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Años la espada que miente, y es un traidor. Los corte- Era sanos que estaban llenos de temor dixéron que insultaba al Rey; mas el Monarca respondió que el Conde obraba como hombre de honor. Sin embargo de esto el Rey léjos de despreciar las calumnias daba oidos à quanto le decian y se irritaba mas contra el Duque, sin que su hija que estaba casada con el Rey pudiera aplacarle. El Duque de Abrantes su hermano, que era el mas furioso de sus enemigos, le persuadió que fuese à la corte à justificarse, y que para su seguridad podia llevar alguna tropa. Este consejo pérfido se lo daba para poder persuadir mejor al Rey que era un rebelde. El regente creyó que su hermano le hablaba de buena fé, se encaminó à la corte con quinientos hombres de à pie y mil caballos, y luego que llegó al Rey esta noticia lo declaró rebelde y envió tropa contra él. D. Pedro viéndose rodeado por todas partes ocupó una buena posicion, y se atrincheró en ella con ánimo de defenderse. El dia siguiente fué atacado, se defendió con el mayor valor, y en la accion misma fué herido con una saeta y murió. El combate continuó con el mayor calor. El Duque de Abrantes su hermano, con otros. muchos de sus enemigos quedáron tambien muertos en el campo de batalla. La indignacion del Rey era tal, que no quiso permitir que se enterrase el cuerpo de D. Pedro y estuvo tres dias en el campo de batalla, hasta que unos paisanos compadecidos de su suerte lo enterráron de secreto en la Iglesia del lugar de Alberca. El Rey volvió triunfante à Lisboa y empezó à perseguir à todos los amigos de D. Pedro, acusando à algunos como cómplices de la conjuracion calumniosa; y puestos en tormento y registrados todos los papeles del regente, no se encontró señal ninguna de ellas, sino bellos proyectos que habia formado para el servicio del Rey y bien del Estado. Los enemigos de este grande hombre continuaron en sus malvados designios; pero el Rey al fin se desengañió, y declaró à todos los que habian seguido al Duque como verdaderos fieles súbditos, y mandó enterrar el cuerpo de D. Pedro con la mayor pompa y magnificencia.

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Años El Rey deseaba emprender la guerra contra los Era Moros de Africa, y por esta causa protegia los proyectos de D. Enrique para el descubrimiento de las costas de Guinea de las quales habian traido mucho dinero. Esto excitó la envidia del Rey de Castilla, el qual representó al de Portugal que tenia derecho privativo sobre las costas de Guinea, y que si no desistia de su empresa se veria precisado à tomar las armas para defender sus derechos. El de Portugal le respondió que no habia oido hablar de los derechos de Castilla, y que estaba pronto à entrar en discusion sobre los que tenian las dos coronas. Enrique IV, que sucedió à D. Juan II en el trono de Castilla, envió un agente à Lisboa, para negociar en secreto su matrimonio con la Infanta Doña Juana, hermana del Rey D. Alfonso. El matrimonio fué luego concluido y pasó la Infanta à Castilla con grande acompaña1455 miento. El 3 de Mayo de 1455 nació el Infante D. Juan de Portugal. La Reyna murió en Ébora, y se dice que los enemigos de su padre el regente le habian apresurado su muerte para que no se vengase de las injurias que le habian hecho, porque habiendo ganado la confianza del Rey tenia un grande ascendiente sobre su espíritu. Esta muerte causó un sentimiento universal, y el Rey hizo enterrar su cuerpo con la mayor pompa y magnificencia en la Iglesia del Monasterio de la Batalla con el cuerpo de su madre Doña Leonor que hizo traer de Castilla. D. Enrique IV se vió con el Rey de Portugal en la frontera, y despues en Badajoz y en Yelbes. Se hicieron muchas fiestas. D. Alfonso hizo grandes preparativos para llevar la guerra al Africa, y con una esquadra de mas de doscientos bageles y veinte mil hombres de desembarco se hizo à la vela acompañado de los Infantes D. Enrique y D. Fernando, y otros muchos Señores que todos habian contribuido para esta expedicion. Desembarcó con felicidad en la costa de África y se apoderó de Alcázar, puso en ella una buena guarnicion y dió el mando à D. Eduardo Meneses que la defendió con gran valar de todas las fuerzas del Rey de Fez que la]

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7. C.

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de España.

Años atacó por tres veces sin poderla tomar. Alfonso Era le hizo despues Conde de Viana en recompensa de sus buenos servicios. Estos felices sucesos de África causáron mucha alegría en la corte de Portugal, que luego se llenó de luto por la muerte de los Infantes D. Alfonso Conde de Ouren, de D. Enrique Duque de Viséo, y de D. Alfonso Duque de Braganza. El Rey mandó preparar otra expedicion para la conquista de Tanger, se hizo à la vela acompañado de los Infantes y de muchos Señores; pero sus esfuerzos fuéron inútiles, y se volvió à Portugal despues de haber perdido mucha gente y algunas personas principales. En este tiempo los Catalanes llamáron al Condestable D. Pedro, y le proclamáron en Barcelona, donde despues de haber sufrido muchos trabajos y corrido muchos peligros murió de enfermedad ò de veneno. Castilla se hallaba en las mayores revueltas, y D. Alfonso se vió algunas veces con D. Enrique para tratar de varios casamientos que no llegáron à efectuarse, y no hiciéron mas que aumentar las divisiones que fuéron fatales à los dos reynos. Preparada otra expedicion para el Africa, el Infante D. Fernando Duque de Viséo Condestable y gran Maestre de las Ordenes de Santiago y de Christo se hace à la vela con toda la flota, desembarca con felicidad en la costa, y se apodera luego de la ciudad de Anafe 1471 situada en la costa del reyno de Fez. El año siguiente el Rey salió el 15 de Agosto del puerto de Lisboa con mas de trescientas velas y treinta mit hombres de desembarco, mas en las costas de África fué acometida de una terrible tempestad que la dispersó y hizo perecer algunos bageles. Reunidos despues atacó à Arcila, plaza situada en la costa del Océano Atlántico à cerca de cincuenta millas del estrecho de Gibraltar, y la tomó por asalto. Los enemigos que escapáron se hiciéron fuertes en el Castillo y en una Mezquita; pero fuéron asaltados y tomados aunque con pérdida de los Condes de Marialva y de Monsanto. Esta desgracia causó un gran sentimiento al Rey y à todo el exército, porque se habian grangeado la estimacion general por su valor y

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Años por sus buenas prendas. En esta plaza se hizo Era mucho botin y cinco mil prisioneros, entre los J. c. quales habia personas de distincion. La tropa fué recompensada por su valor, y el Príncipe D. Juan armado caballero. La conquista de esta plaza llenó de tanta consternacion à los Moros que abandonáron à Tanger, y se envió un destacamento para apoderarse de ella. El Rey entró, la fortificó, y dexando la guarnicion competente para su defensa se volvió triunfante à Lisboa y se le dió el renombre de Africano; à los títulos de sus predecesores el de Señor de Allende y de Aquende de los mares; y para perpetuar la memoria de sus gloriosas expediciones las hizo representar en tapicería como se acostumbraba en aquellos tiempos. Alfonso embriagado de gloria, y persuadido que tenia unas grandes fuerzas para dar la ley à Castilla, se mezcló en el negocio de la sucesion de aquella corona. Hasta la muerte de Enrique IV se mostró indiferente sin querer determinarse por ningun partido; mas luego que este Príncipe murió y dexó heredera de la corona à su hija Doña Juana, resolvió declararse por el partido de esta Princesa y emplear todas sus fuerzas para ponerla en el trono de 1475 Castilla. Al principio hicieron los Portugueses la guerra con ardor, pero luego se cansáron y desistieron de sus pretensiones, especialmente despues de la batalla de Toro en la qual se mudó el aspecto de los negocios, y se pusiéron en la impotencia de poder continuar y sostener sus pretensiones. El Rey pasó à Francia à pedir socorros, se embarcó en Oporto, y con veinte y cinco galeras acompañado de quinientos Señores y un cuerpo de dos mil doscientos hombres hizo vela à Ceuta, desde donde dirigió su rumbo à Marsella; pero el viento contrario le obligó à tomar tierra en Coliubre, y desde allí fué à ver à Luis XI que le recibió en Burges con todo, el honor que era debido à su dignidad, mas con el ánimo de no concederle lo que le iba à pedir, pues no hizo otra cosa que darle consejos de que se casase con su sobrina pidiendo la dispensa al Papa, que ganase los Gobernadores de las plazas, yl

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, que

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Años que despues que su derecho fuese incontestable Era 3. C. por su matrimonio se estipularia lo que le da- paña. ria en hombres y dinero. El Rey de Portugal muy satisfecho de su negociacion se puso por mediador entre el Duque de Borgoña y Luis que estaban en guerra. Desde allí muerto el Duque volvió à París. Entretanto consiguió la dispensa de Roma, y solicitó con mayor empeño el cumplimiento de las promesas que se le habian hecho, pero el Rey de Francia no le daba sino buenas palabras; y al fin tuvo que volverse à Portugal aunque habia intentado ir à Jerusalen como peregrino. En su ausencia fué de mas de un año, el Príncipe D. Juan gobernó el reyno con mucha prudencia, equidad y moderacion: convocó cortes en MonteMayor, y se le concediéron los subsidios necesarios para la defensa del reyno. Disueltas aquéllas se fué à Ebora para cubrir la frontera, y obligó con un estratagema à retirarse de ella à D. Alfonso de Cárdenas oficial Castellano] que mandaba un cuerpo de tropas aguerridas y mayor que el del Príncipe. Hecho esto se volvió à Lisboa, desde esta ciudad pasó à Santarén, y en virtud de las cartas que recibió de su padre se hizo proclamar Rey el 10 de No1477 viembre de 1477, y el 15 el Rey llegó à Cascaes. El Príncipe le fué luego à visitar y le mostró el mayor respeto. Alfonso volvió à tomar las riendas del gobierno, y continuó dos años la guerra contra Castilla hasta que el Papa anuló la dispensa que habia concedido, y noj pudiendo celebrarse el matrimonio que estaba contratado con Doña Juana luego se hizo la paz. La Infanta tomó el velo en el convento de Santa Clara de Coimbra. El Rey viendo los desastres que la peste causaba en sus estados, cayó en una negra melancolía y resolvió abdicar la corona. Juntó las cortes, y à presencia de todos los diputados entregó el cetro à su hijo aunque otros dicen que lo llamó en secreto; y despues de haberle dado buenos consejos para el gobierno se fué oculto al convento de S. Antonio de Varatojo, pero que habiendo sido Jatacado de la peste en Sintra murió el 28 del

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