Imágenes de página
PDF
ePub

y conocimiento de aquellas tierras, por aver estado otras vezes ya en ellas con otros Religiosos á conseguir los fines referidos, por conocer y por aver venido en compañía de la Armada que llegó á esta Ciudad de Quito, de las Provincias del gran Pará, donde V. Caridad fué y á cuya instancia vinieron el Ceneral y soldados que residen en aquellas tierras pertenecientes á la embarcación del Reyno de Portugal para que se enterasen en la navegación del gran río Napo (que oy se intitula S. Francisco de Quito, por los Religiosos que lo descubrieron) y estando de partida la dicha Armada, para volver á las Ciudades del Pará, y Marañón, de donde salieron: y aviéndome pedido con notable instancia, dichos General y soldados, por el consuelo espiritual suyo, y de los Indios Christianos que truxeron los vaya V. caridad acompañando y enterándose más bien de las Provincias, y navegaciones de los Ríos: por tanto con parecer del Definitorio desta Provincia y en virtud de la Constitución General, que nos da facultad para embiar á los Reynos de España uno ó más Religiosos á negocios que se ofrezcan, concedemos á V. Caridad licencia para que pueda volverse con la dicha Armada, y que vaya por el gran río referido, hasta llegar a la Provincia del gran Pará; y á los más lugares della; y en hallando embarcación, pueda passar á los Reinos de España, y á la presencia de Ns. Reverendísimos Padres Ministro General y Comisario general de Indias, y dará quenta deste descubrimiento del gran Río Napo, y con su parecer postrarse á los pies de nuestro Católico Rey, y á su Real Consejo de Indias, y hará informes con gran legalidad y fidelidad de todos los ríos, navegaciones, y tierras que con tanto trabajo ha descubierto: y para mayor expedición de las cosas que se ofreciesen en las dichas tierras y navegaciones del gran río Napo, pedirá V. Caridad á Nuestro Reverendísimo Padre Comisario General de Indias, todos los pedimientos necesarios; y porque en viaje tan largo no carezca de mérito, le impongo el de la Santa Obediencia, y se lo mando en virtud del Espíritu Santo, que es dada en nuestro Convento de San Pablo de Quito en 1 de Marzo de mil y seiscientos y treinta y nueve años, firmado de nuestro nombre y sellado con el sello

mayor de nuestro Oficio y refrendado de nuestro Secretario, Frai Martín Ochoa Ministro Provincial. Por mandado de N. P. Provincial. Fr. Christóval Saguer, Secretario.

Con esta patente. donde, también lo está la verdad, y nuestro crédito y trabajo dando vozes, se partió Frai Domingo Brieva de su Convento de San Francisco de Quito, á cinco de Marzo, año de mil seiscientos y treinta y nueve, aviendo salido un mes antes los Portugueses y Padres de la Compañía de Jesús; pero algunos que viven tan adelantados en todo, que no pierden prevención humana tampoco perdonaron ésta, rezelosos quizas de que se descubriese la verdad, como se descubre, pues apenas llegó el dicho Religioso Frai Domingo Brieva á la Provincia de los Quixos quando D. Francisco Mogollón de Ovando, Governador de aquel partido, le notifico una provisión de la Real Audiencia de Quito, en que le mandaba la Chancillería que en ninguna manera pasase adelante, ni se embarcase con los Portugueses, sinó que se volviese luego á su Convento de San Francisco de Quito, y de no aserlo ansí, sopena y sopena; válame Dios, y qué de candados hecha aquí á la lengua, y qué de grillos á la pluma la modestia Religiosa, y que de sangrientos golpes perdona el que solo desea defenderse, y no ofender; solo digo que no pudieron estas como violencias humanas resistir los decretos Divinos, porque el mismo Governador que le notificó la Cédula Real, atendiendo á que sería de gran servicio á el Rey nuestro Señor, que quien tantas vezes avía andado aquellas tierras, le hiziese relación dellas y al desconsuelo que sin la companía de dicho Religioso llevavan, ansí el Capitán como los Soldados, tuvo lugar de templar aquel mandato, y dis poner su venida á esta Corte, donde está. Ansí lo hizo y se embarcó en Napó, en compañía del Capitán Mayor, Pedro Texeira, de los Padres de la Compañía y otros dos Padres de la Merced que iban á fundar en el Pará y del Padre Capellán Fray Agustino de las Chagas.

Los Padres de la Compañía de Jesús en virtud de unos recaudos que traían del Ilustrísimo Arzobispo, Obispo de Quito Don Fray Pedro de Oviedo, quisieron entrar por Capellanes de la Armada Portuguesa, lo qual pusieron en plá

tica, mostrando los papeles, y recaudos que traían del Señor Obispo, mas nuestro Religioso Fray Agustino de las Chagas se les opuso, y defendió diziendo, que él avía ido por Capellán de aquella gente desde la Ciudad del Gran Pará, nombrado y con licencia de quien se la pudo dar, y que allí no tenía juridicción el Señor Obispo de Quito, y otras razones añadió, con las quales los Padres de la Compañía, como tan Doctos, y ajustados á la razón, desistieron de su intento. Y adelantándose el dicho Padre Frai Agustino de las Chagas, fué á dar la nueva á los soldados Portugueses, que avían quedado en los Encabellados, de cómo ya venía su General, y la demás gente, donde hizo na acción de Fraile Francisco, pues todos los regalos de quesos, vizcochos, conservas, y otros que avía juntado en Quito, y su distrito, que eran grandes, y muchos, los repartió entre los soldados, que estavan bien necesitados, sin dejar para sí solo una caja de conserva.

Salidos de los Encabellados, caminando el río abajo, sin sucederles cosa particular, llegaron hasta el Río Yurua, á la vanda del Sur donde el Exército tuvo algunas confusas y falsas noticias, que los Olandeses avían ganado la Ciudad de San Luis del Marañón, y la del Gran Pará, y que por allí andavan algunas Canoas de Olandeses: Por esto se determinó el General Pedro Texeira de tomar posesión de aquel Río en nombre del Rey de las Españas, y Emperador de las Indias Felipe Quarto (que Dios guarde).

Ansí se hizo con todas las ceremonias y solemnidades necessarias. Llamó al río, ei Río de San Luis: fundó un pueblo plantando en él árboles todos los soldados, en nombre de Nuestro Rey y Señor; y llamaron al Pueblo San Antonio, y á la Provincia le pusieron por nombre la Franciscana. Estos nombres bien dicen lo que sentían el General y los Portugueses de la Religión de San Francisco, y de la parte que tiene en aquel descubrimiento.

Pasando más adelante á la boca del Río Negro, hubieron más vivas estas nuevas de algunas Canoas de Indios que encontraron; y ansí el dicho Capitán bolvió á tomar posesión del Río y llamó aquel sitio de Avila. Tampoco se

descuidaron el Padre Capellán Frai Agustino de las Chagas y el Hermano Frai Domingo Brieva pues quando todos los soldados plantavan árboles en nombre de su Rey, ellos también enarbolaron otro, que fué el Santo árbol de la Cruz en una grande y vistosa playa, en nombre de N. S. Jesu-Christo, y de la Igiesia Romana. De allí por el estilo, y orden que dize en su memorial el R. P. Christóval de Acuña, llegaron todos en salvamento á la fortaleza del Destierro, donde se quedaron los soldados, y pasaron los Religiosos á la Gran Ciudad del Pará, de allí á la Ciudad de S. Luis del Marañón, menos los Padres de la Merced y el P. Frai Agustino de las Chagas, que se quedó en su Convento. De la Ciudad de San Luis Frai Domingo Brieva se embarcó para España, y tocando en las Terceras, entró en Lisboa á treze de Octubre de mil y seiscientos y quarenta, de donde se vino á esta Corte á informar al Rey Nuestro Señor, y á su Real Consejo de Indias como lo ha hecho y lo haze con grande fervor de espíritu, aunque le ayuda poco un pie que tiene quebrado, que lo perdió como buen soldado en la Provincia de los Tupinambaes, en servicio de su Dios, y su Rey, como queda dicho.

No se limita el zelo de los Religiosos desta Seráfica Religión en la salvación de las almas á solas las que havitan los espacios deste Río, sino que imitando á su Gran Padre, que en su abrasado fervor, lo que más instantemente pedía á Dios era la conversión, y salvación de todas (para cuyo fin instituyó tres órdenes, en que se incluyen todos los Estados de gentes) á todos los del mundo quisieran traer al conocimiento de Dios y su verdadera Fé; y por la parte del Norte que estando en la primera opinión del nacimiento deste Río, son también tierras que con sus corrientes baña han salido muchas vezes hijos desta gran Familia y de la Provincia de los Doze Apóstoles de Lima á convertir tanta Gentilidad, como aquellos escondidos senos encierran, de cuyos ubérrimos frutos, y felizes progresos se darán de parte de dicha Provincia en otra ocasión mayores noticias. Mas en la presente para que se consiga el fin y se haga lo que conviene al servicio de Dios, y del Rey Nuestro Señor y al bien de tanta

multitud de almas, que están ya descubiertas en el Río ya llamado de San Francisco de Quito, parece sería bueno, y acomodado medio, que el Real Consejo de Indias, ordenase y mandase, que en la entrada, deste Río por la parte de los Quixos, y en la de la Ciudad de Pasto, en los puestos más acomodados se edificasen dos fortalezas (que para defensa de Indios no pueden ser de mucha costa) desde donde pue dan hazer sus entradas, la tierra adentro los Religiosos y soldados, y hallar socorro en sus necesidades y defensa en las invasiones de los Indios, quando se concitaseu contra ellos. A este medio no debe faltar el más principal, que es que los Capitanes y soldados sean personas, de tanta prudencia, que aunque atiendan al interés temporal, no sea demanera que les obligue á atropellar el celestial y que los Religiosos sean varones de virtud y prudencia conocida, y es píritu fervoroso para que ansí puedan obrar con fortaleza, y suavidad, con fortaleza sufriendo con paciencia las incomodidades y trabajos que en semejantes demandas se ofrecen, y con suavidad, aviéndose como corderos entre lobos (que es el modo de vencer que dió Christo á sus Apóstoles) reduciendo las voluntades de los que no conozen á Dios, con mansedumbre en las palabras, humildad en el trato, caridad en las obras, desinterés y desprecio en los bienes temporales, de suerte que conozcan los Indios, que desean más la salvación de sus almas, que los bienes de sus tierras.

LAUS DEO, ET BEATISSIMA

MARIA, ET BEATO

FRANCISCO.

« AnteriorContinuar »