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de

J. C.

de España.

Años tra su Magestad fidelísima que sucedió el 3 del Era Setiembre por la noche de 1758. Se atribuyó este atentado al Duque de Aveyro y à otras per1758 sonas principales, à las quales se les hizo el proceso y fuéron condenados à todo el rigor de las penas que las leyes establecen contra delitos tan horribles, sin embargo de que por mas culpables que hayan sido todas estas personas, en el proceso que se les hizo no se justificáron plenamente los crímenes de que se les acusaba, à lo ménos de una manera que convenciese à un juez imparcial; y quizás por esta causa exâminado el proceso con mas tranquilidad muchos años despues, se les declaró inocentes por decreto de la Reyna el 16 de Agosto de 1781, y se mandó que se publicára esta sentencia en los papeles públicos para restablecer el honor à unas familias tan 1760 distinguidas. El año 1760 el Rey consintió en el matrimonio de su hermano D. Pedro con la Princesa del Brasil hija del mismo Monarca, y el matrimonio se celebró con gran solemnidad y con una alegría general el 6 de Junio del mismo año.

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1762 El año 1762 las cortes de Madrid y París declarada la guerra à la Inglaterra procuráron atraer à su partido à la de Portugal, y viendo que eran inútiles sus esfuerzos y que con pretexto de neutralidad favorecia à los Ingleses, resolviéron declararle la guerra. Los Ministros de estas dos potencias sé quexáron de las infracciones y pidiéron satisfaccion, y no habiéndosela querido dar saliéron de aquel reyno el 27 de Abril, y el 15 de Mayo se declaró la guerra en Madrid. Los Ingleses enviáron tropas, armas, artillería, provisiones y dinero; pero no pudiéron impedir que el exército Español mandado por el Marqués de Sarria se apoderase de Miranda, Braganza, Moncorbo y de algunas otras plazas, haciéndose dueño de la mayor parte de la ribera del Duero, de la provincia de Tralosmontes, de la de Beyra, y dexando expedito el camino para penetrar hasta Lisboa segun el plan que se habia propuesto. El Conde de la Lippa que mandaba el exército aliado, no atreviéndose à medir sus fuerzas con el enemigo, ocupó con

de

F. C.

de Es

paña.

Años sus tropas algunos puestos escabrosos por donde] Era debian pasar los Españoles para retardar su marcha y disciplinar sus soldados, acostumbrándolos de este modo con ménos peligro à combatir para hacer renacer el valor en su corazon y acometer despues con mas intrepidéz à los enemigos. Las partidas de guerrilla del exército Portugués hiciéron muchos prisioneros à los Españoles, les quitáron algunos comboyes; y el Brigadier Borgoine Inglés à la frente de una pequeña division sorprendió la plaza de Valencia de Alcántara (donde formaban copiosos almacenes para continuar la campaña) haciendo prisioneros à los soldados que habia en ella. Los Portugueses recobráron poco à poco las plazas que habian perdido, porque la falta de víveres y las 1763 enfermedades obligáron al Conde de Aranda que mandaba el exército Español à retirarse. El año siguiente se hizo la paz; y el Rey no se ocupó sino en promover las artes, la industria, la agricultura y el comercio para reparar las pérdidas y los males que habia causado la guerra. 1777 Este buen Príncipe baxó al sepulcro con gran sentimiento de sus súbditos en 1777, y le sucedió en el trono su hija Doña María Francisca que estaba casada con su tio el Sr. D. Pedro. En su reynado se promovieron las artes y las ciencias; y en la guerra que se encendió entre la España y la Inglaterra conservó la mas rigorosa neutralidad. Gobernó con mucha justicia, sabiduría y moderacion, y se grangeó la estimacion de todas las gentes; y quando sus achaques la hiciéron inútil para el gobierno, se encargó de la regencia el Señor D. Juan su hijo Príncipe del Brasil que está casado con la Señora Doña Carlota Infanta de España, Princesa de muchas luces y ta lento; y de todas aquellas virtudes que son necesarias para conciliarse la estimacion, el amor y el respeto de sus súbditos.

I

LIBRO VIGÉSIMOQUINTO.

CAPÍTULO PRIMERO.

Del principio de la guerra de Granada. Principio de una nueva narracion, y fin deseado

de toda esta obra será la famosa guerra de Granada, la qual debaxo la conducta y por mandado de los Reyes D. Fernando y Doña Isabel se continuó por espacio de diez años, llena de varios y maravillosos trancès, y en cuyo discurso se diéron batallas muy bravas: su remate últimamente alegre y dichoso para España y para todo el orbe Christiano, pues por esta manera cayó por tierra de todo punto el reyno de los Moros que en aquellas partes se conservó por mas de setecientos años: grande mengua y afrenta de nuestra nacion. Llegamos à vista de tierra despues de una larga y dificultosa navegacion: queremos caladas las velas tomar. puerto, y con un nuevo aliento y fuerzas de nuestro ingenio poner fin à este trabajo: el socorro y ayuda del cielo y de los Santos confiamos que como hasta aquí no nos faltará.

El reyno de Granada está puesto entre el de Murcia y el Andalucía, parte de la antigua Bética y de la provincia Carthaginense. Tiene en ruedo, setecientas millas, que hacen casi docientas leguas,

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y es mas largo que ancho. Desde Ronda hasta Huescar se cuentan sesenta leguas por el largo: por el ancho desde Cambil hasta Almuñecar solas veinte y cinco. Sus aledaños à la parte de Levante el reyno de Murcia, por la parte de Mediodía le baña el mar Mediterráneo, por las demás partes del Poniente y del Septentrion le ciñen las otras tierras de la Andalucía. Goza de cielo muy alegre y suelo muy apacible. Sus campos son muy fértiles y abundantes en todo género de frutos y esquilmos tanto como los mejores de España. La tierra doblada por la mayor parte: los mismos montes empero por las muchas aguas con que se riegan, son à propósito para ser cultivados y criar toda suerte de árboles, por donde perpétuamente están verdes y muy frescos. De aquí resulta ser el ayre templado en invierno y en verano, cosa muy saludable para los cuerpos, mayormente en la ciudad de Granada cabeza del reyno, una de las mas nobles, abastadas y mas grandes de toda España; de cuyo nombre toda la provincia se llama el reyno de Granada, y la ciudad se llamó así de una cueva que llega hasta una aldea llamada Alfahar, en que hay fama que antiguamente los naturales se exercitaban en el arte de Nigromancia. Gar en lengua Arábiga es lo mismo que cueva, y cierto número de soldados que viniéron en compañía de Tarif à la conquista de España, naturales de una ciudad de la Suria llamada Nata, acabada aquella guerra desgraciada, hicieron su asiento en aquella parte. De Gar y de Nata se forjó el nombre de Granada, como lo sienten y dicen personas de prudencia y erudicion: otros traen otras etymologías deste nombre, en que no hay para que gastar tiempo,

ni ser pesados con referir diversas opiniones y derivaciones de vocablos, mayormente inciertas. Averíguase al cierto que en aquel reyno à la sazon que se comenzó esta guerra, y quando últimamente quedáron vencidos los Moros y sujetos, se contaban catorce ciudades, y noventa y siete villas. Las mas principales ciudades, fuera de la yá dicha, eran Almería, Málaga y Guadix, Plinio la llamó Acci: todas tres tienen Iglesias Cathedrales y buen número de ciudadanos.

3 Causas de emprender esta

Muchas causas se ofrecian para emprender esta guerra: el odio comun contra aquella gente, la guerra. diversidad en la religion, y haberse fundado aquel reyno en España à sinrazon, y conservado por largo tiempo con vergüenza y afrenta de los Christianos, muchos y grandes agravios de la una y de la otra parte como suele acontecer entre reynos comarcanos. La flaqueza de nuestros Reyes fué causa que las reliquias de aquella gente, aunque reducidas à un rincon de España, se conserváron tanto tiempo por estar dividida España en muchos principados, poco unidos entre sí à propósito de destruir los enemigos de Christianos. Es así de ordinario que tanto sentimos los daños públicos, y no mas, quanto se mezclan con nuestros particulares. El amor de la Religion poco mueve quando punza el deseo de vengar otras injurias, ò la codicia de acrecentar el estado. Si alguna vez como era justo se concertaban para destruir los Moros, impedian las fuerzas de África que cae cerca, de do tenian cierta esperanza de socorros; además que muchas veces innumerables gentes, pasado el mar, à manera de rio arrebatado se derramáron y rompiéron pór España con espanto de todos los Christianos.

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