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cargados de esa doctrina, que era la entrada á la montaña por esa parte.

1644

"En el mes de mayo padeció esta ciudad (Cuzco) una peste de catarro y de dolor de costado, de la que murió mucha gente" (38).

1645

Hubo en la provincia de Quito una serie de temblores; sintiéndose uno en Riobamba que la arruinó por completo. Se experimentó entonces también allí una epidemia asoladora, que el Padre Velasco la considera como la segunda de Quito.

El Presbítero Enrique María Castro, en su Historia abreviada de la Beata Mariana de Jesús Paredes y Flores, dice: “Aquejaba ya á la ciudad (Quito) una pestilencia mortífera de alfombrilla y garrotillo, tan tenaz y maligna, que causaba grande mortandad, de tal manera que llegaron á poblarse sus iglesias y cementerios de cadáveres, y á no oirse en ella otra cosa que el clamoreo de las campanas y el alarido de los pobres enfermos" (39).

En su Historia del Ecuador dice González Suárez: "La población (Quito) estaba consternada, porque al susto causado por los temblores de tierra, se siguió el terror difundido por el flagelo de la peste: las casas se llenaron de enfermos acometidos de alfombrilla y de garrotillo: de noventa colegiales enfermos que había en el Seminario de San Luis, solamente escaparon tres: todos los demás cayeron enfermos y algunos murieron: en las gentes del pueblo, y principalmente en los indios desaseados é indolentes, el contagio hizo estragos. A principios de abril calmaron los temblores, y desapareció también completamente la epidemia” (40).

(38) Anales del Cuzco: pág. 85.

(39) Cap. X, pág. 159 de la edición de Londres, 1877. (40) Tomo IV, pág. 206.

Dicha peste, que grasó en febrero y marzo de este año 45, en tiempo de cuaresma, se dice que terminó el 26 de mayo, con la muerte de la "Azucena de Quito", Mariana de Jesús.

1646

Ocurrió el primer caso de elefancía en el Virreinato de Santa Fe; siendo el paciente don Diego de Santistevan Brochero, Cura de la catedral de Bogotá.

1673.

Después de un descanso de veintiocho años, se presentó en Lima otra epidemia, llamada del Cordellate, de la cual fue víctima el Venerable siervo de Dios Francisco del Castillo, de la Compañía de Jesús.

Cedamos la palabra á su biógrafo José de Buendía, que trata de esa epidemia:

"A principios del mes de abril del año 1673, prendió en Lima una epidemia fatal, por traydora, que disfrazándose con capa de accidente de ningún cuidado, labrava en lo interior el mayor peligro, corrompiendo con brevedad la sangre de suerte, que quando llegó a ser conocida, ya no alcançavan los remedios a atajarla. La misma curación ayudava al mal, pues haziendo juicio los Medicos, por el destemple, y quebranto del cuerpo, que era solo resfrio, los sudores y remedios cálidos, que aplicavan, recocian la sangre, y encendia vn tabardillo bastardo, que en breves dias llevó a muchos a la sepultura. Llamose en Lima este accidente, Cordellate, por la aspereza, y quebranto, que causava en los cuerpos" (41).

1680

El Padre Velasco, en su Historia del Reino de Quito, pone este año una peste de viruelas que principió en lo alto del Huallaga, y de la que murieron cosa de 60,000 personas.

(41) Libro V, cap, XII, pág. 577.

Se hicieron por esta causa procesiones, rogativas y penitencias públicas.

El mismo autor habla de la epidemia que hubo en las Misiones de Mainas, en 1660 y 1669; con pérdida de 20,000 indios en este último año.

1687

Después de los temblores del 20 de octubre de este año, á las 4 y media y 6 y media de la mañana, que arruinaron á Lima, al Callao y á otros lugares de la costa, hubo peste y contagio por todo el verano (diciembre á marzo), y duró hasta el primero de julio de 1688.

Sobrevino luego la esterilidad de los campos para la producción del trigo, hasta Paita, á 200 leguas de Lima.

El Padre Buendía hace el relato de esos terremotos, y agrega: "Pero el daño mas irreparable fue el que traxo el desabrigo, y poca defensa de las habitaciones, y barracas en las plaças y campos, porque siendo la estacion de Verano, ardientes los Soles, embaraçadas con la multitud de los apiñados toldos los ayres, las casas de carrizo las mas, y las otras mal defendidas de la incursion de los elementos, con el fragil reparo de los pabellones, hirviendo la sangre, y el co razon lastimado con tanta calamidad, se encendió una epidemia de tan maligna constitucion, que se robó en breve muchas vidas, siendo impossible la puntual assistencia de los Medicos, por la distracción de lugares, y sitios en que adolecian los enfermos; ni facil la aplicacion de los medicamentos, por la distancia de las oficinas, y Boticas" (42).

1692-1694

La terrible epidemia de sarampión que comenzó en Quito en 1692, que siguió allí en 1693, y que recorrió este último año, y aun el de 1694. las provincias y ciudades de Lima, Huamanga, Cusco, Arequipa y Charcas, hasta Potosí, fué causa de gran mortandad y duró poco más de un año.

(42) Vida del P. Castillo: 1. V, cap. XVIII, pág. 942

Unanue la menciona, junto con otras epidemias del mismo sarampión, en su obra El clima de Lima.

Sobre la calidad, causas y curación del mal, escribió un folleto el Protomédico Dr. D. Francisco Bermejo y Roldán, y lo imprimió en 1694, por orden del Virrey Conde de la Monclova, con el título de Discurso de la enfermedad Sarampion experimentada en la ciudad de los Reyes del Perú .....Lima, imprenta de José de Contreras y Alvarado-4." Con 14 hojas n. n.: una de ellas con el escudo de armas del Virrey, y 48 páginas de texto.

El Dr. D. Diego Herrera, que combatió en Quito la epidemia, daba con éxito, al principio de la curación, una onza de pulpa de cañafístula; y salvó así más de 500 indios Los médicos aquí no se atrevían á emplear ese tratamiento.

1708

A causa de la epidemia que hacía algunos días se experi mentaba aquí, dispuso el Cabildo eclesiástico, el 22 de noviembre, que de la parroquia de San Sebastián saliese una procesión de este santo y san Roque á la catedral; que se hiciese un octavario, y que concluyera con la vuelta de la procesión á su iglesia; asistiendo los curas con sus cruces y las comunidades religiosas.

Desde el año 1693 principió á sentirse la esterilidad de los campos; al punto de que en setiembre de 1700, llegó á valer en Lima la fanega de trigo de Chile de 10 á 12 pesos; y 20 reales, y á lo más 3 pesos, por su mala calidad, el de los valles del Arzobispado.

En 10 de setiembre de 1705 fueron conducidas, por esa causa, las reliquias de santa Rosa, de Santo Domingo á la Catedral.

Continuando la esterilidad, dispuso el mismo Cabildo, en agosto de 1710, que los Curas ó sus Tenientes bendijesen los campos, y que absolviesen á los defraudadores de diezmos. El Arzobispo Soloaga expidió un auto, el 12 de octubre de 1714, sobre rogativa y procesión, por esa esterilidad

de veintiun años, y mandando bendecir los campos en la Catedral.

En 1715 el Cabildo Justicia y Regimiento de esta ciudad juró al Santo Cristo llamado de los Milagros, del Monasterio de Nazarenas, como Patrón, y Protector contra epidemias, esterilidad de la campiña y temblores; y dotó una fiesta que debía celebrarse anualmente, con solemnidad. el 14 de setiembre, dia de la Exaltación de la cruz.

1719-1722

Epidemia de fiebres mortíferas, en el Alto-Perú, el Cusco, Arequipa y otras provincias peruanas; la que duró tres años y medio, y fue acompañada de gran esterilidad en la costa; valiendo la fanega de trigo hasta 50 pesos.

Según Unanne, la peste era un catarro de mala índole, "traía postración de fuerzas y dolores excesivos de cuerpo, en especial al costado, esputos de sangre, respiración difícil y poca fiebre".

Sólo en el Arzobispado de Lima murieron 72,800, según el Cuadro cronológico de Naudin, publicado en 1790.

El Padre Gumilla, en su Historia natural, civil y geográ· fira de las naciones situadas en las riveras del rio Orinoco, dice: "De solo la llegada del navío, llamado el Leon Franco, por los años de 1719, á las costas del Perú, resultó tal contagio, que á mas de los Españoles y Mestizos, casi innumerables, que fallecieron, llegaron á doscientos mil indios los que murieron" (43).

Unanue nota, que esta horrible peste que asolaba los pueblos, ocurrió después del eclipse de sol, realizado el 15 de agosto de 1719, á las 11 h. y 49 m. a.m.; y cuenta, que los chunchos, para dar idea de la mortandad que sufrieron, arrojaban al aire un puñado de arena.

Copiamos lo que, sobre esa peste, escribió el Cura de Caima don Juan Domingo de Zamácola.

"En los meses de Julio, Agosto y Septiembre de 1718, se

(43) Tomo II, pág 306-Barcelona, 1791.

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