo pude tener siendo mozo de las conversaciones de mi padre, Encomenderos y soldados; y siendo después Religioso, de aver andado algunas veces aquellas tierras ha podido formar el ánimo del mayor servicio de V. M. cuya Real persona guarde Dios N. S. en el feliz estado de sus Reynos para coluna de la Católica Fe, y am paro de sus vasallos.

FR. IOSEPH MALDONADO.

RELACIÓN DEL PRIMER DESCURRIMIENTO DEL RÍO DE LAS AMAZONAS, POR OTRO NOMBRE EL MARAÑÓN, QUE HA HECHO LA RELIGIÓN DE NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO, POR MEDIO DE LOS RELIGIOSOS DE LA PROVINCIA DE QUITO.

El gran Rio de las Amazonas, por otro nombre, Río del Marañon (si bien borrados estos y otros nombres antiguos y Gentiles) el año de nuestra Redencion de mil y seiscientos y treinta y siete por el Governador lacome Reymundo de

Noroña, y nombrado Rio de San Francisco de Quito, por averle descubierto y navegado en estos tiempos Religiosos de su sagrada y Seráfica Religion (como á quien levere este breve escrito constará). Este rio, pues es el mayor que los tiempos han descubierto y las noticias alcanzado en el dilatado espacio del Orbe, grande por su famosa posición, y mayor por su dilatado curso, pues corriendo por muchas leguas diversas Provincias, recoje y bebe en si las aguas de muchos y caudalosos rios y arroyos, sus corrientes bañan y fertili zan el Reyno del Pirú, Indias Occidentales y segun opinion de algunos, su nacimiento y origen es de la tierra de Vileanota, treinta leguas más arriba de la ciudad del Cuzco, Corte antigua de los Emperadores de aquella espaciosa tierra porque en lo mas alto della ay un lago, si pequeño de grandes manantiales; puesto tan en medio de la cima de una cordillera, que desagna por dos partes, la una al Poniente y otra al Oriente, desta última se forma á poco espacio la nombrada y prodigiosa laguna de Chucuito, la qual en circunferencia tiene mas de ochenta leguas (distrito grande en junta de aguas dulces). De la otra que vierte á la parte Oriental, se forma un rio, que entrando por el Valle de Vrubamba, recoge las aguas todas del aquel nuevo y dilatado Reyno. Otros con diversa opinion sienten que su principio es en las tierras del mismo gobierno de los Quijos. Y si por lo que yo he visto, tengo de aplicar mi sentimiento, esto úl timo me parece mas conforme, porque en las sierras que dividen la Provincia de Quito. y las de los Macas ay otras dos lagunas, la una en la falda de las sierras, la qual divierte sus corrientes á la parte Occidental, y entrando por la Provincla de los Purunes, va corriendo por entre los cerros que ciñen á Quito, declinando ya al Oriente. La otra está en la misma cordillera, no en la más superior, sino en una loma que haze más inferior, á modo de puerto, y esta vierte el agua como del cuerpo de un buey á la parte del Oriente, y Provincia de los Macas, en cuyo raudal que en pocas leguas es muy caudaloso, le entran muchos grandes ríos, y entre todos uno que se llama Aviñico, el qual va tan esplayado, que puesto un hombre en la una margen, el que está de la

opuesta, apenas puede oír ni percibir sus vozes, aunque de mny alentado espíritu formadas; y conocese bien ser la anchura grande, pues minora los bultos de los cuerpos, haziendo parecer muy pequeños, los que en su quantidad son muy grandes; júntanse estos dos rios, pasan por la Ciudad de Sevilla del Oro, y por las dilatadas Provincias de los Gibalos, y otras naciones que confinan con los Quijos, en cuyas tie. rras toma diversos nombres, y en ellas le entra el otro río que nace de la laguna inferior, no menos caudaloso por aver ya recibido en sí otros muchos que vierten las Cordilleras de Quito. De dondequiera que tome su primer ser, llega en su dilacion á tenerle tan caudaloso, que quando entra en el mar del Norte desagua en él sus corrientes por boca de ochenta y más leguas. Querer nombrar la multitud de Provincias Bárbaras, Naciones Gentiles y diversidades de Indios que habitan las orillas deste poderoso Río, lo que ha importado á la Corona de España su descubrimiento, y en lo por venir importará su Conquista, las riquezas que encierra, los frutos que produce, la fertilidad de la tierra que baña, la multitud de pescados que ería, la variedad de animales que sustenta, las frutas con que regala, los géneros preciosos que da, fuera para una larga Historia y no para esta sucinta relación, remítome á la que el muy Reverendo Padre Cristobal de Acuña de la Compañía de Jesús, ha sacado estos días, donde con serioso estilo y verdad cierta, especifica sus provechos. Y ansi dexando esta materia, solo pretendo de parte de la Religión de mi Padre San Francisco representar lo que sus Hijos han trabajado en su descubrmiento, abriendo puerta á su navegación venciendo las dificultades que impedían sus senderos y rompiendo los passos que cerraban su camino hasta llegar al fin.

Nuestro Dios y Señor, luz que alumbra los entendimientos de los hombres, rayo que enciende las voluntades de los humildes y fuego que abrasa los corazones de sus siervos, alumbró y encendió el espíritu de cinco Religiosos llamados Frai Francisco Anguita, Frai Juan de Casasrubias, Sacerdotes, Frai Domingo Brieva, Frai Pedro de Moya y Frai Pedro Pecador, Legos, Hijos todos del Santo Convento de San Pa

blo de Quito, en los Reynos del Pirú, para que abrasados en el amor Divino, aspirasen á la conversión de muchas almas infleles y bárbaras, que habitan en las dilatadas orillas, islas y tierra firme del gran Río de las Amazonas (de que en aquella Ciudad y Provincia de Quito, y otras partes del Pirú avia grandss y frequentes noticias) Y con el zelo santo que los estimulaba, pidieron heencia para tan santa y piadosa jornada al Ministro Provincial de aquella santa Provincia, que á la sazón era el Reverendo Padre Frai Pedro Dorado; cumpliendo ansi con el precepto de nuestra Regla, que manda que los que quisiesen ir entre Moros y otros Infieles, pidan licencia para ello á sus Ministros Provinciales. Y aunque el sobredicho Ministro Provincial vió que la demanda. era justa y los dichos Religiosos aptos, y idóneos para ser embiados, no se determinó á darles la licencia, hasta dar quenta y comunicar este caso con el Presidente de la Real Audiencia, el señor Antonio de Morga, y demás Oydores de la Ciudad de Quito; los quales abrazando todos de conformidad esta santa determinación, mostraron tanto afecto y gusto, que luego despacharon sus provisiones y cédulas Reales, mandando á los Gobernadores, Corregidores y Tenientes de la Governación de Popayan que todos favoreciesen, amparasen y acudiesen con lo necesario á los cinco Religiosos, dándoles lenguas voluntarias, y demás avío necesario. Y aprovechándose el Padre Provincial de tan buena y oportu na ocasión, con providencia al parecer más que humana, en nombre de toda la Seráfica Familia de Nuestro Padre San Francisco, presentó un memorial, en el qual ofreció su perso na, y las de todos sus Religiosos á la dicha Conversión y Conquista del Río de las Amazonas. Y la dicha Audiencia, agradecida, acetó esta oferta: y en nombre de su Magestad la admitió, y recibió, dándose por servido de los buenos deseos que siempre la Corona Real ha experimentado en Nuestra Seráfica Religión, de todo lo qual se hallaron instrumentos en la dicha Real Audiencia y en el Archivo del Convento de San Pablo de Quito.

El año pues de nuestra salud de mil y seiscientos y treinta y dos, por los fines de Agosto salieron los cinco Religio

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